La pregunta quedó resuelta cuando le dije –él es mi buchou, Tezuka Kunimitsu- pero las cosas con mi hermano eran difíciles siempre –pues que sepas que no me agradas- era directo y bastante tonto decir las cosas de esa manera –Ryoga, no digas eso-, -chibisuke, ese tipo no me agrada, dile que se aleje de mi-, ¿Por qué me llamaste Chibisuke?, se supone que eso sólo me lo dices cuando estamos a solas –Tonto, hazme el favor de no continuar con eso-
Mi actitud se mantuvo intacta gracias a que Kaoru era quien me cuidaba, trataba de mantener mi sonrisa sínica por encima de cualquier cosa, sin embargo era imposible no reírme de mi tonto hermano, al menos en mi cabeza me daba vueltas.
Fuimos de práctica y tuvimos unos sets, me reí cuando buchou perdió contra Ryoga en un 7-6 –Eres bueno, volvamos a jugar alguna vez-, -creo que debo declinar- Tezuka se enfadó y se dio la vuelta, onii-chan se había vuelto mucho más activo en el tenis.
-Ryo-chan ¿jugamos?- ¿Cómo se te ocurre llamarme Ryo-chan? -¿Ryo-chan?- esta vez no podría zafarme de ellos cuando me llamó “chibisuke” dije que era porque le gustaba molestarme, pero esto sonó a cariño, ¿Qué hago? –Ni se les ocurra burlarse de mi- dije con la cara más molesta que tenía, y la sonrisa pícara de siempre.
Durante 3 horas, vieron como Ryoga abrazaba, cargaba, jugaba, jalaba y besaba la mejilla del menor, por supuesto Kaidoh no dijo nada, eran hermanos, así que debía respetar ese lazo fraternal, en cambio Tezuka no paraba de echar humo por la vista
Al terminar la mañana, fuimos a comer, Kaoru se alejó un poco para comprar una bebida, perdí de vista a mi hermano, pero lo deje por la paz, ya me había cansado de pasar por tantas cosas.
-¿Te gusta mi hermanito?- los ojos del aquel joven se abrieron –No importa, sólo dime la verdad-, -sí, estoy enamorado de él-, -me lo suponía, no dejaste de mirarlo de esa forma en todo el día-, -no quiero un juego, voy en serio-, -vamos Kaoru, no estoy diciendo que me moleste, el que no me gusta es ese cuatro ojos-, -¿Tezuka-buchou?-, -ese tipo hará llorar a mi onii-chan si logra conquistarlo, sé que tú lo cuidaras-, -disculpa, pero… ¿Cómo me conoces?-, -Ryoma no para de hablar de ti por teléfono, ese lado tierno si lo conoces ¿verdad?- “No para de hablar… ¿de mí?” -sí, pero trato de mantenerlo en secreto-, -me lo imagine, espero que te escoja, quiérelo mucho-.
La conversación llegó a un punto en el que aquel joven de ojos negros, con gran parecido al pequeño príncipe le confió a su hermanito, pero… -Yo no estoy de acuerdo- parecía que alguien más había escuchado, -¿no se te hace que ya estás muy grandecito como para escuchar las pláticas ajenas?-, -no quise escucharlo, ¿Por qué no puedo estar con Ryoma? ¿Qué te hace pensar que lo haré sufrir?-, -¿realmente estás enamorado o quieres domarlo? Yo creo que es la segunda-, -eso no es verdad, él representa lo más valioso de mi vida, Ryoma ha sido el único que ha visto a través de mí, estoy seguro de que yo igual he visto más de él que cualquier otro, he estado a su lado para sostenerlo-, -¿Por qué será que no te creo?-, -no importa todo lo que tengo, me basta con verlo a mi lado para ser feliz-, -no me agradas Tezuka Kunimitsu-, -dame una razón lógica-, -yo quiero que mi hermanito tenga a su lado alguien capaz de amarlo y demostrarlo, y tú, no estas calificado-.
Todo había sonado en la cabeza del chico de lentes, pero su corazón palpitaba lleno de molestia –lo haré feliz, no te interpongas-, -ni loco te dejo a su lado-.
Definitivamente Tezuka había sido reprobado por la vista de Ryoga, esa vista aguda de hermano sobreprotector al conocer la sensibilidad de su pequeño arrogante era algo que ninguno de los dos sabía, sin embargo usaría cualquier método para separarlo de Ryoma.
-Ryo-niichan, ¿Dónde estabas?-, -tenía una plática con un anciano que dejé olvidado en un abismo-, -¿anciano?-, -sí, un tipo que detesto- ¿Por qué será que esas palabras me hacen pensar en Tezuka? –Ya lo arreglaste, supongo…- “como si ese tipo me escuchara” –sí, sólo le dije un par de cositas-, -bueno-.
Las mejillas de Ryoma se sonrojaron cuando su hermano le acaricio el cabello y le abrazó pegándolo a su pecho –nos van a ver-, -no me importa-.
Kaoru vio a los hermanitos y se sonrió de alegría, le gustaba que el menor tuviera esa sonrisa hermosa y delicada en su rostro, atesoraba cada lado tierno del menor.