Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Paso número uno. Date a desear.

 

No dejes que él sepa cuán desesperado estás por tenerlo en tus brazos, solo hazle saber que le faltas tú.”

 

Rin Matsuoka no era conocido como una persona a la que se le dificultaba tomar decisiones. Siendo sinceros, él era bastante terco y obstinado. Las decisiones las tomaba de inmediato y la mayor parte del tiempo solían ser buenas. Claro que, últimamente, su juicio estaba un poco nublado.

 

Pero tenía excusa. Las decisiones que pueden afectar gran parte de tu vida son las más difíciles de tomar. Ese era el por qué Rin se había inventado numerosas reglas número uno, desde investigar a Aki hasta intentar obligar a Haru que esté con él, aunque esto último fue más bien patético.

 

Sousuke le abrió la puerta de inmediato en cuanto tocó el timbre. Había estado esperándolo, al parecer. Y el pelirrojo no podía estar más agradecido. Ese grandote siempre, siempre, siempre era su soporte. Hablar con él era una de las mejores cosas que pasaban en su vida, aunque no lo admitiría en voz alta. A Rin no le gustaba ser muy cursi frente al azabache, pues sus burlas variaban en demasía -solo había que recordar ese libro BL que le había regalado antes de ir a ve a Haru-. El mayor sonrió ampliamente, feliz de verle. Y esa sonrisa iluminó la mente de Rin.

 

Esa sonrisa que solo le mostraba a él.

 

Era su sonrisa. Y, egoístamente, deseaba que no se la mostrara a nadie más. Aunque debía descartar ese pensamiento, pues se trataba de la sonrisa de su mejor amigo ex novio.

 

El punto era que, ver la felicidad de Sousuke, el cómo podía seguir adelante y cómo podía sonreírle a pesar de todo lo que había pasado el año anterior… Le hizo poner los pies en la tierra. No más divagaciones. Recuperar el amor de Haruka era algo serio y Rin debía conseguirlo sí o sí.

 

Los padres de Sousuke casi le sacaron los pulmones cuando lo abrazaron con fuerza. Rin podía pensar en ellos como una segunda familia, una que siempre lo recibiría con los brazos abiertos. Volvió a sentirse egoísta. Demasiadas cosas buenas en la vida… Debía reservarlas lo mejor posible. Debía cuidar sus actos o, antes de que se diera cuenta, terminaría terriblemente solo.

 

Sousuke lo guió hacia su habitación una vez que su madre, sonriendo alegremente y jalando a su esposo de la manga, abandonó la sala en dirección a la cocina declarando que harían una cena inolvidable. Tan buena, que Rin no querría irse de su casa nunca más.

 

—Supongo que les alegra que tengas amigos. Como eres idiota y antipático, deben creer que estás completamente solo —murmuró con sorna, dejándose caer en la cama del mayor. Sousuke trabó la puerta. Rin no le comentó nada.

 

—No viniste a hablar de mi soledad, ¿o sí?

 

—Vine a verte. Y a tus padres. Pero los has encerrado allá afuera —Sousuke bufó y se echó a su lado, recargándose en la pared. Sacó su celular y comenzó a teclear. Estuvo varios minutos enganchado con el aparato.

 

Rin no pudo evitarlo del todo. Bostezó suavemente, inclinándose a un lado y estirándose un poco. Sousuke frunció el ceño y apartó el teléfono de la vista de Rin.

 

—Hey, dime con quién hablas —musitó, aunque a Sousuke le sonó a reproche. Y el que Rin le reprochara cosas se sentía extrañamente bien. Suspiró.

 

—Makoto. Le he dicho que estoy contigo en este momento. Pero… Creo que no le agrada mucho la idea de que te haya visto a ti antes que a él.

 

—Pero sí fuiste a ver a Kisumi —respondió, extrañado por el hecho de que Sousuke se hubiese hecho tiempo para ver al pelirrosa antes que a él e incluso antes que a Makoto.

 

—No, fue una coincidencia. Kisumi suele aparecer en los momentos más… —suspiró— Pasé por una tienda y él iba de salida.

 

—Vale, entiendo eso, supongo. Pero… Si Makoto es tu novio, ¿por qué no fuiste con él primero? No podría quejarme —se acomodó en la cama y se pasó la mano por el cabello. Sousuke admiró su perfil un poco, luego agitó la cabeza.

 

—Es un poco molesto.

 

— ¿Makoto? —frunció el ceño y lo miró de inmediato. Sousuke volvía a teclear en su teléfono, encogiéndose de hombros— ¿Tachibana Makoto?

 

—Y no es mi novio.

 

—Espera… No, Sousuke… Creo que los dos apestamos en esto —declaró el pelirrojo, golpeándose la nuca con la pared. El azabache lo miró de reojo por unos instantes y suspiró—. Estás mintiendo. Makoto no te es molesto.

 

— ¿Ah?

 

—Si te fuera molesto, no estarías tan ocupado contestándole —Sousuke suspiró y bloqueó la pantalla.

 

—Creo que me entendiste mal. Makoto me gusta, pero hay cosas en él que me molestan.

 

— ¿Cómo qué?

 

—Justo ahora. Sé que está molesto, es inevitable molestarse cuando la persona que supuestamente amas elige ver a su ex novio antes que a ti, pero él no puede decirme que le pareció mal. Simplemente se ha puesto demasiado amable —Rin apretó los labios.

 

—No me llames ex novio. Somos mejores amigos. Siempre.

 

—No lo dije de mala forma.

 

—De cualquier manera, si te molesta, deberías decírselo en vez de andarte quejando.

 

—Se lo dije, imbécil. Pero está bien, que se atormente a sí mismo si eso es lo que quiere hacer.

 

—Pero… Sousuke, ¿por qué me llamaste si sabías que a Makoto le iba a molestar?

 

El azabache podía responder de muchas formas a esa cuestión, pero no podía. Porque Rin ya había elegido su camino y él, irremediablemente terco, seguía insistiendo en tomar la ruta de “el mejor amigo”. Porque, en el fondo y de alguna manera, seguía teniendo la extraña esperanza de que, un día, despertaría en una amplia cama y Rin le sonreiría desde a lado. Pero su sueño se transformaba en pesadilla.

 

Porque Makoto estaba al otro lado de la cama.

 

En ese sueño, Rin fruncía el entrecejo y lo miraba con cierta confusión y reproche. Makoto sonreía con aparente tristeza y murmuraba un “lo entiendo”. Pero no se iba. Makoto nunca se iba y Rin, aunque se levantaba, jamás salía de la habitación.

 

Llamarlo sueño no significaba que Sousuke de verdad soñara con ello. Es decir, sí pero no del todo, porque Sousuke lo imaginaba mientras estaba despierto.

 

Así que la respuesta más certera un “porque a ti te amo” pero no valía la pena, porque Rin estaba en una partida que no era la suya. Una forma fácil de verlo era que Rin se jugaba en la sesenta y cuatro y él en una consola de la compañía rival.

 

—Porque sé que estás cometiendo una locura. Y esa es una prueba de que en verdad amas a Nanase. O que al menos le tienes bastante aprecio —Rin asintió, desviando la mirada.

 

—Parece que está con Yazaki —Ahora fue Sousuke quien asintió.

 

—Pero no es algo afirmado, ¿cierto? No creo que Nanase sea tan idiota como para cambiarte después de haber… —aquello llamó la atención del pelirrojo, pero Sousuke no continuó. De todas formas, estaba implícito y era incómodo.

 

Porque Haru arruinó su relación amorosa.

 

Rin no tenía las agallas ni las palabras para decirle lo que Sousuke ya sabía. Que amaba a Haru desde que tenía memoria. Que, a pesar de que Haru tampoco había sido admirable más que por no abandonar, no había sido culpa suya. La culpa era de Rin. Porque él había abierto los brazos a Sousuke mientras amaba a alguien más. Había dado la esperanza que no le correspondía. Había danzado en el fuego y no solo se había quemado, sino que también lo había apagado.

 

—Si vas a hacer eso que Kisumi me contó… Te apoyaré. Rin, siempre vas a contar con mi apoyo. Vamos a hacer que Haru vuelva a ti.

 

—Pero si él está con Yazaki… Sousuke, no creo que le pueda hacer eso. Quise odiarla, de verdad. No puedo hacerlo. Además, ¿debería seducirlo? Si lo seduzco y él cae, entonces puede significar que solo quiere tener sexo conmigo y…

 

—Oye, detente, ¿vale? No quiero saber esa parte. Si Nanase termina queriéndote solo para eso, voy a cortar su pequeño miembro —Rin rió suavemente y eso fue todo lo que Sousuke necesitó para decidirlo. Haría lo que fuera por ver a su mejor amigo feliz. Siempre lo había hecho. Y, aún si le dolía, esa vez no sería la excepción.

 

Pero la risa de Rin se apagó casi de inmediato. Bajó la mirada y arrugó el gesto, apretando los labios. Era impropio de él, a decir verdad. Verse tan angustiado… Porque la mayoría de las veces no importaba si estaba triste, preocupado o estreñido, Rin ponía una cara de amargado. O lloraba. Suspiró y le revolvió el cabello antes de musitar:

 

— ¿Qué?

 

—Gou dijo que Haru era feliz con Aki —soltó el aire lentamente—. No hay esperanza —entonces Sousuke le sonrió.

 

De esa manera que lo hacía sentir tan especial. Que le hacía nublarse y sentir que quizá y solo quizá había nacido para ver esa sonrisa.

 

—Siempre habrá esperanza mientras sigas amándolo, Rin—declaró. Y Rin sabía que el arma tenía doble filo, pero no dijo nada. Porque, en el fondo, siempre había algo en Sousuke que iba a gustarle.

 

SSSSSSSSSS

 

Una semana después

 

“Una forma de hacerle ver que lo que le falta en ese frío y pequeño corazón eres tú, es aparecértele de pronto. Como un <<BAM>> antes de desaparecer. Quiero decir que te le pases por el frente. Que te vea, que se le haga raro. Que quiera decir ¡¿qué mierda haces aquí?! Pero no pueda porque ¡ja! Ya te has ido. Así que eso. Esperas y te paseas frente a él con las manos en los bolsillos, fingiendo que él no está ahí”   Kisumi S.

 

“Una forma de hacerte ver como un idiota es llamarte Kisumi”

Sousuke Y.

 

Una forma de hacerte ver como un idiota es llamarte Sousuke y llamar como idiota al idiota”

Rin M.

 

“Dicen eso, pero en el fondo me aman. Más tú, Rin”

Kisumi S.

 

No, pero en verdad agradezco tus consejos (>wÓ)”

Rin M.

 

Aw~”

Kisumi S.

 

Dejen de cursilear. Rin, ¿Dónde estás? ¿Ya llegaste? Vas tarde.”

Sousuke Y.

 

Voy a bajar del bus en la siguiente cuadra. No te preocupes, mamá”

Rin M.

 

“No me llames mamá, imbécil. Kisumi ya te dijo la estupidez que vas a hacer. Ahora te diré lo que no debes hacer: No vayas a rogarle. Sueles caer en ese tipo de cosas”

Sousuke Y.

 

“Sí, eres muy… ‘Por favor nótame rápido’, je “

Kisumi S.

 

“No es verdad. Bueno, ya voy a bajar. Deséenme suerte. Y Sousuke… Ve a por Makoto. Escuché de Nagisa que hoy estará libre. Mañana no. Kisumi, no hagas estupideces. Nos vemos.”

Rin M.

 

Rin no esperó a la respuesta de sus mejores amigos. Bajó del bus y comenzó a caminar por la acera. Estaba nervioso, naturalmente. Era el inicio de la locura más grande de su vida. Y no podía simplemente mantenerse tranquilo cuando había echado todo por la borda.

 

Las puertas de la universidad se alzaban frente a él una vez que cruzó la calle. Empezar de cero. Completamente solo. Sin una Hannah ni un Mathew que se le colgaran de los brazos y le hicieran sentir que estaba en casa. Sin una Lori ni un Russel ni un winnie que le esperaran tras terminar los estudios.

 

Sin un equipo, sin un sueño.

 

Renunciar por amor. Vaya estupidez. Pero más valía que todo saliese bien, porque, sino, lo habría perdido todo.

 

Rin ya había enviado solicitudes de admisión a los equipos de Tokio y esperaba que no tardaran en llamarle. Se mordió el labio y suspiró antes de sentir un leve empujón en el costado. Un chico chistó y se giró un poco para mascullar un “lo siento” y seguir caminando.

 

Bien, Rin no recordaba que la gente en Japón fuera tan antipática. Ni siquiera Sousuke miraba así a las personas. Bueno, al menos el chico se había disculpado. Suspiró nuevamente y se adentró en el lugar.

 

Ahí había cinco edificios, todos de carreras distintas además de dos edificios extras para la administración y la biblioteca. Tenía muchísima suerte, a decir verdad. Criminología, Derechos, Gastronomía, Psicología y Filosofía eran las carreras pertenecientes al campus del centro de Tokio -había otro campus en la zona sur de la ciudad, con carreras distintas-.  El jardín era bastante lindo, en opinión del pelirrojo. Y había muchas zonas donde los estudiantes se sentaban y platicaban, por lo que supuso que llegó considerablemente temprano.

 

Rin era una persona sudorosa. Más o menos. Casi siempre su piel se perlaba con el sudor, aunque la mayoría del tiempo se debía a que estaba ejercitándose o el clima era caliente. Pero, esta vez, se debía a lo nervioso que estaba.

 

Sacó su teléfono y marcó a uno de sus contactos mientras se recargaba en un árbol. Tomaron la llamada tras el cuarto tono. La voz alegre de Hannah inundó sus oídos.

 

¡Rin! ¿Cómo estás? ¿Es tu primer día? ¡Debes estar muy emocionado! Sé que no te metiste a gastronomía porque no es lo tuyo, pero acortarás distancia con Haru y…

 

Vale, escuchar tu voz diciendo tonterías era lo único que necesitaba para relajarme —confesó soltando una suave risa. Hannah rió con él—. Según lo que dijo Nagisa… Haru siempre llega diez minutos antes de que la campana toque. Eso es en diez minutos.

 

Vale, pues esfuérzate mucho. Mathew dice que quizá si le mueves un poco el culito, solo para que te notes más…

 

Hannah, no es gracioso.

 

Vale, vale. Entonces sin movimiento de culito… Bueno, Rin… ¿Qué decir? Es lindo que estés haciendo todo esto por él, de verdad. Si Haru te rechaza, yo mismo cortaré su… —se escuchó un grito grueso seguido por el suspiro de Hannah— Mira, al profesor no le gusta mucho que conteste en clase y dice que si no cuelgo me quita el teléfono, así que… ¿Hablamos cuando tenga hora libre? ¡Gracias, te amo! ¡Mucha suerte!

 

Rin colgó antes de que la chica lo hiciera, suspirando. Bueno, habían dos horas de diferencia, lo cual aseguraba que los chicos estaban en clase y había sido imprudente llamarlos. Sin embargo, ahora se sentía más cómodo. Tranquilo.

 

Se acomodó la mochila y metió las manos en los bolsillos. Diez minutos. Bien, entonces estaría diez minutos Haruka lejos de la entrada. Rin no era un cerebrito por puro don. Calculó el tiempo en que los pasos lentos de Haruka se desplazarían por el campus y se colocó en un árbol aproximadamente en el minuto diez. Conveniente, sí. Suspiró y se recargó, sacando el celular y leyendo sus mensajes de texto, perdiendo el tiempo. Entonces lo escuchó. Una voz alegre y femenina seguida del silencio y unos pasos deteniéndose unos metros más allá.

 

— ¿Rin? —murmuró Haruka en tono bajo pero perfectamente audible para el pelirrojo que fingió no escuchar. La campana sonó y Rin sonrió dentro de sí mientras se erguía y caminaba hacia su edificio.

 

Esta vez, las rutas las tomaba él.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).