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Key of heart por Shano OwO

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Notas del capitulo:

Los personajes le pertenecen a Yuji Terajima

 Las puntas se encontraban un poco más desgastadas de lo que recordaba.


Tres días bastaron para que lo descubriera, 5 horas para entenderlo junto a 20 minutos  más para elaborar un improvisado plan: Eliminar a la competencia. Desde sus inicios, Kazuya siempre fue apegado a sus cosas, no a todas, existían pequeños tesoros prohibidos para los demás; Si alguien rompía esa regla de oro, el castigo sería terrible, justo como ahora.



Comenzó con leves travesuras: En momentos de distracción, con rapidez, aprovechaba para atar las sogas de sus zapatos. Completamiento sediento de venganza, reía entre dientes y  satisfecho escuchaba los llantos del castaño menor, esperaba que con eso aprendiera que los colores solo le pertenecían a él. Desgraciadamente, aquello no paso. La terquedad de Eijun se extendía más allá del horizonte conocido. Diez veces tropezó con la misma trampa, igual que, se frotaba la frente, las rodillas y gimoteaba para luego volver a correr como si nada.



El largo del verde apenas permitía verse cuando lo usaba, debía cambiar la estrategia.



Los insectos, causantes de fobia en la mayoría de los seres humanos, lo ayudarían. En puntitas y de noche, robo la llave saliendo al jardín en busca de algún valiente dispuesto a la misión, alguien levanto la mano: Un saltamontes.  Su color seco y su gigante estructura lo asusto un poco, la sensación de que esa criatura terminaría en su cara era constaste y duradera, le costó un poco colocarlo en el frasco, sus manos temblaban y trato de no pensar mucho en lo que hacía, después de todo, tendría una refrescante recompensa ¿Verdad?


Asegurando la puerta nuevamente, se dirigió a su habitación. La madera del piso lo delataba de muchas maneras, aunque quisiera disminuir el impacto de sus pies, el tronar jamás se detenía. Pensó que hacer, ¿ir rápido tratando de hacer el menor ruido o avanzar lento con el peligro que alguno de sus tutores se despierte? Cerró los ojos, como si aquello lo ayudara a reaccionar mejor, suspiro con debilidad sintiendo el tacto del cristal en sus dedos. Decidido.



Corriendo cruzo desde la cocina al cuarto. Tuvo mayor precaución al pasar por el lecho donde la pareja descansaba, quedando frente a la puerta matiz azul. Como se encontraba entre abierta, un empujoncito basto para adentrarse, pequeños balbuceos lo recibieron, inexplicables palabras lanzadas inconscientes, le pareció escuchar algo sobre un monstruo enorme, seguido de muchos “Gwas” en diferentes volúmenes.



 ¿Una pesadilla?



Apretó el objeto entre sus manos, no podía arrepentirse a estas alturas «Piensa en los colores, piensa en los colores» Esa crueldad de dejarlos sin punta y esparcir sus restos por casi todos los rincones del hogar. Inaceptable. No merecía piedad, aunque, solo por el hecho de pasarla mal en sueños y por regalarle divertidas charlas sobre dinosaurios, no soltaría al bicho en su rostro como había planeado solo pondría el frasco a su lado para una sorpresa mañanera.



Tal y como planeo previamente, deposito el recipiente en la almohada de plumas a un lado de la cabeza y en el camino de regreso, arropo con cuidado a su hermanito, dedicando las buenas noches en un susurro. Antes de dormir, se convenció firmemente de que luego de eso sus lápices ya no serian profanados bruscamente.


En vez de un llanto lastimero, al castaño mayor lo despertó una exclamación de alegría extrema:



— ¡Kazuya, alguien dejo esto en mi almohada! ¿No es genial? — Decía con una enorme sonrisa y con un saltamontes muerto en su mano derecha, sintió asco, estaba sosteniéndolo en piel desnuda.



— Supongo — Contesto sin mucha gracia, su plan había fallado de nuevo. Esa tarde fue la última para el color verde, el moreno se entusiasmo tanto con su “Mascota” que la dibujo en varios ángulos y escenarios desde el almuerzo hasta la cena ¿De qué color pintaría el césped ahora? ¿Y los arboles? Se encontraba en un serio problema.



Para cualquier niño de su edad, con un “Mami cómprame otro” y dos días de berrinche se solucionaría, existía una razón de porque no hacer eso: Era demasiado.



 Tenía un poco de conciencia sobre la gran ayuda que le brindaron, lo aceptaron en su casa, en su familia y luego le regalaron sus amados colores como bienvenida  ¿Qué más podía pedir? Aunque no lo aceptara del todo, le trajeron un compañero para no sentirse solo y poder hablar de dinosaurios.



 — Kazuya — Gimoteo el pequeño — Harucchi dijo que debo dejar ir a Takeo — Agarro el extremo de su playera, lo cual desde lejos, se veía bastante bizarro por ser Eijun mas alto que el mayor.



— Solo debes enterrarlo —Palabras tan crueles a oído del moreno apuñalaron a su sensible corazón. Sus ojos rápidamente se llenaron de lágrimas y corrió fuera de la casa, probablemente, a buscar al pelirosa menor.



No se preocupo en lo más mínimo, todo transcurría tranquilo y normal, mientras buscaba algo para entretenerse, miro por la ventana, el atardecer estaba empezando; se pregunto cuánto faltaba para que todos estuvieran en casa, aun no sabía leer la hora,  solo podía  guiarse por el infinito cielo.



El teléfono sonó en el silencio del comedor, de inmediato, el fanático de los seres extintos corrió a contestar.



— Hola — Sabia que su voz no era muy varonil, entonces, la agravo para aparentar más edad.



Una risa inusual le respondió, se puso rojo al instante.



— ¿Cómo van las cosas por allá? — “Sato-chan”, como el moreno solía decir, acostumbraba a llamar las tardes en las que sabia los menores se encontraban solos, los martes, miércoles y jueves.



— Bien — Contesto simplemente — Aunque… Eijun — Ese nombre sonaba tan raro al pronunciarlo — No ha vuelto desde hace mucho tiempo.  Pienso que tal vez esta con Kominato-san — Trato, muchas veces, de hablar informalmente pero jamás lo lograba.


Silencio. Sintió intriga y una extraña sensación en el estomago.


— Acabo de cortar con él, estaba solo.

Notas finales: Gracias por leer :3

Perdonen la falta de ortografía y de cualquier otro sentido.

Nos vemos o3o

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