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Sol en media noche. por Matsumoto Yuki

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Hace algo de tiempo, cuando aún era un joven ingenuo buscando cómo poder lograr mi sueño, tuve un mentor. Se llamaba Rashid.

 

Antes de que pudiese darme cuenta, había desarrollado sentimientos de cariño hacia él. Más, como estaba la diferencia de edades, y el hecho de que ya tenía esposas e hijos, los callé. De más está decir que ambos éramos hombres.

 

Pero ahora, más de 15 años más tarde, el destino me ha mostrado una de sus pasadas caprichosas.

 

Actualmente, soy mentor de su hijo, que está bien bueno por cierto.

 

Esa a medias inocencia que poseía, me cautivó sin remedio. Y como la carne pide más de lo que se le puede dar, terminé hincándole el diente.

 

¡No me arrepiento, en ningún caso! Pero tampoco me esperaba esto.

 

La joven maga estaba de brazos cruzados frente a su Rey, bastante seria, y se notaba en la expresión de su rostro que estaba decepcionada.

 

Sinbad pasó saliva. Y Yamuraiha, al notar nula respuesta, repitió el notición que había descubierto.

 

—Alibaba está embarazado.

 

r13; ¿Eh? r13;A pesar de ser la segunda vez en escucharlo, aún no lo procesaba.

 

r13;En mi más reciente descubrimiento, me enteré. r13;Comenzó a explicar la Maga, mientras tan sólo se hacía más seria su posición. r13;De que existen hombres capaces de albergar y crear vida en su interior, tal cual las mujeres pueden hacerlo. He decidido llamarles «Donceles».

 

r13;Y Alibaba. . .

 

r13;Exactamente. Es uno de ellos.

 

El Rey sintió cómo el mundo se le venía encima. Masajeó su sien, intentando  procesar eso. Se metió con un hombre, con el cual se suponía, no tendría descendencia, ¿Pero ahora resultaba que sí?

 

r13;Esto no puede ser posible…

 

r13; ¡Pues sí lo es! r13;Gritó su súbdita. r13; ¡Y debe hacerse responsable, Majestad! ¡Sólo se ha acostado con usted! r13;Informó Yamuraiha, exasperada.

 

r13;Sólo yo, ¿Eh?

 

r13; ¡Su majestad!

 

Sinbad llegó a cerrar los ojos luego de ese grito. No se lo esperaba, pero al volver abrirlos, encontró a lo que parecía, una dolida Yamuraiha. Le recriminaba con la mirada. Nunca le había visto así.

 

r13;Ese no es el tema… r13;Reanudó la conversa. r13;El punto es que ese niño, sí o sí, debe crecer con sus dos padres. Juntos. Como una familia. El pequeño no tiene la culpa de esta mala pasada del destino…

 

Aquellas palabras llegaron al Rey, quien titubeó.

 

Era cierto. Él sabía lo importante que eran los padres para un niño.

 

Suspiró.

 

r13;No te preocupes, Yamuraiha. r13;Se levantó entonces de su asiento, encarando a la Maga. r13;No dejaré que algo malo le ocurra.

 

Obviamente se refería a Alibaba. Pero la maga no se lo tomó así.

 

~*~*~*~

 

Un nervioso rubio se encontraba en una habitación que no era la suya.

 

Sudaba. No podía creer aún lo que la profesora de su amigo le había dicho.

 

«Embarazado. »

 

¿Si quiera eso era posible?

 

Se cohibió cuando se halló acariciando su vientre. Y pensó en el padre, pasando a estar rojo. Recordó aquella noche… O muchas noches, mejor dicho. Esas caricias… Esos ojos dorados que le hechizaban sin reparo alguno.

 

Acabó en algún momento sentado en la cama, observando hacia el ventanal.

 

Un hermoso paisaje le esperaba allí. No supo si fue por el radiante sol en un fondo celeste impecable o por el hermoso verde de los árboles tropicales, pero se sintió más optimista.

 

«Embarazado. » Repitió para sí mismo.

 

Una sonrisa de a poco se ensanchó en su rostro, en la soledad de esa habitación.

 

«Tendré mi propia familia… » Sus ojos se cristalizaron.

 

Apretó con más ímpetu su vientre. Realmente no sabía si Sinbad se haría responsable o no de la criatura que crecía en su vientre… Pero eso no era lo importante ahora.

 

Lo importante era que lo estaba asimilando.

 

Eso era un milagro, ¿No? Poder sentir… El fruto de la vida.

 

El sonido de la puerta abriéndose interrumpió su momento a solas. Giró abruptamente su mirada hacia el origen de la interrupción, y allí quedó boquiabierto.

 

A espaldas de él, se hallaba Sinbad, penetrándole con sus intensos ojos del color del oro, mientras cerraba con una sutileza poco propia de él la puerta.

 

Alibaba cayó en el nerviosismo.

 

r13;Eh… Ah… Yo… Esto… Yamu… Me dejó… Aquí. r13;Aclaró, con la voz tiritona, y con una cristalización mayor en sus ojos.

 

Sinbad se cohibió un poco ante esa escena. El menor se veía temeroso, como un perrito con la cola entre las piernas. Encima, acariciaba su vientre. Y por si fuera poco, la iluminación que entraba por la ventana le daba un efecto de ensueño.

 

r13;Por qué es tan… condenadamente «él» r13;Se lamentó el Rey, cerrando los ojos y con ello soltando un suspiro. Si seguía así, iba a sufrir de una erección. Así que ha paso calmado se fue acercando a la cama, para sentarse a un lado de Alibaba.

 

El menor dio un pequeño respingo al tenerlo tan cerca.

 

r13;Si-Sinbad… Yo… r13;Se encontraba tiritando, no sabía cómo afrontarlo. r13;Yo no lo sabía… r13;Susurró, cabizbajo.

 

r13;Shh r13;Lo hizo callar, a la vez que tomaba su mano, y la acariciaba con una suavidad indescriptible. r13;No hace falta que hables ahora. r13;Sabía lo difícil que era. Sin más le tironeó, y logró poder darle refugio en sus brazos, abrazándolo.

 

Alibaba ante ese acto de consideración quedó helado. No se lo esperaba. Pero entonces rompió en llanto, aferrándose al pecho ajeno.

 

Sinbad sólo podía acariciarle y darle besos en la frente. Ni se imaginaba el terror por el que debía estar pasando el pequeño, al enterarse de que podía concebir. Pero eso estaba muy lejos de lo que realmente pasaba por la mente del rubio.

 

Poco más de cinco minutos pasaron en lo que a Alibaba le llevó calmarse, entonces subió la mirada, para encontrarse con la ajena.

 

r13; ¿No estás molesto…? r13;Preguntó, con notorio temor a la respuesta.

 

r13; ¡Por supuesto que no! r13;Obvió la respuesta el Rey. r13;No es tu culpa, no sabías que esto podía pasar. r13;Le sonrió.

 

r13;Pero… ¿Y ahora qué…? r13;Alibaba no sabía qué hacer. No sabía cómo él lo tomaba.

 

r13; ¿Cómo que Y ahora qué? r13;Frunció el entrecejo el mayor. Tomó entonces la diestra ajena, y depositó un beso en ella. r13;Vas a concebir a ese bebé… r13;Porque no podía pedirle que abortara, por ningún medio. No eran sus principios. r13;Y será legítimo mío.

 

Alibaba quedó completamente boquiabierto. Brillito desplegaban sus ojos. No podía creer lo que oía.

 

r13; ¿¡E-Es en serio!? r13;Nuevamente, se le cristalizaron los ojos. La emoción podía con él, en todo sentido.

 

r13; ¡Claro! Ambos hicimos esto, ¿No? r13;Le acurrucó entre sus brazos. No sabía en qué terreno se metía, pero lo tenía claro; si no se hacía cargo de ese retoño, todo Sindria se le vendría arriba. r13;Será… Mitas tú, mitad yo… El… Fruto de nuestras vidas…

 

r13; ¡ . . ! r13;Los labios de Alibaba se cerraban y abrían sin poder emitir una sola palabra. Se aferró al cuello ajeno, y depositó un dulce beso en los labios del mayor. r13; ¡Tendremos una familia…!

 

La emoción que tenía el menor, se contagió al que ahora era su pareja. Quizás, sólo por deber, pero sabía que pronto iba a der por querer.

 

 

De una manera increíblemente rápida, la emoción se contagió al palacio, y luego al Reino.

 

El Reino de Sindria. El primero en gozar ese milagro de la vida.

Notas finales:

¡One-Shot SinAli dedicado a Aydee Shirley!

 

Espero les haya gustado. 

 

-Sí, Miércoles de actualizaciones (?)-


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