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Contra el tiempo por acuariuscorpio

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Notas del capitulo:

Hola, hola a todos *-*/

Lamento presentarme tarde, quiero ofrecer una disculpa a todas las personitas que han estado esperando el siguiente capítulo, he pasado por unas situaciones un poco complicadas, una de ellas que me enfermé uwu . Además quiero de agradecer sus hermosos comentarios que me motivan a seguir escribiendo y crecer como escritora. Por eso quiero dedicar este capítulo a TiFa, ScarlettVerseus y a ti linda Invierno81 por darme una idea romántica del fic, espero que la escena haya salido como esperabas uwu 

Bueno, sin más que decir, disfruten el capítulo.

La mirada de Afrodita se veía decaída, como si en unos segundos le hubieran robado toda la alegría. No me moví ni un milímetro de donde estaba sentado mientras trataba de digerir las palabras pronunciadas por la boca del propio Dita. Me parecía absurdo que Ángelo hubiera desaparecido, la sola idea me causaba terror, porque el único posible responsable que se me venía a la mente era un asesino. Apreté mi pantalón holgado de impotencia, en un intento de calmarme, relajé los hombros y de nuevo levanté la mirada, pero sin mirar a Afrodita.

—¿Por qué dices que crees que está desaparecido?—pregunté mientras que mis ojos permanecían fijados en la ventana.

—No lo sé…—susurró cohibido.

—¿Entonces?—volví mi vista de nuevo a su persona, pero esta vez mirándolo a los ojos.

—Bueno…tú sabes que Death y yo somos muy unidos…—calló tratando quizás de pensar sus siguientes palabras—lo conozco más que nadie y últimamente lo había visto bastante extraño...

—¿Extraño?—interrumpí sorprendido de que el peliceleste se dirigiera con tales palabras a su mejor amigo.

—Sí…ya sabes, él siempre ha sido un poco extraño, pero de un tiempo para acá se volvió más latente eso.—suspiró antes de continuar—No dormía en las noches, se la pasaba en el celular, además de escribir minuciosamente en la libreta. Un día intenté averiguar qué era lo que le pasaba…pensaba que posiblemente estuviera enamorado de esa chica de nuestro salón, Helena. Sin embargo al intentar hacerlo, fui descubierto…

—¿Y?—traté de indagar.

—Se enojó bastante conmigo, nunca nos habíamos peleado antes…—su voz se cortó dejando escapar leves sollozos—en verdad me dolió, Camus. No tienes idea de todas las cosas que me dijo. Mi corazón prácticamente se rompió. No pude soportarlo y salí corriendo de su apartamento…horas después él me llamó, pero yo no le contesté. Estaba enojado, no...—Se detuvo y de nuevo alzó su mirada fijándola en la mía—estaba decepcionado, triste. No tuve el valor de contestarle, si lo hacía, seguramente estallaría y le diría cosas que después me arrepentiría. Hoy apenas decidí volverle a marcar, pero no me contestó, por un momento pensé que aún estaba enojado, así que desistí…más tarde le volví a marcar, pero ahora su celular me mandaba a buzón, por lo que decidí buscarlo. Cuando llegué de nuevo a su apartamento, la puerta principal se encontraba abierta, eso me asustó bastante, pues aunque no lo parezca Ángelo es muy precavido. Cómo intuirás, Death no estaba, más todo estaba en perfecto orden...—calló una vez más, pero esta vez no para pensar, sino más bien para buscar algo entre la bolsa de uno de sus bolsillos—sólo encontré esto…

Lo tomé entre mis manos, era una nota.

“Espera, espera, no huyas. El peligro es inminente.

Todo es confuso, nadie tiene la respuesta,

Tu fiel y única compañera es tu mente.

La sinfonía más linda es la que está compuesta;

Por tu dulce miedo.

 

No huyas, adéntrate en este túnel sin salida.

La mañana espera en un vano intento de verte,

Quizás para poder presenciar la venida,

De un nuevo amanecer de Octubre.

Te espero inerte.

 

Confinado bajo la oscuridad de la tierra.

Es el principal, él que descubre.

Un gran portal se abre.

Bajo la mirada de ciertos curiosos.

Nada es existencial.

Todo es esencial.

Adéntrate a descubrir este misterio.

Pistas nunca faltan”.

 

—Es un poema…

—Sí—Afirmó Afrodita—lo encontré esta tarde en la cama de Death.

Releí de nuevo el poema con el objetivo de ver algo más. Mi observación no bastó para que yo pudiera investigar más. Estrujé el papel.

—¿No hay más?

—Sí—respondió, mientras tomaba el papel de mis manos y lo volteaba, en él se podían apreciar números sin un aparente significado.

“21.5/ 5.20.17.5.19.16/ 3.1.13.22.20

#648”

—¿Qué es esto?—pregunté más para mí mismo que para mi interlocutor.

—Parece ser una especie de código.

Asentí inconscientemente, mirando de nuevo el papel que contenía el poema.


II

 

Tratamos de resolver el “acertijo”, pero no pudimos en lo absoluto, culpamos al estrés y ansiedad de que nuestra mente no diera más. Mentiría si dijera que en la noche pudimos dormir plácidamente, está de más decir que Dita se la pasó en vela revisando su celular quizás con la esperanza de que Ángelo le marcara.

La mañana prontamente se hizo presente haciendo que con trabajo nos despertáramos. No pasó mucho tiempo para que de nuevo estuviéramos frente al instituto. Cuando llegamos, Afrodita se desprendió de mí para irse con uno de sus amigos, uno al que muy poco conocía, pues no le hablaba, no era como si fuera muy bueno haciendo amigos.

—Chicos, a sus lugares—fue lo primero que dijo la maestra al pisar el laboratorio.—¿Cómo están?

—Bien—saludaron todos al unísono, Sasha asintió complacida por la respuesta.

—Hoy espero que vengan preparados, realizaremos una práctica.—calló para ver nuestras reacciones—haremos equipos de cinco integrantes y realizaremos una autopsia.

Yo evidentemente me reuní con Shaka, Aioria, Dita y lastimosamente Antares. Nadie dijo nada cuando nos reunimos en equipo. Parecían como si no supieran de la situación de Afrodita, aunque claro, se podría decir que el peliceleste era muy bueno fingiendo, pues se encontraba riendo como siempre. Miré de soslayo al equipo de a lado encontrándome con la mirada de Surt, al instante alejé la mía encontrándome esta vez con unos ojos muy conocidos para mí…Antares. Un escalofrío poco común me recorrió haciendo que un estremecimiento extraño y agradable a la vez me recorriera. Bajé la mirada avergonzado.

—¿Qué es lo que haremos?—preguntó Aioria al estar frente al cadáver. Lo miró asqueado.

—Una autopsia—contestó Dita, mientras examinaba detenidamente el cadáver. Frunció el ceño y rápidamente dirigió sus orbes con las de Antares, éste a su vez asintió.—Murió de asfixia.—murmuró antes de ver completamente el cadáver.

—¿Cómo lo sabes?—inquirí sorprendido. Me parecía extraño que con una sola mirada Afrodita hiciera una afirmación de tal magnitud.

—Hay leves marcas aquí…—señaló el cuello —y aquí—volvió a señalar, pero esta vez las muñecas de la víctima.—Fue asesinado.

—¿A-asesinado?—tartamudeé sintiéndome de nuevo nervioso.—¿Por qué lo dices?

—Es muy simple…nadie se ahorcaría solo y si alguien tan estúpido se intentara hacerlo, no se amarraría al mismo tiempo las muñecas.

Admito que tuvo razón al decirme eso, sin embargo eso aumentó mi nerviosismo. Me obligué calmarme y volví a mirar a Afrodita, pero éste estaba hablando con Antares al igual que Shaka y Aioria. Miré de nuevo el cuerpo inerte y sentí lástima. Había sido asesinado, quizás pudo haber tenido familia, quizás no; se veía muy joven, pero nadie tenía el derecho de haberle quitado la vida. Volví a verlo y lo reconocí.

“Albiore” Abrí los ojos sorprendido.

Apreté los puños y me permití por primera vez odiar a ese individuo que había asesinado a varias personas, entre ellas a Albiore. Miré de nuevo el cadáver, en una de sus muñecas tenía algo escrito.

“¿Alguna vez me tendrás miedo?”

Probablemente me dije a mi mismo, pues le tenía miedo a lo desconocido. Sin embargo él se había asesinado a alguien muy importante para mí y yo no me podía quedar estático. Me permití temblar de nuevo. Tenía miedo, era inevitable. Quise llorar y claramente supe la razón.

“Estúpidos sentimientos” pensé mientras salía sigilosamente del salón. Corrí al estar afuera mientras lágrimas luchaban por salir de mis ojos. Me detuve en un árbol y me senté refugiándome en la inmensa sombra que brindaba.

—Albiore…—murmuré mientras mis ojos se cerraban. Aún no podía creerlo. Era imposible que él estuviera muerto.

Hacía tanto tiempo que no lo veía, habíamos sido amigos de la infancia, fue mi primer “amor”.

“Te amaré por siempre, pronto nos volveremos a ver y cuando lo hagamos nos casaremos” fue lo que me dijo la última vez que nos vimos. En aquél entonces habíamos sido apenas unos críos de ocho años. Era obvio que ya no nos queríamos. Había pasado mucho tiempo, no obstante le extrañaba y le quería.

—¿Estás bien?

Escuché que alguien preguntó a mi lado mientras una de sus manos se posaba en mi hombro. No quise abrir mis ojos, aun así no me moví ante el contacto. Mis lágrimas aún salían por mis ojos cerrados.

—Todo está bien…—volvió hablar, pero esta vez sentándose a mi lado. Su calor era confortable y por instinto recargué mi cabeza en su hombro.

—Gracias…—murmuré mientras sentía como leves caricias eran repartidas por mi cabello. Amé esas caricias, hacía tanto que no las sentía. Quedamos en silencio, haciendo que abriera mis ojos, lo primero que vi no fue al individuo que me había consolado, sino a una chica bastante sorprendida. Por un momento pensé que me miraba a mí, pero estaba totalmente equivocado.

—¡Milo!—exclamó al mismo tiempo que caminaba a mi dirección.

PLAFF…

Resonó en aquel silencio interrumpible. Me paré rápidamente quedándome estático.

—No me vuelvas a hablar en tu vida—fue lo último que dijo antes que sus pasos se alejaran.

Mi cabeza quedó quieta mirando al horizonte entretanto mi cabello se movía cada vez que el aire se hacía presente.

—Auch…sí que me lo merecía…

—¿Qu-qué haces aquí?—fue lo primero que dije cuando por fin recuperé en control de mi cuerpo, volteé a mirarlo encontrándome con una sonrisa perfecta en su rostro.

—¿Qué?...al menos me merezco con gracias.

—Gracias—dije al tiempo que lo miraba serio—¿Qué es lo que haces aquí?

—Estaba preocupado por ti.—murmuró al mismo tiempo que borraba la sonrisa de su rostro—saliste tan rápido que nos dejaste atónitos.

—No es nada…

—¿Cómo que no es nada?

—Sí…

No supe cómo en un dos por tres él se encontraba abrazándome. No hice nada por alejarlo, en vez de ello, correspondí rodeando su espalda, él apresaba mi cintura mientras que su cuello se instalaba en mi hombro derecho. Me sentí tan pequeño y protegido en sus brazos, ¿irónico decirlo, no?, lentamente una de sus manos fue a mis cabellos acariciándolos, me aferré a él importándome poco lo que pudiera pasar después, quizás me arrepentiría, quizás no. No me importó en ese entonces.

—¿Ya estás mejor?—volvió a hablar alejándome un poco de él.

—Sí…

Sonrió y se separó definitivamente de mí. Me quedé de nuevo quieto mientras se daba la vuelta y se alejaba. No supe cómo interpretar eso…quizás en verdad se estaba dando una buena amistad entre nosotros.

 

III

 

Regresé unos minutos después de él. Aún me encontraba agobiado, por lo que no hablé por un largo rato. Antares ya no me miraba, incluso se mostraba como si nada hubiera pasado.

—¿Te encuentras bien?—preguntó Afrodita una vez que se animó a hablarme.

—Sí…—respondí sin mucho ánimo.

—Camus…tu equipo ha resuelto a la perfección a autopsia.

Habló la maestra con un tono animado, ignorante de lo que me pasaba, traté de sonreír tratando de apoyar al equipo, pero sólo me salió una vaga mueca.

—Sí, son un gran equipo.—afirmé tratando de no encontrarme con la mirada de mis amigos.

La clase finalizó con éxito, fuimos el único equipo que realizó la autopsia en poco tiempo y sin hacer mucho esfuerzo, todos se encontraban felices, incluso el propio Afrodita. Parecía que había olvidado en cierta manera la desaparición de Death. Salí con sigilo del salón, no teníamos otra hora de clase, pues el maestro de la siguiente clase no había venido. Caminé sin rumbo fijo por los pasillos de la escuela, aún me costaba creer que Albiore hubiese muerto. Definitivamente esto se estaba saliendo de control. Siento una opresión en el pecho al recordar los momentos que pasé con él. Nunca había experimentado una sensación así de tristeza, incluso cuando mis padres fallecieron. Niego con la cabeza mientras que apoyo una de mis manos en un muro. Mis lágrimas de nuevo están luchando por salir. No las dejo, no porque me crea “fuerte” sino porque no son necesarias. Miro hacia el cielo tratando de que mis lamentos se borren con el viento que hace.

“Death ha desaparecido, Albiore está muerto, ¿Qué es lo que esperas, Camus?” Mi voz interna me habla. Dejo escapar un suspiro y bajo la mirada.

—No has cambiado nada, Camus.

Escucho que alguien a mis espaldas dice. No volteo, porque sé de quién se trata.

—¿Qué haces aquí?—Es lo único que sale de mis labios.

—Paseaba dentro del instituto.

Volteo, hacia la voz tan conocida que era para mí. Saga está de pie a varios metros de distancia, mirándome con esas esmeraldas preocupadas.

—¿Qué es lo que te pasa?

—¿Es que acaso a todos les gusta preguntarme eso?—respondo a la defensiva, sin intención de verdaderamente responderle.

—Estás preocupado.

Afirma con gran precisión, haciéndome retroceder unos cuántos pasos. Su actitud muestra seguridad y no hay duda en sus palabras. Sonrío para su sorpresa.

—No asegures que estoy preocupado.—respondo, pero esta vez mirándolo fijamente.

—¿Entonces?

Me quedo sin palabras. No se me ocurre ninguna respuesta.

—Tengo sueño—contesto con lo primero que se me viene a la mente.

—Si tú lo dices…

No dijimos más, nos sumimos en nuestros propios pensamientos. Yo en los míos, él en los de él. Por leves minutos olvidé lo que recién estaba pensando, no cuando Saga estaba a metros de mí y me hacía también recordar cosas de mi pasado.

—¿Por qué terminamos, Camus?

Mi vista rápidamente se enfocó en su persona. No supe si había escuchado bien, ¿Acaso me había preguntado el motivo de nuestra ruptura?, no dije nada.

—¿Por qué terminamos, Camus?—volvió a pregunta, esta vez en un tono más alto, uno que desafortunadamente llegó a mis oídos. Unos suaves latidos en mi corazón se presenciaron.

—¿No lo recuerdas?—respondí en un intento por evadir su pregunta. Lamentablemente se me estaba haciendo costumbre evadir preguntas.

—Claro que lo recuerdo—sonrió con tristeza—¿Cómo no recordarlo? Si tiene menos de un año.

—¿Entonces?—inquirí con curiosidad.

—Tú me dijiste que termináramos porque planeabas viajar a distintos países, que tu sueño era conocer lugares que antes no habías visto y que cuando lo hicieras irías a Grecia a estudiar en donde se conocieron tus padres.

—Vaya, lo recuerdas bastante bien.

—Sí…

De nuevo nos quedamos en un silencio incómodo. Nuestras miradas se evitaban, mis manos se movían nerviosas, mi cabello se movía al compás del viento y yo, yo me movía al compás de mi nerviosismo.

—En aquel entonces dijiste que aún me amabas, y que te dolía dejarme, pero que no querías ser egoísta, por lo que terminabas la relación porque no querías obligarme a irme contigo solo porque te “amaba”…—calló, esperando ver mi reacción—que posiblemente al viajar contigo, dejaría de amarte y después sería más difícil para los dos. A veces siento que todo lo que me dijiste tenía un motivo oculto, una razón para terminarme…

—¡No!—exclamo sin poder detenerme—todo lo que te dije fue cierto. No quería que sufrieras más por mi persona…—susurré, sintiendo como nuevamente mi corazón latía nervioso.

—Eso ya no importa—contestó mostrando una tierna sonrisa—El que estés aquí en Grecia, significa que ya viajaste…lo que en verdad me pregunto es que si aún sientes algo por mí.

Una ráfaga de aire pasó envolviéndonos, agitando aún más a mi alocado corazón.

¿Qué si aún le quería?, nunca me lo había planteado, incluso cuando viajé, muy pocas veces le había pensado, dudando de mi amor por él. Pero ahora que lo tenía en frente de mí diciéndome esas palabras, mi corazón latía impetuoso dentro de mí. No supe qué contestar.

—No es necesario que me contestes aún—volvió a hablar—por si quieres saber, yo aún te quiero.

Mis ojos se fijaron en los suyos sin ningún motivo aparente. Callándonos en un intento de hablar.

—Hola chicos—irrumpió Aioria el pasillo, tanto Saga como yo volteamos a verlo, éste venía acompañado de Shaka—¿Qué te dijo, Saga?, ¿Sí aceptó?

Acosó Aioria a Saga.

—¿Camus, aceptaste?—respondió Shaka un poco sorprendido.

—¿Eh, qué cosa?—pregunté con una inusitada curiosidad.

—Un juego que se le ocurrió a Afrodita…dijo que no se sentía muy bien de humor y que para mejorarse se le ocurría jugar.

—Oh entonces sí—afirmé a sabiendas del motivo de tristeza de Afrodita. Mi respuesta pareció sorprenderlo, pro en ese entonces no le presté atención. No hasta tiempo después…

Nos dirigimos a la casa de Dita la cual estaba muy ordenada, mientras nos dirigíamos a la sala, en ella ya estaba Afrodita, Antares, Kanon y un chico de mi salón al cual le llamaban Mu.

—Bien empezaremos el juego—habló el peliceleste cuando ya todos estaba sentados—En un momento explicaré el juego es como preguntar cosas personales…y es muy fácil y sensillo.

Sonreí, al menos el juego se veía sencillo a como Dita lo platicaba o era eso lo que yo creía…

 

 

IV

 

Mi cara mostraba claras señales de estupefacción. Mis ojos estaban abiertos a más no poder, mientras que mis amigos me miraban extrañados.

—¡¿Uh-Un beso?

¿En serio, un beso? ¿No podía ser un reto más normal?. La sola idea me causaba temor y un nerviosismo me invadía el estar cerca de Antares. ¿Y si me tocaba darle un beso? ¿Y si lo mordía mientras lo besaba por estar nervioso? ¿Y si lo enfermaba por darle un beso? ¿Y si…? Negué con frenesí mi cabeza todavía no empezaba el juego y yo ya estaba desvariando, además ¿por qué debería estar nervioso porque besara a Antares? Debería estar nervioso de besar a Saga. Es ilógico. Froté mis cabellos con desesperación causando que los presentes me miraran aún más como bicho raro.

—Cariño…sólo es un beso, de hecho en algunos países se dan besos en los labios a modo de saludo.—Aseguró, mientras que sus labios formaban una pequeña sonrisa.

—Aún así…

—Vamos, Camus…yo sé que quieres jugar.

—Yo esta vez apoyo a Aquarius—habló Antares para sorpresa de todos.—¿Dar un beso en forma de reto? Es algo extraño. Yo paso.

Afrodita por unos segundos pareció querer matarlo, sin embargo sus gestos prontamente se suavizaron.

—No juegues sino quieres… ¡Saga! ¿Verdad que tú si quieres jugar?—suplicó, mientras Saga se mantenía serio. Por un momento pensé que no aceptaría y me alegré internamente, pero…

—Sí, sería una muy buena idea.

La cara de desconcierto no se hizo esperar.

—Creo que mejor sí jugaré.

V

 

Después de varios minutos nos encontrábamos ahí…sacando preguntas a mi parecer tontas.

—Bien…mi pregunta dice...¿Has perdido tu virginidad?—Todos lo miramos atentos a lo que respondiera.—Claro que no yo soy virgen hasta morir. Apuesto que Aioria ya perdió la suya jajaja.

—¿Qué, yo?...claro que no Afrodita.—contestó Aioria mirando de reojo a Shaka.

—Bien, bien….quién es el que sigue.

—Saga.

Su nombre de nuevo me causó en escalofrío en medio de mi estómago. Lo miré de soslayo mientras sacaba una tarjeta que contenía la pregunta. Su rostro denotaba angustia, sin embargo sus facciones se relajaron.

—¿Alguna vez te has emborrachado?...Yo nunca me he…

—Aha ¿no recuerdas cuando perdiste tu virginidad en aquel bar de mala muerte donde te dieron duro contra el muro?—se burló el hermano de Saga al mismo tiempo que Mu le daba un golpe en la cabeza—¡Auch! ¿Por qué haces eso?

—Porque el que perdió la virginidad en ese bar de mala muerte fuiste tú con un tal…—trató de pensar—¿Radamanthis?

Dejó de quejarse para sonrojarse hasta las orejas y quedarse quieto en su lugar.

—Bien…¿quién sigue?—volvió a preguntar Afrodita.

Esta vez Antares fue quien introdujo una mano en aquel frasco que contenía las preguntas. A diferencia de Saga, sus gestos cambiaron de unos calmados a unos sorprendidos.

—¿A quién amas en este momento? Y ¿Qué harías por él o ella?—rodeó los ojos, clara señal de molestia.—A nadie.

—Mientes.—Contraatacó Afrodita.—Has el reto o ¿quieres que yo lo diga por ti?

—Hago el reto—su respuesta no se hizo esperar. Introdujo de nuevo la mano en un frasco con nuestros nombres sacó un pequeño papel, para después dárselo a Afrodita. Las orbes de Dita brillaron.

—Milo, el elegido es…—todos nos miramos entre sí—¡Camus!

Las turquesas de Antares si fijaron en las mías. Un hormigueo se expandió por mi cuerpo y el nerviosismo de nuevo acudió a mí. Para mi sorpresa Antares no se negó y se levantó del sillón donde estaba, caminó a mi dirección y se instaló enfrente de mí. Su mano se instaló en mi mentón y suavemente lo levantó haciendo que de nuevo nuestros ojos se vieran. Estaba estático atendiendo lo que sus manos hacían. No supe en qué momento ni cuándo nuestros labios se unieron. No, no fue un simple roce de labios, los suyos atacaron los míos e irónicamente correspondí a la caricia. Perdí la noción de mis sentidos,  yo solo hacía lo que sus labios me imponían, incluso el ritmo que marcaban al besar.

Él fue el que finalizó el contacto.

Un sonrojo acudió a mí, mientras Antares se iba a su lugar. Nadie dijo nada, incluso Saga, por lo que siguieron el juego. No presté atención a lo que pasó después poco me importaba. En mi mente solo estaba el beso plantado por Antares, lo pensé. Lo pensé sin ningún motivo alguno hasta que llegué a mi casa.

Un nuevo sobre estaba en la alfombra. Era de un azul claro, indicando tristeza. Lo ignoré por el momento, estaba demasiado cansado mentalmente como para estar atendiendo “mensajes” sin sentido. Ya lo abriría mañana en la mañana.

Notas finales:

Hola, hola!

¿Qué les ha parecido el capítulo?

Sí les gustó o no, pueden hacérmelo saber con un comentario o review, al igual si tienen una idea para mejorar la historia o qué es lo que piensan de la misma. Me alegraría mucho leer lo que piensan ustedes l@s lestores de esta pequeña historia.

¿Alguien sabe lo que quiere decir el mensaje con números? les daré una pista, cada letra del abecedario equivale a un número. ¿Alguien adivinó?


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