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Debilidad de un Deseo Reprimido por ruru_san

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VII. De como NO oponer más resistencia

 

Y así fue como ocurrió.

 

Lo que aterrorizado había querido evitar. Lo que desesperadamente no había querido ni siquiera imaginar y mucho menos intentar.

 

Era como si de un plumazo todo lo que creía ser se hubiera esfumado y por primera vez estuviera mirando una cara propia que nunca había sido capaz de ver cada mañana en el espejo.

 

La temible tensión que existía entre los dos pudo ser arropada por los actos de ambos y terminó por romperse al llevar acabo el contacto más agresivo al que jamás antes se habían enfrentado sus bocas.

 

La lengua de Andou estaba caliente y tenía un achocolatado pero almizclado sabor que no estaba seguro de haber probado hasta entonces en ninguna parte. Sabía a chocolate, quizás a café... No supo cómo, pero estaba entregándose a la sencilla pero increíble sensación que le ofrecían esos firmes labios... La metálica pieza del labio inferior le hacía cosquillas y aun así no fue distractor suficiente como para darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

 

Fue Ryosuke quien le concedió un suspiro y apartó su boca para besarle los pómulos, las mejillas y en los oídos... ¡Cuan magnifico resultaba el escuchar esa respiración agitada tan de cerca! Ambos estaban perdidos en el otro y Yuuto jamás se imaginó que algún día sus formas se amoldarían tan perfectamente a las de otra persona... En un momento de lucidez que no duró ni a penas dos segundos, consideró la posibilidad de que hasta ahora había estado buscando todas esas sensaciones en lugares equivocados. No era posible que en una sola persona encontrase todo aquello que los seres humanos pretendían llegar a experimentar en la vida.

 

Mientras Andou le besaba húmedamente en la manzana de Adán, él se supo en un estado de satisfacción que no había sentido quizás desde que consiguió adquirir su primera guitarra, cuando piso al fin un pequeño escenario... Aquello no se comparaba ni siquiera con su primer beso o la ocasión en que decidió perder la virginidad con una de sus compañeras de clase luego de terminar la secundaria. Aquello no era una simple sonata... Ambos hacían ruido y sus cuerpos pugnaban por gritar y dejarse escuchar.

 

Esas grandes manos que cotidianamente tecleaban en el portátil a la velocidad de la luz, ahora se deshacían en acariciarle la espalda baja de manera descendente... Yuuto sabía a donde era que se dirigían, él mismo llegó a hacer aquello en las contadas ocasiones en que tuviera intimidad con alguna chica... Andou le sujetó por las nalgas y, más natural de lo que hubiera esperado de si, él mismo se encargó de adelantar las caderas... Qué más daba si sus bocas se habían vuelto a encontrar y ahora eran sus manos las que se deshacían en revolverle los largos y castaños cabellos al mayor.

 

Todo dejó de tener importancia. Los prejuicios, lo que hasta ahora consideraba era bueno para él... Todo se fue volando por el enorme ventanal que daba a la terraza. Daba lo mismo, porque por primera vez podía concentrarse solo en sentir y no en resolver los problemas económicos que le caían encima como avalancha. Se concentraba en el beso y no en pensar en que otro estudio rechazaría el material musical que con tanto esfuerzo elaboraba con sus compañeros y amigos de banda. Se enfocaba solo en ese cuerpo pegado al suyo y no en la vieja casa de su madre que parecía estar maldita y era rechazada por cada comprador que llegaba a interesarse por ella; en esos tiempos nadie deseaba terrenos, lo de hoy eran los pisos de departamento. Más en ese momento... Por primera vez en mucho tiempo se sentía vivo.

Y solo cuando estaba dispuesto a atesorar la vida con los brazos abiertos, permitiéndose la oportunidad de vivir de fantasías y cosas imposibles... El interfono que conectaba con el recibidor del edificio sonó.

-¡Esto no ha pasado! – Exclamó el asistente luego de separarse histéricamente del otro casi como si este quemara... En realidad quizás solo era que él mismo se sentía a mitad de un incendio.

Yuuto se llevó el dorso de la mano a la boca, sorprendiéndose de lo imposible que le resultaba siquiera hacer amago de querer limpiarse los labios. No quería, no lo haría... Por qué lo haría si el sabor de los dos continuaba en la superficie y en todos sus sentidos. Lo que antes se llevase con tanta naturalidad ahora le parecía demasiado perturbador... ¡Por todos los cielos! Lo que acababa de ocurrir, el haberlo disfrutado... ¿Hacía que dejase de ser... heterosexual? La sola cuestión le taladró el cerebro y mil veces deseó que alguien le realizara una trepanación para que le apretaran el tornillo que fuera que se le hubiera aflojado en su cabeza como para atreverse a tal cosa.

Andou dio una zancada en su dirección y el menor retrocedió un minúsculo paso. Era como si sus pies se negaran a marcar mayor distancia que eso.

-¿Seguro?- Preguntó Ryosuke achicando los ojos y levantando a penas una de las comisuras de sus labios en un bosquejo de sonrisa. Yuuto se extrañó por el gesto, casi le parecía que había arrepentimiento en aquellos ojos... Pesar. De lo que si estaba seguro era que Ryosuke Andou no debía tener tanto éxito con sus conquistas si les mostraba semejante expresión dolorosa...

Fue en ese instante de confusión que Ryosuke aprovechó para terminar de cerrar distancias y robarle un beso corto. De alguna forma no sentir pesar le costaba trabajo... Yuuto era disciplinado con el trabajo, no siempre estaba de acuerdo con lo que se le exigía, divertido cuando menos lo esperaba y sus besos agresivos demandaban mucho más de lo que él podría ofrecerle nunca... Lo depositaba todo en ellos, bastaba con hacer contacto con estos para hacerse una idea de todo lo que ese joven cargaba a cuestas. Lo mejor era comenzar a acostumbrarse a echarlos de menos.

Era demasiado tarde.

Ambos sabían que algo irreversible había comenzado a andar tal vez desde el mismo instante en que Ryosuke se devolvió sobre sus pasos para encontrarse con que Yuuto permanecía perdido exactamente en el sitio en el que le había dejado en su habitación.

La voz de Abeshi se dejó escuchar en el interfono avisando que subiría para meterle prisa a su jefe pues el avión a Londres saldría en cosa de treinta minutos. El empresario le dedicó una rápida mirada a su asistente.

-"¡Esto no ha pasado!" – Remedó el mayor y se ganó un golpe en el hombro por parte de Yuuto. Ambos abrieron los ojos con sorpresa al darse cuenta de lo que esa agresión significaba...

Posible exceso de confianza. Peligroso para los dos.

-Ya vete. –Fueron las dos palabras que Yuuto dijo antes de cruzarse de brazos y desviar la mirada con el entrecejo fruncido.

-Piensa lo de Kyoto.

Poco importaba que estuviera de brazos cruzados como para hacer de barrera. Para Ryosuke, que ya había comprobado de buena mano lo delgado que era su empleado, no le costó ningún esfuerzo el rodearle la cintura para volver a atraerlo contra su cuerpo. Los ojos de Ryosuke estaban en él y sin ningún recato le ofreció sus caderas como una muestra de lo que le esperaba si se atrevía a aceptar la invitación... Con incredulidad Yuuto tuvo que reconocer que la idea no le encantaba, pero... ya no la consideraba como una asquerosa posibilidad y, sin temor a equivocarse, el sentir aquella entrepierna contra su muslo... encendió algo en su interior que hasta entonces ni una sola señorita había conseguido encender. ¿Sería solo curiosidad? Arriesgarse solo por curioso le provocaba vértigo.

-¿De qué tienes miedo? – Le preguntó Andou.

Y el joven decidió responder sin tapujos, dejando caer los brazos a ambos lados.

-No tengo miedo. – Le miró con recelo. – Pero... yo no soy... gay.

Nadie hizo nada por romper ese abrazo en el que Yuuto ahora colaboraba con el simple hecho de descansar las manos sobre los hombros ajenos. Curiosamente los ojos de Ryosuke no mostraban ni una pizca de burla ante lo que acababa de confesarle.

-Nadie está diciendo que lo seas.

Yuuto mordisqueaba su labio inferior con indecisión, pero luego de suspirar fue que respondió:

-Olvidemos esto ¿quieres, Andou? – Y entonces esas manos sobre los hombros de su jefe ayudaron para separarlo de sí.

Palabras absurdas y ambos lo sabían.

* * *

- Mamá, no es momento para llorar.

Su madre no solía hacer esa clase de escenas, pero luego de haberla visitado dos días consecutivos suponía que la dejaba bastante afectada el no saber cuándo era que volvería a ver a su único hijo. Ese par de días le recordaron demasiado a aquellos días en que la señora Shinji podía andar perfectamente por su propio pie y le preparaba el almuerzo antes de ir a la facultad o le preguntaba cómo iba todo con los ensayos con la banda. En esos tiempos bastaba con la pensión de su madre y el trabajo de medio tiempo que él tenía en un restaurante de comida rápida... La maldita residencia en donde la tenía era ahora todo un dolor de cabeza. Eso y los gastos de la casa de su madre eran una cosa y continuar dando pasos de ciego con un proyecto musical que no parecía agradarle a nadie era su pesadilla de cada día.

Pensar en que tus sueños pueden llegar a convertirse en tu cruz, una inversión que no da frutos... Es posiblemente lo peor que te puede ocurrir en la vida.

Su jefe se marchaba a Kyoto al día siguiente y eso le daría como mínimo unos tres días para intentar ponerle algo de orden a su vida. Ver a su madre y tocar un poco con los chicos le vendría bien... no recordaba cuando había sido la última vez que consiguieron alquilar un estudio por un par de horas para disfrutarse juntos. ¿Medio año quizás? A veces terminaba tan agotado que tampoco se acordaba de cuando fuera la última vez que tuvo en manos su querida guitarra. ¿Aún podría tocarla? ¡Claro que sí! Su madre siempre discutía que el talento era algo con lo que se nacía.

-¿Vendrás mañana? – Preguntó su mamá ya a la entrada de la residencia, con una enfermera detrás pidiéndole que volviera a tomar asiento en la silla de ruedas... Hacía ya un par de años que la mujer ya no podía sobrellevar la artritis reumatoide como había hecho con anterioridad, lo cual hacía que para Yuuto fuese todavía más doloroso verla intentando mantenerse en pie... y lo peor, se sentía miserable por estar quejándose de sus deudas.

-Haré lo posible...

Mil veces prefería decir aquello a asegurar nada. No tenía ni idea de con cuanto trabajo era que Andou volvería, pero se esmeraría por terminar pronto y darse un respiro yendo a la residencia por lo menos un par de veces más. Con esa idea fue que besó la frente de su madre antes de ayudarla a volver a tomar asiento y retirarse a casa. Fue al salir de la boca del metro que su móvil comenzó a sonar y esa acostumbrada sensación de fatalismo le embargó en cuanto vio el nombre en la pantalla...

-¿Qué sucede, Aggy?

-Sabes lo que sucede... Solo quería informártelo de nuevo.

-¿El material de hace dos meses?

-Ese mismo.

No era que disfrutase especialmente lo de hablar por teléfono, pero cuando se trataban de malas noticias le apetecía todavía menos hacerlo, por lo que no le extrañó que la llamada fuese tan breve. Era la cuarta compañía disquera que no les daba la oportunidad en ese año. ¡Ni siquiera eran de renombre! Y aún así casi podía apostar que les rechazaban sin tan solo escucharlos.

Ya ni siquiera se molestaba...

Su demo se encontraba disperso en las disqueras de la mitad de la ciudad y a veces pensaba que obtenían más al ofrecerlo ellos mismos en las calles, pero... a esas alturas, a esa edad, nadie de los tres estaba dispuesto a ello. Además de que ninguno estaba en condiciones de volver a invertir tal cantidad de dinero para imprimir tantas copias... Cada cual a sus cuestiones.

Solo debía volver a respirar con normalidad, llegar a la casa de su madre y beber un poco de té frente al televisor... Sus patéticos planes se fueron al traste en cuanto vio el auto de Andou frente a su portal y por más que lo repelió... el deseo de acelerar sus pasos se acrecentó en cuanto le vio salir de una de las puertas traseras. Estaba esperando por él y ahora caminaba en su dirección... Se veía cansado.

Yuuto percibió en su aliento algo que parecía ser sake y en sus ojos vio inseguridad.

-Ven mañana conmigo. – No sonaba a ninguna clase de exigencia, ni a suplica. Más bien se escuchaba tan derrotado como probablemente el asistente personal se sentía en esos momentos.

-Si.

Ryosuke parpadeó reiteradas veces como para intentar despejarse un poco. Ni siquiera intentaría volver a preguntarlo, se conformaría con esa concisa y directa respuesta... Una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Haz tardado tanto... - Fueron las únicas palabras que salieron de los labios del mayor. Andou se sentía aliviado de no tener que enfrentarse solo a todo lo que se le vendría encima los próximos días.

-No me he acostado nunca con un hombre. – Ryosuke no se sorprendió, tan aferrado estuvo Yuuto a repeler sus intentos de flirteo por meses que por lo menos en esa parte le creía. – De hecho no he estado con nadie desde hace algunos años. – Y entonces si Yuuto vio a su jefe abrir bastante los ojos y casi quizo arrepentirse de lo que le acababa de confesar. – No estoy aceptando esto por nada en especial. Si quieres llámalo "curiosidad".

-Yuuto... - Comenzó a llamarle Andou, al parecer no contaba con eso, con tanta franqueza por parte de su empleado. De pronto Yuuto empezó a reírse llevándose una mano a la frente... Reía histéricamente.

-Es lo que a ti te conviene ¿no? – Alcanzó a decir el joven de cabello teñido cuando consiguió tranquilizarse. – No te gustan los compromisos y para saciar mi "curiosidad" bastará una única vez. – Los ojos de Yuuto se enaguaban y enrojecían sin que este pareciera querer evitarlo.

-No me gustan las cosas serias...

-Conozco tus reglas, Andou.- Dijo Yuuto tranquilo llevándose las manos a los bolsillos de los jeans que esa tarde vestía. – Voy a seguirlas. – Agregó encogiéndose de hombros y dando los pasos suficientes para dejarle atrás. – Te veo mañana en tu departamento, debo apresurarme a preparar mi equipaje...

Ryosuke se quedó solo con eso, con la vista de la espalda de Yuuto cuando este se despedía con un gesto de la mano al aire sin darle la cara... Quizás de haber sido más observador se habría percatado de que los hombros del chico temblaban violentamente justo antes de adentrarse a su casa.

 

Notas finales:

Cuando llego a esta parte de una trama me quedo pensando en que ya se viene lo más difícil de desarrollar y como que comienzo a sentirme pequeñita, pequeñita, pequeñita. La interacción entre protagonistas en las historias románticas es una cosa bien complicada de llevar... Sobre todo si nos dejamos guiar por la idea del "Escribo lo que me gustaría leer"; a mi por ejemplo no me gusta leer homoerótica en exceso cursi o dramática, pero de eso a plasmarlo en letras... es todo un reto.

 

Saludos desde México.


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