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El precio de mi deseo por Mokona negra

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Notas del capitulo:


Hola! La verdad me mocione con este cap y creo que por eso lo extendi más de la cuenta, espero que no les parezca tedioso y aguanten mis revoltijos que luego aclarare (o al menos eso quiero) ;3 bueno, espero que lo disfruten
Nota: los personajes no me pertenecen, créditos a su respectivo autor.
Nota: abra escenas de eemh…como decirlo? Un poco lujuriosas y otras que necesitan discreción (¿), incesto y pues, no se si shota (Ya verán por que lo digo)

 Puedo ver que sonríe con amabilidad, sus modales son impecables y me ha ofrecido una taza de té con aroma a rosas. Entre nosotros, hay postres y dulces que te provocarían caries con tan solo verlos. Pastelitos con merengue y chongos de sabores frescos, chocolate en pasteles de tres pisos adornado con rojas cerezas brillantes bañadas en miel, macarrones de colores pasteles y jamoncillos de frutas exóticas.


-A*th*.


Le miro apenas, ya que mi cabeza se siente pesada. Su voz es distorsionada y las palabras poco claras. Trato de ver más haya de la aparente fiesta de té en la que me encuentro y noto con horror que mi cuerpo esta inmóvil.

-*re* li*d* ves*i*o como u*a m**equ*ta

Mis parpados comienzan a cerrarse, me cuesta respirar por la especie de corset que presiona mi pecho dejando mis pezones al aire por las cintas en cruz cruzado al frente. Hay lazos en mis brazos y guantes blancos en mis manos. Holanes de tela vaporosa dejan ver mis piernas y muslos vestidos por medias de seda negra.

-¿Q-quien eres? -lucho contra la parálisis al lograr hablar. Mis labios están pegajosos y siento frio en una de las comisuras de mis labios. 

Aquel que sonríe se levanta dejando su taza de té y noto que no hay rostro, solo una sombra con sonrisa blanca. Esto es una pesadilla, un mal sueño. Lo sé, pero aún así mi corazón se acelera cuando la sombra que sonríe se acerca a mi y gira la silla donde estoy sentado para quedar frente a un enorme espejo.
Siento ganas vomitar al percibir un aroma delatador a semen en la ropa que llevo puesta. Mi piel blanca esta mallugada y no soy mas que una muñeca rota con la cual han jugado. Trato con desesperación moverme pero simplemente es imposible.

-Te v*s ta* bien.

Dice la sombra derramando el té sobre mi cabeza, el aroma de las rosas se mezcla con el nauseabundo y me resisto a gritar.

-Y t* v*ras m*jor cua*do t**m*ne.

Su larga mano toca mi hombro, siento su aliento sobre mi cuello, su calor enciende alarmas de peligro en todo mi ser y lucho de nuevo para defenderme. La yema de su dedo anular llega a mi pezón y comienza a acariciarle, la adrenalina corre por mis venas y el odio y repulsión crecen a cada segundo. Entonces cuando sus dientes alcanzan mi oído por fin escucho sus palabras claramente.

-Te destrozare.

...


Arthur abre los ojos encontrándose con el insípido techo blanco de la habitación. Entiende que ha despertado con dolor de cabeza antes de que su movil comience a sonar para despertarle e ir al colegio. Con fastidio desactiva la alarma y sale de la cama para ducharse antes del desayuno y partir de casa.

-Buen día Arthur ¿Qué tal dormiste?

Arthur miró de reojo al ojiazul que le contemplaba y se acercaba sin hacer ninguna clase de ruido al andar. Como es costumbre, Arthur cabrío su ojo derecho un instante y se concentró un poco en su aspecto . El cabello cambió a oscuro y sus rasgos se afilaron. Sin duda era el demonio que le visitaba de vez en cuando.

-¿Qué haces aquí Alfred?- Preguntó Arthur con fastidio.

Era muy temprano para lidiar con esto.

Alfred alzó una ceja y con movimientos rápidos tumbó a Arthur de nuevo a la cama, colocó su rodilla entre las piernas del ojiverde y tomando la barbilla del contrario le susurró con tono juguetón.

-Bueno, todos están muy lujuriosos el día de hoy. Ya sabes, hay amor en el aire y lo eh respirado cuando venia hacia acá. Entonces se me ocurrió que podía llenarte de regalos, tal vez algo romántico, rosas, chocolates, un bobo oso de felpa o esas cursilerías que gustan a los humanos. Y, después de eso, podríamos divertirnos teniendo sexo rudo todo el día. Marcarte con mi aroma y “llenarte” de mi amor una y otra vez hasta que ya no puedas más, eso sería un día de provecho.-Se burló.-Oh, y tambien se me ocurrió que podría pasar a saludar. Pensé que me extrañarías.

Inclinándose a centímetros de los labios de Alfred, Arthur sonrió.

-Una parte de eso.-Susurró.-Suena muy bien.

Dijo y de pronto Alfred se echó hacia atrás con buenos reflejos evitando que Arthur le golpeara de lleno en el rostro.

-Aaah, tan agresivo como siempre.-Suspiró Alfred cuando Arthur se encamino al cuarto de baño.-Yo que solo quería demostrarte cuanto te quiero.

-¡Lárgate! -Vociferó Arthur mostrándole el dedo medio.-Solo harás que me retrase.

-Bien como digas.-Suspiró de nueva cuenta Alfred. Y pensar que de pequeño eras tan lindo y tierno.-Arthur se detuvo frente a la puerta del baño al escuchar aquello.-Recuerdo que no dejabas de decir que me querías, me dabas regalos con una sonrisa tan tierna y exigías mi cariño, eras muy mimado.

Bajando la cabeza, Arthur se quedo callado pensando en su infancia de la cual no recordaba mucho. Él solo sabía que después del catastrófico incendio que engullo a su cuidad natal, había perdido a casi toda su familia, solo su hermano mayor que en ese entonces estudiaba en el extranjero se habían salvado de las llamas. Eso quería decir, que era un tipo de milagro que fuera el único en sobrevivir de aquel infierno. Ahora ya tenia diecisiete, entendía y se preguntaba muchas cosas. Su hermano, se había asegurado de su estudio, de que su vida siguiera pero, su ausencia…
Alfred en cambio siempre estuvo ahí, tal vez molestándolo con bromas pesadas y siendo molesto. Pero tambien de una forma u otra, llenando su soledad. Y él demonio de ojos zafiro podría ser el único que tenia respuestas a algunas de sus preguntas.
-Alfred.- Arthur tenía que preguntar tarde o temprano.-Yo…
Mirando sobre su hombro pensó en que podría hacer que Alfred le contara lo que sabía de aquello.
-Mnn, que bien huele tu cama.
Tal vez hoy no.
Vociferando groserías, Arthur amenazó a Alfred de muerte si no desparecía en ese instante en el que se dio cuanta que el rubio, se masturbaba sobre su cama.


-Es un idiota.- Dijo en voz baja el ojiverde mientras miraba los edificios pasar al viajar en el camión que debía tomar para llegar al colegio.
Suspiró y frotó sus cienes. El dolor de cabeza seguía molestándole y culpaba a ese estúpido sueño y al estúpido demonio. Siempre era lo mismo, le sacaba de sus casillas y le hacia enfurecer con sus insinuaciones.
-Y luego se me confeso.
Arthur disimuló haber escuchado esas palabras, pero no evitó notar que era un hombre quien lo decía. Frente a él, un chico de cabellos castaños y un rulo delgado decía despreocupado a otro chico bajito que estaba sentado a su lado de cabellos oscuros. No les conocía.
-¿Él?
-¡Sí! Me sorprendí mucho, casi no lo creía…bueno, el es sorprendente, es fuerte y puede hacer cualquier cosa. Aunque me da un poco de miedo.
<< ¿Homo? >> Pensaba Arthur “tratando” de no escuchar.
-¿Y que piensas hacer?
-Yo, no estoy seguro. Él es mayor y yo…me siento un mocoso a su lado.
<< Le preocupa su edad y no su sexo >>
Arthur regresó a lo suyo mirando el trafico de la ciudad. Era verdad lo que decía Alfred, hoy el “amor” esta en el aire y es…
“ Pensé que me extrañarías”
La voz de Alfred resonó en la mente de Arthur, había recordado que Alfred insistía mucho en que cuando era un niño, decía querer estar con él a cada instante. Eso irritaba al ojiverde pero tambien le producía un vacío en el estomago ¿Cómo podría llegar a querer a un demonio? << A pesar de que yo le quisiera, él… >>
-¿¡En que demonios estoy pensado!?
Gritó al hilar los pensamientos que había tenido, dándose cuenta de lo que acababa de pensar.
-Aumh…
-¿Te encuentras bien?- el chico de cabello oscuro, que estaba en el asiento delantero; le pregunto extrañado.
Arthur sintió vergüenza al notar que los otros pasajeros le miraban con curiosidad por haber gritado. Aclarándose la garganta y sin decir palabra, se levantó y bajo del camión paradas antes para evitar sentirse apenado.
-Soy un idiota.
Se dijo molesto consigo mismo y comenzó a caminar. El aroma de la cuidad era de polvo y smog. Era una pena haber tenido que vivir en un lagar como este. Pero no podía hacer nada. Siendo solo un chiquillo debía obedecer a su hermano mayor y mudarse a la cuidad que el había elegido, eso, no estaba en discusión. Como otras cosas.

“Debes ser fuerte”

Gruñó Arthur recordando como su pequeño yo del pasado lloraba cada vez que tenia que quedarse solo. Pero solo en un sentido de la palabra, ya que, gracias a la habilidad de su ojo, mas de una vez, el ojiverde conoció a pequeñas criaturas que despedían una luz bronce en jardines cuidados con amor, a seres espectrales que le saludaban al encontrarles campantes en el lugar donde habían muerto y quedaban encadenados en el plano de los vivos y a otros seres que Alfred le había mostrado y enseñado a no temer.

Ahí estaba de nuevo. Ese demonio. Presente desde que Arthur podía recordar… ¿Por qué? Arthur no era tonto. Había investigado por su cuenta sobre demonios, pero, las leyendas y cuentos, mitologías y relatos de la actualidad junto a diversas religiones, le lanzaban información que no le llenaban por completo. Ese Alfred era diferente de alguna manera.
El rugido de los automóviles pasaban con prisa y sin cuidado, la triste cuidad gris le recordó otra memoria difusa de su niñez. Humo toxico que ascendía. Sí, eso era. Le recordaba, una noche con destellos azules y un aroma que le revolvía el estomago. Solo eso. Era extraño y Arthur le asociaba al incendio del cual había sobrevivido. Pero tambien a Alfred.

<< ¿De nuevo pensando en ese fastidio!? ¡MIERDA! ¿Por qué? ¿Por qué todo me lleva él? >> Se reprendía despeinando sus cabellos con desesperación. << ¿Por qué no dejo de pensar en Alfred? >>


-Aagh…Ey pereza…estoy aburrido.
Su rostro tranquilo siguió contemplando el salpicar carmesí de un cuerpo tendido sobre los escalones de blanco mármol. La sangre de aquel ángel que había sucumbido ante la tortura de un demonio de ojos amatistas eran su único interés.
-Ey, pereza. Pereza… ¡Matthew!
La voz del segundo demonio que se balanceaba impaciente sobre la tapa de un piano viejo y descuidado, provocó que palomas salieran despavoridas de sus nidos. Las altas paredes de cantera se unían en una copula donde alguna vez una hermosa pintura de arcángeles y querubines coronaban a su rey; ahora, la pintura estaba arruinada al igual que este templo abandonado por sus fieles seguidores. La madera de los asientos estaba podrida y las tristes estatuas de santos eran solo personajes decapitados o mutilados por el tiempo. Un frio imponente se había adueñado del lugar y le había convertido en un perfecto lugar para no ser molestado si necesitabas un sitio donde desplumar a un ángel. Esta, era una de las razones que Matthew había elegido para traer a su rehén al lugar, otra, y tal vez la de más peso, era que no deseaba esforzarse demasiado en esconder otro sitió para realizar los pedidos de su hermano.
Después de todo era el demonio que representaba a la pereza y la laboriosidad no estaba en su vocabulario
-Vamos, estoy aburrido.-Insistía el demonio de cabello rubio, barba corta y elegantes ropas pulcras.-Tu hermano mayor necesita divertirse.
-Basta Lujuria…
-Que frio eres conmigo “Matti”, hoy es un día en el que puedo jugar y devorar al mismo tiempo almas de hermosas jovencitas y exquisitos chicos mientras les doy parte de mi atención.-Decía saltando del piano ayudado con el impulso de sus alas grises de murciélago para llegar al lado de Matt.-La desesperación y la soledad de este día es un toque muy especial para los solitarios y miserables humanos que anhelan atención. ¿Sabes? Su dolor mientras extraes sus jugos durante el clímax me ponen la piel de gallina. Es como la cereza del pastel. Así que, antes de que llegue el pequeño Al, déjame saborear tu piel.
-Francis.
Matthew no se movió a pesar que Francis comenzó a mordisquear su cuello. Sus manos peinaron sus cabellos y tocaron los cuernos de Matt tan blancos como el marfil para molestarle.
Matthew solo dejo que Francis lo hiciera, era demasiado problemático para el demonio tener que detener a lujuria. No quería gastas sus energías en una tontería como esa.
-Tienes el sabor de los mismos ángeles Matt.-Susurró Francis cuando su cuerpo tumbo al suelo al demonio que no respondía de ninguna forma ante sus intenciones de poseerle.
Responder, tambien era demasiado trabajo.
Francis deslizó una de sus manos a la entrepierna de Matthew. Sus caricias y besos, en segundos pasaron a ser rudos. Como un pez muerto, Matt se limitó a girar un poco su cabeza cuando Francis arañó su pecho con su mano disponible y mordió su labio inferior. Con mirar entre cerrada. El demonio que representaba la pereza, fijó sus bellos orbes en la carne arrancada de aquel pobre infeliz. Plumas blancas tan puras y bellas de luz, habían sido manchadas por sangre. Era un desastre. No había tenido cuidado al desplumar al ángel que se presumía tenia información que le interesaba a su hermano.
-Mi dulce Matt esta caliente y duro.-Se burlaba Francis exponiendo el pecho de Matt.-Eres adorable sin hacer nada amor mío.
-Para…Francis.-Soltó Matt rodando los ojos al demonio que estaba a punto de quitarle el pantalón.
-¡Uy! Un poco de resistencia. Eso me gusta.
-Y a mi gusta espiar de vez en cuando, pero ahora…
Francis levantó la vista al cadáver del ser celestial que estaba cerca de los dos y se topó con el brillo zafiro de Alfred.
-Agh, mal momento niño.-Suspiró Francis dejando con fastidio a Matthew, quitándose de encima.-Primero me haces trabajar y luego interrumpes.
-Hermano. Tardaste.-Se quejó Matthew con voz apenas audible.
-Lo siento Matthew. Pero, necesitaba ir con Arthur antes de ver…-Alfred acomodo sus lentes y plegó sus alas negras.-¿Qué no se supone que “esto” debía estar con vida?
Matthew suspiró cansado. Explicarle a su hermano que había pasado tambien era un fastidio.
-No es mi culpa.-Matthew se levantó del suelo con movimientos lentos. Parecía que su cuerpo era muy pesado para moverse o simplemente no quería moverse.- Francis se propaso con ese ángel, tuve que arrancarle las plumas antes de que le “devorara”.
-¡Fue una delicia! -Dijo sin remordimiento Francis que se había sentado cerca de Matt.
-Ugh, eres repugnante Francis. Bueno, como sea ¿Información?
Matthew asintió con ahora ojos somnolientos. Dándose cuenta de eso, Francis explicó.
-Al parecer, hay un arcángel detrás de esto.
-¿Un arcángel? .-Alfred gruño. Era muy obvio que altos rangos de los emplumados estuvieran al tanto de lo que había pasado.-¿Dio algún nombre?
-Mm.-Francis pensó meditarlo.
-Él quiere saber.-Dijo Matt cuando Francis cayó.
-No.
Soltó Alfred enseguida con ojos asesinos.
-¡Es por eso que me aburro! Digo, no es que quiera quedarme con ese tal Arthur con el cual estas taaan encaprichado (yo puedo tener a quien quiera) pero me gustaría saber ¿Por qué nos estamos metiendo con esos bellos angelitos?
-Al.-Insistió Matt.
-¡Vamos Alfred! ¡Cuéntame un poco!- Francis se levantó y jalando a Matthew a su regazo los dos quedaron de nuevo sentados. Matthew encima de él.-Solo puedo comprender que desees poseer a ese humano.-Comenzó a decir Francis deslizando de nuevo sus manos por el pecho y el vientre de Matthew para pasar el tiempo y no aburrirse.-Pero no entiendo porque te importa tanto. Estas cazando y desplumando ángeles y por fin los arcángeles se unirán a la fiesta por tus acciones.-Francis miró lesivamente al demonio de ojos zafiro y oscuros cabellos, sonrió, y con un movimiento lento, lamió el cuello de Matthew. El demonio de cuernos blancos gruño por fin respondiendo a las acciones de la lujuria.-Tanto interés en un humano. Me inquieta más de lo habitual.
Alfred pisó el cuerpo que sus compañeros habían despojado de su luz sin cuidado. Avanzó hasta estar frente al oscuro azul del iris del demonio de cabellos dorados y con una sonrisa se inclinó para acercarse al rostro de Francis con aura peligrosa.
-Arthur solo es mío Francis. Si llegas a tocarlo tus despojos serán peores que aquel ángel. Eso, lo sabes bien.
-Claro pequeño.-Sonrió Francis.-Es tuyo…
Entonces Alfred, le mostró una sonrisa.
-Él...-Alfred miró a su hermano y tocando su barbilla, acarició su labio inferior con su pulgar, recordando la boca de Arthur.-Él solo puede ser mío.
Matthew, atrapado entre las caricias de las cálidas manos de Francis y el mirar de su hermano, lo entendió en seguida. Sus ojos amatistas se agrandaron descubriendo que era eso que preguntaba Francis, eso que motivaba a su hermano a jugar con los seres de luz sin miramientos.
-Hermano, tu…
Alfred ensancho su sonrisa y las llamas azules de su cuerpo se encendieron cuando besó a Matthew para hacerlo callar.
-Mngh…
El besó fue agresivo, Alfred buscó enseguida ahogar a Matthew con su lengua y acallarlo con su saliva.
-Tsk…
Francis miró el acto y espero a que el beso apasionado de los hermanos terminara.
-Que buen espectáculo.-Soltó Francis.-Nada mejor para despertar la imaginación.
Alfred dejó a su hermano después de un momento en el que recordó que tenían que regresar.
-En realidad es tu culpa.-Señaló Alfred.-Despides lujuria sin cuidado.
-Los dos son una molestia.-Dijo Matthew cansado.
-Bien Alfred.-Se dio por vencido Francis con el demonio de llamas azules.-Su nombre es Iván. Creo, que lo conoces bien.- El demonio dibujo una sonrisita burlona al ver como Alfred se petrificaba por un instante.
-Iván.-Repitió Matthew sabiendo enseguida que seria una molestia para ellos tratar con un arcángel como aquel.-No quiero mas trabajo.
-Ah, no te preocupes mi amor, tu hermano mayor no dejara que tu hermano te obligue a ir tras él. Además, Alfred jamás dejaría que te enfrentaras a semejante problema.
Alfred miró de nuevo a los dos demonios que comenzaban a estar lujuriosos de nueva cuenta en su presencia. Así que dándoles la espalda, desplegó sus alas y su silueta fue engullida por sus llamas y desapareció.
-Lo has echo enojar.-Suspiró Matthew dejándose llevar por Francis y sus movimientos.
-Esta bien amor mío, tu hermano necesita divertirse de vez en cuando el solo…hablando de eso. Diviérteme un poco Matt.
Matt suspiró de nuevo, pensando que le daba pereza hacer cualquier otra cosa por su cuenta. Él, solo quería hacer nada, nada y nada más.
-Has lo que quieras Francis.
-Siempre lo hago.
Contestó el demonio juguetón.


-Siempre lo mismo.
Arthur tomó uno de sus pañuelos y limpió su mochila (parecida a un portafolios) de aquella masa obscura de olor desagradable. A pesar de terminar la preparatoria, aún había chicos que disfrutaban haciéndole bromas pesadas para provocarle, eso tenía como función, “cerciorarse” de que, Arthur, era capaz de arreglar sus problemas con magia, ya que los rumores que hablaban de él, decían que al estar maldito, tenía espíritus que le ayudaban en esas cosas. Para muchos, meterse con él era entretenido. Era sencillamente y llanamente una tremenda estupidez infantil creada por personas que tenían mierda en sus cabezas en vez de sesos. Pero no se podía hacer nada contra la estupidez humana.
-Como me gustaría destrozarles el culo con un…
Un alborotó fuera de los sanitarios hizo guardar silencio al ojiverde. No deseaba ser la burla de más personas. Había sido un día largo con clases y trabajos tediosos y aburridos. Quería marcharse a casa. Si algo más ocurría hoy, de seguro explotaría y terminaría en partirle la cara a quien se atreviera a molestarle.
Una vez limpia su mochila. Arthur salió de prisa de las instalaciones de la escuela. Era viernes y muchos estarían de fiesta o confesándose a sus enamorados. Eso se traducía a que abría parejas en todos lados y eso de estar frente a parejitas melosas mostrándose amor…era incomodo.
-Tal vez debería regresar en el metro.-Pensaba en voz alta el ojiverde observando el ajetreo de la tarde que comenzaba a caer ante una cálida noche.
Pero sus decisiones fueron interrumpidas al sentir que alguien había golpeado su espalda.
-¿¡Que mier-…-Arthur se quedo sin habla al respirar un perfume a flores. Uno leve.
Una pequeña figura estaba detrás de él.
-Lo siento.
Su cabellera castaña estaba peinada con una linda coleta de lado, sus rulos caían sobre su hombro y vestía un uniforme que identifico. Era una alumna de secundaria.
-Esta bien. No te preocupes.-La chica seguía escondiendo su rostro, solo asintió y rodeó a Arthur. Se veía decaída.-Espera ¿Estas bien?
No hubo respuesta. Solo un andar.
<< ¿Qué le pasa? >> La chica siguió y Arthur le miró dándose cuenta que lloraba << N-no es que yo la hiciera llorara… ¿Verdad? >> Suspiró nervioso con el deseó de alejarse pero el crujir de algo que piso hizo que su palidez se hiciera presente en su rostro. Era una cajita forrada con un papel liso de un estampado en corazones. Un listón blanco de forma extraña le adornaba al maltratado regalo.
<< Déjalo pasar >> Se dijo Arthur tomando el regalo << Déjalo ahí >> se dijo viéndole y luego buscando a la chica con la que había chocado << No te entrometas >> se dijo y fue en busca de ella.
¿Qué tan difícil era encontrarla? No había tardado casi nada en darse la vuelta para regresarle (lo que suponía era de ella) el pequeño obsequio que había dejado caer.
-¿Donde?
Entonces vio su silueta entre las personas que andaban por la calle, había dado vuelta y entrado a una pequeña plaza. Yendo tras ella, Arthur la encontró sentada frente a una fuente de agua saltarina. Las luces de las farolas naranja se habían encendido y la chica solo se preocupaba por mirar sus pies.
<< Bien, la encontré >>
Caminando hasta ella decidido a entregarle el regalo, se paro frente a la chica.
-Oye…
La chica alzo la mirada y vio extrañada al ojiverde. Sus ojos enrojecidos eran de un bonito ámbar, era una pena que estuvieran hinchados y era obvio que eso era porque había estado llorando.
Una risita tras las espaldas de Arthur le hizo darse cuanta de algo. Se había metido a una pequeña y tranquila plaza, donde los jardines eran altos y se extendían a lo largo de caminos con lugares como este para tomar asiento. Había una atmosfera que los enamorados usaban para pasar aquí el día. Sentados, tomados de la mano o hablando entre ellos. Si, eso parecía. Parecía que Arthur había seguido a la chica y ahora le estaba obsequiando el regalo que había dejado atrás. Se había metido en una escena romántica. Dándose cuenta, se petrifico y olvido que estaba asiendo ahí.
-umh…
La chica frunció el cejo, dejando ver que poseía unas cejas un tanto grandes como las de Arthur, su rostro se pinto de un rojo al ver que Arthur le estaba devolviendo lo que había dejado caer por accidente.
-N-no es lo que crees…es solo que, que…lo de-dejas-te caer…-Intentaba explicarse.
<< ¡Demonios! ¡Demonios! Si grita o dice que soy asqueroso o raro yo… >>
-L-lo…siento… eh echo que lo traigas hasta acá.
La voz de la chica era baja.
-Emh, toma.
La chica de cabellos castaños tomó el obsequio y con el ámbar de su iris amenazante en llorar de nuevo, Arthur se aclaró la garganta esperando a no verse tan entrometido.
-Dis-disculpa. Se que no es asunto mío, pero…¿Estas bien?
-No lo sé.
La chica coloco la cajita forrada en sus piernas. Una de las esquinas estaba aplastada y una huella evidente de la zapatilla de Arthur estaba plasmada en el papel.
-Emh, perdón, no lo vi y creo que…lo arruiné.
-No te preocupes. Después de todo, me rechazaron y esto ira a la basura.
-¿La basura?
-Si. No importa.
Arthur se frotó la frente al notar que la chica estaba realmente destrozada ¿Qué hombre le hace eso a una chica como ella? Era bonita y no parecía ser mala persona.
-Oye.-Dijo Arthur mirando a sus alrededores.-Espera aquí.
-¿Umh?
Dando media vuelta salió deprisa de la plaza, buscando algo, aunque no sabia que exactamente. Entonces al otro lado de la calle vio lo que exactamente no sabía que buscaba. Después de unos quince minutos en tardar en regresar, se pregunto si la chica aun estaría ahí. No era raro que después de que él se machara ella tambien se fuera de ese lugar. Después de todo no se conocían su encuentro era un poco extraño.
-¡AH!
La emoción de ver a la chica sentada aún bajo las luces naranjas hizo sentir bien a Arthur.
-Lo siento. Tarde mucho.
-No digas eso, la verdad no es que estuviera esperando a que regresaras.
-Si, tienes razón. Esto es un poco raro pero…-Arthur se sentó a su lado y mostrándole lo que había ido a buscar le mostro un bonito adorno para el cabello en forma de flor. Era de un rosa pálido y de una delicada forma.-Y esto sera aún más raro.-Decía.-Es para ti.
La chica parpadeo un par de beses confundida y encendiéndosele las mejillas negó con la cabeza avergonzada.
-¡No necesitas regalármelo! No soy una niña qu3 nec3sita consuelo yo…
-Digamos que es un intercambio.-Dijo Arthur comenzando a sentir vergüenza por sus actos.-Yo, no quiero que eso termine en la basura.-S3ñalo la caja maltratada de la chica-Si no te importa. Intercambiemos.
El rostro de la chica subió a un tono más rojo.
-P-pero…esto es basura.
-No lo es.
-Esta dañado.
-No importa.
-Y-yo…
<< ¡Aaaaagh! Esto es tan vergonzoso! ¿Por qué se me ocurrió esta tontería? B-bueno, soy un caballero, eso no hay duda >>
-Esta bien.-dijo por fin la chica.-Sera un intercambio. Pero…no creo que te guste lo que este dentro.
Arthur asintió y los dos intercambiaron los regalos que no estaban previstos para esas personas.
-Gracias ¿puedo abrirlo?
La chica avergonzada asintió resguardando su pequeño obsequio entre sus manos. Arthur, aunque estuviera maltratada la caja, fue cuidadoso en abrirlo. Busco los dobleces del papel y quito la cinta adhesiva despacio para no dañarle más. Dentro, había papelitos blancos que hacían de colchón a un pequeño muñeco de felpa. Un osito con corbata y lentes.
-Oh, es muy bonito.
-¿en serio lo crees?
-Si. Muy lindo. -Sonrió Arthur.-Creo que es demasiado lindo… ¿Segura que me lo puedo quedar? Es decir, esto esta echo a mano. Debió costarte mucho.
-¿Cómo lo supiste?
-Ah…bueno…no tiene etiquetas, además, la forma en que esta cosido…emh…lo siento…-Dijo de inmediato cuando vio una lagrima escabullirse de los ojos ámbar de la chica.-¿D-dije algo malo?
-¿eeh? ¡Ah! N-no.-La chica se frotó los ojos con su brazo, tal como lo haría un niño pequeño.-Es solo que me alegra. Me alegra mucho que digas eso de ese osito. Yo…yo pensaba regalarlo a la persona que me gusta pero…esa persona ya tiene a alguien más.-Explicaba sin descubrir sus ojos. Arthur dejó que la chica se desahogara.-Soy una tonta por no haberme dado cuanta antes…pero no…no puedo hacer nada. Yo no quiero intervenir. No quiero…
-Toma.-Arthur le extendió un pañuelo.-Te diría que no lloraras por eso. Pero no estoy en posición de decir esas cosas. Yo…- << Yo se que llorara a veces es bueno>> .- Soy un poco lento en estos asuntos.
La chica negó con la cabeza mientras tomaba el pañuelo de Arthur.
-No tienes que decir nada. No tienes porque preocuparte por mi. Tu…ni siquiera me conoces y ahora estas siendo muy bueno conmigo. Debes creer que soy una niña estúpida.
-Jamás pensaría algo como eso.-Dijo Arthur.-No de alguien que no teme ah demostrar sus sentimientos de esa forma. Eres, muy valiente.
Arthur notó como la chica le miraba. Sus lagrimas seguían mojando su rostro, pero una pequeña sonrisa le acaloró cuando sus labios rosados la formaron.
-Gracias…
Era un agradecimiento que le lleno el pecho de algo que burbujeaba cerca de su garganta y le provocaba cosquillas. Era agradable.
La chica y Arthur quedaron en silencio. No era incomodo, si no todo lo contrario. El sonido del agua salpicar cerca de ellos y la lejanía de un bullicio marcó sus las ultimas palabras.
-Espero volver a verte.-Dijo la chica levantándose.-Cuidare mucho tu obsequio…gracias.
-Si. Yo tambien.
-Eemh, mi nombre…es Paulen* Wy…yo, se que es un poco raro…
-Je, soy Arthur. Arthur Kirkland.

Era curiosa aquella paz que llenaba al ojiverde. Tan afable como el sonido de la lluvia veraniega que apaciguaba el calor sofocante de un largo día. A pesar de ser aún primavera, él lo sentía así.
Recordando los ojos tristes de Paulen mientras veía el pequeño oso de felpa en sus manos, pensó en sus dificultades ¿Cuánto tiempo tardo en tener moldes para el osito? ¿Había tardado en escoger el modelo? ¿El color? Y, ¿Cuanto valor necesito para confesar sus sentimientos?
-Ya es tarde ¿Que haces aquí?
-¿Alfred?
Arthur trató de esconder el pequeño oso de felpa de los ojos de Alfred pero el demonio con su apariencia “humana” lo notó en seguida.
-¿Una confesión? -Preguntó Alfred un poco serio.
-Amh, no. No es eso.- << ¿Porque estoy tan nervioso? >> .- Solo es…bueno, fue porque…¡Oye!
Antes de que Arthur pudiera explicar la situación, Alfred se adelanto y tomo el peluche, arrebatándolo de las manos de Arthur.
-No puedo dejarte solo ni un par de horas ¿verdad?
-¿De que hablas?
-De que me voy y tu comienzas a coquetear con cualquier perra.
-¡¿D-de que estas hablando estúpido!? ¡Regrésamelo! -Ordenó Arthur cuando una sombra se posó en el rostro de Alfred. Se veía enfadado y Arthur no entendía porque.
-¿Para que lo quieres? Has dicho que no es de una confesión, así que dudo que te importe lo que le pase ¿No?
-No es de una confesión, pero…es, es importante.-Se levantó Arthur tratando de mantener la calma. Pero presentía que esto terminaría mal.-Por eso, regrésamelo. Ella se es-…
-¿Ella? ¿Entonces si te lo dio una maldita perra?
-¡No hables de esa forma de ella! -Gritó enfadado Arthur.
-Tsk.
El demonio estrujó al oso d peluche con una sola mano y para horror de Arthur noto que las garras del demonio comenzaban a crecer.
-¡No! ¡Basta!
-Esto no te debe importar. Es solo basura.-Gruñó Alfred mostrando sus colmillos y con una chispa decidió acabar con eso.
-¡NO!
Arthur se dio cuenta de las intenciones de Alfred y saltó de inmediato, pero la chispa del fuego azul de Alfred había ardido en un parpadeo que mando una de las patas del regalo y…
-Agh…demonios…duele.-Se quejó Arthur sin soltar el peluche que chamuscado, estaba a salvo de nuevo en las manos de Arthur.
-Arthur…
-¡Eres un maldito idiota! -Gritó con fuerza Arthur alejándose del demonio un par de pasos.-¿Por qué lo hiciste?
Arthur desafió el silencio del demonio que solo le miraba con ojos entrecerrados.
Esto estaba mal. Pauline se había esforzado mucho en esto, derramó lagrimas para dárselo a una persona que quería y al descubrir que no podría ser recibido, Arthur prometió que le cuidaría. Ella…
-Ella no era una mala persona…solo, solo no fue correspondida.-Decía con mecánica voz el ojiverde. Tomo su mochila y le dio la espalda a Alfred.
-Solo estas diciendo tonterías Arthur.-Dijo Alfred tocándole el hombro para calmarlo.-Yo solo…
-¡NO ME TOQUES!
Arthur rechazó la mano de Alfred lastimándose aun mas las heridas que le había causado su fuego momentáneo al golpearlo.
Alfred no retrocedió y le tomó con fuerza la muñeca de su mano lastimada. Sus ojos azules contemplaron la piel enrojecida de Arthur y luego, arrepentido de aquello quiso disculparse.
-Arthur, déjame curar tus heridas.
-S-suéltame.-Dijo Arthur desviando su mirada y sosteniendo contra su pecho el osito maltrecho.-No me obligues a golpearte.
-Vamos Arthur, exageras por esa cosa. Es una estupidez.
-¿Una estupidez? -Susurró Arthur.
<< Si. Es una estupidez para un demonio ¿No? ¿Cómo es que Alfred puede comprender algo así? Él…>>
“Se me confesó” “No sé que hacer” “Yo pensaba regalarlo a quien me gusta”
Las voces que recordó le hicieron entender el porque se sentía tan molesto con Alfred. Aunque Arthur quisiera negar el hecho que Alfred estuviera siempre acompañándole y brindándole su ayuda, este, había forjado en Arthur sentimientos bochornosos hacía su persona. Por eso, Arthur se sintió estúpido, un idiota por creer que un demonio podría entenderle, que podía asimilar esos sentimientos importantes que las personas experimentan.
Esto no era por que ellos fueran hombres como aquel chico preocupado del bus, o porque Alfred tuviera a otra persona para quererle, si no…algo mucho peor.
Un humano, simplemente no puede recibir amor de un ser como Alfred. Eso, era lo más ridículo que podía pensar.
Y hasta ahora se daba cuenta.
Sonriendo dejo de forcejar con Alfred, sintió un dolor agudo en el pecho que se extendía hacia su estomago y garganta. Cubriendo su ojo derecho, decidió ver la verdadera imagen de Alfred para convencerse que Al solo estaba con él por razones que desconocía, pero no porque le interesara.
Cabello oscuro como la noche sin luna y estrellas, sus ojos delineados con sombras, garras para destrozar y colmillos para devorar como un animal hambriento sin miramientos, cuernos retorcidos y tiznados de carbón; una fachada que no estaba en esplendor ya que sus llamas, sus alas y su cola no estaban ahí. Pero en este instante, lo que importaba era que Alfred, teniendo cualquier apariencia, demoniaca o no, no se podía negar lo que en verdad era.
-Alfred. No vuelvas a aparecerte frente a mi. No quiero verte. No quiero verte nunca más-Arthur tembló al escuchar su propia voz, o tal vez había temblado al ver la expresión desencajada del demonio que había mostrado al escucharle.- Tu…solo me lastimaras.
Sintiendo que la mano de Alfred le liberaba, Arthur le dejó. Escondiendo el agua de sus ojos a tiempo.
Esto no era el fin de nada, ya que, ni siquiera se había formado un comienzo entre los dos. No podía existir algo como el amor entre Arthur y Alfred. Eso, lo tenía claro.
Dolía.



La luz brillante de un lugar que jamás había sido manchado con sombras, baño con sus haces dorados las alas enormes de un blanco puro; eran las alas de un ser de luz. Por fin había una brecha entre el humano que vigilaba y ese maldito “caído”.
-Por fin le rechaza.-Dijo con una sonrisa que demostraba emoción.
El ser de luz alzó sus brazos para estirarse. Había sido una tediosa espera, pero era hora de borrar del mapa a esa escoria que tanto preocupaba a sus superiores.
-Es hora de actuar.

Notas finales:


Uf~ Si llegaron a leer todo el cap, comprendieron el porque de las advertencias al inicio ( ¿exagere? ) bueno, ustedes tienen la ultima palabra. Ha! Aclaro que, Wy al no tener un nombre “oficial” (si tiene, háganmelo saber por favor TwT) Decidí nombrarla como el personaje en el que encontré y se dice que se basaron para su creación o algo así (Paul Delprat) Y bueno, quería hacer de Arthur un lindo caballero al ayudar y comprender a Wy. Espero no haber echo su encuentro muy soso, en fin. 


Y creo que aunque sea spoiler, necesito aclarar que Rusia (Iván) no es el malo aquí >:B eh dicho! 


Bueno, ya para no hacer esto muy largo, espero sus suposiciones y comentarios. Gracias por leer y espero no haberlas sacado mucho de onda XD (les advertí que iba a ser raro)


Feliz día del amor y la amistad! Digamos que este cap, es su regalo (Un chocolate amargo (¿) )
^3^ b25; Saludos! 


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