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Contra el tiempo por acuariuscorpio

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Notas del capitulo:

Hola a todos, gracias por leer. Me he desaparecido, pero espero que no por mucho tiempo. La verdad me la he pasado de vacaciones, por no decir holgazaneando (? recibo cualquier tipo de reclamo por no publicar jaja. Es para mí un recórd escribir algo en dos días, pero creo que mis días de flojerear están por termianr de antemano, espero que les guste el capítulo.

Pasaron unos segundos de silencio, mientras que el pelinegro me miraba fijamente, esperando una respuesta. Al parecer Surt notó la tensión en nuestra “conversación” por lo que con suma delicadeza deslizó su mano por mi brazo en un intento por tranquilizarme, sin embargo lejos de tranquilizarme, me incomodó tanta cercanía, mas no hice nada por alejarlo.

—Disculpe…¿Bien y usted?—saludé lo más cortés posible mientras extendía mi mano en señal de saludo. El español sonrió y sostuvo mi mano por más de lo que se debería.

—Mi nombre es Shura y vengo de España, soy un estudiante de intercambio académico—dijo a modo de presentación.

—Mi nombre es Camus y vengo de Francia, un placer saludarte.

Quedamos de nuevo sumergidos en un incómodo silencio, de nuevo, Surt decidió intervenir, quizá para eliminar el silencio entre nosotros.

—Espero que se lleven bi…

—¡Qué bueno que ya se conocen!—dijo Antares a modo de saludo, interrumpiendo a Surt a mitad de su oración.—Shura, quiero presentarte a Camus Aquarius, un chico muy inteligente que viene también de intercambio.

Admito que la interrupción hecha por Antares me dejó sin aire. No entendía su manera de pensar, su manera de actuar, su manera tan hermética de manejar determinada situación.

—Oh sí, ya me lo había dicho Camus y Surt ya…

—Ya se lo había dicho.

Afirmó Surt, mientras miraba a Antares de una manera desafiante, éste solo se limitó a sonreír como solía hacerlo.

—Mi querido Surt, pero yo rectifiqué que es lo más importante.

Tanto Surt como yo volteamos los ojos mientras el español trataba de reprimir una carcajada.

—Hola chicos, ¿Qué hacen?—irrumpió en el salón Afrodita, saludando a los presentes y así interrumpiendo el momento incómodo en el que nos habíamos sumergido.

—Hola Afrodita—Saludó Shura y Antares, mientras Surt se mantenía callado. Afrodita asintió para después tomarme del brazo y alejarme de Surt y Shura.

—¿Qué hacías con ellos?—preguntó ya que nos encontrábamos a una distancia considerable de ellos. Callé por unos breves instantes, pues su interrogante me sonaba con doble sentido.

—Yo… me estaba presentando.

—¿Presentando?

—Sí...yo…—callé de nuevo.

—Ya entendí. No es necesario que me expliques sino quieres.—habló mientras su rostro siempre alegre se veía adornado de un ligero ceño fruncido.—Está bien—relajó su mirada y sonrió de nuevo—no pasa nada.

Me quedé anonado ante sus repentinos cambios de humor, mientras lo miraba alejarse de mí. Suspiré largamente antes de volver a mi lugar y escuchar la clase, pues el maestro había llegado. Jugué largamente con el lápiz que tenía en mi mano, que no supe en qué momento la clase había llegado a su fin.

—¿Ya te vas, Camus?

Habló alguien a mis espaldas, alguien que no era ni Antares, Shaka o Afrodita. Volteé por unos segundos y me encontré con Surt a una corta distancia de mí. Un nerviosismo me recorrió y mis mejillas ardieron levemente. Asentí.

—¿Pasa algo, Camus?—dijo mientras se alejaba un poco.—¿Quieres que te ayude con tus cosas?

—No, así está bien.—dije tratando de alejarme levemente. Él me miró fijamente unos momentos para después mostrarme su sonrisa.

—No digas tonterías—sonrió de nuevo—vamos,  te acompaño.

Admito que su actitud me sorprendió y sonreí para de nuevo asentir. En ese entonces no me molestó su cercanía, en absoluto, estaba pensando que quizás, solo quizás podía permitirme esa cercanía con él.

Caminamos por minutos bajo los influjos de los rayos solares. Durante ese tiempo me sentí tranquilo, algo que me hacía recordar mi ciudad natal.

—¿Te sucede algo?—preguntó mientras retiraba uno de sus mechones pelirrojos.

—No…—respondí con una sonrisa cálida—Es sólo que estaba recordando…cosas.

 

—¿Cosas?—Ladeó su cabeza para mirarme directo a mis ojos, unos ojos completamente brillantes.—Está bien…—sonrió—Siempre y cuando tú estés bien…—completó en un susurro que llegó a mis oídos e hizo que de nuevo mis mejillas adquirieran un ligero tono carmesí.

Admito que platicamos de diversas cosas. Algunas ya no recuerdo, otras sí. Pasó tiempo para que por fin llegáramos a mi casa y tuviera que despedirme de él.

—Camus…—habló antes de que ingresara a mi casa.

—¿Sí?—pregunté, mientras lo veía algo ¿sonrojado?

—Sé que es un poco apresurado decir esto, pero…¿Quieres salir conmigo, hoy?

Ladeé mi rostro en señal de confusión y sonreí al instante.

—Claro, ¿por qué no?

—Entonces…¿Pasó por ti a las siete?

—Claro…

—Entonces nos vemos.

—Sí—dije al mismo tiempo que hacía un ademán de despedida. Suspiré de nuevo e ingresé a mi casa. Encendí el televisor en cuanto pisé la sala, pues no tenía nada que hacer, no habían dejado tarea, además de que tenía mi salida con Surt dentro de un par de horas.

“Me alegra que de nuevo estén con nosotros. Canal TVB, siempre anunciando primero…bueno, en estos momentos continuamos con las noticias”

Bufé ante la letanía de los siempre noticieros, pues sabía que no siempre decían la verdad, pero que más daba, no había otra cosa que ver y por ahora no me apetecía leer.

“Hoy en especial nos encontramos con Camila Drought…una de las más importantes criminólogas de Inglaterra, ella se está encargando de la investigación de los múltiples asesinatos ocurridos en nuestra ciudad Atenas, para ser más exactos en el Partenon. Y cuéntenos ¿Cómo piensa…?”

Apagué lo más rápido posible la televisión y de nuevo un sudor frío empezó a recorrerme, finas gotas de sudor resbalaron por mis sienes,  mientras me abrazaba a mis piernas.

“Esto no está pasando, esto no está pasando, sólo es una coincidencia. Sólo es una coincidencia. Es tu imaginación”  Repetí incontables veces al mismo tiempo que trataba de controlar mi respiración.

—¿Será que esos asesinatos tengan relación con la carta de aquel misterioso asesino?

Pregunté a la nada, esperando una respuesta que no me sería dada.

Cerré mis ojos y me concentré en mis respiraciones. Las contaba al mismo tiempo que los latidos de mi corazón. Realmente pensé que ese era mi fin, nunca me había dado un ataque de ansiedad tan grande. Estuve a punto de abandonarme a la nada, empezando mi vista a llenarse de oscuridad, entregándome a ella como un suave brazo de la muerte, quizás lanzando mi último hálito de vida.

 

II.

 

—¡¿Camus?!, ¡¿Camus?!...¿Me oyes?...

Unas voces alcanzaron a razonar en mi mente, una voz conocida, una voz cálida.

“¿Estoy vivo?” pensé mientras mis párpados se abrían lentamente, encontrándome con unos ojos celestes preocupados, era Afrodita quien me miraba con atención.

—¿Estás bien?—preguntó, mientras me ayudaba a sentarme en uno de los sillones cercanos.

—Sí…

—¿Quieres que te traiga un vaso con agua?—preguntó al mismo tiempo que me tocaba la frente, buscando señales de que me encontraba mejor. Asentí en respuesta.—¡Milo, trae un vaso con agua!

 “Milo, Milo, ese nombre ya lo he escuchado” pensé de nuevo. Tenía la mente en realidad confundida como para no darme cuenta de que era el nombre de mi compañero de clases.

—Aquí está. Tómalo, te hará sentir mejor—habló Antares, mientras me extendía un vaso con un líquido rojizo. Lo miré unos segundos antes de probarlo y beberlo por completo, su sabor no era desagradable, pero tampoco desagradable, era un término medio.

—¿Qué es?—pregunté una vez que ya me lo hubiera terminado.

—Es un ansiolítico.

—¡Milo!...¿Cómo te atreves a darle un…?

—Me voy.

Lo miré retirarse y tomar la perilla para después girarla.

—Que te mejores.—dijo mientras giraba levemente su cabeza a mi dirección para después retirarse.

 

III.

—Es un tonto y engreído…—habló por fin Afrodita.

—Sí…—Afirmé algo dudoso, pues al final de cuentas indirectamente me había ayudado al darme el ansiolítico. —Afrodita, ¿Cómo me encontraste?

Dita pareció sorprenderse ante la pregunta, pero su rostro pronto mostró una cálida sonrisa.

—Yo no fui…en realidad fue Milo quien te encontró.

No supe si mis ojos se abrieron más de lo normal o mi boca se abrió de la impresión, apuesto que sí, porque Afrodita no mostró una sonrisa cálida, sino una sonrisa burlona.

—¡¿Qué?!...E-eel no pudo haberme encon-contrado—negué infinidad de veces.

—¿Por qué no?

—Por que… ¡No!

—Me alegra que ya estés bien—al parecer ignoró mi alteración—así que me tengo que ir, tengo cosas que hacer.

—Oh…sí—dije más tranquilo, ya no podía hacer más—yo también tengo que salir.—susurré, pero el peliceleste pareció escuchar, por lo que regresó sus pasos de la salida.

—¿Con quién saldrás?, ¿Tendrás una cita?, ¿Por qué no me habías dicho antes?

—En primera no te había dicho porque apenas e invitaron hoy…

—Pudiste haberme llamado.

—Segunda no, no es una cita, sólo es una salida.

—Ajá, y yo soy feo.

—Tercera saldré con Surt.

—Oh qué bien.—dijo sin tomarle importancia, para después voltear rápidamente y mover graciosamente sus cabellos—¡¿Qué?! No, estarás pensando salir con…

—Sí, voy a salir con él.—afirmé, más serio de lo que me lo proponía, tanto que Afrodita pareció sorprenderse.

—Sí tú quiere salir con él, allá tú, eres libre de hacer lo que quieras...—Dijo luego de tomar sus cosas y dirigirse a la salida—pero no por mucho tiempo.—susurró, dejándome sorprendido ante la última oración.

 

IV.

 

 “Yo no fui…en realidad fue Milo quien te encontró”. Recordé las palabras de Afrodita.

“Él no pudo haberme ayudado, él no pudo. Eso es imposible” pensé y negué varias veces, sin embargo las palabras de Dita no mentían. No sólo me encontró, sino que me dio un ansiolítico.

—Quizás no es mala persona…—murmuré mientras veía poco a poco como el sol se ocultaba despiéndose lentamente de la tierra para darle paso a la luna. Decidí no darle importancia, ya que lo viera le agradecería.

Me levanté de donde estaba para fijarme en la hora, me impresión fue mayor al darme cuenta de que solo faltaban veinte minutos para que Surt pasara. Corrí por toda la casa para ponerme algo presentable, no sabía que ponerme. Al final decidí por un pantalón algo cómodo con una camisa azul, mientras que mi cabello quedó sujeto en una coleta baja.

—Estoy listo—me felicité, mientras me miraba al espejo. Hacía días que no me miraba en él. Sonreí y esperé a que llegara Surt.

No tardó demasiando. A los pocos minutos, alguien estaba tocando el timbre de la casa. Corrí a recibirlo.

—Hola…Camus—saludó Surt, después de que yo abriera la puerta.

—Hola, Surt. ¿Nos vamos?

Él asintió, yo le sonreí y salimos de mi casa para recorrer primero las calles de Atenas. Hacía frío, bastante diría yo, tanto que podía asegurar que mis manos prontamente se congelarían.

—¿Está haciendo frío, no?

—¿Eh?...no—dije tratando de esconder mis manos, en la ligera chaqueta que traía puesta. Él de nuevo me miró, tratando quizás de encontrar una señal que me delatara de que me estaba muriendo de frío. Sonrió y se me acercó lo bastante como para que nuestras narices chocaran. Un ligero calor invadió parte de mi cuerpo, contrarrestando el frío que luchaba con quedarse en mi cuerpo.

—Lo sabía…

—¿Eh?

—Tu nariz está un poco roja…eso indica que tienes frío.—Se alejó mientras sus manos se alejaban y tomaban su bufanda.—Toma—dijo al momento de extendérmela. Indeciso, la tomé y me la coloqué alrededor del cuello, tapándome parte de la nariz.—Te queda bien el color verde.

Sonreí ante tal ocurrencia, realmente me la estaba pasando muy bien. Realmente bien, como no lo hacía en  mucho tiempo.

 

—Gracias…

—¿Quieres ir a cenar?

—Sí…

Sonrió de nuevo, tomándome esta vez de la mano llevándome hacia un restaurante francés.

—¿Hay restaurantes franceses aquí?—dije un tanto sorprendido, mientras miraba el lugar con gran detenimiento.

—Sé que eres francés...por eso quise traerte aquí, sé que estarás un poco triste al estar lejos de tu país natal.

—Gracias. Eres muy buen amigo.

Me dediqué a mirar de nuevo el restaurante francés, era realmente parecido a los clásicos de París, una nostalgia me invadió al recordar a mi hermano Degel, hace tanto tiempo que no lo veía y nuestras llamadas eran escasas, lo último que supe de él fue que tenía un novio mayor que él como por diez años. Negué con la cabeza, intentando sacarlo de mi mente. Ahora lo importante era disfruta  la comida.

Ordenamos y comimos en silencio, aunque esta vez no fue un silencio incómodo como lo presentía, sino un silencio confortable, necesario para mí, pues no era de los chicos que hablara mucho.

Terminamos también en silencio, después de “pelear” por quien pagaba la cuenta, nos dirigimos de nuevo a mi casa en donde me acompañó hasta dejarme en la puerta.

—Me la he pasado genial.

—Yo también.—afirmé con una sonrisa.

—Espero podamos repetirlo, de nuevo.

—Por supuesto.

Sonreímos como unos cómplices de una aventura, para después quedar de nuevo en silencio.

—Bueno ya me voy.

—Sí, nos vemos mañana.

Cerré la puerta y me permití sonreír una vez más, por fin tenía un amigo en quien puedo confiar, no es porque desconfiara de Afrodita, Shaka o Aioria. Ellos eran muy bueno conmigo y los consideraba mis amigos, pero también tenían una fuerte conexión con Antares. Aunque pensándolo bien, él no había sido tan malo conmigo, pues había sido el primero en encontrarme y aunque eso no quitaba la actitud arrogante que tenía para conmigo, se había mostrado ¿respetuoso, sería el término correcto? O ¿solidario?. No lo sé, pero podría ser que este tipo me agradara en un futuro.

Irónicamente sonreí, para después negar. No tenía caso pensar en Antares en que posiblemente podríamos ser buenos amigos. Definitivamente no tenía tiempo de estar pensando es eso. Me dirigí a mi cuarto y abrí uno de los cajones, en él se encontraban las notas que me había dado el asesino.

“He sabido que te gusta la historia de Grecia, sí es muy linda, es por eso que la he escogido para la cuna de varias muertes, en especial la arquitectura del Partenón”. Releí de nuevo. Esto se relacionaba con lo que anunciaban en las noticias.

“Claro que se relaciona” pensé, sino no habría otro motivo por el cual el asesino me dijera lo que estaba escrito en la carta.

“Recuerda, Camus. Esto es un juego donde sólo hay un ganador”

 

V.

“Ha amanecido de nuevo, pero esta vez no muestro la cara pesada como de siempre, sino una más animada que antes, más seguro de mí mismo. Hoy estoy dispuesto a enfrentar mis adversidades” pienso antes de salir de mi casa.

Camino hasta llegar al instituto y encontrarme con Antares, el dirige sus ojos hacia mí encontrándose con los míos. Quedamos sumidos en un intenso silencio. Bajé la mirada, interrumpiendo el contacto. Él sólo me ignoró, para después caminar hacia no sé dónde.

—¡Antares!—exclamo por impulso, haciendo que él detenga su caminar. Estoy a punto de decirle gracias.

—Camus, aquí estás—pero Afrodita llegó interrumpiendo lo que estoy a punto de decir.

—Afrodita…—susurro, antes de ver como Antares retoma su caminar. Maldigo mi suerte, pues apenas me había reunido de valor para agradecerle lo que hizo por mí.

Ya que más da, me digo a mi mismo, pues la clase está a punto de comenzar.

Afortunadamente así como la clase comenzó, también terminó. Agradecí al cielo que terminara. Miré hacia delante, encontrándome con la ancha espalda de Antares. Dudé en tocarlo y me mordí ligeramente el labio antes de hablarle, pero de nuevo mis intentos fueron fallidos, porque se levantó y se fue. Maldije de nuevo.

—Hola Camus.

Volteé hacia el saludo, encontrando a Shaka parado a lado mío—¿No piensas irte?—sonrió—ya es tarde.

—Oh sí—respondí apenado.

—¿Nos vamos?

—¿Eh?—pregunté con confuso.

—¿Quieres que te acompañe a tu casa?—se explicó—Vivo casi por donde tú vives, además los otros ya se han ido. Asentí y salimos del instituto.

—¿Por qué no te fuiste con los demás?—pregunté una vez que ya nos encontrábamos afuera.

—Digamos que están cansados.

—¿Cansados?

—Sí, cansados…de las tareas.

Su respuesta no me parecía la más correcta, pues sentía que me estaba ocultando algo, estuve a punto de replicar, cuando Surt se acercó hacia nosotros.

—Hola Camus, hola Shaka.—saludó.

—Hola Surt— correspondí, mientras que Shaka solo asintió. No me impresionó que Shaka no le hablara, al final de cuentas era amigo de Antares, sin embargo eso no cambiaba que se mostrara más respetuoso con Surt que los demás amigos del griego.

—No quiero molestarlos—continuó—sólo quería entregarte esta libreta de apuntes que olvidaste en el instituto.

—Oh gracias…— dije antes que se retirara.

—¿Qué es lo que pasa?—pregunté después de ver a Shaka algo dudoso conforme caminábamos.

—Yo…no sé cómo decirlo.

—Sólo dilo.

—¿Estás saliendo con Surt?

—¿Qué?—pregunté asombrado, pues a pesar de que habíamos salido, yo no lo catalogaba como una completa salida—¿A qué te refieres?

—Que si están saliendo como pareja—preguntó fijando sus orbes celestes en mi persona. Reí, ya sabía quién le había dicho.

—No—volví a reír—¿Quién te dijo eso?—pregunté sabiendo de antemano la respuesta. Pareció relajarse y por fin se dignó a hablar, moviendo nerviosamente sus cabellos.

—Afrodita…

—Lo sabía…

—Él dijo que tú le habías dicho que habías salido con Surt y nos contó a Death, Aioria y a mí. Claro que ellos se molestaron un poco al pensar que sales con…Surt, pero yo no pensaba eso.—volvió a mirarme y sonrió de una manera cómplice.

—No, no salgo con él.

—ya lo sé y a pesar de que Afrodita tiene dudas de que sales con él, apuesto lo que quieras que él está más seguro de que solo saliste con él en plan de amigos.

Esta vez me tocó a mí sonreír. No sé porque, pero me vino a la mente el arrogante de Antares.

—Sí.—afirmé—¿Sabes dónde puedo encontrar a Antares?—pregunté de repente.

—¿A Milo?—me miró esta vez confuso—¿Para qué quieres saber dónde lo puedes encontrar?

—Tengo unas cosas que decirle—contesté, tratando de no decirle el verdadero motivo. Pareció aceptar mi respuesta, porque asintió. Sacó una de sus libretas, junto con un bolígrafo en el cual anotó una dirección.

—Toma.—dijo, mientras me extendía el pedazo de papel.—vive cerca de tu casa, no te será difícil conocer su casa, no por nada su familia es de las más pudientes de la ciudad.

—Sí, gracias.

—Bueno, continuemos.

Caminamos el resto del camino charlando de cosas de poca importancia hasta que llegó el turno de despedirnos. Cansado, entré a mi habitación en donde me aventé a la cama sin ningún cuidado. Me permití suspirar y miré a mi costado, encontrándome con el papel que poco antes Shaka me había entregado.

“Scorpios 1438. Casa color celeste con grandes ventanales. No te será difícil encontrarla.” Leí, me parecía conocida la calle, no sé de dónde, pero la conocía.

“Vive cerca de tu casa”. Recordé lo que dijo Shaka, podría ser que tuviera razón.

—Iré a visitarlo después. —dije a la nada, mientras que Morfeo me arrullaba en sus brazos.

 

VI

 

Desperté al atardecer, recordando lo que tenía que hacer. Me levanté a cambiarme, esta vez elegí un conjunto cómodo. Ya que estuve listo, alisté a mi mascota para que me acompañara.

Salimos de la casa, para después caminar, recorriendo en compañía de Tobi las grandes calles de Atenas. No me fue difícil encontrar la calle escrita en el papel al igual que la casa, por algo decía que conocía la calle, pues había pasado por aquí innumerables ocasiones sin darme cuenta que pasaba frente a la casa de Antares. Un escalofrío me recorrió, pero no supe su causa. Me acerqué a ella, con la intención de tocar, pero me arrepentía. Esperé unos minutos después de haber tocado la puerta. Silencio.

—Será mejor volver otro día—dije mientras veía el cielo, parecía que iba a llover.

 Una sensación de bienestar me recorrió al saber que no había nadie, porque ahora que lo pensaba ¿Solo había venido a la casa de Antares a decirle gracias?, ¿Qué sentido tenía esto?, ¿Qué persona en su sano juicio vendría solo a la casa de un compañero a agradecer?, ¿Siquiera tenía algo de lógica lo que estaba haciendo?. No, no la tenía. Caminé resignado sin darme cuenta que la lluvia empezaba a acercarse. Maldije mi suerte cuando la lluvia logró empaparme.

—Esto es lo peor.

Me mojé y no le di importancia.

—Eres un tonto como de costumbre—susurró alguien cerca de mi oído, haciendo que mi piel sintiera escalofrío. No quise voltear, por temor de que alguien “malo” estuviera detrás de mí. “Él asesino está detrás de mí” pesé con temor. Estaba a punto de tener otro de eso ataques de ansiedad, pues a pesar de haber prometido ser valiente, no se puede ser fuerte todo el tiempo, ¿no?—Siempre me causas problemas, Aquarius.

—Esa voz, esa voz…—murmuré tratando de recordar al dueño de aquella voz tan grave— ¡Antares!—dije esperanzado mientras volteaba y chocaba con su pecho, quedando cercas nuestros labios. En ese entonces no le di importancia, sólo lo abracé, ¿Lo dejaría sorprendido?, ciertamente no lo sé. Sólo me sentía feliz de que una persona conocida estuviera a mi lado, por lo que no le tomé importancia de quien fuera.

—¿Qué sucede?

—Nada.

—¿Seguro?—su voz siempre seria, cambió a un tono preocupado.

—Sí, sólo quédate un momento así…aunque seamos compañeros.—dije tratando de calmarme. Por un momento deseé que fuera Surt quien abrazara, pero no podía desear más. Poco a poco me desprendí de él y lo miré, sus turquesas estaban puestas en mí y yo en él.

—¿Estás bien?

—Sí.

Miré hacia arriba encontrándome con un paraguas resguardándonos de la lluvia, este estaba sujetado por Antares. Al instante un sonrojo se apoderó de mi persona, por lo que tuve que bajar la mirada, quizás para ocultarlo del chico que me “protegía” de la lluvia.

—¿Estás bien?—asentí. Él suspiró— siempre estás causándome problemas. Te acompañaré a tu casa.

—¡No!...pu-puedo ir solo.

—¿Cómo que solo?...está lloviendo—murmuró—te puedes quedar en mi…

—No.

—Entonces te acompaño. Si te dejo en la intemperie, cojerás un resfriado y lo último que quiero es tener que ir a tu casa a llevarte apuntes.

Lo miré, pero esta vez un una mira fulminadora, pero no podía hacer más. Caminamos sin decirnos nada, sólo se podía escuchar el suave golpeteo de las gotas de lluvia al desplomarse contra la tierra. Todo el tiempo mantuve la mira baja.

—Ya llegamos. Nos vemos después. —habló después de dejarme en la puerta de mi casa. Lo vi alejarse en paso lento dirigiéndose a su casa.

—¡Antares!—grité, él volteó de nuevo, recordándome por leves instantes lo sucedió en el instituto—Gracias…por todo—hablé mientras que un imponente sonrojo se apoderaba de mis mejillas. Agradecí que él estuviera retirado de mi persona como para darse cuenta de él.

—Siempre dándome problemas, Camus…De nada.

Esperaba cualquier respuesta ofensiva o más arrogante, pero esa no me la esperaba. Un suave “de nada” aunado a una sonrisa sincera. Hizo que una tranquilidad me invadiera ¿Quizás podríamos ser amigos…

 

¿…O quizás no?

 

Notas finales:

Sí han llegado hasta aquí, es porque el escrito no estuvo tan mal o eso creo xD

Gracias por tomarse el tiempo de leer. Perdonen por si hay faltas de ortografía, pero recién termino de escribirlo y mis ganas de subirlo hoy no pudieron esperar hasta mañana xp. Si las hay me dicen, para corregirlas. 

*Ansiolítico: fármaco que se ultilza como antidepresivo.

Bueno, sabrán que en este capítulo tanto Milo como  Camus cambiaron un poco  su actitud, ¿Qué les pareció?, estaba pensando que ver a Camus todo con miedo y eso se estab volviendo cansado, por eso decidí darl eun poc de giro.

Además que en este capítulo quise impregnar más romance y dejar un poc de lado al misterioso asesino. Aunque espero que aparezca pronto (?

Surt ha comenzado a tratar de conquistar al cubito, para tod@s los que estaban esperando de que Surt empezara a mover sus cartas jaja.

Bueno no se olviden de comentar, que me sentiré feliz de leer sus comentarios cerca de qué les pareció el capítulo.

Nos leemos pronto *-*/ pues la cama me espera (nótese que aquí en México son la 1:45 de la madrugada) xD


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