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Cuando Regreses por near23996

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Notas del capitulo:

Se acerca el final :)

 

   En el campo de batalla solo quedaban 6 tributos. Light había eliminado a la niña del Distrito 11, Rue, y después él fue asesinado por Katniss Everdeen. El círculo vicioso de la venganza rara vez se veía en los juegos. Quizás a la chica del 12 en serio le importaba la pequeña Rue…

   Cato y Clove se resentían de la destrucción de sus suministros, del frio nocturno, del calor insoportable del día, del peso en sus consciencias, que debían mantener oculto, por las muertes. Pero nada los desanimaba, porque hace pocos días Claudius Templesmith había anunciado que se permitirían dos vencedores siempre que estos sean del mismo Distrito. La felicidad que sintieron cuando terminaron de procesar esa noticia fue tal que, entre risas, Cato levantó a Clove del suelo en un efusivo abrazo. Por primera vez desde que pisaron la arena, sintieron que parte de la responsabilidad de mantener al otro con vida se iba de sus cuerpos… Igualmente Clove no iba a tirar sus bayas venenosas, ese anuncio no le garantizaba que fueran a cumplir con su palabra después.

   La noche del anuncio fue intensamente fría, habían logrado rescatar unas mantas de los restos de su campamento que no habían sido alcanzadas por los explosivos. Cato se sintió mal por la forma en la que mató al chico del Distrito 3, de todas formas iba a morir, pero no fue grato sentir el miedo que le había provocado antes de romperle el cuello. Luego de pedirle perdón en su mente, sacó su prendedor y se dejo llevar por el de nuevo, se permitió traer a Marvel a ese infierno susurrando su nombre con cariño, ahora sí podría cumplir con la promesa que le había hecho.

 

   El día que estaban viviendo era sin duda el más caluroso hasta ahora, la broma de los vigilantes con la temperatura había dejado de ser graciosa hace varios días. Clove se negaba a despojarse de su chaleco lleno de cuchillos por más calor que hiciera, se sentía indefensa sin él. Cato, sin embargo sentía deseos de quitarse toda la ropa delante de la audiencia, detestaba las altas temperaturas, ya ni siquiera un baño en el lago le quitaba la incomodidad. Pasando las horas el único alivio que esperaban era la noche y no era muy contribuyente, pero ciertamente el frío les era más fácil de soportar que el calor.

   Habían renunciado a cazar a los otros tributos, ya ocurriría algo que los junte a todos para que se mataran entre sí, no tenía sentido desperdiciar sus energías. No imaginaban que ese algo que junte a los tributos para una pelea fuese otro anuncio de Claudius Templesmith, comunicando esta vez que habría un banquete al amanecer en la Cornucopia. Cato y Clove negaron con la cabeza rechazando la oferta, a pesar de no contar con sus antiguas provisiones, se las arreglaron para sobrevivir con frutos silvestres, después de todo no fue un desperdicio el tiempo que paso Clove en la estación de vegetales. El banquete no les llamaba la atención, pero lo que dijo el presentador a continuación si lo hizo.

-Una cosa más: puede que algunos estén ya rechazando mi invitación, pero no se trata de un banquete normal. Cada uno de ustedes necesita una cosa desesperadamente.- ¿Qué necesitaban ellos desesperadamente? Simple: que todo acabe lo más rápido posible. No querían permanecer ni un solo día más en la arena, querían regresar al Distrito 2 cuanto antes. –En la Cornucopia, al alba, encontrarán lo que necesitan en una mochila marcada con el número de su distrito. Piénsenlo bien antes de descartarlo. Para algunos será su última oportunidad.- 4 tributos, solo eso, y después regresarían a casa victoriosos.

   Debían estar en buena forma para la batalla de mañana, así que salieron a cazar animales para poder ingerir carne, no tenían nada contra la dieta vegetariana que estaban haciendo forzados por las circunstancias, pero el cuerpo les demandaba proteínas. La cacería de animales no era su fuerte, no estaban acostumbrados a atrapar a un animal para comerlo pero tampoco les parecía repugnante la idea, después de matar a varias personas, robarle la vida a un animal para satisfacer una necesidad era casi una buena acción. Con dos conejos asesinados por Clove y despellejados y destripados por Cato, regresaron a su campamento, encendieron una fogata, asaron los animales y procedieron a comer con desesperación la deliciosa carne.

   Una idea que los mantenía inquietos era la muerte de Light, no porque le tuviesen aprecio, sino porque no sabían cómo se las arreglo Katniss para matarlo. …l había asesinado a Rue, de eso tenían conocimiento, la chica había caído en una red que pusieron como trampa y Light fue a terminar el trabajo, pero ¿Cómo había muerto? La única arma que sabían con certeza que tenía la del Distrito 12 era un cuchillo y eso no le daba ventaja sobre la lanza que utilizaba su enemigo.

-Ya vamos a averiguarlo en el banquete, seguro que ella necesita algo para el chico amoroso…-

-Espero que no sea demasiado tarde para entonces…- Clove no se oía tan optimista.

-¿Qué quieres decir con eso?-

-¿Recuerdas que Lyme dijo que no debíamos subestimar a nuestros oponentes?-  Cato asintió en respuesta. –Creo que no es momento de subestimarla, ella mató a Light y es probable que también haya sido la responsable de la destrucción de la montaña de provisiones…-

-Tienes razón… ¿Qué haremos entonces?-

-No va a gustarte…- Cato miro fijamente a los ojos a su compañera por unos momentos, intentando leer su mente.

-No lo harás…- Al parecer lo había conseguido.

-¡Sabes que soy más veloz que tú! Déjame que me encargue de ella…- Clove le pedía con tono suplicante, sabía de sobra que no sería fácil convencerlo pero iba a intentarlo.

-¿Y saldrías primero hacia la Cornucopia? ¿Crees que te dejaré hacer algo tan arriesgado?- No había intentado proteger a Clove todo este tiempo para que entregue su vida en bandeja. Ni siquiera le había permitido matar a muchos tributos para que no tuviese que lidiar con la culpa después, su única víctima fue el chico del Distrito 9, durante el baño de sangre.

-Puedes cubrirme las espaldas, matar al del Distrito 11.- El tributo masculino del Distrito 11, al que le habían ofrecido ser parte de su alianza y rechazo la oferta, no se lo cruzaron por el estadio pero tenían presente que era una amenaza alarmante.

-Está bien… pero no vas a salir hasta que yo lo diga ¿De acuerdo?- Cato no estaba muy convencido de el plan, pero no tenía alternativa…

-¡Sí!- Clove estaba feliz, al fin podría desquitarse con esa Katniss por todos los problemas que les trajo, Cato se encargaría del Distrito 11 y le dejarían a la naturaleza el destino del chico amoroso. Entonces una mueca de disgusto se dibujo en su rostro, contó con sus dedos a los tributos restantes y cayó en cuenta de que les faltaba alguien. –Somos 5…-

-No Clove, somos 6. Tú, yo, los dos del Distrito 12, el del 11 y…- No podía creerlo, no recordaba al tributo que aún seguía con vida. Hizo memoria, recordó todos los que habían muerto hasta ahora, las imágenes en el cielo, y seguía dándole un total de 6 en la arena ¿Quién había sido lo suficientemente listo y cauteloso como para no encontrarse con ellos en todo este tiempo? –Sea quien sea, lo descubriremos mañana. Dudo que no se presente, debe necesitar algo desesperadamente…-

-Bien… ya vámonos a hacer guardia a la Cornucopia.- No les preocupaba mucho el o la que no registraban, seguro no sería competencia para ellos.  

   Ya estaba anocheciendo, se pusieron sus gafas de visión nocturna e hicieron su escondite entre unos arbustos cercanos a la Cornucopia, confiando en poder descubrir desde que dirección saldrían sus oponentes. No iban a dormir y tampoco tenían sueño, este sería el momento final, tenía que ser la batalla final, solo unas horas más y estarían de regreso al Distrito 2.

 


 

“-¿Te han contado alguna vez?

Debajo de la tierra

Dentro de una ciudad en ruinas

Ellos están luchando

 

Con cañones de fuego y flechas de oro

Contra águilas de picos filosos

Cantan los sinsajos

Lloran por lo bajo

 

¿Te han contado alguna vez?

Ellos están ahí, luchando

Luchan por liberación

En la plaza del cementerio

 

Se ocultan con cantos de amor

Lloran por los que cayeron

Con cañones de fuego y flechas de oro

Contra águilas de picos filosos

 

¿Te han contado alguna vez?

Ellos ya se han ido

Descansan en una cama de lirios

Guardando sus sueños de guerra

 

Luchan por liberación

Cantan con lágrimas por amor

Por sus hijos que cayeron

Por sus hijos que ya no están…-

 

   Morgan me mostro una grabación de él cantando -La plaza del cementerio- mientras Clove lo acompañaba tocando un instrumento llamado violín con enorme talento. Lo hizo después de que yo quedara en un estado muy malo cuando vi a Cato asesinando a un niño en televisión…

   No es la canción más bella del mundo y. si se analiza la letra con cuidado, uno se da cuenta de que es más siniestra de lo que parece. Pero la melodía que la acompañaba se escuchaba tan hermosa y transmitía tanta paz que hacía casi imposible que uno no quiera escuchar esas cortas estrofas una y otra vez.

 

  Mi madre insistió en que no era una buena idea ver los juegos nuevamente, pero cuando encendí el televisor y vi cómo una tributo le cantaba a una niña agonizante, pude sentir algo de esperanza. Katniss Everdeen, la que cantaba, había mostrado su parte salvaje asesinando a el chico del Distrito 1, al igual que Cato la mostro cuando le rompió el cuello a ese niño del 3, pero en ella se notaba que quedaba algo de humanidad a través del acto con su compañera, cantándole cómo un consuelo para evitarle el dolor de la muerte.

¿Acaso quedaba humanidad en Cato? Eso era lo que buscaba, una muestra de que el Capitolio y los Juegos del Hambre no se lo habían llevado completamente. Y lo encontré, esa noche cuando lo vi sacando el prendedor y observándolo cómo me había dicho que lo hacía para poder dormir, sonriendo, dejando atrás esa actitud fiera y cruel. Luego dijo algo en un susurro inaudible, yo creo que él dijo mi nombre, aunque no estoy muy seguro… ¿Pero qué otra cosa diría?

 

   Cuando veo el escenario de los juegos con ojos más críticos, no como un simple espectador, sino de forma detenida, intentando comprender el instinto de supervivencia, el miedo, la razón de los juegos y los verdaderos culpables detrás de las muertes, es que viene a mí nuevamente la canción de Morgan.  

 

-¿Te han contado alguna vez?

Debajo de la tierra

Dentro de una ciudad en ruinas

Ellos están luchando

 

Con cañones fuego y flechas de oro

Contra águilas de picos filosos

Cantan los sinsajos

Lloran por lo bajo-

 

   ¿Se refiere a los Juegos del hambre? Hay gente luchando debajo de la tierra. ¿Muertos? Parece inverosímil… Pero la segunda estrofa tiene un mensaje algo perturbador: -Contra águilas de picos filosos- Si, no es difícil de interpretar, no habla sobre los juegos, sino de una guerra contra las águilas, contra el Capitolio.

 

-Luchan por liberación

Cantan con lágrimas por amor

Por sus hijos que cayeron

Por sus hijos que ya no están…-

 

   La estrofa final es la más triste y la más reveladora: La batalla es contra el Capitolio, quienes pelean son padres de niños que murieron… Los padres de los tributos caídos.

   ¿Sería posible que el autor de la canción haga alusión a la rebelión? ¿Cuán tangible es esa idea? Sin duda es un ideal romántico, una batalla para acabar con el yugo impuesto por el poder del Capitolio hacía los Distritos. Pero no es más que una fantasía, el mismo autor de la canción predice el final de esa batalla, al igual que cuando finalizo la rebelión durante los días oscuros.

 

-¿Te han contado alguna vez?

Ellos ya se han ido

Descansan en una cama de lirios

Guardando sus sueños de guerra-

 

   Todos terminaríamos muertos.

 

   Y de nuevo viene Cato a mis pensamientos. Con las manos empapadas de sangre; transformado en una pieza de un juego en el que todos los que mueren son víctimas de una causa mayor; con la cabeza trastornada como otros vencedores y sin aparentar sus sentimientos. ¿Podré amarlo así? ¿Podré amar a un asesino? No, no podría y no lo haré… pero él no es el asesino, él es la victima… y lo amo, nunca dejaré de amarlo.”

 

   Faltaba poco para que amanezca. El nuevo pasatiempo de Marvel era apreciar las inscripciones en las tapas de los libros sin siquiera leer una página, de todas formas el que tenía en sus manos lo había leído demasiadas veces: “Romeo y Julieta”.

   Estaba consciente de que en menos de una hora sería el banquete en la Cornucopia. Los asombrosos momentos culminantes de los juegos, puede incluso que sea la batalla final. Dos vencedores si la suerte está del lado de Cato y Clove.

   Morgan le había prometido estar antes de que empezara la pelea, así no tendría que afrontar ninguno el momento en soledad. Rubí estaba preparando el desayuno que seguramente nadie iba a tocar. Silk no había regresado a casa desde el día anterior, sus labores cómo asistente del alcalde debían continuar. Marvel, sentado en el mullido sofá de color café de la sala frente al televisor, con el libro en sus manos y los ojos cerrados, reflexionando, tratando de no tener miedo, aferrándose a la idea de que si sus pensamientos eran lo suficientemente fuertes se conectarían con los de Cato.

-¿Con que Romeo y Julieta eh?- Marvel abrió los ojos, ver a Morgan sentado a su lado sonriéndole, a pesar de aparecerse sigilosamente y de la nada, era sin duda muy reconfortante, no por nada sus discípulos eran tan apegados a él, hacía parecer las cosas más fáciles.

-Odio los finales tristes.- Le tendió el libro al vencedor y este lo dejo sobre la mesa con desinterés.

-Ya lo leí, es bastante aburrido… siempre me gustó pensar en una alternativa feliz para los enamorados, sin sacarle los obstáculos del odio, pero con un final feliz. Cómo el de Cenicienta…-

-Odio a Cenicienta…-

-Últimamente odias muchas cosas ¿Verdad?-

-Puede ser.- Le respondió sonriendo.

-Solo piénsalo ¿Qué hubiese sido de Romeo y Cenicienta? Con un hermoso futuro y un final feliz ¿No crees que Julieta lo pudiese haber logrado o deseado al menos?-

-Estoy seguro de que Julieta nunca escucho hablar sobre Cenicienta…-  Nuevamente venía a su memoria la noche en la que comprendió que su relación con Cato era como la de Romeo y Julieta. Las palabras dulces dichas desde la lejanía, el odio de los juegos y el Capitolio separándolos, la promesa de suicidio si Cato no regresaba. El delirio de “Amor” al que se había entregado no era un recuerdo grato. Ahora que Morgan se lo mencionaba, no le parecía tan descabellado un final feliz entre “Romeo y Cenicienta”, a pesar de los obstáculos… Después de todo, Cato tenía su prendedor lo que sería el equivalente al zapato, salvo que no necesitaba descubrir a quién le pertenecía ese objeto, solo debía regresar y allí estaría su final feliz.

 

   Rubí sirvió el desayuno en la mesa. Panecillos, tostadas, jalea y mantequilla, nadie toco ni una migaja, solo se sirvieron café y tomaron asiento en el sofá. Ya estaba amaneciendo, era el momento de ver el banquete.

-Pase lo que pase, ustedes deben seguir adelante.- Rubí entró en su papel de adulto y madre, no iba a dejar que Marvel y Morgan se desmoronaran, sin importar que tan dolorosos sean los hechos.

-Nada malo va a pasar…- La última esperanza del vencedor loco.

   Todo estaba silencioso, el ambiente se sentía tan incomodo y vacio, solo existían las respiraciones y los ojos fijos en el televisor apagado. Un momento de valor y Marvel encendió el aparato para poder terminar con tanta incertidumbre. Casi pudo sentir el dolor de la chica pelirroja que estaba en pantalla cuando una flecha se le enterró en el pecho.

 

“¿Te han contado alguna vez?

Ellos ya se han ido

Descansan en una cama de lirios

Guardando sus sueños de guerra”

 


 

   La chica del Distrito 5, la que no recordaban, esa fue la primera en caer en la trampa del Banquete, saliendo desde adentro de la Cornucopia a toda prisa para tomar su mochila de la mesa. La flecha que salió de la nada la derribo. El cañonazo confirmaba su muerte.

   Cato y Clove desde su escondite vieron cómo Katniss le había disparado. Estaba en dirección sur y ahora tenían conocimiento de la habilidad de la “Chica en llamas” para usar el arco y las flechas que le había arrebatado a Glimmer tras su muerte.

-¡Es ella!- Rugió Clove furiosa al ver cómo se acercaba su enemiga a la mesa en busca de la pequeña mochila con el numero 12. Motivada por el deseo de venganza salió rápidamente de entre los arbustos, corriendo en su dirección para enfrentarla.

-¡Clove no!- Cato no pudo detenerla. Inundado por la impotencia, solo le quedaba cuidarle las espaldas, lo único que faltaba era que llegará el del Distrito 11 y los atrapara por sorpresa. En serio que su compañera era muy veloz, le había arrojado un cuchillo a Katniss pero esta lo esquivo. Con la flecha preparada le devolvió el ataque apuntándole al corazón, pero los reflejos de Clove eran buenos, evadió la flecha pero no pudo evitar que esta se le clavara en el antebrazo. –No… demonios- Cato iba a salir a ayudarla, pero un sonido de hojas moviéndose proveniente de su izquierda captó toda su atención. Lanza en mano, listo para luchar, fue hacía donde era probable encontrarse con su contrincante.

   Sin importarle la herida en el brazo, Clove le arrojo un cuchillo a Katniss que la cortó encima de la ceja y la tumbó baca arriba. Fue afortunada al herirla, ya se estaba yendo de la Cornucopia con la mochila en la mano. Una flecha salió volando hacia la nada, Clove inmovilizo a la del Distrito 12 lanzándose sobre ella y arrodillándose sobre sus hombros. Estaba perdida.

-¿Dónde está tu novio? ¿Sigue vivo?- Iba a disfrutar el momento, la chica debajo suyo le había causado demasiados problemas y no la perdonaría. Pudo observar más de cerca el corte que le había provocado: sangraba mucho y por poco no le sacó el ojo con el cuchillo.

-Está aquí al lado, cazando a Cato. ¡Peeta!- El grito fue agudo y ensordecedor. Cato lo escucho, quedando desconcertado en su búsqueda. ¿El chico amoroso aún tenía fuerzas para moverse? ¿Estaba acechándolo ahora mismo? Afirmó el agarre sobre su lanza y fue en dirección a donde estaba sucediendo la pelea, tendría más posibilidades de proteger a Clove si estaba cerca de ella, ya se había alejado un poco de su posición original y no encontró nada preocupante.

 

-Mentirosa, está casi muerto. Cato sabe bien donde cortó seguramente lo tienes atado a la rama de un árbol mientras intentas que no se le pare el corazón. ¿Qué hay en esa mochila tan bonita? ¿La medicina para tu chico amoroso? Qué pena que no la vaya a ver.- Sacó un pequeño cuchillo de hoja curva de su chaleco. Estaba lista para ponerle fin a la vida de Katniss Everdeen. Seguro ahora sentía miedo, porque se estaba revolviendo en el suelo intentando desestabilizarla, sin ningún efecto.

   Por un momento, Clove dudó de continuar. El rostro desafiante pero temeroso de la chica, sus ojos salvajes mirándola vacilar. Recordó la razón por la que ella estaba en la arena y entonces comprendió ese incesante deseo de seguir luchando a pesar de estar perdida: lo hacía por su hermana pequeña, la que había salvado en la cosecha de tener una muerte horrible en estos malditos juegos.

   “¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo?” Pensaba. Katniss Everdeen no era su enemigo, el enemigo estaba afuera, festejando los Juegos del Hambre y enviando todos los años 23 niños a la muerte. El enemigo era el Capitolio.

-Hazlo…- Katniss cerró los ojos y dijo con voz ahogada. –Que sea rápido.-

-Lo siento…- Respondió con lastima Clove, dedicándole una mirada triste en contraste con sus actos. Ella no era el enemigo, pero tenía que matarla para que poder regresar a casa, ya no por venganza, no por rencor… solo para regresar a casa.

   Un cañonazo la obligo a mirar a sus espaldas. Ninguna había escuchado los pesados pasos del chico del Distrito 11 corriendo en su dirección. Ahora solo podían verlo caer muerto, atravesado por la lanza de Cato.

-Thresh…- Susurro Katniss con pena.

   Para fortuna de Clove, Cato logró encontrar a Thresh cuando salía de su escondite, lo vio corriendo hacía la Cornucopia con una piedra en la mano, seguramente para matar a ambas chicas. No lo dudó, lo asesino por la espalda arrojándole su lanza.

   Otro cañonazo más, ahora solo quedaban tres tributos. Cato recuperó rápidamente su lanza y dio unos pasos dudosos hacía Clove, comprobando que las dos chicas seguían con vida.

-¿Quién?- Pensó en el cañón, quienes seguían en la pelea estaban vivos, no tenía sentido.

-¡PEETA!- El grito desgarrador de Katniss era de dolor, de pena, y de frustración por no lograr salvarlo. De sus ojos salían amargas lágrimas, estaba triste y furiosa. Peeta Mellark no había resistido la infección en su sangre y el corazón se le detuvo.

   Clove se levantó de encima de su contrincante, no soportaba la idea de asesinarla sabiendo que su hermana pequeña la estaría viendo morir. Cato miro fijamente a su compañera y tuvo una idea de lo que pasaba por su cabeza, le sonrió con algo de felicidad porque había logrado conservar parte de su humanidad y alma al demostrar piedad. Se acercó a Katniss, quién estaba tirada en el suelo intentando tomar su arco casi de forma torpe, con un ojo cegado por la sangre. El juego debía terminar, por más doloroso e injusto que sea, una muerte más pesaría en su conciencia… pero seguiría con vida junto con Clove y regresaría a casa con Marvel.

-Lo siento…- Era lo mínimo que podía decirle. La chica tomo el arco desesperada e iba a cargar una flecha, pero la lanza de Cato encontró su corazón de forma más veloz. El último cañonazo y Katniss Everdeen desaparecía de este mundo.

 

-Entonces ganamos…- Dijo Clove sin emoción, mirando a cada uno de los tres cuerpos sin vida que los rodeaban.

-Se acabo…- Cato quería llorar, había matado a muchos y le quedaba algo de respeto hacia sus víctimas, por eso ya no podía seguir actuando como si nada le importara.

-¿Por qué no termina?- Tenía razón, no sonaban las trompetas anunciando la victoria y se sentía demasiado débil y cansada, cómo si le estuviesen drenando la vida.

-Oh no…- El agujero en el antebrazo de Clove estaba manando sangre, seguramente la flecha había dañado una arteria. Cato se alarmo, pero estaba lo suficientemente lucido como para arrancarse una manga de la chaqueta y hacerle un torniquete, ella apenas lo notó, estaba muy desorientada por la pérdida de sangre y triste. -¡¿Qué demonios sucede?!- Con enojo gritó a la nada, el aerodeslizador no aparecía para sacarlos de ese lugar y temía perder a Clove.

-Saludos finalistas de los Septuagésimo cuartos Juegos del Hambre.- La voz de Claudius Templesmith resonaba en el estadio, no estaba anunciando la victoria, esto no pintaba bien. –La última modificación de las normas se ha revocado. Después de examinar con más detenimiento el reglamento, se ha llegado a la conclusión de que solo puede permitirse un ganador. Buena suerte y que las probabilidades estén siempre de su lado.-

   Ese fue el truco, un dramático final es lo que querían asegurarse. Ellos habían caído una vez más en el juego, nunca tuvieron la intención de salvarlos a ambos.

-Desgraciados…- La voz de Clove era solo un susurro, había perdido mucha sangre y estaba demasiado débil, cayó de rodillas al suelo esperando morir, al menos así se salvaría su compañero…

-No Clove. – Cato se arrodillo delante de ella, no iba a dejarla ir. –No te rindas…- Las lágrimas comenzaron a salir, pero no iba a llorar, no iba a darles ese gusto.

-Mátame… uno de nosotros debe ir a casa…- Sacó uno de sus cuchillos y se lo tendió a Cato, este lo tiro lejos.

-No puedes irte Clove, ¡No puedes dejarme aquí! ¡No después de todo lo que peleamos!- La sacudió por los hombros para que reaccionara, para que juntos encontraran una salida. La chica se tambaleaba hacia atrás por el peso de la mochila en su espalda, Cato se la sacó y la puso entre ellos.

-Toma un cuchillo y acaba con esto.- Le pidió en tono suplicante, él le hizo caso…

-Te curarán en el Capitolio.- Posó el filo del cuchillo sobre su garganta. –Adiós Clove…- Se abrió la chaqueta, junto a su corazón estaba el prendedor del Lobo plateado, al final no cumpliría con su promesa. “Adiós Marvel… te amo”.

-No…- Clove estiro la mano hacía el cuchillo en el cuello de Cato para detenerlo, lo sostuvo con toda la fuerza que le quedaba para que no lo moviera, no soportaría ver a su querido amigo suicidarse delante de ella.

-Ellos necesitan un vencedor…- Cato no tenía la intensión de soltar el cuchillo, pensaba en que merecía la muerte.

-Lo necesitan…- Acomodó sus pensamientos, junto toda su voluntad y fuerza para concentrarse en su plan, el plan que tuvo en mente todo este tiempo para salvarlos a ambos de la muerte. Ellos necesitaban un vencedor ¿Qué pasaría con los Vigilantes si no tenían ninguno? Quizás Morgan era vidente después de todo, porque ahora Clove tenía la oportunidad perfecta para salvarse y salvar a Cato. Sacó rápidamente las bayas venenosas de su mochila y las elevó sobre sus cabezas para que las cámaras las tomaran bien.

-¿Qué es eso?- Cato bajo el cuchillo, los pequeños frutos negros le llamaban mucho la atención y lo ponían en estado de alerta.

-Ninguno de los dos puede regresar a casa sin sentir la pérdida del otro… yo no podría…- Clove hacía lo más convincente posible su actuación, para que se viera muy natural y rendida a la vez. –Somos guerreros… caigamos en batalla… juntos.- Cato la tomó de la muñeca al comprender las palabras y el veneno que tenía en sus manos.

-¿Qué haces?-

-Confía en mí.- Susurró. Le tendió unas bayas a su amigo en la mano. -¿A la de tres?-

   Una última oportunidad, una muerte digna junto a su compañera de batallas, era más de lo que podría desear en estos momentos. El estaba convencido, iba a morir junto con Clove, pero antes tomo el prendedor de plata y le dio un dulce beso, su último recuerdo para Marvel “Lo siento…”.

-Hagámoslo.- Dijo con decisión

-Uno.- “Quizás me equivoque” –Dos.- “Quizás no les importe que muramos los dos” –Tres.- No se llegan a meter las bayas en la boca cuando las trompetas comienzan a sonar. La voz frenética de Claudius Templesmith gritando.

-¡Alto! ¡Alto! Damas y Caballeros, me llena de orgullo presentarles a los vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre ¡Cato y Clove! ¡Les presento a… los tributos del Distrito 2!-

 


 

 

   Morgan gritaba y saltaba de alegría. Rubí se enjugó una lágrima, sinceramente conmovida. Y Marvel miró con expresión atónita el televisor, sin asimilar completamente lo que acababa de suceder. Dos vencedores, Cato y Clove regresarían…

   Maevel se puso de pie y abrazo a Morgan.

-Lo lograron… volverán.- Le dijo emocionado. Giro hacia atrás y vio a su madre con una enorme sonrisa, también la atrapo en un fuerte abrazo. Todo era felicidad, ya se había acabado el sufrimiento. Cato finalmente regresaría a casa, regresaría a él. –…l va a volver mamá…- La nueva esperanza se alojaba en su corazón. “Un final feliz. Cómo el de Romeo y Cenicienta”

   Lamentablemente, este no sería el final…

Notas finales:

Este capítulo hace alusión a la canción "Romeo & Cinderella" de Vocaloid.

Nos leemos pronto y dejen sus reviews!! :)


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