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Legalmente Mio por Sayuriri

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Notas del capitulo:

 

 

Capítulo 18. Suegra

 

Se sentía cálido y seguro, por un momento sintió que era el lugar donde pertenecía, un abrasador calor se expandió por todo su cuerpo, quiso acurrucarse, mas no pudo al ser oprimido por una extraña fuerza, lentamente volviendo a la consciencia abrió los ojos desorientado cuando un brazo aprisionó más al peliazul que casi da un grito al sentir cierta parte de la anatomía del castaño clavarse contra su espalda baja, entonces cayo en cuenta…

 

“Mierda… estoy en la cama de este pervertido”

 

Con sumo cuidado intentó alejarse del castaño orillándose poco a poco hacia el extremo de la cama, sin embargo, no contaba con el pedazo de pulpo que tenía por marido, que se negaba a alejarse de él. “Rayos, no puedo liberarme de este imbécil ¿de verdad está dormido?” pensó mientras se alejaba hasta el punto de quedar al borde de la cama, seguidamente del castaño con un ligero ronquido.

Naturalmente Yokozawa no hubiera dudado en sacarlo de una patada o bien retirarse a su habitación empero debía considerar un pequeñísimo detalle, la principal razón por la que dormía en la cama de Kirishima, era que su “suegra” dormía en la otra habitación, su habitación, tristemente perdida a causa de mantener la farsa.

Se volteo lentamente hacia el castaño, quien poseía un rostro totalmente relajado, sus rizos castaños y desordenados le daban un toque sensual y sus largas pestañas eran el complemento perfecto a su rostro atractivo. Yokozawa no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas mientras observaba al castaño “Demonios, incluso en sueños no deja de molestarme” pensó mientras el aludido volvió a aferrarse más al peliazul haciendo que este se estremeciera más al sentir ese miembro duro clavarse entre sus muslos.

De un solo golpe se abrió la puerta, asustando totalmente al oso que intentó alejarse del castaño.

—   ¡Zen! ¡Ya es hora de que te levantes!

Un golpe sordo sonó en el piso mientras Kirishima Zen, malhumorado se volvió lo suficiente para ver el despertador y a su madre en la puerta.

—   Son las 6 de la mañana… – respondió el castaño sin darse la vuelta completamente, sabiendo de su condición — Mnn ¿Yokozawa?

 

El peliazul fue encontrado en el suelo adolorido y completamente sonrojado al ser atrapado por la mayor de los Kirishima en esa posición y más aun después de haber sentido a Kirishima demasiado cerca, no era capaz de mirar a ninguno a los ojos. Al mismo tiempo, la castaña se retiró de la habitación con una gran sonrisa.

 

—   Oe, Yokozawa ¿A dónde vas? — pregunto el castaño cuando vio como el menor se levantaba para recoger su ropa y dirigirse a la puerta.

 

—   A cambiarme.

 

—   Eso lo puedes hacer perfectamente aquí.

 

—   Como si… — abrió la puerta y antes de salir hacia el baño miro al castaño que se había levantado de la cama — ¡Pervertido!

 

Cerró la puerta dejando al mayor perplejo y velozmente fue al baño antes de que algo más ocurriera. Kirishima dio un gran suspiro, su madre definitivamente había arruinado su hora feliz y ahora debía deshacerse de su no tan pequeño problema entre las piernas.

*******

Yokozawa estaba pasando un mal rato, después de su primer encuentro con la madre de Kirishima en la mañana, su día no podía comenzar mejor, salió de la ducha para ir a la cocina y encontrarse con la mujer cocinando y quejándose de como él no era capaz de manejar correctamente el tiempo para brindarle un desayuno adecuado para su hijo.

Y luego en el desayuno tuvo que escuchar las quejas acerca de cómo no era capaz de cocinar un desayuno japonés tradicional para su hijo “¡Ni siquiera dejo acercarme a la cocina!” pensó mientras tenía que obligarse a guardar silencio, Kirishima lo defendió alegando que la cocina del peliazul era increíblemente exquisita, el pobre oso termino siendo puesto a prueba a la hora de la cena.

Al momento de despedirse Yokozawa rogo internamente que Kirishima se quedara a su lado, sin embargo, el castaño tomo su maletín y se acercó al peliazul susurrando en su oído.

—   Descuida, yo sé que tu podrás ganarte su aprecio — robo un pequeño beso sonrojando al oso, adoraba causar esa reacción en el menor.

El castaño se despidió de Yokozawa mientras este se quedó en la puerta y lo miraba hasta que se perdió en el ascensor, entonces sintió un escalofrío que recorrió su espalda, giro para encontrar a Kirishima Saori con los brazos cruzados.

*******************

 

— ¿Se encuentra Yokozawa-san? — preguntó Kisa en la recepción del hotel, al recibir una respuesta de la señorita que atendía el lugar decidido pasar por el café/bar del hotel y encontrar al Bishouen, cuando él estaba en su visión, podía olvidarse del peliazul, sin embargo, una vez que se despedía le remordía la culpa.

—   Kisa-san — Saludó con entusiasmo al encontrarse con el más pequeño.

—   Yukina-san — respondió con una cálida sonrisa.

—   ¿Qué desea tomar esta vez?

Una vez más, Kisa pasaba tiempo con su príncipe, mientras este lo atendía, esperaba pronto poder salir con él, en poco tiempo se habían convertido en buenos amigos. Algo que molestaba al pelinegro era la mirada soñadora con la que Yukina hablaba de su hermano, ciertamente admiraba a Yokozawa por ser una persona sincera, dedicada, respetuosa con su trabajo y tenía un explosivo carácter, sin embargo, hacia todo lo posible para controlarse, sobre todo con aquellos clientes quisquillosos que pondrían de nervios a cualquiera.  El peliazul podría ser muy rudo, pero en el fondo era una buena persona y aquello no había pasado desapercibido para Yukina.

 

Mientras tanto….

 

—   No esperes que Zen pague por eso — dijo la señora Kirishima mientras veía seleccionar la carne a Yokozawa.

—   Le aseguro señora, que puedo comprarlo con mi dinero — Respondió reprimiendo una respuesta que podría ser mas grosera, ya se sentía bastante culpable por las circunstancias en las que se había casado, pero ser un mantenido que se aprovechaba del dinero de Kirishima era algo que se negaba rotundamente a ser.

Yokozawa estaba en verdad molesto, la mujer cuestionaba cada cosa que hacía y no conforme con ello, sus insinuaciones le crispaban los nervios, criticando hasta como elegia sus compras ¿Qué hay de su hijo? El hombre ni siquiera podía tener una lista de compras decente, simplemente se dedicaba a comprar un montón de cosas inútiles solo porque estaban de oferta y eso lo pudo comprobar al momento de limpiar la cocina, encontrándose con un refrigerador lleno de productos fuera del vencimiento, que al fin y al cabo, era inútil ya que Kirishima tenía habilidad para hacer un desastre en la cocina.

Se sentía atrapado ¿A esto se puede llamar vacaciones? El pobre hombre anhelaba estar en su trabajo, lejos de su suegra, quien no dejaba de atosigarlo, la mujer era muy estricta cuando se trataba de corregirlo, agradecía internamente que haya ido de compras con Kirishima antes de conocer a sus suegros, de otra manera su madre no dudaría en ponerlo en ridículo por su forma de vestir. No es que haya considerado que tuviera un mal gusto por su ropa, empero, no era alguien para permitirse gastar una cantidad insulsa de dinero en simples prendas.  

Saliendo del supermercado, Yokozawa se encontraba cargando las bolsas que servirían para el resto de la semana, mientras la mayor de los Kirshima no paso por alto el hecho de que su hijo debía comer lo mejor y para ello debería ser algo fresco. 

 

—   ¿Saori-san? — pregunto una voz melosa. La mujer se dirigió hacia la persona que se le acercaba saludando con una gran sonrisa.

—   Minori-san no esperaba verte aquí.

Y así fue como ambas mujeres entablaron una larga conversación, mientras el peliazul cargaba con las bolsas. Era bastante incomodo y a la vez cansador, el peso en sus manos se sentía cada vez mayor y comenzó a balancear su peso, cuando fue notado por otra mujer.

 

—   ¿Y quien es este apuesto jovencito? — Yokozawa levanto la mirada y luego inclino su cabeza en un pequeño saludo tratando de no sonrojarse.

 

—   Es mi ayudante — respondió la señora Kirishima intentando restarle importancia, otra forma de decir que no lo aprobaba como yerno o se avergonzaba de él.

 

—   ¿Cuál es tu nombre? — pregunto la mujer con repentino interés.

 

—   Yokozawa Takafumi, es un placer conocerla — miro por un momento a Saori mientras la otra señora sonreía encantada por su respuesta — Con su permiso, llevare las compras a casa — dijo el peliazul dirigiéndose a su suegra para evitar que la conversación vaya a mayores.

 

El peliazul se retiró bajo la mirada penetrante de Kirishima Saori, cuando sintió que ya se encontraba lo suficientemente lejos de ambas mujeres pudo relajarse por fin. Se fue caminando  directamente a casa ya que no se encontraba muy lejos, aun le parecía un poco extraño llamar hogar al departamento de Kirishima, era como si se tratara de un sueño alterno, uno donde no existían sus hermanos, si bien lo hizo por ellos ahora estaba en un mundo diferente, no se sentía con la capacidad de enfrentarlos, había pisoteado sus principios y no se sentía lo suficientemente bueno para volver a casa o incluso estar al lado de Kirishima, tal vez Kirishima Saori tenía razón, él no era digno de su hijo.

 

—   Takafumi… — Levantó la cabeza ante esa voz.

 

—   Shinoda-san.

 

—   Es extraño verte por aquí.

 

—   Estaba de compras.

 

—   Normalmente a esta hora, estarías en tu trabajo o ya no trabajas allí.

 

—   Sigo trabajando, es solo que estoy de…

 

—   ¿Luna de miel? — preguntó con una sonrisa.

 

—   ¡Vacaciones!

 

—   ¡Eso suena aún más extraño! — el mayor soltó una risa que solo aumentó cuando vio el sonrojo del peliazul, era la segunda vez que lo veía así. Poco a poco su risa fue menguando cuando vio cierta angustia en la mirada del menor — ¿Esta todo bien?

 

—   Si… está bien.

 

—   Ven conmigo.

 

 

Sin esperar una respuesta de Yokozawa, el mayor lo llevo a un pequeño café cuyas mesas se encontraban al aire libre. El día era hermoso, había estado radiante en su mayor parte y el clima era agradable para estar afuera, una suave brisa agradable removió los cabellos azules del menor. No falto mucho para que los atendieran y pudieran tomar una bebida fresca.

 

—   Ahora dime ¿Qué es lo que tiene al gran oso gruñón tan preocupado? — preguntó Shinoda Seiji mientras intentaba leer la expresión en el rostro de Yokozawa.

—   Oi, no me llames así — tomo un sorbo y desvió la vista — Mnn ¿Cómo se encuentra Shouta-nii y Ritsu?

—   La última vez que los vi estaban bien. El pequeño Ritsu ya comenzó la universidad y Shouta está en busca de una nueva conquista — respondió con una sonrisa.

 

Yokozawa dio una pequeña sonrisa melancólica “Y pensar que extrañaría a ese par de idiotas” se dijo mentalmente. Estaba contento de que sus hermanos puedan continuar una vida normal, valió la pena su sacrificio, no era uno como tal, ya que Kirishima se había asegurado de ser una persona amable y lo apoyó cuando mas lo necesitó. Llamarlo sacrificio será aguantar a cierta persona y eso sería “su madre”.

 

—   ¿De quién? — preguntó Shinoda  

—   ¿eh?

—   Acabas de decirlo ¿la madre de quién? — volvió a preguntar el mayor.

—   De Kirishima — se limitó a responder el peliazul, dándose una patada mental por haber escapado esa palabra de sus labios.

—   ¿Tu esposo? ¿Lo llamas por su apellido? — dijo Shinoda, quien ya lo había notado anteriormente.

—   E-es solo la costumbre — “¡Demonios! ¡¿Qué me esta pasando?!” pensó Yokozawa.

—   Entonces… ¿te preocupa que no lo tome bien cuando se entere de tu matrimonio? — Preguntó el mayor. Yokozawa hizo una mueca ante su comentario, divagando sobre si decirle la verdad o simplemente desviar la conversación cuando sintió que una mano se posó sobre la suya — Yo no te voy a juzgar Takafumi.

El peliazul levantó la mirada hacia Shinoda quien lo miraba con ojos comprensivos.

—   De hecho, lo tomó peor de lo que esperaba — respondió resignado.

—   ¿Cómo fue eso?

—   Se desmayo.

Un bufido se escapó de los labios del mayor mientras Yokozawa puso los ojos en blanco.

—   ¡Oi! ¡No es para que te burles!

—   Lo siento, lo siento, pero no esperaba eso.

—   Sus padres me odian, y no se molestaron en demostrar lo contrario, no soy alguien digno para su hijo — Respondió molesto. Shinoda Seiji miro detenidamente a Takafumi, el hombre debió estar desesperado para soltar la verdad tan fácilmente. El Yokozawa Takafumi que conocía siempre fue una persona que se negaba a mostrar un lado vulnerable. Este lado más abierto del peliazul le gustaba más y se preguntaba si este cambio se debía al castaño celoso que apareció en su negocio.

—   Eso es porque aún no te conocen — tomo un sorbo de su bebida y luego encendió un cigarrillo — Si te conocieran mejor se darían cuenta de que su hijo es el afortunado por estar contigo….

—   Eso no es…

—   ¿cierto? Si quieres cambiar su opinión solo debes hacer una cosa — dio una calada a su cigarro mientras el peliazul esperaba impacientemente su respuesta.

—   ¿Qué?

—   Ser tú mismo

—   ¿Ese el mejor consejo que puedes dar? — pregunto Yokozawa con los ojos en blanco.

—   Es simplemente la verdad — Seiji observó por un instante las bolsas de compras que llevaba el menor y sonrió con complacencia — Así que ve y prepárale a tu suegra una comida que no olvidara.

El mayor se levantó y dejo el dinero de la cuenta sorprendiendo al peliazul.

—   Espero que me des los detalles de como te fue cuando nos encontremos y Takafumi… — miro detenidamente al de ojos azules — No dejes que ella tome el control en la cocina.

A lo lejos un clic se escuchó, mientras el lente de una cámara se enfocaba.

 

*************

 

Yokozawa entró al departamento pensando en las palabras de Seiji, tenía razón, no debía dejar que ella tomara el control. Desde que llegó al hogar de Kirishima había formado un extraño vinculo y de algún modo también lo podría llamar su hogar, aunque sea de manera temporal. Observo el lugar de rincón a rincón y se decepcionó al encontrar el desorden aterrador que siempre lo acosaba, era increíble como ese hombre era capaz de transformar un departamento en un basurero en tan poco tiempo. Sin esperar mas se puso manos a la obra y comenzó a limpiar.

Después de un largo esfuerzo dejando todo en orden, tomo una ducha relajante y se dedico a separar los comestibles para la cena, en eso escucho el clic de la puerta y se dirigió al genkan cuando el silencio se mantuvo. Encontró a la mayor de los Kirishima observando el lugar con los ojos como platos.

 

—   Bienvenida.

—   Estoy en casa — respondió la mujer recobrando su postura — Dime, ¿contrataste alguna empresa? ¿es este un intento de impresionarme?

—   Disculpe, no le entiendo.

—   Ambos sabemos de lo que estoy hablando, ¡no se burle de mí! — dijo Saori mientras recorría el departamento impecable, era totalmente desconocido para ella estar en él, aunque también recordó que esa fue su impresión cuando entro noche anterior. — ¿Estabas preparando la cena?

—   Estaba por empezar — mentalmente Takafumi se volvió en modo trabajo, parte de el era complacer a los clientes por más exigentes que fueran y Kirishima Saori no fue la excepción.

—   Bien, entonces ¿Qué prepararás?

—   Nikujaga.

Ante la respuesta de Yokozawa, Saori se preguntó ¿Por qué escogería un plato como ese? Esperaba que el peli azul intentara un banquete o algún platillo exótico ante su presencia. Simplemente asintió y se dirigió a la cocina donde todo estaba listo para cocinar, tomo el delantal negro lo amarró y mientras levantó un cuchillo dirigió su mirada miel hacia su “yerno”

 

—   Ten, pelaras las patatas y luego las cortaras en cubos pequeños, yo me encargare del resto.

Yokozawa vio con frustración como la mayor de los Kirishima había tomado su lugar y ahora ordenaba con una mirada gélida dirigida hacia él, esto no iba a ser más que una repetición del desayuno. Se irguió en tu totalidad imponiendo su altura ante la mujer y respondió.

—   No lo hare.

—   ¿Qué? — se indignó la mayor, aunque no tenía ningún efecto ante la intimidante postura del peliazul. Empero luego se sorprendió como Yokozawa se inclinó ante ella.

—   Por favor permítame servirle como yo se hacerlo, no pretendo faltarle al respeto, pero usted es mi invitada y la madre mi esposo, déjeme atenderle como se merece, solo le pido que deje hacerlo a mi manera.  

Ante esas palabras Kirishima Saori no tenía nada que decir, salvo aceptar la petición de Yokozawa.

—    Esta bien, pero antes déjame darte algo — Saori salió de la cocina y al cabo de cinco minutos regreso con un bulto rojo en sus manos, desenvolvió la tela revelando un delantal rojo con volantes y puntos, una cosa asquerosamente cursi según Yokozawa y lo más aterrador fue cuando se lo entrego en sus manos.

—    Y-Yo…

—    Lo compre el día en que me enteré que pronto conocería a mi nuera — dijo con un tono sospechoso — Este es mi regalo.

Yokozawa no podía negarse ante el presente de su suegra y aunque no era algo con lo que quería lidiar, la mujer había confesado que estaba destinado a su nuera, yerno en el caso de Yokozawa quien culpaba a Kirishima por toda la confusión, finalmente, se puso el delantal y con una gotita en la nuca dijo.

—   Entonces lo uso con gratitud.

Sorprendentemente el delantal le quedo bastante bien, Saori observo desde lejos como Yokozawa preparaba con gran destreza los alimentos. Antes de que Kirhisma Zen llegara ya cena ya estaba lista y Yokozawa le daba los últimos toques a la mesa.

El castaño fue recibido una cálida bienvenida por parte de su madre y el peliazul, en el fondo estaba preocupado por cómo se habían llevado los dos durante el día.

Cuando fue el momento de la cena, Kirishima Saori cogió cuidadosamente los palillos y miro detenidamente el plato ante ella, tenia un agradable aroma y se distrajo por la gran sonrisa satisfecha de su hijo quien devoraba el plato con gusto y en cuanto probo un pedazo sus papilas gustativas fueron atacadas por un exquisito sabor “¿Cómo podía cocinar algo como esto ese hombre?” Se preguntó. Con cada bocado no podía evitar sentirse feliz, pregunto a Yokozawa si se había dedicado a la cocina y el peliazul había respondido que trabajo durante un tiempo como cocinero.

 

—   Te dije que era increíble en la cocina — Dijo el castaño presumiendo a Takafumi.

Entonces Saori entendió el verdadero sabor detrás de la cena, la calidez que le transmitía era el sabor del hogar, no tenia idea de donde había trabajado Yokozawa, tal vez cerca de Chefs en algún sitio importante debido a la calidad de su cocina, pero había algo que lo diferenciaba de cualquier comida en un restaurant, mas allá de ser cocinado por un profesional, era una cena hecha con amor.

Mientras tanto….

 

“Y con ustedes, nuestro número especial de la noche ¡Neko-chan!

 

Las luces del local bailaban en varias direcciones siguiendo distintos patrones, los clientes allí, gozaban del espectáculo en la tarima admirando cada sensual movimiento., mientras en un lugar lo suficientemente cerca y lejos de llamar la atención, se encontraba Ijuuin Kyo tomando una bebida de un solo trago.

 

—   Pronto se sabrá la verdad…. Yokozawa Takafumi.

Notas finales:

Estuve buscando algunas referencias sobre el plato Nikujaga y encontré un curioso dato en el blog de Japonismo que dice lo siguiente.

“Se dice que el Nikujaga  es un plato muy apreciado por los chicos, por lo que las chicas aprenden a cocinarlo para ganarse el corazón de sus parejas, aunque como suele pasar con tantos y tantos platos en todo el mundo, cada receta tiene su toque y es frecuente que los chicos prefieran el nikujaga de su madre al de su novia :)”


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