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Key of heart por Shano OwO

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Escuchaba la melodía de los pájaros al cantar, tan similar a como sonaba en su antiguo hogar, tan dulce como una sorpresa en su cumpleaños. El viento viajaba de esquina a esquina, expulsando el aroma asfixiante que lo agobia. Sus parpados se mantienen cerrados porque prefiere disfrutar de la paz unos segundos más, antes de responder al dolor que en su cuerpo nota.

El colchón en el que está no es suave, es pequeño y el frío de la mañana se cuela entre la sabana. No sabe con qué se encontrará al descubrir su iris; Se asusta al pensar que quizás su pesadilla siga y que este escenario no sea más que el comprobante de ello. Sin embargo, el aroma del suavizante inunda su nariz y lo obliga a exhalar, relajándose, sumergiéndose en el deleite de lo ocasional.

El sueño lo acuna en su universo, emprende aquel viaje silencioso donde abandona el mundo hacia la diversión, donde explora el mundo de las galletas, donde se esconde del monstruo bajo la cama y dirige a su propio ejército para combatir a todo aquel que perturbe la ciudad. Como ser un súper héroe de aquellos que todos admiran, incluso los adultos.

Donde puede ser todo lo que quiere y estar con todos los que lo aprecian.

Y es que si no fuera porque está sufriendo un momento donde no puede moverse, correría sin saber a dónde, hasta encontrar a quienes lo quieren, hasta estar en los brazos que necesita para ser orgulloso y no soltar más sollozos. No puede evitarlo, a tal punto que, aún sin querer saber el lugar que le rodea, los mocos humedecen y pegotean su rostro.

Toma valentía, su curiosidad no aguantara más.

La habitación es completamente blanca. La ventana está abierta, junto a su deseo de entender toda la información. Los brazos le pesan y la culpable es una cinta que se entierra más allá de su piel, se pregunta cómo es posible que eso este allí, cómo es posible que no se percatara del evidente dolor que conlleva. La búsqueda sigue y una máquina con rallas es lo que percibe. Son formas raras, irregulares.

Se pierde un momento en sus pensamientos, todo es confuso, todo es nuevo. No existe ningún recuerdo o indicio que le guía a esa habitación, no existe pista capaz de resolver el acertijo. La solución quizás se encuentre donde menos se lo espera, como en ese botón a su izquierda. Al que debe apretar sus manos para no presionar. Ese que seduce su voluntad con un simple relieve artificial.

Ahora que descubrió su presencia, no puede dejar de contemplarla y de formular un sinfín de posibles. Como lo es una bomba o que sea un llamado instantáneo a su captor. Pero, también se permite pensar en las cosas buenas. Como que alarme a la policía o a un ser simpático que lo lleve hasta su hogar. No se complica demasiado, lo presiona con la mejor esperanza que viste.

Con la seguridad que sus dedos parecen tener.

Los pasos asechan a la puerta. Una sonrisa cruzo por el rostro de aquella joven que se asoma entre la abertura. Se acerca lentamente, cuidadosa de causar un impulso alterado. Se sienta al revisar una tabla que cuelga del respaldo de la cama, mientras que aclara su garganta. La voz se oye áspera, dolorosa. El sufrimiento es opacado por aquella sonrisa, aquella que parece jamás rendirse y desaparecer.

Sus palabras son pausadas y no entiende la totalidad de ellas. Sin embargo, cuando su risa ahogada inunda el lugar, siente sus preocupaciones fluir y en un segundo el dolor toma el papel secundario. Está feliz de saber su nombre, de conocerla, de su reciente amistad. El corazón palpita suavemente, haciéndole saber su posición. La sangre toma voluntad y tiñe sus mejillas cuando le revisa la temperatura. Su tacto es cálido, igual que las palabras desconocidas.

Todo el alrededor parece nublarse, todo parece esfumarse a gran velocidad.

La charla no toma prisas, las risas no se estancan en el pasado. Él se siente bien con su sorpresiva compañía. Se siente bien cuando toman sus manos: Se siente bien cuando ella le habla de su personaje favorito. Sin embargo, hay algo distinto, hay algo que falta. Existe una sensación que aquellas manos no pueden darle.

Y que encuentra, cuando la puerta se abre de nuevo y en menos de un parpadeo es rodeado por unos brazos conocidos. Que simplemente causan su risa mientras las lágrimas protagonizan la escena en sus mejillas. Puede sentirlas en su hombro también. Furuya se acerca, envolviéndolos a ambos, suelta un suspiro, formulando una sonrisa. Aquella misma que le ofrece a Kazuya una invitación, que le ofrece su brazo y un lugar.

Aunque el tiempo fue corto, aunque haya cosas para mejorar, desde que están juntos, desde que los abrazos no son de uno, no hace falta ir a buscar la paz.

La chica ve todo desde atrás, respirando el ambiente que ya no se conforma de suavizante y químicos. Inhala el perfume de los recién llegados y, de alguna manera, siente algo más. Siente quizás la falta de esfuerzo en su rostro  o el vacío que crece en sus adentros.

También cree una suerte que su amiga la enfermera le haya mandando a revisar.

— ¡Wakana! — Al estar más allá del umbral de la puerta, con el picaporte acompañándola en su huida, la llaman. Ella levanta la mirada, encontrándose con más de una de regreso. — ¡Gracias! — Cree que ha de sonreír con todas las fuerzas que tiene y eso le enternece. Hace que su salida no sea a escondidas y le ilumina el día saber que ha sido importante para alguien. Que su presencia ha valido la pena.

Sonríe y se va, tratando de explicar con palabras la felicidad que florece en su corazón al recordar las palabras antes dadas y los gestos que las acompañan.

Las dudas son erradicadas y decidida se sumerge en aquellos pasillos que creyó, jamás iba a caminar.

Ahora, todo coincidía con su pensamiento de hace años atrás.

Los brazos fueron abandonando fuerza, las lagrimas caudal y las palabras tomaron lugar. Preguntas. Incomodas para el pequeño que no quería recordar, silenciosas para los presentes que deseaban averiguar y sin coherencia para quien sus parpados necesitaban cerrar.

La frustración fue uno más en la sala.

El viento soplo más fuerte al igual que la insistencia. La forma más sutil fue remplazada por la más directa y los cálidos susurros abandonaban su característica. No hubo freno hasta que una mueca rogo por ello. No hubo freno hasta que las lágrimas suplicaron en presencia de las palabras. Unos pulgares tuvieron la delicadeza de limpiarlas, junto a una disculpa en su frente humedecida.

Otra sonrisa le fue regalada mientras que su manga arrebataba la existencia liquida de sus mejillas. Un bostezo también fue dado y le hizo darse cuenta de que el bonito sol que estaba observando ya pronto dormiría junto a los pájaros. Miro una vez más la ventana, antes de que la marcha de toda su familia fuera anunciada. Entonces, pregunto, si se podían quedar, si podía acompañarlos.

Un “tal vez” le fue contestado, junto a la confusión que el no saber genera. Claramente no querían irse sin él, pero la decisión descansaba en manos ajenas.

Los adultos se fueron a responder la pregunta que no solo el pequeño formulo. Se fueron con la esperanza de poder descansar con la cabeza tranquila, sin tener que pelear contra la peor posibilidad. La puerta fue asegurada, por si una idea descabellada surcaba por las mentes jóvenes.

Y como era de esperarse, Kazuya quedo a cargo. 

Notas finales:

¡Gracias por leer y darme una nueva oportunidad de entretenerle!


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