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El precio de mi deseo por Mokona negra

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Notas del capitulo:


Hola a todos, heme aquí con nuevo cap. Espero que lo disfruten y les guste como a mi al escribirlo -w- 
Advertencias: Sigo con eso del incesto.

 

El humo compartía espacio con la neblina de color azul tenue, las horas de la oscuridad reinarían un poco más y el goteo del carmesí se perdía entre las baldosas rosadas de un templo alejado de la cuidad.
-Esta más “apasionado” de lo acostumbrado.
Señaló el demonio de la Lujuria en la lejanía. Miraba entre sorprendido y curioso el odio que Alfred desataba contra otro pobre infeliz emplumado. Gritos de dolor a la distancia encantaban el sitio. Si los humanos pudieran escucharle, pensarían en que el sitio estaba maldito.
-Arthur lo ha negado.-Aclaró Pereza con la cabeza colgante desde una rama de un nogal de hojas doradas.-Si ese humano sigue negándolo, Alfred no puede acercársele. Eso lo pone de malas.-Explicó y bostezó por el gran esfuerzo.
-Oh, ya veo…ese es el problema con demonios de su tipo. Aunque no estoy muy seguro de que tipo de demonio es.
-Umh.-Matthew se estaba quedando dormido como un pajarillo que se esponja en su nido al anochecer.
Francis le miró de reojo.
-¿Te quedaras dormido ahí? ¿Por qué no bajas mejor a mis brazos? -Ofreció Francis con otras intenciones.
Un chillido desgarrador que cesó abruptamente llamó la atención de Francis. Esos gritos le ponían nervioso si no era él quien los provocaba. Con un aleteó, Alfred se acercó a los dos demonios. Su rostro estaba salpicado de gotas rubíes frescas al igual que su ropa. Era un desastre.
-Me voy.
-¿Irte?
-Antes de arrancarle las alas confesó que en los reinos de luz, el arcángel Iván dictó la orden de buscar a cierto demonio.
-¿Qué demonio?
-Envidia.-Soltó entre sueños Matthew que sonreía por algo que soñaba.
Alfred suspiró viendo a su hermano. Era malo que Matt le leyera su mente cuando estaba muy cerca de él. Luego le reprendería.
-¿Yao? -Francis peinó su barba.- ¿Por qué él?
-No lo sé. Pero es mas fácil encontrar a las ramas de pecado que a los arcángeles. A parte de eso, Francis, necesito que visites a Arthur.
Francis curvó su boca.
-¿Seguro? Sabes lo que puedo provocar en los humanos a los que me acerco.-Le recordó.
-Exactamente por eso…yo, necesito que le recuerdes que me necesita. Quiero que juegues un poco con su mente y hagas que me desee.
-Aaah…-Francis no sabía exactamente que decir. Los pensamientos de Alfred eran extraños. Primero le había amenazado con alejarse de ese humano y ahora, le pedía eso. Se notaba la desesperación del ojiazul.
Alfred desplegó sus oscuras alas.
-Francis.-Sus ojos centellantes miraron al demonio de la lujuria.-Solo…provócalo. Si haces más que eso…te desollare.-Amenazó antes de que sus llamas le acompañaran en vuelo.
-Sigh…si, eso es lo que me esperaba.-Suspiró Francis.-Matthew ¿Por qué tu hermano es tan caprichoso?
No hubo respuesta. Matthew estaba profundamente dormido.
-Bien, hora de trabajar.-Se dijo dando un saltito hasta alcanzar a Matt.-Pero primero, me desahogare un poco.

<< ¿Qué hago? ¿Fingir que nada pasó? Supongo que eso es lo mejor. Es decir, estaba un poco dolido y All tomado. No es como si haya pasado gran cosa, pero… >>
Arthur gruñó sin saber que pensar mientras regresaba a casa. Había salido temprano a caminar, guiado por el rumor de que el ejercicio ayudaba a aclarar los pensamientos y relajar el cuerpo y la mente.
“Perdón”
¿Por qué Allistor se había disculpado? Arthur no deseaba que su hermano se sintiera culpable de su debilidad. Arthur debía aclarar eso.
<< No puedo permitir que se culpe. Él…se esfuerza mucho >>
-Debo decirlo.
-Mm, no sé. No pareces tener nada de especial.
La mirada esmeralda de Arthur notó una sombra flotando cerca de él. Un escalofrió le recorrió la nuca y cerrando su ojo derecho un poco pudo verlo.
-Ohm retiro lo dicho.
Alas oscuras como las que ya conocía hacían un chiste de la gravedad. Sus cabellos peinados descuidadamente con una cintilla oscura eran largos y claros, su rostro era bello y sus ojos azules zafiros le recordaban otros.
-¿Un demonio?
-¿Puedes verme? Bien, la eh jodido.-Decía con cierto orgullo.
<< ¿Quién es este tipo tan desagradable? Ugh. Hora de irse. >>
-¿Umh? ¿Me ignoras? -El alado descendió con elegancia y comenzó a seguir a Arthur.-Que grosero eres.
<< Solo ignórale >> se decía Arthur apretando el paso.
-No esperaba que me vieras. Ese demonio debió haberme informado mejor de ti. Pero no. Tan caprichoso.-Se quejaba.
<< ¿Qué otro demonio? >>
-Mm, bueno, no importa mejor así. Oye ¿Te han dicho que tienes las cejas muy grandes? ¿sera eso que le parece sexy de ti? A mi me pareces muy delgado. Bueno, eso no importa, podría sujetarte de las caderas sin mucho esfuerzo.
-¿¡Porque me sigues!? -Gritó Arthur dándose media vuelta enfadado.
-Oh, entonces si me ves y escuchas. Solo probaba.
-Ugh…
-Bueno, solo quería conocerte.
-¿Conocerme?
El demonio deslizó su mano para atraer el cuerpo de Arthur sobre sus caderas al mismo tiempo que tomaba su mano derecha y acercándose con peligro a su rostro, le sonrió con coquetería y besando su mano, le guiñó un ojo.
-Es un gusto Arthur. Alfred te manda saludos.-Susurró con voz aterciopelada.
Inmóvil, la mente de Arthur le recordó al demonio que le había dejado.
-Alfred…-Sus labios le nombraron mecánicamente y Francis ensanchó su sonrisita al escucharle.
-Él pobre ha estado sufriendo mucho por ti. Se podría decir que ese niño caprichoso, mataría por verte de nuevo.- Decía haciendo evidente que había recordado algo que le causaba gracia.-Pero olvida eso, mirándote de cerca, puedo ver porque tanto interés. Eres muy lindo.
Arthur comenzó a sentir un pequeño ardor en donde aquel desconocido le había besado. Dándose cuenta de lo que sucedía. Arthur se alejó de él con brusquedad.
-¿Por qué conoces a Alfred? ¿Eres un demonio como él?
-¿Cómo él? ¡Que va! ¿Acaso no es evidente que soy mucho mejor?
-Que estupidez.-Gruñó Arthur comenzando a desesperarse.-¿Quién eres?
Francis se encogió de hombros susurrando algo.
-¡Contesta!
-Solo soy un trovador de amores. Soy Francis. Cupido de Alfred.
-¿C-cupido?
-Ya lo dije, noté que Alfred estaba muy triste. Emh, bueno, eh hablado de más. Es mejor que me marche antes de que un emplumado me vea hablando con un humano. Eso seria horrible. Aunque si fuera un bello ángel no me importaría enredarme con el. Como sea.-Decía con rapidez.-Nos veremos en otra ocasión.
-¡Espera!
Demasiado tarde. Sus alas alborotaron el viento al moverse y donde estaba aquel de intenciones extrañas, solo un botón de rosa roja quedo.
-¿Qué fue eso?
Arthur intentó verle, pero había desaparecido. Despacio se acercó al botón de la rosa, pensando en dejarla en ese lugar. Pero cuando su aroma fresco y dulce llegó a él, sintió la necesidad de recogerle.
Ya en sus manos, se dio cuenta que sus pétalos eran de un rojo muy intenso y de una suavidad que ninguna otra flor poseía.
Era extraño, aquella flor le recordaba al demonio de ojos azules ¿Por qué? ¿Era porque ese tal Francis le había dicho que Alfred le extrañaba?
<< Alfred… >>

-No te entiendo.
-¿El que?
-No entiendo porque has hecho tanto trabajo si con tan solo susurrarle pudiste incitar el recuerdo de Alfred en Arthur.-Tomó aire Matthew observando al demonio que agitaba los pies en aire divertido mientras veían como Arthur se marchaba a casa.
-Me gusta este tipo de trabajo. Además, si me quedaba al lado de Arthur simplemente susurrando, hubiera terminado devorándole ¡Imagínate! Ese cuerpo empapado en deseo, sus ojos pidiendo más placer ¡Aaah! ¡Seria todo un espectáculo!
-Demasiado trabajo. Es molesto.-Repitió Matthew haciendo que sus alas blancas le llevaran contra el viento, necesitaba descansar.
-¡Hohoho! No pensé que llegaras a asentir celos mi pequeño Matthew.
-¿Celos? -Matthew fijó la vista en el humano en el que tanto trabajo le estaba causando a su hermano. Quería que esto terminara pronto. Todo el asunto era un tremendo fastidio.-Francis…
-¿Que sucede mi dulce jarabe de maple?
-Dime… ¿Los demonios pueden enamorarse?

-Estoy en casa.
Anunció Arthur cuando cerró tras él la puerta principal.
-¿Umh?
Arthur camino siguiendo el aroma de la cocina y entrando en ella, encontró con una mesa puesta y el desayuno listo.
-Ah… pensé que te habías perdido en el camino de regreso.-Dijo Allistor sin levantar la vista del periódico que leía.-Hice el desayuno.
-Y-ya veo, gracias.
El aroma de la mantequilla sobre el pan tostado se mezclaba por desgracia con el aroma del tabaco. Que su hermano mayor se ocupara del desayuno había tomado por sorpresa al ojiverde.
-Date prisa y come.-Se limitó a decir Allistor.
Todo indicaba que las cosas marcharían como siempre. Entonces…tal vez era mejor no decir nada de anoche.
-¿Qué haces?
-Nada. Solo…-Arthur reaccionó, se había quedado plantado en el umbral de la cocina perdido de nueva cuenta en sus pensamientos.-Solo pensaba en donde dejar la rosa.
-¿La rosa?
-Sí. La encontré tirada en el camino.-Se apresuró a decir.-Pensé que sería una lastima dejarla morir y bueno. La traje.
Arthur por fin se movió. Comenzó a buscar un pequeño florero donde podría poner la flor y no escuchó cuando Allistor se le había acercado.
-Dame.-Dijo de pronto Allistor apareciendo tras sus espaldas.-Todo se enfriara si no te apresuras a comer. Yo la pondré en agua.
-No es necesario. Yo puedo.-Insistió Arthur.
-No seas idiota. Dámela. ¡Atch!…
Al resistirse, Allistor se había pinchado con las espinas de la rosa. Provocando que al instante una gota de un oscuro rojo emanara del dedo medio de su hermano mayor.
-¡Ah! ¡Lo siento, fue mi culpa! – Se disculpó Arthur viendo como la gota se hacia mas grande << Se derramara >> Pensó el ojiverde.
-¿Otra vez con eso? -Gruñó All viendo que era evidente la preocupación de Arthur.-Ya te dije que no actúes como si me fuera a desangrar. Son solo pequeña-
¿Porque lo había echo?
Allistor se quedó sin palabras al sentir su dedo dentro de la tibia boca de Arthur. Sus ojos se llenaron de la imagen de su hermano menor, curándole con ese método tan rudimentario. Ese que había hecho acelerarle el corazón y desatarle la imaginación.
-¿Q-que estas haciendo?
Arthur levantó la mirada chocando con la de su hermano. Sus mejillas se enrojecían y dándose cuenta de lo que estaba haciendo Arthur despegó sus labios avergonzado del acto. Su saliva fresca brillaba en el dedo de su hermano. Su boca, su saliva había lavado su herida momentáneamente.
-¡Wa! ¡Perdón yo no! -Arthur atropelló las palabras.- ¡Iré a buscar una bandita!
Dijo con el rostro encendido, saliendo con prisa de la cocina.
<< ¿Por qué hice eso? ¿Por qué? ¿¡Por qué?! >>

Allistor suprimió el impulso de detener a su hermano. Solo clavó la mirada en la rosa que le había pinchado y había causado ese pequeño desastre.
El frio que envolvió su dedo enseguida de que Arthur le dejó, le hizo sentir un cosquilleo en su garganta y sus labios. Levantando su mano cerca de su boca, aspiró hondo y observó esa capa delgada y sutil de saliva que había dejado Arthur.
-¿Qué demonios estoy pensando?

<< ¿Que demonios estoy pensando >>
Arthur buscó el botiquín de primeros auxilios en el baño y encontrando una bandita verde limón, regresó.

Después de que la rosa encontrara un lugar en la sala en un pequeño florero de cristal. Arthur procuró no molestar más a su hermano, después del desayuno y levantar los platos, se dedicó estudiar un poco y arreglar el jardín trasero que no necesitaba mucha atención, solo un poco de agua.
La tarde caía y era una buena hora para refrescar los rosales que cercaban su patio. Rosas blancas crecían sanas y bellas.
-Umh…
El agua que bebían sus flores con gratitud y la tranquilidad, le permitieron pensar en el encuentro que había tenido con aquel que “presumía” ser el cupido de Alfred. Era una posibilidad que ese demonio mintiera. Era su naturaleza después de todo.
“El pobre ha estado sufriendo mucho por ti”
<< ¿De verdad? … ¿De verdad Alfred? >>
El esmeralda de Arthur fue escondido tras sus parpados. Trató de recordar el perfil de Alfred y sus ojos penetrantes fueron los primeros en aparecer. Ese rasgo que siendo humano o demonio no cambiaba.
<< ¿Cómo puedo confiar en la palabra de un demonio? >> << ¿Debería de hablar con él? >>
Pensante, Arthur se dio cuenta que era realmente terrible en comunicarse con los demás. Eso le estaba causando problemas. Si fuera más sincero con lo que sentía, tal vez Alfred aún estuviera con él, tal vez, su hermano no se sentiría culpable.
-Ey, Arthur.
-¡Waa!
Arthur se giró con rapidez y enredándose con la manguera cayó al césped húmedo y un chorro de agua se alzó al aire. Arthur no era el único que se había mojado.
Pálido, Arthur vio como un Allistor furioso tensaba la mandíbula y apretaba los puños. El agua le había alcanzado mojándole la cabeza. Gotitas de agua fría comenzaron a caer de sus mechones mojados y alcanzaron su camisa. Deprisa Arthur se levantó sin saber que hacer.
-¡¿Qué demonios te sucede!? -Estalló All.-¿Por qué siempre que me acercó a ti me tienen que suceder estas cosas? -Gruñó.
-Eemh…yo…lo siento.
-¡Deja de disculparte! ¡Eso tambien es molesto!- Allistor dio un pisotón haciendo que diminutas gotas de agua sucia salieran despavoridas del césped. -¡Me largo!
Gritó Allistor dando media vuelta. La figura de Allistor se oscureció ante la mirada de Arthur que agrando sus ojos notó como la sombra del atardecer se alargaba y tocaba la espalda ancha de esa persona.
“No vuelvas a aparecerte frente a mi. No quiero verte. No quiero verte nunca más” Arthur recordó la ultima vez que vio a Alfred en ese instante ¿De nuevo le dejarían solo? Otra vez… ¿Le abandonarían por sus fallos?
-N-no…
Un hilo delgado de voz se escabulló de entre los labios de Arthur. Las sombras le estaban jugando una mala broma, sus recuerdos le torturaron y en unan fracción de segundo, la espalda de Allistor se volvió la de Alfred. El demonio le estaba dejando por segunda vez.
-¡No me dejes!
Gritó atrapando a Allistor por la espalda, chocando con brusquedad contra su cuerpo y su calor.
<< ¿Qué estoy haciendo? >>
-Por favor…-Arthur se aferró a las ropas de Allistor percibiendo un aroma dulce.-No me dejes solo…te lo ruego.
<< Alfred…¿Por qué me dejaste? >>
Allistor estaba en silencio, escuchando la lastimera suplica de Arthur. Su cuerpo se sentía pesado por culpa de un latir rápido. Sus músculos se destensaron al ver las manos de su hermano menor sostenerle. Apenas y podía abarcarle el cuerpo. Para el pelirrojo, confundido, esas manos de piel clara eran muy pequeñas y frágiles.
<< ¿Cómo es que puede cuidarse de si mismo con esas manos? >>
-No te vayas.
La voz baja de Arthur suplicaba, pero, a Allistor le incitaba algo más.
-Arthur. Suéltame.-Dijo el pelirrojo teniendo miedo de si mismo.
-No quiero.
-Si no lo haces…yo…
Un par de gotas resbalaron del cabello de Allistor y aterrizaron en Arthur.
-Por favor.
El silencio fue rotó por el cantar de un solitario grillo y el pelirrojo, tomando con fuerza las muñecas de Arthur, le obligó a soltarle y seguirle dentro de la casa. Ya no lo soportaba.

Alfred ya llevaba un buen rato buscando a Yao. Pero por fin, le había encontrado al demonio de la rama de la Envidia, aunque no esperaba encontrarlo de esta forma.
-Por aquí.
Decía una mujer joven con ropas orientales que Alfred seguía entre pasillos de madera y puertas deslizables. Tan pronto el demonio voló cerca de los territorios de Yao, seres de las sombras le recibieron.
-El amo Yao, esta en la habitación.-Dijo la mujer de piel pálida como una muñeca helada y cabellos castaños largos. Los seres de la oscuridad que controlaba Yao eran absurdamente parecidos unos a otros.
La puertecilla que estaba frente a Alfred se deslizó dejándole el paso libre de una sola intención. Cuando esta estuvo abierta, vapor blanco escapo del interior donde todo estaba forrado de telas de seda de vivos colores, entrando, el ojiazul notó que un hombre delgado estaba recostado en medio de la habitación sobre un montón de almohadas de forros llamativos y de alta costura. Fumando una pipa larga, Yao se resignó a mirar a su visitante.
-No pareces abrumado por haber sido arrastrado a los territorios de la luz.-Soltó Alfred acercándose a los aposentos de Yao.
-No soy un demonio cualquiera Alfred.-Dijo Yao dejando que una nube blanquecina escapara de su boca.-Fue una verdadera molestia que los emplumados me interrogaran por tu casusa.
-¿Mia?
-Ellos, tienen la idea de que todo demonio sabe lo que esta haciendo otro de su calaña. Pero esto no es así. Creían que sabría algo sobre ti y tus “desplumares”. Pero ni siquiera estaba enterado de tus pasatiempos.
-Y ahora heme aquí.-Se encogió de hombros Alfred.
-Es gracioso, porque ellos quieren saber donde demonios te encuentras para detener tus juegos con sus ángeles y…que tú vengas aquí conmigo a averiguar de ellos...-Yao fumó molesto su pipa y dejó que el humo saliera por su nariz después de un rato.-Te lo digo como a esos emplumados. No se lo que trama y no sé donde esta.
-¿Eso les dijiste de mi?
-¿Qué más podía decirles?
Yao respiró de nuevo de su pipa y le echó en cara el humo a Alfred. La nubecilla escalo desde sus pies hasta su rostro con su cuerpo vaporoso. Alfred estaba respirando aquella mezcla de nubes.
-¿Solo eso?
-Iván dijo que habías hecho enfadar a alguien de arriba.-Decía tranquilo.-No me sorprende con lo mal que dejas esos emplumados en sus templos.
Alfred entrecerró los ojos pensando en las palabras de Yao. Según parecía, los ángeles solo le buscaban por sus ultimas fechorías.
-¿Sabes donde puedo encontrar a Iván? Hace poco le nombraste.
-No. Pero puedes, preguntarle al pergamino.-Dijo Yao señalando con la pipa de ocre un trozo de pergamino desgastado que estaba en la habitación, encima de un pedestal.-Esa cosa puede mostrarte al ser en el cual estés pensando. Lo robé hace mucho. Decía despreocupado Yao cuando Alfred se acercaba al artefacto.-No me interesa espiar, pero es útil.-Seguía diciendo Yao, soltándosele la lengua.
-Estas de buen humor Yao.-Se burló Al.
-No es que este de buen humor Alfred, solo estoy cansado por estar tanto tiempo en los reinos de la luz y, ahora que regreso, debó de tratar contigo.
-¿Quieres decir que solo quieres deshacerte de mi?
-Es obvio.-Dijo tajante el demonio.-Quiero que te vayas y me dejen de enredar en tus asuntos.
-Esta bien.-Dijo convencido Alfred sobre las palabras de Yao.-Entonces jugare un poco con tu juguete y luego me marchare.
-Eso me parece perfecto.-Dijo Yao cuando notó que Alfred, en efecto, estaba frente al, pergamino.-No quiero que me vuelvan a envolver en tus asuntos y menos los de ese gusano del que Iván estaba interesado. No se que tiene de interesante un ser tan alfeñique como ese tal Arthur.
<< ¿Arthur? >>
Alfred estaba a punto de preguntar que pasaba con Arthur y el arcángel, pero la voz del aludido resonó desde el pergamino y…ahí estaba.
Su menuda figura, sus cabellos claros y sus hermosos ojos esmeraldas…él, estaba abrazando a un hombre pelirrojo que Alfred tambien conocía bien. Era Allistor, su hermano.
“-No te vayas”
El demonio sintió hiel en la boca al escucharle. Arthur, su precioso Arthur le estaba pidiendo a ese gusano que no le dejara con voz tan lastimera y suplicante << ¿Por qué? >>
A sus espaldas, la envidia le aguijonaba sin piedad. Yao, se burlaba para sus adentros de trabajo tan sencillo que había resultado haber engañado al demonio.
“-Por favor”
Esto era suficiente. Alfred tenía que ir ahí, tenía que encontrar a Francis y obligarle que le dijera lo que pensaba Arthur. Si el ojiverde pensaba en él de nuevo, mínima mente podría aparecer frente a él y…
-¿Pasa algo malo?
-Nada.-Contestó de inmediato Alfred a Yao.
-¿En serio? No parece que sea nada.-Dijo balanceando su pipa con la punta de su dedo.
-Me tengo que ir.-Apresurándose, Alfred fue al encuentro de Lujuria.
Satisfecho, Yao observó a Alfred marcharse. Era un verdadero idiota. Caer tan fácilmente en provocación por un humano.
...
Con largos pasos, Allistor arrastraba a Arthur a la habitación donde él dormía. Sin encender las luces obligó a sentarse al ojiverde en la cama al entrar. Arthur sentía como había hecho enfadar de nuevo a su hermano mayor y no se atrevía a hablar.
Hiendo a buscar una toalla, Allistor le dio la espalda y comenzó a desabotonar su camisa que su cabello había mojado. Arthur sintió frio por la humedad de su ropa pero en vez de decirlo, solo miró como la luz de la luna entraba por la gran ventana de la habitación.
“Flip” Allistor dejó caer al suelo su camisa y comenzó a secarse. Sintiéndose ridículamente avergonzado, el ojiverde bajo la mirada y curioseo la habitación de su hermano. Todo estaba en perfecto orden y dentro, el aroma a tabaco impregnaba sus cobijas y las paredes. Sí su hermano se quedaba callado, Arthur debía decir algo pero no sabía que. Se estaba comportando como un crio descuidado y lo peor de todo, había hecho enfadar a Allistor con un nuevo numerito en el jardín.
Tratando de encontrar palabras, Arthur encontró sobre la mesita de noche su oso de felpa.
-¿Uh?
<< ¿Qué hace aquí? >>
-Trate de remediarlo.-Arthur volteó a ver a su hermano alarmado.-Mientras hacías el aseo de la casa, pensé que podría ayudar. Pero, no soy muy hábil en esas cosas tan delicadas.-Aclaró Allistor dejando la toalla que acababa de usar en su cuello.-No quería manchar la tela y terminar con un mal zurcido.-El pelirrojo dio un par de pasos colocándose frente a su hermano.-Mis manos son grandes y a veces bruscas.-Dijo y tomó las manos Arthur. El ojiverde tensó su espalda y cuello inconscientemente; observaba los movimientos de su hermano y se preparaba…¿Para que? ¿Qué le lastimara. El pelirrojo descubrió un poco las muñecas de Arthur con cuidado. Su piel, estaba enrojecida por culpa del agarre de su agarre .- Hago daño sin darme cuenta, en cambio, tus manos, son pequeñas y delicadas a pesar de ser un hombre. Perfectas para cosas delicadas…por eso, me preguntaba…¿Cómo es que te las has arreglado todo este tiempo?
Las palabras del pelirrojo le estaban causando a Arthur un picor inusual en sus ojos.
¿Cómo?, preguntaba. Arthur agachó la mirada.
Su corazón latió con dolor al encontrar la respuesta. Siempre que el ojiverde se sentía solo, triste o necesitaba ayuda. Alfred le tendía la mano.
<< Yo… quiero verle >>
Con este pensamiento, Arthur alzó de nuevo la mirada, sus ojos a punto de hacerse agua se encontraron con los de su hermano.
-Lo siento Allistor.- Era hora de hablar y aclarar todos sus mal entendidos.-Estos días me eh sentido más solo de lo usual. Soy un bobo sin remedio y eh causado que te preocupes. Se que soy un poco molesto a veces pero, te prometo que dejare de ser tan distraído y me esforzare más. Ya veras que, estas manos aún siendo pequeñas, son fuertes y…
-Idiota.
Un golpe, no…una luz, no…¿Qué era eso que había sorprendido a Arthur? ¿Qué era lo que le quitó el aliento y no le dejó respirar? Era algo tibio, suave y prohibido.
Allistor besó a su hermano.
Arthur, sintiéndose mareado y sin terminar de creerlo, lo veía. Tras la espalda de su hermano alguien les observaba. El frio de sus joyas centelló en la oscuridad y su mirada que no decía nada al igual que su rostro, solo le contemplaba.
Alfred había sido testigo de algo prohibido en medio de esa habitación que se tornaba más y más oscura.

Notas finales:


Esto se pondrá feo XD ¿Les gusto? ¿Muy enredado? ¿A quien le van? ¿Alfred o Allistor? ¿ Arthur es un zonzo? ¿Se me están escapando muchos detalles? ¿Hago demasiadas preguntas y esto ya lo leen con voz de comercial? Jaja, ya pues, espero que les haya agradado el cap y agradezco que sigan leyendo y claro, agradezco sus comentarios y observaciones. 
Sin mucho que agregar, me despido.
¡Saludos! ^3^ 


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