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Legalmente Mio por Sayuriri

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Capítulo 15. Impresiones

 

“Esto no puede ser peor”

 

Eso fue lo que pensó Yokozawa Takafumi mientras se encontraba en la tétrica cena de bienvenida por parte de los Kirishima. El sonido de los cubiertos hacía eco en la sala, mientras sentía los ojos puestos sobre él. Si las miradas mataran…

 

“Maldito Kirishima, esto es por no decir nada” protestó mentalmente recordando lo que pasó.

 

Flashback

 

—   Mamá ¿te encuentras bien? — preguntó Kirishima al ver como su madre lentamente reaccionaba empero cuando vio al peliazul terminó desmayarse de nuevo.

 

—   ¿Qué significa esto Zen? — cuestionó el padre mirando reprobatoriamente a Yokozawa cuyo error fue acercarse para ofrecer ayuda — ¿Quién es este hombre?

 

Yokozawa se quedó inmóvil ante la pregunta, definidamente él no era una persona grata en esa casa. Zen por su parte ignoró la pregunta de su progenitor y llevó a su madre a la sala de estar para recostarla en un sofá. La mayor de los Kirishima despertó nuevamente al cabo de unos minutos, esta vez Yokozawa se mantuvo alejado para calmar a la pobre mujer.

 

—   ¿Te sientes mejor?

 

Zen miraba preocupado a su madre, obviamente sabía que iba a ser una noticia fuerte para ella, más no espero que se lo tomara de esa manera.  Su madre se sentó tratando de asimilar lo que había sucedido.

 

—   Solo dime que es una broma de mal gusto cariño — murmuró la mujer viendo de lejos al peliazul. Su esposo se sentó a su lado para darle apoyo y miro a su hijo aun esperando la respuesta.

 

Zen se levantó y miro a sus padres, llamó a un dudoso Yokozawa y lo tomó de la mano afirmando que aquello no era broma.

 

—   No puedo hablar más serio, él es mi pareja — dijo sin ningún tono de duda en su voz.

 

—   ¿Qué significa esto Zen? Todo este tiempo pensé que me hablabas de tu prometida, una mujer de buena familia, una buena persona y luego apareces aquí con este… hombre — reclamó la mujer.

 

—   Nunca dije que se trataba de una mujer y Yokozawa es una buena persona. Me dijiste que buscara a alguien y eso hice, encontré a la mejor persona que pude encontrar y ese es Yokozawa Takafumi.

 

—   ¡Eso no puede ser cierto! hay muchas mejores opciones, hablaré con Kayama-san y…

 

—   Nada impedirá que cambie de opinión — dijo Kirishima con un tono frio y antes de que su madre volviera a protestar confeso — … estamos casados.

 

Un silencio mortal invadió la sala por completo y el ambiente se tensó aún más, ambos padres Kirishima quedaron estupefactos por las palabras dichas por su hijo. La mujer indignada salió de la sala.

 

 

—   Veré que pasa con tu madre.

 

El padre del castaño se retiró dejando a los más jóvenes, no era un hombre de muchas palabras, más no las necesitaba para mostrar su molestia ante la situación.

 

Pasaron unos minutos en total silencio, la primera impresión hacia los padres de Kirishima había sido por demás desastrosa y Yokozawa se sentía herido; no era que ansiaba la aprobación de los castaños como si fuera la pareja normal de su esposo, pero lo habían despreciado nada más presentarse, su mera existencia en la vida de su hijo era algo inaceptable para ellos.

 

 

—   Vámonos de aquí — dijo con voz apagada.

 

—   Aun no — respondió el castaño, sostuvo a Yokozawa por los hombros — Esperemos un poco más.

 

—   ¿Para qué? No voy a esperar a ser echado de la casa ¿Por qué no les dijiste acerca de mí? — cuestionó en cuanto se separó bruscamente del castaño.

 

—   Porque esperaba que me apoyaras cuando llegue el momento de hacerlo — explicó seriamente el castaño — Y si no te dije nada antes, fue para evitar que huyeras con el rabo entre las piernas.

 

—   ¿Quién está huyendo? Te dije que lo haría ¿no es así? — respondió Takafumi recordando su parte del trato.

 

—   ¿Estás seguro de eso? Hace un rato querías irte — declaró socarronamente mientras veía como el peliazul respondía a cada uno de sus comentarios, le encantaba esa faceta de Yokozawa.

 

—   Un hombre nunca retira su palabra.

 

Mientras tanto, a escondidas cierto castaño escuchaba atentamente las palabras de su yerno. Paso una hora antes de que los Kirishima volvieran donde su hijo los esperaba pacientemente al lado de su pareja.

 

Kirishima Saori, había protestado durante todo ese tiempo y en cuanto se calmó se dio cuenta de que su hijo aun la esperaba en la sala, junto a la bestia azul que tenía por esposo. Ahora se arrepentía de haber presionado a su hijo a casarse, de haber sabido que elegiría semejante espécimen como compañero de vida, jamás lo habría hecho; o pensándolo mejor, jamás asignaría tal tarea a su hijo, ella misma se ocuparía de encontrarle una pareja adecuada, una que llevaría el nombre Kirishima en alto. Después de todo, el matrimonio no siempre era definitivo pensó, debía enfrentar al oso y domarlo para ello, abrirle los ojos a su hijo de una vez por todas.

 

Se sorprendió al ver la actitud de su marido, el hombre que estaba totalmente molesto en un principio ahora se encontraba pensativo y más calmado de lo que esperaba. Hizo un amague para que le acompañara para continuar la guerra… la cena.

 

—   Zen… francamente no estoy de acuerdo con tus acciones… — hablo la mujer mientras veía despectivamente al peliazul.

 

—   Pasemos a la mesa querida — interrumpió el mayor de los Kirishima. Un comportamiento bastante extraño para Yokozawa que solo era un mero espectador, imaginaba que serían echados de la casa y que luego de unos días tal vez podrían hablar de nuevo con su hijo, en el caso de ser positivo o siendo más realista como él lo veía, no volverían a hablar nunca.

 

Fin flashback

 

Ahora mismo se encontraba sentado “disfrutando de la cena” que brindaban sus suegros. Francamente, si se ponía a pensar, los Kirishima lo habían tomado con ¿calma? O tal vez lo estaban aceptando de algún modo, aunque eso sería difícil de imaginar.

 

—   Zen… — esa voz femenina fría corto el silencio — ¿Podrías decirme desde cuando se casó? Me imagino que ya están viviendo… juntos.

 

—   En realidad no fue hace mucho y si, Yoko-chan se mudó conmigo ese mismo día — respondió Kirishima Zen tratando de hacer amena la conversación, podía sentir el tono molesto en su madre pero también cierta resignación, eso era un buen paso.

 

“Yoko-chan” una manera bastante absurda de llamar a un hombre que casi alcanza los dos metros de altura pensó la mayor de los Kirishima sin imaginar que era un pensamiento que compartía con Yokozawa, el cual se estremeció cuando Zen lo llamo de esa forma.

 

Ahora que lo observaba mejor, el hombre no era tan alto como pensaba en un principio, aunque si lo bastante alto equiparable a su hijo. Su cabello negroazulado cuidadosamente hacia atrás era algo fuera de lo común según recuerda la descripción de Zen, era su tono natural. Algo que le daba cierto atractivo que hacia juego con ese par de ojos azules intensos, poseía rasgos poco afilados sin dejar de ser suaves y una piel pálida que le favorecía en gran manera, admirando las características de su yerno pensó la Kirishima “Al menos no escogió un hombre tan feo” se corrigió mentalmente, eso no significaba que cambiaría de opinión. 

 

—   Yokozawa-san ¿a qué se dedica?

 

—   Bueno… yo trabajo en un hotel.

 

—   ¿Entonces se dedica al negocio del turismo? — preguntó curioso esta vez el suegro.

 

—   No precisamente… — era demasiado incómodo para Yokozawa poder responder — Trabajo como recepcionista en el hotel Emerald.

 

—   ¿No ha pensado en alguna mejor opción? — preguntó Saori “claro que pensó una mejor opción, casarse con mi hijo”

 

—   En realidad, estoy bien con eso — “mentira” Yokozawa siempre quiso algo mejor, aunque ese trabajo era lo mejor que le pudo haber pasado, siempre se preguntó qué pasaría si no se hubiera visto obligado a dejar sus estudios, tal vez su vida habría sido mejor. No quería sonar conformista pero también sabia apreciar aquello que tenía.

 

—   ¿Tu estas bien con eso, Zen?

 

—   Yokozawa es libre de sus decisiones, en mi opinión ya no es necesario, pero él insiste en trabajar…

 

—   No faltaba más — comento la castaña — pero que hay de ti, Zen. ¿Has pensado a donde les llevara todo esto? ¿Qué clase de futuro piensas tener?

 

—   ¿De qué hablas?

 

—   ¿Qué hay de mis nietos? — interrogó desafiante.

 

—   Tendrás tantos que no sabrás a quien mimar, Yokozawa es fértil así que…

 

 

Yokozawa escupió su bebida y termino atorándose con ella, no dejaba de toser y cuando se recuperó enrojeció totalmente al ser observado por los restantes de la mesa.

 

—   L-Lo siento…

 

La vergüenza que sentía en esos momentos no tenía nombre. “¿Qué demonios tiene ese idiota en la cabeza?” pensó mientras trataba de pensar en una buena excusa, estaba haciendo lo contrario a lo que le había dicho Kirishima.

 

“¡Maldito imbécil! ¿Qué se supone que haga ahora?” pensó mientras era observado por los Kirishima.

 

 

**********

 

—   Bienvenido a casa Shouta-nii.

 

Kisa Shouta llegaba cada vez más tarde casa, ahora en ausencia de Takafumi las cuentas de la casa pesaban sobre él, definitivamente no había apreciado todo el apoyo que brindaba el peliazul, ahora recordaba como defendía su trabajo y le dolía admitir que tenía razón.

 

Saludo con una sonrisa amistosa y se sentó para comer el intento de cena que preparo Ritsu para él, aún era bastante incomodo fingir que no había pasado nada. Onodera por su parte, no mencionaba al peliazul por nada y se podía ver un resentimiento en su mirada cada vez que a sus conversaciones apuntaban a Yokozawa.

 

Kisa se sentía culpable cada vez que aquello ocurría, ante los ojos de su hermano menor, el peliazul solo era un traidor que los abandono en el momento en el que más lo necesitaban. Por ahora se limitaría de hacer caso a las palabras escritas en la nota de Takafumi antes de desaparecer.

 

Observo a Onodera entrar a la sala para recoger algunas prendas que había dejado por ahí y sonrió divertido por un momento. El vacío que había dejado el peliazul comenzaba a notarse cada día más en la casa de los hermanos. ¿Cuánto dependían su hermano? Se preguntó observando como cambiaba su hogar a raíz de lo sucedido.

 

“Esta Casa No Es Lo Mismo Si Ti… Takafumi.”

 

Ima Yoko

Notas finales:

Imagen


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