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Contra el tiempo por acuariuscorpio

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Notas del capitulo:

Hola, hola! 

Antes que nada, agradecer a las personas que se han tomado el timpo de leer esta historia a pesar de lo tarde que actualizo, realmente me hace muy feliz que ustedes la lean.

Este capítulo quiero dedicarlo a TiFa, linda, sé que lo prometí el lunes, pero por razones de los dioses no pude actualizarlo ayer, así que espero que el contenido satisfazca tus expectativas :D

Sin más que decir, disfruten el cap!

Sé que he cometido infinidad de tonterías eso lo acepto. Todos cometemos tonterías, al final de cuentas somos humanos, pero lo que acabo de hacer es una de las tonterías más grandes que he cometido. ¿Pensar que Milo y yo podríamos ser amigos?. No, qué va. Es inaudito. Irracional.

Porque ahora que lo pienso con la cabeza fría, él sólo se comportó como un buen compañero nada más. ¿Acaso no dijo que siempre le doy problemas?. Bah, a quién le importa. Me estoy ahogando en un vaso con agua, mientras que él está por ahí disfrutando de la vida. Reconozco que no debí sonrojarme en aquel momento, pero era imposible, no pude detenerme. Soy un tonto.

Camino lentamente de nuevo al instituto, pero esta vez con la cabeza gacha, cansado de pensar en una simple tontería.

—¿Qué es lo que te pasa?—Es la primera pregunta que me hacen apenas piso el instituto.

—Nada—es mi débil respuesta.

—¿En serio no tienes nada?—preguntó esta vez Shaka algo preocupado.

—No, no es nada. Sólo estoy cansado.—susurro en un intento por calmar la curiosidad de mis amigos. Al ver que solo se miraban entre sí, opté por sonreír y hacer más creíble mi actuación.—¿Qué, por qué me miran así?

—No, por nada

Suspiro largamente antes de irme a sentar a mi lugar. Las clases continúan sin mayores contratiempos, sin que yo pueda detenerme a pensar a una de las tantas lecciones de la maestra Sasha.

—La criminología es fundamental en distintas áreas de la ciencia, pues ensambla a la perfección distintas áreas del conocimiento. Sí nuestra especialidad es la investigación, tienes que aprender tanto la lingüística como las matemáticas para realizar informes, si nuestra especialidad está en un juzgado debes de aprender el derecho, si la especialidad está en acción-investigación  debes aprender la psicología para encontrar  lo más rápido posible al asesino o culpable y por último si tu especialidad está en forense, debes aprender tanto biología y medicina, para hallar alguna similitud con el caso. Por ahora están en criminología general, por lo que yo les impartiré la clase de medicina forense—dijo mientras acomodaba en sus ojos unos lentes para quizás mejorar la visión.—¿Alguien tiene una pregunta de mi materia?

—Yo…—levantó la mano Afrodita al mismo tiempo que se levantaba de su asiento—¿En qué consiste su materia?

—Es algo complicado de explicar y más cuando vamos empezando…pero podría sintetizarse al estudio del cuerpo humano ya sin vida. Identificar el motivo por el cuál murió es una de las tantas acciones que un médico forense criminalista hace. Trabaja en equipo con las demás especialidades. Cuando se identifica un crimen y hay muertes de por medio, un médico forense es una pieza clave en todo esto, pues lleva a cabo una de las primeras fases a realizar.

—Interesante…—susurró Afrodita. Se le notaba que le estaba fascinando esta materia antes de practicarla.

—¿Alguna otra pregunta?

Por unos breves segundos el silencio se apoderó del aula, nadie se atrevía a preguntar, quizás por vergüenza o porque simplemente no les importaba.

—Yo…—habló esta vez Antares—Supongamos que yo maté a alguien con un…umm ¿Cuchillo? En la oscuridad de una calle sin un “aparente” testigo, —señaló mientras hacía un par de comillas en el aire, logrando que mi atención se colocara en él. ¿Era yo o estaba ejemplificando el asesinato de cuando nos conocimos? Un frío me recorrió de pies a cabeza.—dejo el cadáver tirado ahí, sin que nadie me viera y me aseguro de que no haya testigos —dijo mientras su mirada se paseaba de la maestra hacia mí, logrando que cada vez mi corazón se encogiera—sin embargo me doy cuenta que hay un testigo y lo dejo libre, más me aseguro de tenerlo vigilado…¿Cómo funge un médico forense en esta situación? …sé que esto no le incumbiría, pero en este caso ¿Qué haría un criminalista especializado en investigación-acción?, ¿Cómo lograrían encontrar al asesino?

Terminó posando su mirada esta vez definitivamente en la maestra, ella a su vez parecía pensar en su respuesta, de nuevo el silencio se apoderó del salón. A excepción de pequeños susurros que parecían debatir entre la maestra y Antares.

—Apuesto 30 euros a que la maestra no puede contestar.—susurró Carter, un compañero de tez pálida con cabello negro a la altura del cuello.

—Yo apuesto 40 euros a que la maestra responde bien—habló esta vez Afrodita, entusiasmado por ver quién de los dos ganaba.

—Chicos, son muy malos…—susurró Death—Dita, ¿cómo puedes traicionar a Milo?...nuestro deber como criminalistas es…—paró mientras su mano se dirigía al lugar donde se encontraba su corazón, por un momento pensé que Ángelo sería el más razonable—mierda, que sean 50 euros a la maestra…espero que Sasha le pateé el trasero a ese bicho rastrero.

Ladeé mi cabeza a dirección de Surt, éste no parecía poner la mínima atención a la clase, más bien parecía estar escribiendo una especie de diario o quizás estuviera dibujando. Recordé la vez que salimos, fue algo excepcional, fue muy caballeroso y atento conmigo.

“Realmente es un gran amigo” me dije a sí mismo recordando sus últimas palabras. “Espero podemos repetirlo” fue lo que dijo cuándo me dejó en mi casa, quizás algún día podría invitarlo y así tendría la oportunidad de regresarle su bufanda. Volteé a mirarlo de nuevo encontrándome con sus ojos, un calor se apoderó de mis mejillas haciendo que retirara la mirada, esta vez en dirección opuesta encontrándome con Shura. Él, a diferencia de Surt se encontraba totalmente concentrado tanto en la maestra como en Antares, pero se veía extraño, sus manos las movía con frenesí por su corto cabello, quizás intentando un tipo de ansiedad, sus piernas se movían inquietas debajo de su silla. Totalmente extraño.

—Admito que tu pregunta me tomó por sorpresa, Antares—habló de nuevo la docente llamando la atención de todos, incluyéndome—he trabajado en diversos casos de todo tipo, pero el tuyo a pesar de ser aparentemente simple, no lo es. En primera, la función como médico forense es hacerle la autopsia al cadáver y verificar de que en realidad haya muerto apuñalado por un cuchillo. —sonrió altivamente—la segunda respuesta a tu pregunta sería que el criminalista especializado en acción debiera solicitar ayuda del de investigación, pues deberían investigar el expediente de la víctima y relacionarlo de algún modo con alguien. La tercera pregunta deberás contestarla tú solo ya que te gusta generar casos. Será tu proyecto final.

Los ojos de Antares se abrieron sorprendidos ante la respuesta de la maestra, demostrando así su derrota.

—¡Denme su dinero, par de perdedores!—exclamó Death hacia Dita y Carter, ganándose la atención de todo el grupo.

—¿Ángelo Martini?...—preguntó Sasha.

—¿Qué pasa, maestra?

—Cállese y siéntese.

Death obedeció al instante. La maestra suspiró a modo de resignación.

—Bien…la clase por hoy a terminado, mañana los espero en el laboratorio M. Pueden retirarse.

 Todos obedecieron al instante saliendo del salón estrepitosamente, mientras que yo decidí quedarme un poco más.

 

II

 

Caminé por el extenso pasillo con la esperanza de olvidar mi pequeña pesadumbre, hasta que llegué a la ansiada biblioteca, me tomé unos segundos antes de entrar. Cuando por fin entré me alivié de verla aparentemente vacía. Toqué el lomo de los libros con mucho cuidado y recordé la última vez que había estado ahí…con Antares. Negué varias veces con la cabeza en un intento de borrar todo pensamiento que tuviera que ver con aquel chico de ojos turquesas. Emprendí de nuevo mi caminar, pero esta vez dentro de la biblioteca tratando de encontrar el estante de novelas de fantasía. Afortunadamente tardé minutos en encontrarlo y elegí uno al azar para leerlo. Me senté cómodamente en el suelo adornado por una larga alfombra roja que se extendía por el amplio pasillo.

“Stracord era una reino de inmensas personas que vivían felices entre sí, se ayudaban mutuamente y le eran fieles a sus reyes, ellos también eran felices y más por la llegada de su heredero que afianzaría aún más la confianza en el reino. Pero una noche todo cambió, el cielo siempre azul se volvió oscuro y la atmósfera se volvió espesa haciendo que la gente de aquel reino muriera. Todos perecieron, a excepción de una persona, el príncipe…”

Leí sin restricción sumergiéndome en la lectura, sin embargo un sonido alertó mis sentidos.

—Parece como si un libro de gran grosor se hubiera caído.—murmuré para mí mismo.

Me levanté cuidadosamente de donde estaba sentado, sin hacer ningún ruido. Mi intención era investigar quien más estaba en la biblioteca, pues era un poco tarde para que alguien además de mí estuviera aquí. Pegué más el libro a mi cuerpo al oír un segundo ruido.

—¿Hola?—hablé con la intención de perder el miedo y hacer pensar a la otra persona que me encontraba cerca, sin embargo el silencio fue la única respuesta que obtuve.

“A lo mejor no me escuchó” intenté pensar positivamente.

—¿Hola?—hablé esta vez más fuerte.—¿Hay alguien ahí?

Sin respuesta.

Suspiré resignado y pasé mis manos por mi flequillo en un vano intento de tranquilizarme. Retomé mi caminata hasta encontrarme con un chico más alto que yo, estaba de espaldas por lo que pude apreciar su cabello azul semi rizado.

—Oye…—susurré mientras tocaba levemente su hombro. Él no volteó en ese instante hasta después, topándome con un rostro conocido. No supe cuántos pasos retrocedí, mis ojos estaban abiertos de par en par inundados por la sorpresa.

“No puede ser, él no puede ser” traté de decirme a mí mismo con la intención de engañarme. Creía que mis ojos me estaban jugando una mal pasada, porque si no ¿Qué explicación habría para que él estuviera ahí a unos cuantos metros de mí?

Tragué saliva con dificultad, mientras él sonreía levemente.

—Vaya, vaya…¿A quién tenemos aquí?

Habló por primera vez en tono que me pareció un tanto de burla. Cerré los ojos y los volví a abrir en un último intento de engañarme. Era realidad, él estaba ahí y me miraba con esas esmeraldas penetrantes.

—¿Saga?...—hablé en un tono más bajo de lo normal.

—¿Saga?—respondió confuso, cambiando radicalmente la mirada.

Nuestros ojos de nuevo se encontraron inspeccionándonos.

—¿Quién eres?

—¿Quién eres tú?

Su semblante se tornó serio y en un abrir y cerrar de ojos una navaja se posicionó en mi cuello. Su mano aprisionaba con fuerza la navaja mientras que la otra la mantenía apoyada a uno de mis costados impidiéndome la escapatoria.

—¿Quién eres?...—preguntó esta vez más cerca de mí haciendo que nuestros alientos se mezclaran—¡Responde, sino quieres que tu cuello ruede por los pasillos de esta biblioteca y tu sangre manche estos libros!

Esta vez un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

—Camus…—murmuré, haciendo que el frío metal de la navaja se alejara lo suficientemente de mí, no obstante seguía aprisionándome. El rostro del joven pareció suavizarse.—¿De dónde conoces a Saga?

—No tengo por qué decirte.

—¿Ah no? ¿A poco eres tan estúpido como para saber qué sino me respondes el filo de esta navaja puede atravesarte?

—No me importa.—respondí seriamente. Sus ojos parecieron sorprenderse, más no hizo nada.

—Interesante…

—¿Qué tiene eso de interesante, kanon?

Una tercera voz habló haciendo que tanto el chico como yo volteáramos en su dirección.

—¡Saga!

Un vuelco en mi corazón se presentó al volverlo a ver. Bajé rápidamente mi vista haciendo que mi flequillo cubriera mis ojos y parte de mi rostro

—¿A quién estás aprisionando?—volvió a preguntar, pero esta vez en un tono de curiosidad—Sabes que si se entera Mu te va…

—¡No es lo que piensas!

—¿Ah no?—habló burlón—¿entonces qué haces?

—Es un sospechoso.

—¿Sospechoso?—repitió Saga cambiando radicalmente el tono de su voz.—¿Seguro?

—Sí…es lo más probable.

Un silencio se instaló en la biblioteca, mis ojos aún se mantenían ocultos de Saga, mas mi flequillo me permitía entrever un poco, observé la vestimenta de Saga. Traía una camisa azul que combinaba con su cabello, además de un pantalón negro.

“Su ropa tan pulcra, como siempre” pensé mientras lo estudiaba, no obstante mis ojos se posicionaron en algo extraño.

“¿Es un arma?” mi corazón latió más rápido de lo normal, señal de que me encontraba nervioso. Nunca había visto un arma real, ¿Por qué Saga la traía?

—Entonces debemos decirle a…

—¿Qué están haciendo?—la voz inconfundible de Antares resonó en la gran habitación.

—¡Milo!—respondieron tanto Saga como Kanon. Antares los miró confundido, mientras trataba, quizás de ver lo que hacían.

—¿Qué estás haciendo, Kanon?—habló tratando de entender la situación—Ahora a quién estás acosando? Sabes que si Mu se entera…

—Eso mismo le dije.—prosiguió Saga en tono de burla.

—¡No es eso!

—¿Entonces?...

—Milo, tengo un probable sospechoso—contestó con un posible orgullo. La expresión de ironía de Antares se borró al escuchar las palabras provenientes de Kanon.

—¿Sospechoso?, déjame verlo.

Kanon suspiró y se movió dejándome libre.

—¿Camus?—preguntó haciendo que mi levantara la mirada y me encontrara con las turquesas del griego.—¿Estás bien?—preguntó en tono preocupado, mientras se cercioraba de que no tuviera una herida. Admito que nunca me sentí más feliz de ver a Antares en mi vida. Asentí en respuesta haciendo que él suspirara aliviado.

—¡Kanon! Más te vale que no le hubieras hecho daño.

—Claro que no le hice daño, Saga.

Volteé de nuevo a mirarlos, pero esta vez Saga me miraba fijamente haciendo que de nuevo mi corazón nervioso latiera rápidamente, siendo interrumpido de nuevo por un golpe seco. Kanon y Saga se pusieron alertas, mientras que Antares corrió hacia el origen del sonido. Lo seguí de cerca. Nos paramos a un poca distancia del ¿origen?

—¿Apariencias o ilusiones? El principio de la psicología—leyó Antares, mientras levantaba el libro de un mediano grosor.—Tonterías…—dijo mientras colocaba el libro en su lugar, restándole importancia.

Yo en cambio, lo miré detenidamente, haciendo que tomara el libro en mis manos y lo abriera en la primera página, en ella se encontraba una nota escrita.

“¿Alguna vez has sentido miedo?,¿Qué se siente tener miedo Aquarius?”

 

III

 

He llevado la nota desde que salimos de la biblioteca. Sí, desde que salimos, pues Saga, kanon y Antares han decidido acompañarme a casa por una extraña razón. Intenté convencerlos de que estaba bien, de que podía irme solo, al final de cuentas no tenía nada roto.

—Estoy bien, puedo irme solo.

—Ya te dije que te acompañaremos, Aquarius—respondió tajantemente Antares.

—Permítenos acompañarte, al final de cuentas te lo debo, por…ya sabes…lo de la biblioteca.

—Esa no es una disculpa, kanon.—contraatacó Antares en un intento por hacer desesperar al peliazul. Al parecer ambos no tienen paciencia. Los miré divertido, evidentemente ambos tenían una gran conexión.

—Ya. No es necesaria una disculpa.—hablé haciendo que los dos dejaran de pelearse.

—¿En serio?—kanon habló esperanzado—¿Ves bicho rastrero? Él si me quiere, no como tú.

Un tic apareció en el ojo izquierdo de Antares.

—¡¿Bicho rastrero?! , ¡¿A quién demonios le dices bicho rastrero, copia barata?!

—¿Copia barata?...—contestó indignado—¡JA!, yo soy la original, nada más que nuestra madre nos mintió…Saga, es hora de que lo sepas, tú en realidad eres la copia barata, todo este tiempo lo supe, pero no quería dañar tus sentimientos…

—Lástima que te comportas como un animal sin cerebro, mamá tuvo razón en mentir.

—¡¿Qué?!

—Jajajaja...—reventó a carcajadas el rubio—esa estuvo buena, Saga—finalizó mientras se sostenía el abdomen.

No pude hacer más que cubrirme la cara, nunca había visto esa faceta de Saga, siempre lo había visto sereno, más nunca así de burlón. Meneó la cabeza sonriente mientras miraba retorcerse a Antares. Kanon, por otro lado se retiró de ahí, mientras se acercaba a mi lado.

—Ya, pues…ignora a Milo, creo que no me presenté bien, mi nombre es Kanon Gemini…creo que a los otros dos ya los conoces.

Asentí en respuesta, al mismo tiempo que estrechaba su mano. Después de unos minutos, Antares pudo por fin calmarse y partimos en su coche a mi casa, en donde los despedí con un ademán.

—¡Por fin en mi casa!—exclamé sonriente de estar en mi casa. Subí las escaleras hasta llegar en mi cuarto, en cuanto llegué me tiré en la cama gustoso de que al fin estaba en mi casa. Sonreí al recordar los vagos recuerdos de Antares y Kanon al salir de la biblioteca, por instinto, mi mano se dirigió a uno de mis bolsillos sacando la nota anterior encontrada.

“¿Alguna vez has sentido miedo?,¿Qué se siente tener miedo Aquarius?”

Era más que obvio que el destinatario era para mí, porque, ¿Quién más se apellida igual que yo?

—¿Alguna vez has sentido miedo?—repetí tratando de ver cuál era el sentido de esa pregunta. La respuesta era más clara. Sí, sí he tenido miedo. Todos hemos tenido miedo, sino ¿Cuál sería la gracia de la palabra?

“¿Qué se siente tener miedo?”

—Qué pregunta tan simple—contesto ante la interrogante. Era más que evidente que si he tenido miedo es porque lo he sentido y vivido. Las veces que había tenido miedo se sentían tan patentes, era una sensación desagradable; un escalofrío y espasmos seguidos de un gran entumecimiento en mis extremidades. Una sensación de que estás en peligro y que no puedes salir de ella. Eso, eso es sentir miedo, la he sentido en innumerables ocasiones que he perdido el número de ellas, las más recientes se registran desde mi llegada a Grecia. Mi primer día aquí.

Niego ligeramente mi cabeza en un intento por alejar aquellas escenas que sucumben mi corazón. Doblé la hoja intentado resguardar esos pensamientos que poco a poco me estaban confundiendo, sin embargo al doblar la hoja, nuevas palabras aparecieron formando una oración indiscutible.

“¿A qué le tienes más miedo?”

La pregunta resonó en mi mente como campanas tocando. Esta última cuestión, nunca me la había planteado.

—¿A qué le tengo miedo?, ¿Cuál es mi mayor temor?...

Cuando era pequeño le había tenido miedo a que mis padres me dejaran solo, al igual que los fantasmas y monstros, sin olvidar la tremenda oscuridad. Sabía que muchos niños le temían a la soledad, pero ese no fue problema para mí. Cuando crecí un poco tenía miedo al infierno, a los animales venenosos, al igual que mis calificaciones; siempre había sido un perfeccionista en cuando mis aptitudes se trataba…pero, ¿ahora?

Sé perfectamente que cualquier persona promedio le tendría miedo a que le quitaran a un ser querido, pero la única persona unida a mí es un gran criminalista, no tendría por qué preocuparme en ese aspecto. Había vivido un asesinato latente y a pesar de que me había afectado, sigo vivo. ¿A la muerte quizás? Muchos afirman que es el mayor miedo posible. No, no lo creo. Probablemente sea el dolor causado que deja la muerte a su paso, porque simplemente es el fin de algo. Soy consciente de eso más que nada. Nadie quiere morir, esa es una verdad irrefutable. Cuando sientes un dolor enorme, lo único que deseas es fallecer, morir sin importar quién o quienes salgan lastimados. Los humanos en su mayoría somos egoístas. Yo soy un humano y por lo tanto mi mayor miedo es el dolor, el sufrir sin ser poder rescatado.

Suspiro ante tal revelación y de nuevo niego con la cabeza. Creo que negar se me está haciendo costumbre.

 

IV

 

Me he quedado dormido por algunos instantes, más despierto por una extraña sensación de hambre. Bostezo antes de mirar el reloj colgado en la pared. Quince menos diez. No es tan tarde, me digo.

Cojo un plato y pico poca fruta para saciar el hambre que tengo, cuando pequeños golpes en la puerta se dejan escuchar.

—¿Quién es?—pregunto desde la cocina, antes de dar otro bostezo.

—Soy yo, Dita. Ábreme.

Camino rumbo a la entrada arrastrando los pies. Hasta que por fin me encuentro frente a la puerta y la abro, afuera Dita espera con una sencilla ropa de vestir.

—Hola, cariño—empleó de nuevo el saludo que siempre me decía antes de entrar a mi casa.

—Hola, Afrodita…¿Qué es lo que pasa para que vengas a estas horas a mi casa?—pregunté con una voz adormilada.

—¿Qué?, ¿No puedo venir a visitar a mi amigo?, no es como si estuviera interrumpiendo algo…—habló mientras en su cara aparecía una pequeña mueca ¿pervertida—¿O sí?

Un poderoso sonrojo se apoderó de mí cara haciendo que el rostro de mi amigo simulara una pequeña risa.

—No…¿Có-cómo crees?...eso nunca sucederá.

—Cariño, nunca digas nunca.

—¿Por qué?—pregunté algo curioso.

—Pues…yo nunca en mi vida pensé que me gustara…—su semblante cambió al pensar el nombre—Death, pero mírame, estoy en un proceso de aceptar que me gusta, al igual que Shaka.

—Pero eso era evidente, hasta yo me di cuenta.—afirmé, intentando hacerlo desistir en su idea.

—También es evidente la atracción entre Milo y tú—sus orbes cambiaron a unos desafiantes mientras se estrellaban con los míos—Sé que me dirás que eso nunca, que estoy viendo mal o simplemente que estoy loco, pero lindo, yo sé más cosas de las que aparento.

Esta vez su semblante se encontraba sereno, sus palabras sonaban frías y calculadoras, haciéndome preguntarme si el chico que tenía en frente en verdad fuera Afrodita.

Claro que lo era. Su apariencia no me engañaba, entonces, ¿Por qué sonaba tan frío?

—¿Quieres fruta?—evadí lo dicho por él, al menos por entonces. El sueco sonrió como normalmente lo hacía para después asentir. Fui de nuevo en la cocina, para picar más fruta, cuando por fin hube terminado, regresé y le entregué un plato a Dita.

—Oye…—habló después de que nos sumergiéramos en un silencio. Volteé en respuesta—¿No te ha pasado algo extraño?

Su pregunta me tomó por sorpresa, pero no por eso cambié mi semblante. Claro que me habían pasado cosas extrañas, desde la primera vez que llegué aquí, pero no estaba seguro que Dita me entendiera.

—No, ¿Por qué?

Mi respuesta pareció decepcionarlo.

—Creo, creo que Death desapareció.

Notas finales:

Gracias por leer! :D

No sé cómo les haya parecido el cap, si gustan comentarlo de lo que les agradó o desagradó soy todo ojos :p

Acepto críticas constructivas o alguna idea con el fin de mejorar el fic. 


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