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Key of heart por Shano OwO

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El pequeño pino se ha convertido en el hogar de las aves, protegiéndolas con sus apenas crecidas ramas, quienes, agradecidas, silbaban en las mañanas anhelando el desarrollo prospero de aquel árbol; Eijun se acostumbro a oírlas cantar, sus ojos siempre pegados al vidrio tratando de averiguar mas allá de las hojas, a veces lograba verlas, pero enseguida las perdía. Cuando el gran reloj de la sala sonó, anunciando el despertar de los cuidadores, Sawamura volvió a su habitación, despacio, sin interrumpir a nadie. Subió al fino colchón, sintiendo levemente las tiras de madera debajo, cubrió su cuerpo con una manta y sus orejas con la almohada, si no, los ronquidos de sus amigos no le dejarían dormir.  


Una hora antes del mediodía fue despertado por el alboroto de los demás al despertar, conversaciones roncas, exclamaciones agudas, resortes rechinando; Un escalofrió le recorrió al tocar el suelo con las yemas de sus dedos, sonrió mientras saludaba a su mejor amigo antes de caminar hacia el baño. Sus dientes relucientes frente al enorme espejo, encontró a uno rebelde en la fila inferior: Se balanceaba al tocarlo.


— A Ei-chan se le caerá el diente — Dijo perplejo un niño pelirrojo



— ¿En serio? — Todos comenzaron a mirarlo con curiosidad



— Vaya Ei-chan ya es un niño grande — El de ojos dorados decidió alardear un poco de su reciente descubrimiento, contándoles a todos lo genial de la madurez y el crecimiento. El lugar se lleno de risas y bromas.



Su divertida rutina comenzó, el salón con el desayuno servido, las amables señoras al pendiente de cualquier necesidad, la suave música de un viejo reproductor y el murmullo ocasional. Eijun se sentía raro ese día, se trataba del último en el edificio, con sus amigos, con su considerada familia; Mentiría si dijera que no estaba alegre y emocionado ¡Una nueva casa!  ¡Nuevas personas!  ¡La escuela! Pero también existía el temor a aquellas cosas nuevas ¿Si no lo aceptaban? ¿Qué pasaría con sus amigos una vez él se haya ido? ¿Lo olvidarían? Sacudió levemente su cabeza, no podía seguir tormentandose, quería aprovechar lo más posible.


Poco a poco, fue empacando prendas y recuerdos eternos en su maleta. Todo lo que vivió con sus amigos, las alegrías, las tristezas, los llantos y las risas; No quería olvidarse nada. La hora acordada llego, sentado en su cama esperaba a que sus nuevos padres estén presentes, todos su compañeros se juntaron a su alrededor, algunos con lagrimas en los ojos otros, mas disimulados, ahogaban con la risa todo lo demás. Le regalo una sonrisa a cada uno, como el mayor del grupo proclamado por aquel diente movedizo, seco las lágrimas de todos, enjuagando las suyas entre medio; los extrañaría demasiado.


Se golpeo ambos lados del rostro con sus palmas, ganándose una risa de Evan, el menor de todos, las muecas graciosas siguieron, no parecían tener fin. Todos voltearon hacia un ventanal al escuchar el motor de un auto cerca, el moreno se sintió nervioso, necesitaba orinar lo antes posible, corrió hacia el baño en su máxima velocidad. Con la vejiga vacía, bajo lentamente por las escaleras, mirando cada lugar y detalle; Recordando la sensación de aquella baranda que tantas veces lo había ayudado a bajar.



En el primer piso, al lado del acceso a la planta alta, una puerta entreabierta pico en la debilidad de Eijun: Su curiosidad. Como espiar se consideraba mala educación, se quedo en un rinconcito debajo de la escalera que nadie vería al pasar, ese lugar no estaba frente ni demasiado cerca de la puerta, por lo cual, el moreno no consideraba que se encontraba metiéndose en cosas ajenas.



Casi con total claridad escuchaba la conversación de los mayores, algunas palabras resultaban difíciles de entender ya sea porque no las conocía o por el tono usado. Haruichi y Furuya estaban dentro del despacho firmando papales de procedencia dudosa para el pequeño.


— Firmen este ultimo y estará todo listo — Hablo indicando con el anular un sitio en la parte inferior de la hoja. Antes de hacer lo indicado, leyeron dos veces el documento, tal y como el mes pasado — ¡Felicidades! — Elogio la mujer mayor.


El de ojos dorados se alejo al instante, sacudiendo el polvo de sus ropas, subiendo las escaleras a prisa para despedirse de todos los que, en un futuro, gustaría volverlos a encontrar y buscar sus reducidas pertenencias. Un emotivo abrazo grupal fue el protagonista de la emotiva despedida; Pequeñas promesas fueron lanzadas, sonaban entrecortadas pero seguras, Sawamura no quería ponerse triste, era imposible no hacerlo, de espalda y con las pestanas húmedas agito su mano de derecha a izquierda.



Con sollozos en su garganta, se subió al auto de la pareja viendo por última vez a ese añoso edificio alejarse; El viaje fue tranquilo, la sensación fue maravillosa, era la primera vez de Eijun en un vehículo, observar como el paisaje pasaba de la nitidez a lo borroso lo entretuvo todo el tiempo, sus ojitos y manitas no podían despegarse del vidrio trasero. En menos de lo que se esperaba, ya se encontraba enfrente de su nuevo hogar.
En un principio, se quedo inmóvil, sin saber qué hacer. Luego de unos ánimos y leves empujoncitos del pelirosa se atrevió a entrar en la casa; No es muy grande, fue el primer pensamiento que tuvo, al seguir su exploración descubrió un hermoso y vivo jardín lleno de colores detrás. También encontró el baño y la habitación de sus tutores ¿Dónde quedaba su habitación?  Busco un poco más, al final del corto pasillo había una puerta que no recordaba haber investigado; Se paro frente a frente a aquel acceso azul, según Harucchi dentro se encontraba una sorpresa que seguramente le encantaría.



Ansioso, tomo el suave pomo de puerta y lo giro gentilmente, sintiéndose por momentos un intruso. Sus ojos brillaron unos momentos, todo estaba detalladamente decorado, desde las paredes a las lámparas de noche, una ventana que radiaba casi totalmente la luz se entraba metros más delante de la puerta, ¿Los pájaros se escucharan? Pregunto acercándose hacia ella entusiasmado. Noto dos camas presentes, una debajo de la otra; Un curioso detalle existía: Una estaba mejor arreglada que la otra, no le importo mucho y se lanzo a la más cercana al suelo.



El colchón no era fino ni grueso, resultaba satisfactoriamente cómodo, ya no tendría que preocuparse por el dolor de espalda en la mañana. Unos pasos se acercaban pensó que podría ser uno de sus nuevos padres, así que se preparo para contar lo maravillosa que la habitación le había resultado.


— Haru… — No termino su frase al ver que un niño, con apariencia más pequeña que la suya apenas llegando al pomo de la puerta. Se miraron unos segundos, atónitos.



— ¡Ladrón! — Exclamo el mayor con todas sus fuerzas.


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