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Debilidad de un Deseo Reprimido por ruru_san

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Ridículo habría sido que de por medio hubieran tartas o regalos, de momento ya se sentía bastante angustiado con el carísimo obsequio sobre la mesa: Una ESP. Tan lejos de su hogar, con la imagen de mamá llorando su partida, con el fastidio de Aggy vía telefónica por culpa de una puerta más cerrada en sus narices... Con esas personas que realmente no conocía. Hasta que mamá Andou e hija se retiraron fue que se dio cuenta de que todo eso estaba despertando en él sentimientos en los que de verdad no quería ahondar, por lo que le plantó a su jefe una mueca que se quedaba en el mero intento de una sonrisa. Tal vez toda la noche Yuuto se hubiera sentido inclusive acechado por las miradas de Andou, pero lo cierto fue que el hombre llevaba todo el rato notando su preocupación.


-Hora de ir a la cama, Yuuto...- Anunció Ryosuke.


El asistente no notó ninguna clase de énfasis especial en esa sola oración, eso le hacía sentir un poco aliviado respecto a la idea de ir al dormitorio de Andou. Pero no por ello dejaría de ser precavido, cosa que no entendía considerando que en eso consistía el acuerdo en el que ellos habían quedado.


¿Aún estaba a tiempo de echarse atrás? Poco reparó en lo que eran los aposentos de su pareja de ficción, porque directamente fue a su equipaje para tomar su pijama de dos piezas para luego encerrarse en el cuarto de baño; mientras se lavaba los dientes, mirando en el espejo su reflejo ya con el pijama de franelilla a cuadros vestido, fue que pensó en que de verdad ya no había vuelta de hoja. Dos personas que, para qué negarlo, en mayor o menor medida se deseaban por encima de cualquier prejuicio de parte suya, la amplia cama que sin querer de reojo había podido evaluar como realmente cómoda... No se necesitaba tener dos dedos de frente para saber lo que podía y debía de ocurrir. ¿En serio podía ocupar todos sus problemas como el pretexto perfecto para desinhibirse a tal nivel?


Cuando Yuuto volvió a la habitación, parecía tan asustado y alterado como Ryosuke nunca le había visto ni siquiera cuando en un solo día se les acumulaban tres o hasta cuatro reuniones con inversionistas internacionales. Ryosuke, vestido solo con el pantalón que usaba para dormir, se encontraba tumbado boca arriba con los brazos cruzados bajo la cabeza, mirando al techo cuando el más joven se recostó a su lado dándole la espalda.


La media luz que les conferían las lámparas de la cabecera le permitían ver la tensión en los hombros de su empleado. No tenía ni idea de las batallas internas que este enfrentaba, pero su vulnerabilidad era casi palpable y a Andou solo le quedó clara una cuestión: Nada de sexo por esa noche.


Ryosuke odiaba aquella casa y siempre que llevaba a un amante consigo era para refugiarse en el sexo, para dejar de pensar en los violentos recuerdos de su infancia y perderse en el olor y sabor de la piel de la persona con la que compartiera su cama. Detestaba recordar el constante estrés en el que se sometía su familia en aquellos años en los que Ryonosuke Andou estuvo sano, en el esfuerzo sobrehumano que costaba el mantenerse de pie frente a propios y ajenos al infierno que en esa morada se vivía. Por lo que ver esa rígida espalda vestida con un pijama por demás "mata pasiones" no podía sino fastidiarle en serio.


-¿Quieres hablar? – Preguntó él en medio de esa semi-oscuridad.


-No. – Yuuto estaba harto de darle vueltas a lo mismo. Harto de pensar que no iba a ninguna parte, que si bien tenía un buen empleo... se tuviera que conformar siempre con armar agendas y asistir juntas y asuntos que a otros no les interesaban. Harto de su madre, harto de sentirse culpable por lo anterior... Harto de abofetearse mentalmente cada vez que recordaba que, en el último tiempo, solo en los labios de Andou había logrado abstraerse un poco del mundo.


Ryosuke le colocó una mano sobre el hombro y al instante este se crispó aún más si se podía. ¿Eso era algo que se suponía que debía hacer? ¿Por Yuuto Shinji? Podría obtener cuerpos bastante mejores que ese, que no se hicieran del rogar y aun así... ¿De verdad había la necesidad de profundizar en los problemas del joven para obtener lo que quería? Lo que si no entendió fue la naciente incomodidad en su pecho luego de su último pensamiento. Tampoco era como si debiera sentir culpabilidad, no le estaba obligando a nada. El muchacho había aceptado ¿cierto?


-Maldito seas, deja de esconderte que no voy a hacerte nada. – En ese momento Ryosuke le obligó a volverse para quedar cara a cara con él; la sorpresa que se llevó fue grande: Un rostro congestionado y los ojos inyectados en sangre. - ¿Ibas a...? – Balbució sin poder creerse que el pobre desgraciado estuviese a punto de llorar.


- ¿A...? – Inquirió el otro en tono burlesco, como si de verdad no se enterara de lo que trataba de evidenciar.


La expresión no cambió en el aniñado rostro que descansaba sobre la almohada, pero el que revoleara los ojos con fastidio le dio a entender al mayor que en el fondo Yuuto no lloraría por cualquier cosa y que lo que en esos momentos le tenía mal debía de ser serio.


-¿Qué te sucede? – Susurró él ahora manteniéndole bajo su cuerpo con ambas manos en los hombros ajenos.


-La pregunta sería ¿qué no me sucede? – Yuuto hizo alarde de su más fingido careto relajado desviando la mirada al techo por encima de los hombros desnudos de su jefe. – Entre este trabajo que me está matando y que no se acerca ni un poco a lo que siempre soñé para mí, mi madre reclusa en esa casa de descanso que me deja dinero a penas para comer un sándwich al día y un café desabrido, el hecho de que ayer rechazaron el vigésimo intento de mi banda por entrar al medio musical sin siquiera escucharnos... Mi madre muriendo de depresión y soledad, llorando cada que la visito y reprochándome el haber adoptado un hijo que ahora en su vejez le abandona como un malagradecido... Porque piensa que solo la utilicé mientras era joven y fuerte para criarme. – Todo fue tan rápido que al final Shinji tuvo que tomar una larga bocanada de aire que le hizo doler el pecho. - ¿Por dónde quieres que empiece, Andou? – Preguntó con la voz rota y negándose a mirarle.


¿Era eso lo que llamaban Ataque de pánico? Ryosuke solo sabía de economía, bolsas, bancas. ¿Qué debía hacer? Tenía demasiada información sobre ese chico que no estaba seguro de querer procesar en su cerebro.


Quizás era momento de arriesgarse a realizar algo idiota.


Andou le besó. Con la boca, con la lengua y si Yuuto en algún momento sintió que se ahogaba, contradictoriamente ahora sentía que el economista le devolvía el aliento.


-Siento... haber preguntado. – Jadeó en algún momento al joven guitarrista frustrado.


Yuuto no lo sentía en absoluto. No lo sentía si gracias a ello era que la habitación se le antojaba ahora tan pequeña, tanto o más que la cama. Tan pequeño el espacio que compartían en medio de húmedos besos y sus emociones demasiado grandes para albergarlas en un solo cuerpo. No podía pensar, no podía soportar pensar en nada más que no fuera la lengua de Andou sometiendo a la suya, sus dientes castigándola para luego volver a abrirle paso y deshacerse en la combinación de ambos sabores.


A Yuuto le sudan las manos ahora enredadas entre esos cabellos que no negaría era estupendo poder volver a despeinar a su antojo. Ryosuke mordisquea con saña los labios de su inexperto amante, quiere hacerlos enrojecer, que al día siguiente al chico le cueste bastante disimular la hinchazón de estos... y siente estallar los latidos del corazón en el pecho. Yuuto debe advertir el peligro de infarto en el pobre treintañero y decide exponerle una mejilla, después el cuello... quizás un poco las clavículas entre esos dos primeros botones desabrochados de su pijama. Aún recuerda cómo fue que su jefe le besó todo el rostro hacía tan solo un par de días y supone que esa boca podría seguir sintiéndose igual de bien en la piel.


Andou mete una mano por los bajos de la camisa del ridículo pijama a cuadros y percibe un vientre liso, quizás no plano o trabajado a base de ejercicio como ha acariciado en otras personas, pero si cálido y con una tersura a penas interrumpida por el suave nacimiento de los ensortijados rizos más abajo.


El solo contacto de esa mano pone en alerta a Yuuto y con ligeros topones en el rostro del otro busca llamar su atención.


Se miran.


Ryosuke sonríe. Joder, que estaba a nada de colarse entre el pantalón para ir en busca del sexo del chico... e increíblemente se ha contenido.


Yuuto intenta corresponderle sin que su sonrisa se torne boba. Pero le ha encantado el detalle de que esa mano haya corregido su trayecto para ir a rodearle la cintura y así rodar sobre la cama para solo fustigar la noche a base de apasionados besos y nada más.


* * *


Al despertar Yuuto no recuerda en qué momento fue que perdió la camisa del pijama, pero el pecho de ese hombre sobre la piel de la espalda no se siente nada mal.


¿Toda la noche la había pasado con el brazo de Andou aferrado a su cintura? ¿Cómo fue que no lo notó? Un enorme hueco se le comienza a formar en el fondo del estómago. Él nunca había pasado la noche con una novia y... Ni en sus más locos sueños se imaginó solo durmiendo con alguien, mucho menos si este alguien era un hombre. Confundido se quedó contemplando la luz del sol entrando por entre las largas cortinas de los ventanales, fuera se escuchaba el ajetreo del inminente festejo de Kohana Andou y él solo podía apretarse más contra el cuerpo que le confería tanto calor a sus espaldas.


Esta vez la había armado en grande... ¿No podrían haber tenido sexo de verdad y ya cerrar su trato? ¿Cuál era el punto de desnudar sus problemas en esa cama y comenzar a besarse como si la vida se les fuera en ello? Lo que era peor... Empezaba a creer que algunos de esos besos no se los podría arrancar de la mente sin antes haber renunciado a su empleo y dejaba pasar por lo menos un lustro refundido en un sanatorio mental.


Quién se iba a imaginar que el corazón podría escucharse latir en una habitación que a la luz del día le parecía enorme, nadie debía poder ponerse taquicardico por unos cuantos besos en las yemas de los dedos o en los hombros cuando al fin le había permitido desnudarle el torso. Tampoco llegó a enterarse de qué tan sensible era su espalda baja hasta que los dedos de Andou la desdibujaron una y otra vez en movimientos circulares mientras le besaba la nuca.


-Te devuelvo tu camisa...


La voz somnolienta de Andou le tomó por sorpresa, despojándole de su abrazo para dejarle caer la mitad de su pijama en la cara.


-Anoche estabas muy recio a devolvérmela.


Era claro que el nerviosismo se filtraba en su voz, aún si se estaba reincorporando para salir de la cama. No veía razón para volver a colocarse la camisa si era momento de meterse a la ducha y ver qué le faltaba por coordinar del evento de la festejada. No en vano venía organizando todo para la familia desde meses atrás en nombre de Andou hijo.


-Anoche sonabas poco convincente cada vez que te preguntaba si deseabas que te la devolviera.


Yuuto permanecía sentado a la orilla de la cama y con los pies en la alfombra, por encima del hombro alcanzó a ver a su jefe mirando al techo, con un brazo bajo la cabeza y con la mano libre jugueteando alrededor de la circunferencia de su ombligo.


El asistente ladeó una sonrisa y de paso elevó una ceja. -¿Necesitaba sonar convincente para poder dormir vestido?


-Me gustan los chicos convincentes. Aunque anoche me hiciste dudar con ello.


El menor apretó los dientes bajo su tensa sonrisa. No estaba seguro de lo que significaba todo ese juego de palabras, pero no se sentía incómodo, incluso podía jurar que algo dentro de él le alentaba a seguirle retando.


-Entonces debes estar muy interesado. – Se la jugó con esa pequeña muestra de arrogancia que, hasta entonces, no se había dado la libertad de tener con nadie que pudiera llegar a querer pretenderle de ninguna forma, así fuera esta meramente sexual como aquella.


-No estás mal.


Yuuto traga con dificultad. Ryosuke Andou no solo le esta llevando la contra para molestarle como es su costumbre, sino que estaba mirándole nuevamente con los ojos cómplices con que lo hiciera toda la noche anterior y, si pudiera contemplarse en un espejo, se daría cuenta de que él le esta correspondiendo de la misma manera. No quiere aceptarlo, pero sabe que algo quedó inconcluso entre ellos. Sobre su regazo arruga la camisa del pijama con las dos manos y ahora se ha girado un poco hacía atrás en dirección desde donde el millonario hombre ha estado haciéndole compañía.


-Esta noche vamos a hacerlo ¿no?- Sin querer se ha mordido el labio inferior.


-Solo si me dejas tu camisa de pijama. – Plantea Andou casi seguro de que se lo esta preguntando porque también desea que suceda.


-Te habrá gustado olerla. – Le recuerda Yuuto. El muy desgraciado no parece haber olvidado la profundidad con la que enterró el rostro en aquella prenda una vez le despojó de ella en la madrugada, logrando así embriagarse del aroma del joven... ese que hasta entonces solo había percibido de paso en horas de oficina.


-No sabes cuánto. – Ryosuke ríe, ha terminado sentándose para poder alcanzar a Yuuto por un brazo y tirar de él con la fuerza suficiente para hacer que la cabeza de este caiga en su regazo. No le da tiempo de hacer nada antes de besarlo.


-Querrás oler el resto ¿no? – Pregunta el menor sin tener ya intenciones de salir de la cama.


-Por supuesto. – Ryosuke sonríe y a su acomedido empleado le parece que nunca antes le había notado tan radiante.


Ryosuke vuelve a besarle y ambos se las arreglan para que este quede con la espalda recostada en la cabecera mientras Yuuto se sienta a horcajadas encima suyo sin que eso precise que deban de romper el contacto sus bocas. Terminan de desnudarse con prisas, como pueden.


Esa mañana Yuuto descubre que hay mil y un maneras de tener sexo con un hombre... y ninguna de ellas tiene que ver solo con la penetración que él creía era obligatoria en este tipo de intimidad y en la que fuera. La pornografía barata le había engañado hasta ahora.


En la víspera de la fiesta de graduación de Kohana Andou, Yuuto pasa la mañana jadeando, gimiendo, revolviendo las sábanas de esa enorme cama, mientras su jefe le masturba con precisión y le hace sexo oral aún después de haberle besado lo que le parece ha sido cada centímetro de su piel.


 

Notas finales:

Dioses... Creo que las cosas comenzaran a complicarse x'D.

Muchas gracias por las lecturas y toda la paciencia b25;, la verdad me emociona mucho ver el contador de lecturas y notar que hay más gente que esta enamorada de esta parejita tanto como yo :)

Saludos desde México~


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