Después de decirle aquellas palabras me sentí aliviado cuando me dio un abrazo, me hacía feliz estar con él… pero había un “algo” que en el fondo me dolía, me dio algunos dulces besos, no puede evitar sonrojarme al sentir sus labios, suaves y tratándome delicadamente estuvimos abrazados en silencio por algunas horas –volvamos a casa Ryoma- ¿de verdad teníamos que volver? –ya es tarde, en tu casa se preocuparan- que va, ese tonto viejo no se preocupa ni por una mosca.
Entré a casa con una expresión facial normal, aunque estaba un poco sonrojado por el beso de despedida que me había dado, se podría decir que era como si estuviéramos saliendo, y es que no estoy muy seguro porque no me lo dijo.
Entré y me encerré en mi habitación sin cenar, estaba un poco cansado y preferí dormir, mi gato se acurrucó en mi pancita y nos quedamos dormidos a los pocos minutos, mientras lo único en lo que pensaba era en sus brazos y sus besos, en esos ojos que por segundos me absorbieron.
Al día siguiente me levanté muy temprano y salí corriendo a la escuela, quería verlo, deseaba ver esos ojos, y entonces me encontré con esta absurda situación –Nee… nee… Echizen dímelo, ¿A dónde fueron tú y Kaidoh ayer?- Momo-senpai es un escandaloso que ha estado persiguiendo por toda la escuela hasta diciendo que me uní a Kaoru para formular un complot en su contra.
Estuvo siguiéndome hasta que la practica matutina empezó, y aun así insistía con la mirada que le dijera todo, pero no, esta vez no podía contárselo, porque es algo demasiado personal e íntimo, algo que no quiero compartir ni con mi sombra.
Tezuka buchou no me miró ni una sola vez, ya no me importaba ¿o sí? Salí de las canchas cuando dio por terminado el entrenamiento matutino, y me di la vuelta para irme, Kaoru me había hablado normal esa mañana, y reíamos mucho, era una lástima ser de edades distintas porque no podríamos compartir la clase.
-Nos vemos después de clases, como hoy no hay entrenamiento, iremos a comer algo- se despidió de mi diciéndome aquellas palabras ¿era una cita? Estaba con la sonrisa marcada en mi rostro hasta que un aroma peculiar lleno mi olfato de nerviosismo, era el aroma del café negro, cerré los ojos mientras acomodaba mis cosas y…
Sentí un fuerte empujón hacia la pared, me di un tremendo golpe en la espalda cuando volteé para verlo –Tezuka…- las palabras no me salieron, me quedé estupefacto cuando vi su rostro siendo cubierto por sus cabellos que no me dejaban ver sus ojos –lo siento… me vi incapaz de ser honesto contigo, no quería que te fueras si te decía mis sentimientos, lo siento- ¿estaba soñado? Esas no podían ser sus palabras, tenía que ser una mentira, más si tenía baja la cabeza, evitando mirarme a los ojos
-Nunca he podido ser honesto con los demás, pero tú eres diferente, cuando quiero hablar contigo, sin decirlo me entiendes, sabes lo que quiero decir aun sin oírlo, pensé que por ese hecho no te irías, no me di cuenta de que te presionaba demasiado- ¡estoy alucinando! Él nunca se disculparía por eso –Ryoma… te quiero-
Abrí más los ojos ante su declaración, era simplemente una… ¡no sé qué!, estaba aturdido por esas palabras, me sentí más aturdido cuando de sus ojos bajaron algunas pequeñas lucecitas tristes, esto no estaba en ningún registro de la historia de Tezuka, sentí como colocaba su mano derecha en mi nuca y me jalaba con todas sus fuerzas, los labios de este hombre, volvieron a sellarme, cálidos, diferentes a los de la vez anterior, suaves, dulces y sobre todo con un deje de “necesidad”, “deseo” y “tristeza”.
Me enderezó con su mano izquierda, casi cargándome, convirtiendo ese beso suave en uno apasionado –Ryo… ma… no puedes dejar de ser mío- siguió besándome, como si la vida se nos fuera si dejábamos de hacerlo, estaba nervioso, las piernas me temblaban, aunque sus brazos me sostenían, si quería separarme, podría hacerlo, pero mi cuerpo no quería, yo no quería dejarlo, no quería hacerlo a un lado, ya lo había olvidado, me enamoré de él, porque su actitud fría me recordaba a mí, él era fuerte, poderoso, y sentía tanta curiosidad por encontrar sus verdaderos sentimientos, y entonces Tezuka Kunimitsu robó mi corazón.