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Hotline por PorcelainBae

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No formaba parte de los planes de BaekHyun para ese sábado que sus mejores amigos, JongDae y KyungSoo, se aparecieran en su departamento a las ocho de la mañana con la excusa de querer ayudarlo para que su cita fuera un éxito rotundo.


—No deberías estar tan nervioso, Baek —Fue JongDae quien interrumpió los diálogos de la película que se reproducía en su televisor. — Ya te besó, lo que tendrán hoy no será más que una formalidad antes de someter tu hermoso culo.


—¿Podrías dejar de hablar del trasero de BaekHyun? Algunos queremos ver la película tranquilos. — KyungSoo habló sin apartar la mirada del gran televisor.


JongDae pintó una sonrisa en sus labios.


—¿Debería darte también de esa hot-line? Tal vez puedas tener la misma suerte de BaekHyun y encontrarte a un tipo guapo que te folle tan duro como para olvidar tu nombre.


BaekHyun habría reído sin parar por ese certero golpe que KyungSoo le propinó a JongDae, pero simplemente no dejaba de darle vueltas a las palabras del chico que ahora se retorcía de dolor por la patada en sus bajos.


No mentía, él también había considerado la posibilidad de que ese encuentro no fuera más que un formalismo antes de tener sexo con ChanYeol, y de hecho la idea no le desagradaba porque el tipo parecía un jodido dios aún con esas piernas torcidas y delgadas. El punto era que BaekHyun ya no se imaginaba así, en una relación basada en sexo porque él mejor que nadie conocía a la perfección cómo terminaban, y no planeaba pasar por la misma situación dos veces. ChangMin había marcado mucho su vida como para permitirse sufrir por el mismo motivo.


—¿Debería cancelar la cita?


Lo que parecía una batalla entre los otros dos intrusos se detuvo tan pronto como BaekHyun lanzó la pregunta al aire.


—¿Qué mierda estás diciendo, BaekHyun?


—Piénsalo, Soo. Nos reuniríamos para conocernos por primera vez pero él. . . él me beso en ese ascensor.


—Sí sabes que eso no tiene sentido, ¿no?


El pelinegro frunció el ceño y giró sobre sus talones, ignorando la voz de JongDae tanto como podía. En completo silencio caminó hasta su habitación y cerró la puerta provocando un golpe sonoro como advertencia para que ninguno de sus amigos se atreviera a ingresar. A ojos cerrados se acercó a su cama y dejó que todo su cuerpo e hundiera en la superficie suave, removiéndose cual niño con rabieta porque no sabía qué mierda hacer.


Lo que parecieron horas para BaekHyun, fueron interrumpidas por la melodía de su teléfono móvil. Sin ánimos de nada lo sacó del bolsillo de su pantalón de pijama, dispuesto a no contestar hasta que en un flash reconoció el número que le marcaba.


—¿BaekHyun?


—Sí, ¿quién habla?


Apoyó todo su peso en un brazo y se impulsó hasta llegar a sentarse en estilo indio sobre la cama con el corazón en la garganta.


—No hay forma que te olvides de mí, Baek.


—Park ChanYeol, eres un completo idiota.


Y como hacía menos de un mes, BaekHyun pudo sentir cómo los labios del alto se curvaban en una sonrisa ladina, hijo de puta.


—¿Qué tal si nos vemos hoy en mi departamento? Realmente no quiero salir, ya sabes.


El pelinegro bufó.


—Que vaya a tu departamento no significa que folle contigo, ¿entendido?


—No haré nada que tú no quieras, bebé.


BaekHyun sonrió como colegiala y colgó, dejándose caer de nuevo sobre la cama.


***


Luego de la llamada de ChanYeol, BaekHyun relató lo sucedido a sus dos mejores amigos que ya se encontraban preparando algo para comer. JongDae se encargó de llenar la cabeza de BaekHyun de tantas ideas retorcidas que al pequeño pelinegro le entró pánico y tuvo que ser socorrido por KyungSoo ante las risas estruendosas del de sonrisa felina.


Antes de las siete de la noche BaekHyun abandonó su departamento con la promesa de volver para pasar la noche en su propia habitación, claro que ninguno de sus amigos creía que fuera así.


ChanYeol le dio su dirección por un mensaje de texto pocos minutos luego de colgar la llamada. Para sorpresa del empresario el alto no vivía muy lejos de su hogar, apenas unos diez minutos en auto, veinte a pie.


Un gran complejo privado se alzó frente a él. El taxi se detuvo frente al portón negro que correspondía a la entrada de la zona residencial, demasiado exagerada para BaekHyun; pagó por los servicios y bajó del vehículo con prisa debido al frío que calaba sus huesos. Un simple mensaje de texto avisando su presencia y unos minutos de espera fueron lo necesario para que ChanYeol apareciera frente a él, con unas gafas de montura gruesa y una sonrisa adormilada que solo logró que BaekHyun quisiera abrazarlo.


El alto se hizo a un lado dándole ingreso a la residencia. En total silencio ambos jóvenes se encaminaron hasta una de las torres cercanas, agradeciendo que esta tuviera calefacción en el lobby común para combatir el frío.


—Te ves distinto. Las gafas te quedan muy bien.


ChanYeol curvó sus labios mientras oprimía el botón del ascensor, esperando que este descendiera para poder llegar a su hogar.


—Tú te ves deslumbrante, Baek, esos pantalones realzan tu trasero.


Antes de que el mencionado pudiera reaccionar, fue ChanYeol quien lo tomó del brazo para meterlo en la cabina del elevador antes de que este cerrara sus puertas. No vio qué piso había marcado el alto pues la mente de BaekHyun seguía inmersa en el orgullo que su trasero trabajado le hacía sentir.


No dijo nada cuando el alto volvió a tirar de él cuando llegaron a su piso, el doceavo. No se sorprendió al hallar una sola puerta, supuso que la zona y el tipo de edificación solo se acoplaban a personas de dinero que pudieran costearlo. Sonrió apenas, regresando de esa pequeña burbuja en la que se había metido solo para ser bienvenido por un gran ventanal y una vista magnifica de la ciudad que iluminaba. El departamento de ChanYeol era todo lo que se esperaba de un fotógrafo, millones de fotos decoraban sus paredes, todas tan distintas pero con el mismo estilo.


—Lamento si está algo desordenado, hice mi mejor esfuerzo. Mi jefe no podía ver el desorden en el que vivo.


BaekHyun bufó e hizo caso omiso de las palabras del alto, recorriendo por sí mismo esa gran pared iluminada por las luces de la ciudad, haciendo que el ambiente se tornara aún más íntimo entre ambos. Siente la presencia del ajeno tras de sí, casi es capaz de asegurar que el aliento adverso roza su nuca, provocándole un estremecimiento.


—¿Te gustan?


La voz rasposa se une a un par de manos sobre su cadera y BaekHyun solo puede contener la respiración y asentir. Los dedos se ChanYeol tamborilean sobre su piel haciendo que un cosquilleo se plante en su cuerpo.


El silencio entre ambos es absoluto, sus respiraciones entremezcladas con el eco del bullicio de las calles hacen que el ambiente no se sienta tenso. BaekHyun observó de reojo el perfil ajeno, sus largas pestañas y sus labios gruesos; inconscientemente relame sus propios labios, imaginando el exquisito roce y la sensación que el alto le dejaba en la boca.


Tal y como si ambos hubieran pensado lo mismo, se unen en un contacto duro, necesitado y pasional. Son las manos de ChanYeol las que terminan por voltear a BaekHyun, recibiéndolo por completo entre sus brazos como si realmente perteneciera ahí. La respiración entrecortada hace que el roce termine más pronto de lo realmente querido. Es solo un segundo en el cual sus miradas se encuentran, el fuego en ambas es notorio porque aunque BaekHyun no quisiera aceptarlo, ChanYeol lo ponía muy duro.


El alto sonríe como el hijo de puta que es en la empresa, sus manos descienden lentamente hasta su trasero y eso le basta a BaekHyun para lanzarse a él, rodeando su cuello con sus manos e impulsándose para atar sus piernas en las caderas ajenas. Ambos ríen en algún momento de ese nuevo beso, millones de mordidas se escapan por ambos marcándose entre sí como si de eso dependiera su vida.


ChanYeol camina hacia una pequeña isla que divide la cocina de la sala en su departamento, ubicando a BaekHyun ahí mientras se pierde en la mirada castaña del pelinegro.


—Dijiste nada de sexo.


—Y tú dijiste que harías solo lo que yo quisiera y quiero esto, Park.


ChanYeol se limitó a asentir completamente a gusto con la respuesta del pequeño pelinegro. Lentamente se acercó a su rostro, tanteando sus labios con su aliento cálido. Tal y como esperaba, BaekHyun se lanzó de nuevo hacia él para tomarlo en un beso más tranquilo, rítmico, calmo; las manos del pelinegro se mantenían en los hombros ajenos, jugueteando con la tela delgada de esa camisa blanca que el fotógrafo llevaba encima mientras este recorría los costados de su torso solo con la yema de sus dedos. El pelinegro dio el siguiente paso al iniciar un lento descenso por su torso, deshaciendo cada uno de los botones que mantenían cubierto al alto.


BaekHyun había imaginado ese momento desde la primera vez que se tocó pensando en ChanYeol. Sus brazos fuertes se ajustaban a la perfección a su cintura algo marcada. Abandonó los labios del fotógrafo solo para emprender un camino hasta el torso bañado en luces, pequeños besos en su cuello y clavículas escaparon de BaekHyun sin su consentimiento. ChanYeol solo podía disfrutar de esa sensación cálida que le quedaba en el pecho con solo sentir los labios ajenos sobre su piel, quemando hasta la última parte de esta. Con cierta necesidad reclamó sus labios, volviendo a tocar su trasero antes de cargarlo y llevarlo al sillón porque sí, había decidido que lo tomaría ahí.


En ese pequeño viaje BaekHyun se quitó la chaqueta delgada que llevaba justo a la camiseta de hilo fino dejando como único adorno en su pecho la parte colgante de su gran bufanda. A tientas el alto ocupó un espacio en el sofá, BaekHyun se sentó a horcajadas sobre él sin separar ni un segundo sus labios.


La piel del más bajo se escarapeló ante el mínimo roce que ChanYeol tenía en su piel desnuda. Su cuerpo reaccionaba con mayor rapidez de lo que recordaba de sus últimos encuentros íntimos, cualquier tipo de muralla que el mismo BaekHyun hubiera construido ChanYeol la deshacía con un simple suspiro.


BaekHyun dejó que sus manos cayeran en el abdomen del alto, delineaba el borde de ese pantalón de jean que poco a poco se le hacía más molesto. El bajo se alejó de ChanYeol con un chasquido que rayaba en lo obsceno, pero a ninguno de los dos de importa; ante la atenta mirada del fotógrafo, BaekHyun cae sobre sus rodillas mientras dedica más tiempo del necesario a deshacer el broche de los pantalones ajenos, corriendo el zipper con tanta lentitud que a ChanYeol le parece una tortura. BaekHyun apenas puede sonreír ante la visión del miembro ajeno. En un suspiro BaekHyun se encuentra probando del pene de ChanYeol por encima de la tela, el líquido pre-seminal se combina con los restos de saliva que el pelinegro deja contra el bóxer; con ayuda de sus dientes libera poco a poco el miembro del alto. ChanYeol jadea con cierta furia, sintiéndose incapaz de recordar algún momento de su vida que iguale el placer que le brinda la imagen del bajito contra su intimidad. Y por más que ChanYeol lo hubiera previsto, cuando BaekHyun toma su pene entre sus dedos, recorriendo su extensión, deja escapar un gemido ronco que estimula al pequeño entre sus piernas.


En cuestión de segundos tiene al más bajo comiéndose su erección como si de un dulce se tratara. La forma en la que sus labios finos rodean su intimidad y la mirada coqueta que intercambian cada que sus ojos se enlazan era exquisita para el alto.


—Baek. . . —Le llama, su voz una octava más grave de lo común. Sus dedos se posan en las mejillas del pelinegro, tirando suavemente de él para devorar sus labios con más necesidad que antes. A ChanYeol le importa una mierda que su pene palpite, pidiendo más atención.


El pequeño pelinegro inicia un movimiento incesante de caderas de forma inconsciente y es que gracias al fuego en la mirada del otro pelinegro solo había conseguido tener una erección, la más dolorosa que en su vida había experimentado. Sus propias manos se encargaron de quitar cualquier traba que dificultara el contacto entre ambos miembros, pero antes de que BaekHyun pudiera masturbarse ante el alto, ChanYeol tomó ambas manos del empresario y las ató con esa bufanda que seguía sobre sus hombros.


Ninguno de los hombres dijo nada, BaekHyun solo pudo jadear cuando las posiciones se invirtieron y terminó siendo él quien acabara con el cuerpo sobre el cuero del sillón. ChanYeol había quitado hábilmente los pantalones ajenos y ahora bombeaba la extensión del bajito mientras este se removía inquieto, suplicando por más atención.  Una sonrisa ladina cruzó los labios del alto mientras se deshacía en los pezones rosados del pelinegro; su lengua se encargaba de humedecer hasta la última parte de su cuerpo como si de eso dependiera su vida, logrando que BaekHyun sintiera más de lo que podía soportar en su vientre bajo.


Los pequeños cabellos de la nuca de ChanYeol se erizaron cuando BaekHyun largó un gemido alto, dándole una idea de qué tan agudo podía llegar su jefe. Recorrió con besos su torso, marcando cada centímetro de él para proclamarlo suyo. Su aliento caliente rozó el glande del pelinegro, ganando otro gemido que le incitaba a más; ChanYeol se tomó un momento para reconocer la anatomía de quien tenía ahí, admirando cada detalle de su ser como si acabara de hallar la perfección. Sus lentes desaparecieron en un suspiro y, sin cuestionar nada, metió la intimidad del ajeno en su boca, imitando el actuar de quien anteriormente le había dado atención.


BaekHyun se deshacía en placer, jadeando tanto que podía sentir que su garganta poco a poco se ponía rasposa. La lengua de ChanYeol era magnifica, hacía de ese encuentro mejor de lo que BaekHyun podía siquiera recordar. Con cierto nerviosismo llevó sus manos a la cabellera pelinegra del alto, pidiendo su atención.


—Yeol —Lloriqueo removiéndose ante la profundidad de la mirada contraria. — Te necesito.


ChanYeol se reincorporó sin borrar la sonrisa triunfal de sus labios. —¿Qué necesitas?


—Te necesito a ti.


Bastó el susurro de BaekHyun para que algo en ChanYeol terminara de quebrarse, dejando de lado todo el autocontrol que tenía. Sin responder ni una sola palabra alcanzó sus dedos hasta los labios del pequeño pelinegro quien poco tardó en comprender lo que debía hacer. ChanYeol estuvo a punto de correrse con la sola imagen de BaekHyun lamiendo sus dedos; su rostro tenía un brillo rojizo y su cabello estaba desordenado, tan excitante.


Cuando consideró que ya estaba listo, sacó sus dedos y plantó un beso en los labios adversos, advirtiendo lo que seguiría. Con un gesto firme le ayudó a cambiar de posición; las rodillas del bajito quedaron en el suelo y su torso descansaba sobre el sillón. ChanYeol no hizo mucho jugueteo al introducir sus dígitos en el interior ajeno. BaekHyun solo mordía su labio inferior mientras se acostumbraba a la nueva intromisión, moviendo sus caderas en sentido contrario una vez que le halló placer.


Los dedos restantes fueron añadidos a uno, ensanchando las paredes del empresario mientras este solo se deshacía en sollozos necesitados. En algún punto de las penetraciones que ChanYeol le daba, encontró su próstata. BaekHyun gimió alto, arañando la superficie de cuero que cubría el sofá.


La voz de ChanYeol estaba una octava más grave, maldiciendo el espectáculo que el trasero blanquecino de BaekHyun le daba y simplemente no pudo esperar más. Sus dedos fueron sustituidos por su pene de un solo movimiento haciendo que el pelinegro arqueara la espalda y deshiciera su voz en una exclamación audible. Poco pasó para que BaekHyun se acostumbrara a él, repitiendo el movimiento que hacía con los dedos ajenos y encontrando que esa sensación placentera era aún mejor.


El rostro de BaekHyun se encontraba con el respaldar del sillón con cada penetración, sirviéndole de un aguante a todas las maldiciones que le dedicaba al más alto por lo poco considerado que era con su culo entremezclado con los gemidos y jadeos que la rudeza ajena le provocaba. Las manos del fotógrafo sostenían la cintura del bajo, tomándolo como soporte para hacer más profundas sus penetraciones. En su errático movimiento alcanzó el punto dulce del bajito, abusando de él. BaekHyun llevó sus manos a su propio miembro, utilizando la parte baja del sofá como apoyo para masturbarse. Sus dedos alcanzaron a autocomplacerse por unos cuantos minutos antes de alcanzar el orgasmo, temblando cuando toda su esencia escapó de sí. La imagen de un BaekHyun tembloroso le llevó al séptimo cielo y así llegó al orgasmo, segundos después. Su esencia llenó el trasero del bajo, llegando incluso a resbalar parte de él por sus muslos.


BaekHyun no se perdió la sonrisa sutil de ChanYeol, esbozando una propia como resultado.


***


—¿Entonces qué? ¿Solo dejaste que te follara y te fuiste?


KyungSoo se había presentado en el departamento de BaekHyun a las ocho de la mañana completamente seguro de no encontrar a su pelinegro amigo. Su rostro fue un poema pues ni bien terminó de anunciar su llegada, un somnoliento BaekHyun salió de su habitación mientras lo recibía con una sonrisa.


—Exacto. — Byun BaekHyun sabía que la frescura con la que hablaba pronto haría que su mejor amigo lo mandara a la mierda, pero no podía evitar divertirse con el rostro confundido que tenía en frente. Ambos estaban en la sala del mayor, BaekHyun se tomó la molestia de preparar algo de café antes de contarle cómo es que su cita había ido.


—¿Qué mierda pasa contigo?


BaekHyun suspiró, listo para dar las explicaciones que KyungSoo necesitaba.


—Tuvimos sexo, fue bueno lo admito. Pero entre nosotros no puede existir nada más que un trato laboral. Él es el fotógrafo de la empresa, ¿qué crees que pensarían los demás miembros de la directiva si ahora salgo con él? Además, Soo, no porque ahora conozca al chico que me movió el piso por algo más de un mes significa que vivamos un romance perfecto. No vivimos en un cuento, las cosas no son así de fáciles.


El silencio que KyungSoo le dio significó una batalla ganada. BaekHyun sabía lo que hacía, no iba a perder el tiempo enamorándose de alguien a quien poco conocía.


—Estoy jodido.


El pelinegro alzó una ceja y observó con interés a su amigo, quien parecía hablar más consigo mismo que con su entorno.


—¿Qué pasó?


—JongDae me dio el número de. . . —Los labios en corazón de KyungSoo se fruncieron apenas. — Ya-sabes-qué.


BaekHyun abrió los ojos con sorpresa, entendiendo a dónde quería llegar.


—¿Cómo se llama?


—Kai.


***


Contra todo pronóstico, el lunes fue el día más tranquilo para BaekHyun. El proyecto ya estaba próximo a culminar, todas las fotos estaban listas y solo faltaba la confirmación de Moonlight para dar todo por finalizado.


BaekHyun se encontraba en su despacho, revisando por última vez las fotos que presentarían en la campaña publicitaria y que seguro significaría un nuevo asenso en su vida laboral. No pudo evitar recordar las fotos que decoraban el salón de ChanYeol, sin duda alguna el fotógrafo tenía una habilidad especial pues aunque el estilo comercial no parecía ser su fuerte, las fotos que había tomado eran las mejores que BaekHyun había visto jamás.


Luego de intimar, BaekHyun no volvió a saber del alto. No hablaron ni por mensajes ni por llamada ese domingo, y en todo ese primer día laboral no se había cruzado con ChanYeol aun cuando pasaba más tiempo en los estudios de fotografía que en su propia oficina.


Una sonrisa melancólica cruzó sus facciones mientras ordenaba las fotos de nuevo, metiéndolas en el file correspondiente a la empresa. Realmente había imaginado una relación con ese bobo fotógrafo, porque realmente esperaba vivir un romance de cuento de hadas aunque a KyungSoo le dijera lo contrario.


Dejó de lado el file y llamó a SeHun, pidiéndole que se contactara con Moonlight para hacer la entrega de lo correspondiente a la campaña publicitaria.


—BaekHyun.


El nombrado alzó la mirada, dedicándole una sonrisa cálida a su asistinte.


—Dime, Hunnie.


SeHun mordió el interior de sus mejillas mientras desaparecía por la puerta dejando a un BaekHyun algo confundido. En menos de un minuto regresó con un arreglo floral no muy llamativo. El empresario alzó ambas cejas, levantándose del lugar que ocupaba para observar con mayor facilidad el regalo que el menor le llevaba. Encontró una tarjeta con el logo de la empresa que había enviado el arreglo, y en ella unas simples palabras que lograron que su corazón latiera como el de una jovencita enamorada.


“En toda mi vida he conocido a muchas personas, pero entre todas ellas la única que ha logrado cautivar mi alma has sido tú, Baek.


Nuestro inicio no fue común, quizá tampoco el mejor. Quiero hacer las cosas bien por primera vez en mi vida. Permíteme cortejarte como debe ser, invitarte a salir y hacer todo lo que una pareja hace.


Byun BaekHyun, ¿me darías la oportunidad de enamorarte?”


ChanYeol apareció tras SeHun con una sonrisa nueva para BaekHyun, una sonrisa a la cual podría acostumbrarse sin problema. El pequeño arreglo quedó en el escritorio del pelinegro gracias a SeHun, el único espectador del momento.


La distancia entre ChanYeol y BaekHyun fue disuelta por el alto, el nerviosismo era notorio en su torpe actuar. Llevaba las gafas que BaekHyun vio el sábado y eso solo hizo que su corazón retumbara en su pecho. Con total calma se acercó a los labios del alto, dejando en ellos un pequeño beso que seguro marcaría el inicio de su propio cuento de hadas.


—Enamórame, ChanYeol.


 


FIN.


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