Si bien estaba decidido a intentar ser más honesto con mis sentimientos, también tenía un grave problema con ese tema, porque apenas me había espabilado de mi soledad, quería intentar crecer y sin embargo, me lo impedía mi orgullo “Estúpido orgullo”, por no llamarlo de otra forma, ese miedo que sentía al tratar de demostrar mi verdadera forma de pensar.
-Dime Ryoma… ¿tienes algo que hacer este sábado?- esto me sonaba a una cita, ¡Dios mío una cita! Era la primera, no podía ponerme como loco, sobre todo porque no lo dijo directamente, sólo me preguntó si estaba ocupado –creo que no tengo nada que hacer- suspiré profundo cuando volví a escuchar su voz diciéndome –no tienes que aparentar frente a mí, sigues siendo pequeño- creo que las últimas palabras preferiría no haberlas escuchado nunca, no aparentar frente a él era una cosa, pero eso de que era pequeño, era bastante duro y cruel –ah… si- se acercó para poner lentamente su mano en mi cabeza y acariciar mi cabello –no te menosprecio, a veces me parece difícil atinar tus gustos porque… no hablas mucho… por momentos pensé en una excusa, pero no buscaba lastimarte, de verdad-
Al final quedamos de vernos el sábado muy temprano, apenas dieran las 10 de la mañana, y seguro que iríamos juntos a algún lugar, por dentro estaba feliz, me sentía muy contento de tener alguien con quien salir, pero…
-Echizen, mañana te espero en las canchas donde tuvimos el duelo la otra vez, no llegues tarde, a las 9 te veo- ¡Genial! Mañana es sábado y por supuesto, una hora no bastará para ir y regresar, estaré todo sucio si voy al duelo –no…- no sabía qué más decir así que simplemente la decliné con toda la extensión de la palabra -¿tienes algo que hacer?- no era que no lo tuviera cuando quedábamos él y yo, tan sólo esta vez… no quería cancelar algo por el “TENIS” ya me la había pasado cancelando todos los eventos y salidas con quien me invitara por esa excusa, además, ya había quedado y no quería romper mi palabra por eso –sí, estaré muy ocupado-
Pensé que ese tema se había cerrado, me equivoqué al creerlo, porque me dijo –entonces el domingo, no llegues tarde- ni siquiera me dio la oportunidad de contestar si podía o no, se fue dándome la espalda para que no pudiera ver mi molestia.
El sábado me levanté más temprano que de costumbre, no quería llegar tarde y mi padre se burló de mi porque me amarré mal las agujetas, me puse la chamarra al revés, le pisé la cola a mi pobre gato, me moje la ropa con el agua de la ropa que iban a lavar, y me tuve que volver a arreglar, al final, llegué 5 minutos tarde a nuestra cita, que desastre.
No me recriminó nada, me miró amablemente y me dijo –vamos un al cine- me pidió que escogiera la película que yo quisiera, no era que no me gustaran, es… por momentos me figuré que si yo escogía una infantil él podía burlarse de mí y le pedí que la escogiera en mi lugar.
Extrañamente a Kaoru no le gustan las películas de terror, así que escogió una de las románticas que había en la cartelera y entramos, me sorprendí al verlo casi llorar con la última escena, cuando la mujer lo ve morir, y después ella lo sigue al otro mundo.
Después del cine, nos fuimos directo a un parque de diversiones y nos subimos 7 veces a la montaña Rusa, gritamos como locos de la emoción, subimos al ratón loco, después al bumerang y muchos juegos de altura. Antes de continuar con nuestra travesía, me invitó a comer, me compró sushi, y unos cuantos dulces, entre ellos un helado de chicle “me encantó”.
En todos los sentidos había sido una cita estupenda, ni siquiera me presiono para que lo mirara, se mantuvo a mi lado, observándome, cuidándome… me estaba protegiendo y estaba haciendo que mi corazón saltara de emoción, “parezco una doncella enamorada”, murmure apenas audible eso mientras lo miraba posicionado en frente de la rueda de la fortuna, con los rayos del sol iluminando su cuerpo, como si él fuera parte de ellos, con esos ojos brillantes que me miraban.
Al bajar de la rueda, el ocaso callo sin que lo notara, no quería que mi día se terminara porque me lo estaba pasando bien, y sobre todo, estaba en buena compañía, no quería que él se fuera, y me sentía triste de saber que ese era el fin de nuestra cita… sólo que…
Mirándolo, me parecía dulce de pies a cabeza, extraño, lindo, no podía evitar sonrojarme y entonces otra cosa llamó mi atención, mientras nos dirigíamos a la mi casa, había un llavero de un pequeño gato parecido a Karupin colgado en el mostrador de una tienda de regalos, era tan lindo que pensé en acercarme para comprarlo, Kaoru se dio cuenta al instante y fijo la vista en lo que llamaba mi atención, puso sus manos en mi cabeza y caminó directamente al mostrador, cuando me di cuenta, el llavero ya estaba en mis manos, me lo dio como recuerdo antes de que nos diéramos cuenta de que ya era hora de despedirnos.
No pensaba irme sin darle un regalo, así que apenas se distrajo le dije sinceramente –no esperaba pasármelo tan bien… salgamos otro día- me paré de puntitas para darle un pequeño beso en la mejilla, y después entré a mi casa.
Por lo menos podía darme algunas libertades con él, mientras me fui a dormir recordé todo lo que me había pasado y lo bien que me sentí, hasta que mi teléfono sonó con un mensaje que decía
“No olvides llegar temprano, hasta mañana Echizen”