Hace más de una hora han sacado a Hoseok y Jimin de la clase.
Estoy casi muriendo de los nervios, contando los malditos segundos, uno por uno, para poder salir de esta sala y así, ir a buscarlos.
El timbre indica la salida y salgo a rempujones con mis demás compañeros.
Los busco por el patio, pero no parecen estar ahí.
Recorro prácticamente todo el colegio y ni rastros de ellos.
-Deben haberse ido apenas sonó el timbre- Pensé, suspirando resignado mientras salía fuera de la escuela.
Cuando caminaba en dirección a mi casa, escuché una carcajada muy familiar.
Mi corazón pareció detenerse por un segundo y luego volver a palpitar de una manera extraña.
Comienzo a girar en círculos, buscando esa risa que me traía loco.
-Jin, ¿Eres tú?
Esa fue la pregunta que me encontré haciéndome a mí mismo.
-No, él no puede ser.
Esa fue la respuesta que me encontré dándome a mí mismo.
Mi cabeza es un caos. Un caos hasta que mi vista se clava en dos personas que van jugueteando bastantes metros delante de mí por la vereda.
Ellos parecen no haberme percibido.
Van irradiantes de alegría.
Decido apurar el paso, escabulléndome detrás de los árboles, para ver si de esta manera logro escuchar en parte lo que dicen.
-Hoseok… ¿Es cierto lo que me estás diciendo?
-Sí Jimin, de verdad me gustas mucho.
En ese momento sentí como algo se rompía dentro de mí.
-Yo… te he llegado a querer en este poco tiempo.
¿Cuánto tiempo te llevó quererme a mí, Hoseok?
-Jimin… me gustaste desde que entré por esa puta puerta, de ese puto colegio. Todo en mi vida parece una putada… menos tú.
¿Yo también soy parte de esa putada entonces?
¿En tan poco tiempo te olvidaste de mí?
Veo dolorosamente como Hoseok se acerca a Jimin y lo envuelve entre sus brazos en un tierno abrazo.
Me quedo estático y al querer retroceder piso unas hojas secas, haciendo un fuerte sonido.
Jimin quien está de espaldas a mí no parece percatarse. Pero Hoseok… Hoseok al parecer sí, porque por un segundo siento su vista cruzarse con la mía.
-Jimin, se me había olvidado que tengo algo que hacer, ¿Puedes irte solo?
-Claro, nos vemos.
Observo como Jimin vuelve a emprender el paso y Hoseok se voltea rápidamente caminando en mi dirección como un demonio.
-Mierda- Susurro para mí mismo, mientras apoyo mi espalda en un árbol- Él me ha visto.
Casi al instante lo veo pararse delante de mí.
-¿A quién crees que andas siguiendo?
-La vereda es libre, puedo caminar donde quiera.
-Si es libre, camina por ella, no te escondas detrás de los árboles. ¿Cuánto tiempo estuviste escuchándonos?
-Lo suficiente para oír cómo te le declarabas.
Él suspira y recarga su espalda en el árbol que está enfrente de mí.
-¿Qué quieres que te diga Yoongi? Es tal y como lo escuchaste.
-¿Y yo?... ¿Dónde quedo yo en todo esto?
Él hace una mueca de molestia.
-En ningún lugar… Desde un principio tú tampoco me diste cabida en tu vida. Me cansé Yoongi… Me cansé de siempre andar a escondidas contigo. Guardando las apariencias que sinceramente me importan un carajo.
-Hoseok… - No sabía si debía decir esto, pero realmente los recursos se me estaban agotando- Yo te amo.
Hoseok me mira totalmente anonadado.
Lentamente comienza a acercarse a mí y pone sus manos sobre mis mejillas.
Cierro los ojos ante su contacto.
-Ya es muy tarde para decir esas palabras.
Abro los ojos de inmediato y la calidez de las manos de Hoseok se aleja de mí.
-¡Hoseok!- Grito un poco, cuando veo que se aleja de mi unos metros.
Él se detiene de repente, aunque aun así, sigue dándome la espalda.
Observo como aprieta los puños.
-Si supieras Yoongi… Si supieras que sucede conmigo… Vete, aléjate de mí, yo sólo te hare daño.
Y comienza a correr velozmente.
Y yo comienzo a morir de a poco.
Por andar siguiéndolos me pasé de mi casa.
Cuando llego a ella, encuentro a mis padres sentados en el living, tomando tranquilamente un café, con unos grandes pedazos de torta.
-Sólo compran cosas deliciosas cuando hay visita, ¿Quién habrá venido hoy?- Pensé para mis adentros.
-Hola Yoongi- Dice mi madre mientras me ofrece un poco de café de su tazón- ¿Quieres?
Niego rotundamente con la cabeza.
-Hijo siéntate- Me dice mi papá golpeteando un espacio en el sillón junto a él.
Le hago caso y me llevo a la boca un pequeño pedazo de torta con una minúscula cuchara.
-Tenemos visita.
Creo que lo sospechaba…
-¿Enserio?- Finjo sorpresa- ¿Quién?
-Sube a tu habitación, te está esperando ahí.
Arrastro los pies fuera del living y me dirijo a las escaleras, subiendo dificultosamente.
Es mi hermano.
Como lo odio.
Ahora tenía que ir ahí, pretender que lo quería y demás shows familiares que no me importan.
Abro la puerta de mi habitación y entro.
Y…
No veo a nadie.
-Menuda mierda.
Entonces voy a voltearme de regreso a la puerta y siento como unos dedos aprisionan mis ojos.
-¿Quién soy?
Esa voz. Ese perfume. Esas manos.
Me retuerzo buscando la liberación y la consigo.
Al momento me giro en dirección a la otra persona.
Me quedo mudo y estático.
-Que te he dicho sobre las malas palabras. No me gusta que las digas.
Me sonríe y siento que mis piernas pierden todas sus fuerzas.
-S-Seokjin.