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Debilidad de un Deseo Reprimido por ruru_san

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Cuando el jet privado de Andou se alzó al vuelo aquella mañana, Yuuto solo quería cerrar los ojos y de ser posible dormir hasta el próximo año. No era precisamente bueno con las bebidas alcohólicas, más la noche anterior tuvo el estúpido arranque de beberse entera una botella de vino que su madre conservaba desde hacía varios años en el fondo de la alacena. Vino que algún día planeaba utilizarse durante una posible cena navideña que pudieran organizar juntos... Eso ya no ocurriría, no pronto, no con la medicación de su madre en la casa de descanso... Así que se bebió hasta la última gota, razón por la cual ahora le dolía la cabeza y llevaba gafas de sol que prácticamente le cubrían la mitad de la cara.


 


Durmió tan solo una hora antes de que se les sirviera un desayuno bastante basto en comparación de lo que acostumbraba a comer en casa o incluso en los ratos libres durante la jornada de trabajo y aun así no hacía más que jugar con la comida moviéndola de un extremo al otro sin decidirse a probar bocado. El café estaba bien cargado y no pudo evitar hacer algunas muecas de asco... Ryosuke se limitaba a mirarle curioso, pero prefirió no sugerir que agregara más cucharadas de azúcar a la infusión; tenía la idea de que su empleado rechazaría la opción.


 


Esa mañana Yuuto no era el mismo de siempre. Y no lo decía por la evidente resaca con la que parecía lidiar... Si bien nunca le había visto en ese estado, lo cierto es que parecía un tanto perdido en sus pensamientos. Si Yuuto estaba pensando en lo mismo que él, la manera en que por fin había accedido a acompañarle, no le culpaba... Él mismo divagó al respecto durante toda la noche.


 


Tenía el fin de semana perfectamente planeado. Se encontraba convencido de que entre ambos existía una mutua atracción que debía saciarse pronto... El asistente podría haber pregonado una y otra vez su heterosexualidad todo lo que quisiera, pero aquel primer y único beso le había dejado la sensación de que entre los dos se podrían proporcionar el alivio necesario para hacerle frente a las distintas situaciones que por separado se les presentaban. Él llevaba meses temiendo por la celebración de su hermana.


 


Pero ahora ya no, no con el chico que a su lado iba masajeándose las sienes frenéticamente como intentando que así menguara algún probable dolor de cabeza.


 


Ryosuke se sentía tranquilo. Realmente romper corazones no le preocupaba... pero llegar a romper el de aquel muchacho sí que le habría hecho dudar. Pero sus inminentes rechazos y evasiones le tranquilizaban... Desconocía las razones de su cambio de opinión, ni siquiera las preguntaría; el hecho de que el menor estuviera convencido de que lo suyo se limitaba a algo estrictamente laboral le ahorraba demasiados quebraderos de cabeza. Sin embargo, cuando por fin vio que Yuuto se llevó un bocado de pudín a la boca fue que pidió la que recordaba era su bebida caliente favorita: Crema irlandesa con unos toques de vainilla y dos cucharadas de azúcar. A Yuuto le encantaba acompañarle a los desayunos ejecutivos por ello, ya que la crema irlandesa de la máquina de café era un asco.


 


La interrogante mirada de su mano derecha no le impidió el que degustara la crema dejándose un gracioso bigote de espuma blanca que no demoró en limpiar con ayuda de la servilleta. Ryosuke se recostó de lado en el respaldo, cruzado de brazos, se quedó mirándole comer... Él ya tenía rato de haber terminado con sus alimentos.


 


-¿Tu madre nunca pensó en darte hermanos? – Preguntó el empresario.


 


-Mi madre no puede concebir.


 


-Me refiero a que si nunca pensó en adoptar de nuevo.


 


-No me gusta hablar de eso. Las adopciones en este país son muy complicadas y... - Yuuto suspiró mientras continuaba comiendo ahora un poco de fruta. No le gustaba hablar con las personas sin mirarles directamente a los ojos, por lo que deslizó las gafas de sol hasta su cabeza sin importarle si con ello se le despeinaba el cabello. – La verdad es que ya no estoy seguro de que adoptarme haya sido una buena idea en su momento...


 


Ryosuke guardó silencio con el entrecejo fruncido. Eso último fue pronunciado tan rápido y en voz tan baja que no estaba seguro de haber escuchado bien.


 


Tuvo que aclararse la garganta antes de intentar de nuevo.


 


-Abeshi me comentó que tocas la guitarra...


 


-Ocasionalmente... con mi banda. O algo así. - La fruta en el plato se terminó. Yuuto ahora se limitaba a mirar al frente con la taza de crema entre las dos manos. – Mi horario casi no me deja tiempo para dedicarme a ello. Cambiemos de tema.


 


Por donde quiera que se viera, las palabras del asistente habían sonado a reproche y Andou no se andaría con miramientos para hacérselo saber.


 


-Yuuto, este fin de semana se supone que eres mi pareja, voy a llevarte a casa de mis padres y debes reconocer que debería de saber algunas cosas de tu vida.


 


Ya ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez en que Andou se dirigiera a él haciendo uso de su apellido. El hombre día si y día no le llamaba por su nombre de pila y ahora mismo debía reconocer que eso no representaba la verdadera línea fronteriza entre ellos, pues fuera de aquella cena en la que le había confesado cómo es que su madre se había hecho con él... lo cierto era que se mostraba siempre reservado con respecto a su vida personal. Suspiró largamente y talló un poco sus ojos.


 


-Creo que puedo decirle a mi madre que no te gusta hablar de todo lo que yo no sepa la respuesta o no quieras contarme. – Concluyó el economista.


– Ellos ya han tratado bastante contigo, pero anoche les he develado la verdad respecto a ti por teléfono... Llevamos unos cuantos meses saliendo, casi desde que comenzaste a trabajar en la empresa. Hemos pensado que esto de trabajar juntos ya es muy comprometido, así que estamos viendo que pronto dejes tu puesto en la empresa. – Le explicaba su jefe la farsa sobre la que trabajarían los próximos días.


 


-¿Y a qué se supone que hipotéticamente voy a dedicarme después?


 


Fue el turno de Ryosuke para encogerse de hombros y pensó en todas las profesiones a las que se habían dedicado sus conquistas... Modelaje, actuación... Nada. Fue entonces que lo tuvo claro.


 


-¿Músico?


 


-¡Por favor! ¿Te estas burlando? – Yuuto soltó una risa sarcástica tan fuerte que hizo que las gafas volvieran a caerle en la cara y de ahí directamente a su regazo. Terminó por sujetarlas con una mano para poder beber su crema con la otra. – Somos a penas unos... aficionados. Pero bien... - Suspiró con resignación. Más le valía no decir nada más allá del hecho de que la guitarra le gustaba, no pensaba discutir ahora el hecho de que llevaba casi toda su vida practicando con ello. – Digamos que estoy estudiando música, tú vas a preparar un estudio para mí en tu departamento, en esa habitación enorme que nunca te has decidido a acondicionar y que tienes llena de todo y nada y...


 


-¿Se te da bien eso de la música? – Le interrumpió por fin su jefe, cosa que hizo que le devolviera una mirada ofendida.


 


- Bien, yo no debería decirlo y tú no deberías de estar escuchándolo. – Aseguró Yuuto, entre los dedos presionó con un poco más de fuerza las gafas. – Llevo tocando desde que iba en secundaria y, sin afán de ser engreído, pienso que no se me da nada mal. – Si bien en una inicio rio con sarcasmo, ahora la sonrisa se le estampaba con algo de amargura, lo cual hizo que no tuviera más ánimos de divagar al respecto. No ahora que clavaba la mirada en ese pequeño plato que ya no tenía ni pizca de fruta. - ¿Y qué tengo que saber yo de ti, Andou?


 


- Sabes lo suficiente. – Fue el turno de Yuuto para juzgar al mayor con la mirada.


 


- Además del hecho de que he tenido que convivir con tu familia para organizar la celebración de tu hermana, lo cierto es que no sé nada de ellos.


 


- Mi madre se llama Hanako, mi padre Ryonosuke. Mi padre era contador, se hizo de una pequeña fortuna en aquellos tiempos en que la contaduría aún era redituable. De Kohana ya sabes por donde va la cosa...


 


- ¿Tú padre de qué esta enfermo?


 


- Cáncer... - Era la segunda vez que Andou se encogía de hombros, pero ahora por razones muy diferentes. El padecimiento de Andou padre no era cualquier cosa y el hombre frente a Yuuto parecía restar importancia al asunto con demasiada facilidad. – Cáncer terminal de pulmón.


 


- ¿Algo más de lo que deba enterarme? – Presionó el asistente lo más sutilmente que le fue posible. - ¿Cómo fue tu época de escuela?


 


El cabecilla de Andou's Financiers permaneció mirándole en silencio y solo así fue que Yuuto acabó por desistir. Aquel par de ojos le parecieron la más dolorosa de las súplicas.


 


* * *


 


Ryosuke se alegraba sinceramente de que Yuuto hubiera aceptado estar con él en esos momentos. Y aun así no pudo contener la tensión estrangulándole la garganta, el estrés que le suponía volver al hogar familiar, el mismo terror que le embargaba cuando volvía de los internados en donde estudió durante la infancia y se le obligaba a vivir el trauma de pasar las nada agradables vacaciones con la familia.


 


Ryosuke respiraba con dificultad y el sudor le perlaba la frente en una desesperada necesidad por tragar saliva por una garganta prácticamente cerrada.


 


¡Por todos los infiernos! Su padre estaba moribundo, no podía ni siquiera respirar sin ayuda del tanque de oxígeno... Era ridículo el continuar temiéndole de la manera en que lo hacía. Más a pesar de todo... le vio.


 


El puño de su padre aparecía en sus pesadillas.


 


El rostro de su madre amoratado y sangrante.


 


La mandíbula rota y ríos de sangre escurriendo por las comisuras de los labios de una mamá Hanako pidiéndole que volviera a su habitación. La imagen era tan violenta y real que de un sobresalto despertó para encontrarse con el dormido rostro de Yuuto Shinji en el asiento de al lado. Acurrucado, con los labios entreabiertos y los despeinados cabellos cubriendo parte de sus ojos.


 


- Andou... - Murmuró el menor y el aludido no pudo más que sonreír del solo pensar que el chico estuviese soñando con él. – Paga... mi sueldo.


 


Jamás se hubiera imaginado que su empleado era del tipo de persona que hablaba entre sueños, pero más que molestarse por la razón de sus balbuceos, se envalentonó para alcanzar una de las manos ajenas, esa que colgaba del asiento mientras que la otra reposaba en el regazo de Yuuto.


 


Presionó suave aquella extremidad, valiente por poder aferrarse a algo, cobarde por temer a que fuera a despertarle.


 


* * *


 


Yuuto jamás se imaginó que de todo lo que Kioto englobaba, los Andou y sus inicios se encontrasen encallados en Magome, un verdadero paraíso montañés. Nada más poner un pie en el pueblo y Andou se empecinó en hacer uso de uno de los taxis humanos que por ahí abundaban, cosa a la que él se negó rotundamente, así les estuvieran dando trabajo y pago a esas personas por sus servicios... así se tratase de un empleo humilde como el de cualquiera, no le sabía bien la sola idea de subir a una de esas carretas tiradas por personas, por lo que a lo más que accedió fue al hecho de que uno de esos taxis se encargara de llevar el equipaje hasta la casa de los padres de su jefe mientras ellos caminaban por las empinadas calles empedradas para llegar un poco más tarde. Era la primera vez que Ryosuke realizaba aquel trayecto a pie.


 


Mirase a donde mirase la vista era espectacular para el menor que nunca había salido de la urbe, el observar las casas en las laderas de montañas mirando hacía un cielo perfectamente azul... Era más de lo que jamás se habría podido imaginar ni en sus mejores vacaciones. No, los viajes de negocios al lado de su jefe tampoco tenían que ver nada con lo que ahora Yuuto contemplaba.


 


¿Qué podía disfrutar en un viaje de negocios después de todo? ¿El tapizado de los autos y aviones a los que abordaban? ¿Los interiores de las oficinas y salas de juntas en donde trabajaban? Esto era todo un digno panorama para gozar con todos los sentidos y de entre todas esas antiguas casas tipo waki honjin podía apostar a que la de Andou era la más artesanal y ostentosa de todas; con tan solo dos plantas, en uno de los puntos más altos de la ladera, según Andou... cada una de las habitaciones tenía una vista preciosa del valle y el montón de casas viejísimas que tupían la colina.


 


El recibimiento de la madre de Andou fue mucho muy cálido y efusivo para tratarse de una situación en la que se suponía la mujer ya debía de tener asimilado el hecho de que su hijo llevaba consigo no solo a su asistente personal, sino a quien era ni más ni menos que su pareja romántica... Un hombre. Pero Hanako Andou le abrazó y le besó en la mejilla, cosa extrañísima para ser un pueblo por demás tradicionalista... Su supuesta suegra no tardó en repetir las acciones con su hijo.


 


-¡Ryosuke! – El deleite de Kohana Andou no fue ni de lejos menor que el de su madre. Para Yuuto escuchar el nombre de pila de su jefe en un tono tan familiar y cariñoso le erizó el vello de la nuca. Pero poco duró la extraña sensación porque justo en ese momento ese mismo tono cariñoso le hizo ponerse en alerta. - ¡Papá! ¡Es Ryosuke!


 


El silencio no tardó en inundar el enorme recibidor con suelos de tatami y arreglos ikebana por todos los rincones. Andou padre llegó a paso excesivamente lento y aún así realizó un esfuerzo sobrehumano para elevar los brazos y abrazar a su hijo. Andou hijo devolvía el abrazo y aún así para Yuuto la tensión del menor para con su progenitor le pareció palpable, a lo que solo pudo entrecerrar los ojos para luego dedicar una rápida mirada a las dos féminas presentes que parecían conmovidas con una escena que a él, sin saber exactamente por qué, le parecía desagradable. Los mecánicos movimientos con que su jefe se separó de aquel hombre, que a cuestas llevaba a un sirviente que empujaba del tanque de oxígeno, le hicieron ver algo que jamás creyó llegar a ver en el propietario de Andou's Financiers... Inseguridad.


 


* * *


 


- Por lo que entiendo entonces trajiste aquí a tu única chica formal ¿cierto?


 


- Fue una pésima idea.


 


La tarde en casa de los Andou había sido sumamente extraña. Yuuto no podía describir la pesadez que sintió durante la comida, mientras algunas visitas llegaban para conocer al fin a la persona que hacía que Ryosuke Andou pudiese sentar cabeza, sin importar si este era de su mismo sexo, cosa que no dejó de sorprender al asistente... ¿Tanto así deseaban que alguien de verdad pusiera orden en la vida de ese hombre? Gracias al cielo, entrando la noche fue que su anfitrión no dudó en hacerle salir para cenar algo ligero por allí y de paso dar una caminata que le permitiese respirar correctamente y olvidarse de la rarísima sensación que le hacía desagradable su estancia en esa casa.


 


- Ella me aseguró que nada cambiaría si veníamos de visita.


 


-¿Y las cosas cambiaron?


 


- Básicamente todo mundo creyó que iba en serio y... ella acabó creyéndolo también.


 


- Abby me comentó que era la antigua ama de Waccha.


 


La noche era por fin cerrada y, a diferencia de esa tarde, a Andou no le molestó en absoluto el ir caminando cuesta arriba para volver a casa, a esas horas era posible que ya todos estuvieran durmiendo, eso era con lo que Ryosuke contaba, con lo que no contó fue con lo que Yuuto agregó cuando a penas estaba por comentar algo referente a su mascota...


 


-¿Tan imposible eres, Andou? – El chico incluso redujo la velocidad de sus pasos, casi como si deseara una respuesta justo antes de entrar por fin al vestíbulo de casa de sus padres. – Suenas como si de verdad nunca tuvieras intención de hacer vida con alguien.


 


- Sería sumamente aburrido someterme a las 'reglas' que impone esta familia para esos casos de los que me hablas, Yuuto.


 


- ¿Las reglas?


 


- Si, las jodidas reglas. Imagínate, por ejemplo, lo que dirían los invitados si el único varón de esta familia viniera solo un par de horas a la graduación de su hermana. Mi madre sería tema de conversación por meses. – El recibidor estaba a oscuras, solo una pequeña lámpara de aceite iluminaba dando un aspecto todavía más antiguo al lugar. – Aquí todos se pasan los días divagando acerca de lo que la gente podría pensar de ellos. Les pesa que su primogénito no este casado aún y venir aquí a solas es lo mismo que someterme a interminables interrogatorios al respecto.


 


Estaban a solo una puerta corrediza de ingresar a la enorme sala que sería lo que les separaba de la habitación que, para pesar de Yuuto, debían compartir esa noche.


 


-¿Y de verdad me crees tan ingenuo como para tragarme eso de que solo por unas cuantas preguntas evitas a tus padres?


 


Se descalzaron y el menor no habría abierto la puerta por más de unos cuantos centímetros cuando la voz de Andou le heló la sangre.


 


-Tú solo ves al hombre moribundo y débil. El pueblo ve al señor Andou, un buen hombre que esta a la entrada del fin de una respetable y hasta envidiada vida...


 


Yuuto casi podía jurar que a propósito su jefe había disminuido el tono de su voz, como si temiera que a esas horas de la madrugada alguien fuera a escucharle o quizás... porque temiera que él descubriera no lo que el pueblo o él mismo podía ver en Andou padre, sino...


 


-¿Qué es lo que ves tú, Andou?


 


Todo quedó en una pregunta que parecía no sería resuelta esa noche y todo porque su error fue el de terminar de abrir aquella puerta corrediza.


 


-¡Sorpresa, Yuuto!


 


Del otro lado las luces se encendieron de golpe lastimándole la visión al joven empleado que tuvo que llevarse ambas manos hasta los ojos y poder tallarlo un poco intentando caminar a ciegas seguido por un Ryosuke Andou que le colocaba las manos sobre los hombros. No fue sino hasta que dejó de ver destellos multicolor en todas partes, que descubrió que en la sala Hanako-san y 'Hana' les esperaban con un enorme y alargado paquete envuelto en papel de regalo sobre la mesa de centro y, por si fuera poco, tenían preparadas cuatro copas llenas de a saber qué licores que hasta para él parecían apetitosos. Tal vez solo era efecto de la reciente caminata, pero él se relamió los labios a la vez que Andou continuaba guiándole al medio de los amplios sofás.


 


-¿Y esto...? – Balbuceó intentando forzar una sonrisa y aceptando la bebida que mamá Andou le ofrecía. – No es mi cumpleaños. – Quizo obviar por si alguna de las dos mujeres tenían la duda. Solo entonces se atrevió a mirar por encima del hombro a quien le metía prisa desde la espalda... No estaba seguro, pero fuera de los besos compartidos hacía un par de días, no recordaba haber tenido tan cerca a ese sujeto.


 


- ¡Ryosuke nos explicó que hoy hacen seis meses juntos!


 


No fue el gritito de emoción por parte de 'Hana' lo que le sobresaltó, sino la información dada como tal. Pero venga, que él sabía que eso era todo un teatro y esa clase de datos eran por demás irrelevantes. Hanako-san se disponía a darle un pequeño sermón a la menor acerca de la discreción con la que debían tomarse ciertas situaciones en las parejas especiales como esa, justo cuando Andou le soltó los hombros para golpearle con el costado y acercarse a su oído.


 


-Hoy haces seis meses en la empresa, Shinji. – El mayor carraspeó un poco. ¿Hacía cuanto que no escuchaba su apellido saliendo de esa boca? - Recuerda que soy hombre de fechas y números.


 


Andou pasó de largo a tomar la copa que le correspondía y la media sonrisa que le obsequió no hizo sino confundirle aún más... Ni él recordaba la fecha exacta en la que había sido contratado. El ambiente se fue templando un poco conforme la botella de aquel licor iba vaciando su contenido, pero Yuuto en el fondo del estómago llevaba un malestar que iba más allá de su intolerancia al alcohol...


 


Sobre los hombros sentía la responsabilidad que esa familia depositaba en él, la responsabilidad de hacer de Ryosuke Andou una mejor persona, alguien más adepto a su sangre; y por otro lado... Tenía encima de él una mirada que, desde el sofá frente al suyo, parecía querer comerle vivo. Hacía rato que el paquete sobre la mesa se había desvelado... una guitarra ESP que en la caja indicaba que venía desde la sede principal en California. No quería ni imaginar cuanto habrían costado los gastos de envío... pero sin duda sería capaz de pagarlos con todos los salarios del resto de su vida con tal de que las miradas de Ryosuke Andou dejasen de provocarle esa incomodidad que ahora le carcomía.


 


¿Era normal sentir aquel cosquilleo constante en el bajo vientre cuando se intentaba tener una conversación amena 'en familia'? No lo creía, como tampoco creyó que tanto le costaría sostenerle la mirada a su jefe una vez que la madre y hermana de este se retiraron a sus respectivas habitaciones. A esas alturas ya hasta había olvidado preguntar porque Andou padre no les había acompañado en esa ridícula celebración.


 


Poco importó el no sentirse precisamente deshidratado, porque en cuanto Andou se levantó del sofá para caminar en su dirección... La boca automáticamente se le secó por completo.


 


Era el momento ¿cierto?

Notas finales:

Me ha costado TANTO editar el anterior capítulo para poder volver a retomar las publicaciones en AmorYaoi... No recordaba lo desesperante que es este servidor :'D. En fin, espero que a alguien le agrade esta historia y que me lo pueda hacer saber~

Saludos desde México <3


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