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Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

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Continuación. Paso dos. Ignóralo.

 

Naoko miraba a Rin de reojo mientras este suspiraba, recargado en el barandal de la azotea mientras observaba a los chicos de gastronomía dirigirse a la cafetería. No le había dicho nada, pero Naoko en verdad no creía que el pelirrojo pudiese aprenderse el horario de la chica en cuestión observando desde lejos. Suspiró y se sentó en el piso, recargando la espalda en el barandal.

 

Era el tercer día en que lo acompañaba y temía que se volviese rutina. No tenía nada en contra de que Rin estuviese enamorado, él también lo estaba, pero… Bueno, le parecía insano observar a lo lejos. No comprendía que era lo que ese pelirrojo tan extraño pretendía.

 

— ¿Por qué no te le acercas, simplemente? No creo que vaya a rechazarte —murmuró Naoko. Rin chistó.

 

—Bueno, ese no es mi plan —su voz sonó algo brusca. Rin no estaba dispuesto a renunciar a lo que iba a hacer. Aún si ni él ni Kisumi ni Sousuke sabían cómo lograr captar la atención de Haruka. El pelinegro seguramente pensaría que soñaba despierto o alguna idiotez parecida.

 

— ¿Y cuál es tu plan? Espera… —Naoko se irguió y miró al pelirrojo mientras este se sentaba a su lado— ¿Por qué tienes un plan?

 

—Digamos que ya estuve con esa persona, pero lo arruiné todo yéndome a Australia sin decirle nada —admitió. Frunció el ceño y miró hacia la cafetería—. Tengo hambre…

 

— ¿La dejaste? ¿Huiste a otro país?

 

—Yo no diría que huí… —Naoko lo detuvo, suspirando.

 

—Vale, vale…  Entiendo un poco… Bien, entonces quieres remediar las cosas… ¿estás solo en esto? —cuestionó. Rin negó suavemente.

 

—Un par de amigos me dan consejos, pero ellos no estudian aquí. Y aún así no saben cómo podrían hacerme avanzar.

 

—Vale… ¿y cuál es el plan? —Rin adquirió un suave sonrojo y suspiró.

 

—Pasar de esa persona… Ya sabes, que sepa que estoy aquí por ella pero… —era lo más estúpido que Naoko había escuchado. Soltó una risa mientras se levantaba y tomaba a Rin del brazo.

 

—Bueno, tienes un nuevo aliado —sentenció con una sonrisa. Rin frunció el ceño e iba a negarse, pero entonces percibió maldad en el rostro del contrario—. Vamos a hacer que muerda de celos.

 

A Rin le gustaba esa idea. Si Haru demostraba celos… Si Haru reaccionaba a él… Entonces no todo estaba perdido. Tenían salvación. Podría remediar lo que su egoísmo destruyó de una manera tan estúpida e infantil. Haru era su único futuro y nunca debió renunciar a él.

 

Naoko caminaba más rápido que Rin, pues era más alto y, por ende, sus pasos eran más largos. Así que lo jalaba de la muñeca mientras el ceño de Rin temblaba con molestia. ¡No tenía que llevarlo como a un niñito! Aunque, si lo soltaba, quizá tendría que correr detrás del mayor.

 

Rin no podía negar que su nuevo amigo era demasiado lindo. Tenía el cabello rubio casi hasta los hombros y lo llevaba desordenado. Y sus ojos verdes eran bastante claros y parecían llenos de luz. Rin no quería preguntar, pero dudaba que el chico tuviese orígenes japoneses, pues la mayoría de los japoneses tenían el cabello oscuro. Aunque, recordando a Nagisa, sabía que no era imposible. Naoko, además, le parecía endemoniadamente conocido. Estaba seguro de habérselo topado en algún lugar, aunque quizá era solo que le recordaba a los australianos (no precisamente Hannah y Andrew).

 

Cuando entraron a la cafetería, el hermoso olor a comida recién preparada le inundó las fosas nasales. Su estómago rugió y, al parecer, Naoko estaba bastante cerca, pues le escuchó burlarse.

 

Ambos chicos se dirigieron hacia la fila de la comida, dispuestos a comprar algo. Rin buscaba a Haru con la mirada, pero Naoko no le había soltado la muñeca y pronto sintió como lo apretaba fuertemente. El rubio miraba fijamente a un lugar en el área, Rin decidió seguir su mirada. Ahí, encontró a Haruka, sentada junto a Aki y algunas otras chicas y chicos que, supuso, eran amigos de Aki, pues Haru se veía incómodo.

 

— ¿Puedes soltarme la muñeca? —cuestionó Rin en tono brusco. Logró su propósito cuando Naoko se estremeció.

 

— ¿Eh? —cuestionó soltándolo y retrocediendo, confundido. Rin iba a reírse de él, obviamente, pero Naoko dio un paso en falso e, intentando sostenerse, derrumbó las bandejas de la barra.

 

El estruendo obtuvo la atención de la mayor parte de la cafetería, que quedó en completo silencio. Aunque al principio solo unos pocos los miraban, después todos estaban al tanto y mirándolos con irritación. Rin podía imaginarse lo que pensaban. ¿No podían ser menos escandalosos? Y Rin podía preguntar algo similar, ¿todos eran tan malhumorados?

 

—Son unos amargados. Gastronomía y Derechos se juntan todos los miércoles, así que ya sabrás —el chico frente a Naoko retrocedió apropósito, empujándolo. No todos se tomaban los insultos muy bien. El rubio se sostuvo de los hombros de Rin e hizo una mueca de espanto.

 

Rin, obviamente, iba a reírse de él, pero de reojo pudo observar a Haruka, mirándolo fijamente mientras Aki fruncía el ceño y seguía buscando el lugar de donde había provenido el estruendo. Rin desvió la mirada y ayudó a Naoko a recoger las bandejas, para entonces, la cafetería ya estaba rebosante de ruido nuevamente.

 

Rin, debía admitirlo, se sintió a salvo cuando abandonó la cafetería, acompañado de Naoko y un par de bandejas con platos llenos de carne y una soda cada uno. Su corazón había latido a mil cuando esos ojos que tanto amaba lo habían observado. Rin pudo desfallecerse ahí mismo.

 

¿Cuándo se había vuelto tan débil? ¿Cuándo había abandonado el yo que regresó de Australia para ser una mezcla de su pequeño yo de Sano y una colegiala enamorada?

 

Dejó la bandeja en una banca, junto al rubio, y estuvieron por sentarse, pero entonces alguien atacó a Naoko.

 

Unos brazos delgados y de apariencia delicada le rodearon el cuello a su amigo y Rin vio la sonrisa en labios de Naoko, pero esta se borró de inmediato.

 

—Nao —murmuró melosa esa voz que Rin tanto había comenzado a odiar. El rubio se giró y tomó a Aki de la cintura, sosteniéndola, antes de apartarla.

 

—Rin… —Y ahora era la voz de Haru. El pelirrojo no quiso voltear. Su corazón volvió a acelerarse y solo atinó a sentarse en la banca con movimientos bastante torpes, ignorando a Haru.

 

—Aki, ¿qué haces aquí? —cuestionó Naoko, Rin distinguió una pizca de molestia en su voz.

 

Haru le puso una mano en el hombro y lo apretó con  fuerza, lastimándolo. Rin sabía que estaba molesto, pero no iba a hacer nada al respecto. Quizá merecía que Haru le diera una paliza, como la que él le tiró a Sousuke hacía meses atrás. Rin se quejó un poco, apenas un sonido que salió de su garganta, casi imperceptible. Pero Naoko lo escuchó y tomó la muñeca de Haru con fuerza.

 

—Eh, déjalo tranquilo.

 

—Nao, suelta a Haru —exigió Aki. El rubio la miró y estuvo dispuesto a contestarle, pero el timbre sonó. La chica tomó la mano de Haru y lo haló hacia sí—. Nos vamos a clases. ¿Salimos esta tarde, Nao?

 

—No.

 

Aki asintió, suspirando, y se alejó junto con Haruka, que no dejaba de echar miradas de reojo a Rin, quien miraba su plato en silencio.

 

—No me digas que viniste desde Australia buscando a ese pedazo de mierda —gruñó el rubio. Rin estrelló su mano contra la mesa, levantándose.

 

—No me digas que ese pedazo de perra es tu novia.

 

Se miraron fijamente, debatiéndose mentalmente e indispuestos a ceder ante la mirada del otro. Inmóviles. Entonces Naoko soltó una risa. Asintió.

 

—Es mi novia. Pero desde que entró a la universidad se ha pegado como chicle a ese idiota de Nanase. Y Nanase tampoco la deja nunca. Pero aún así, no es una perra, Matsuoka. Así que no vuelvas a llamarla así.

 

—Y Haru no es una mierda.

 

—Tu gran amiguito me quitó a mi novia. Es una mierda.

 

El comentario le dolió más de lo que debería. Rin suspiró y volvió a sentarse. Una cosa era que él pensase que Aki le estaba robando el amor de Haru. Pero que la chica tuviese novio y ese mismo chico le dijese que le había robado a su novia… Era como si ambas partes de la historia coincidieran. Era como si las dudas se aclararan.

 

Comieron en silencio. Naoko estaba de malhumor. Desde hacía semanas había empezado a rechazar el que Aki lo invitase a salir. Ya tenía muchas malas experiencias. La chica lo invitaba, pero siempre salía algo que hacer con Nanase y le cancelaba.

 

Naoko estaba harto de perseguir a alguien que no estaba más con él. Sabía que debía terminar con ella, porque incluso si sus sospechas eran ciertas y Rin estaba involucrado de manera romántica con Haru, nada justificaba el actuar de la chica.

 

Naoko había perdido la batalla contra Haru, pero se aseguraría de que Aki perdiera contra Rin.

 

SSSSSSSSSSS

 

Sousuke estaba en el departamento de Rin. La única razón era que no tenía las agallas para encarar a Makoto. Hacía dos noches había liberado todo su estrés. Su dolor. Había llorado en los brazos de ese castaño y Sousuke no tenía el valor para encararle. Estaba avergonzado. Porque sabía que Makoto era consciente del motivo de sus lágrimas. Sabía que él nunca iba a olvidar por completo a Rin. Sousuke sabía que Makoto sabía que no llenaba el vacío que el pelirrojo le había dejado.

 

Sólo Rin no lo sabía, ese chico lo dejaba quedarse porque era su mejor amigo. Porque le amaba como a un hermano (cosa que era mentira).

 

Rin estaba sentado en el sofá, al lado de Sousuke, mirando una película.

 

Le incomodaba sentirse cómodo, por más estúpido que sonase. Porque en su momento Sousuke había sobrepasado a Haruka. Sousuke le había hecho vivir. En su momento, lo quiso como a nadie. Pero ahora Haru volvía a reinar. Y a veces Rin se preguntaba si estaba bien. Había herido a muchas personas. Su hermana, Sousuke, Makoto, Haruka… A Naoko… Porque él era el causante de que Aki tuviera una oportunidad con Haruka. Él era quien había abierto la brecha.

 

—Rin, ¿puedo quedarme esta noche también? —la voz de Sousuke le hizo dar un respingo. Había estado sumido en sus pensamientos. Clavó sus ojos rubíes en el perfil del azabache, quién se mantenía sin mirarle. Bufó.

 

—Sousuke… No sé por qué tienes que preguntarlo. Por mí, quédate a vivir aquí —contestó en tono brusco. Y Sousuke sabía que iba en serio, aunque sonase molesto.

 

Y por eso, Rin nunca dejaría de gustarle.

 

SSSSSSSSSSS

 

— ¿Por qué tu novio está con mi novio? —exigió saber Aki. Estaba muy molesta.

 

Se encontraban en el departamento de Haruka. La chica se había auto-invitado y Haru solo no le había cerrado la puerta en la cara porque ella entró primero. La observó por unos segundos y se encogió de hombros.

 

—Tu novio estaba con el mío —contestó. Aki dejó de caminar y lo encaró.

 

—Es lo mismo.

 

—No lo es.

 

—Lo es.

 

—No —Haru sacó la caballa congelada del refrigerador y prendió la estufa. Aki se sentó ante la mesa y gruñó en alto.

 

— ¡Volvió a rechazarme!

 

—Tú rechazaste a Naoko muchas veces más.

 

— ¡Porque estaba contigo! —Haru suspiró.

 

—Pero él es tu novio, yo no.

 

—Ese… imbécil de tu ex… —Aki soltó el aire— Va a hacer que Naoko sea gay. Lo va a convertir y me lo va a quitar. Y luego va a ser tan imbécil como lo fue contigo y le romperá el corazoncito y yo…

 

—Si vas a hablar mal de Rin, vete.

 

Aki apretó los labios y negó, cruzando los brazos. Estaba demasiado celosa, Haru lo sabía, pero eso no justificaba que atacara a Rin. Además, lo único que importaba ahora era que el pelirrojo estaba en Japón. En el mismo campus que él. Haru tenía la necesidad de saber por qué. Sin embargo, dado a la actitud de Rin, suponía que no obtendría respuestas de él.

 

La chica estaba muy molesta y Haru no quería soportarla. De hecho, estaba hartándose de ella. Era buena amiga y todo eso, pero le era molesto que intentara incluirlo en su círculo social. Haru no disfrutaba estar rodeado de personas. Y extrañaba a sus otros amigos. Con los que había pasado toda la vida.

 

—Voy a ir con Naoko —decidió ella. Haru la ignoró—. Y tú… Si todavía quieres a Rin… Creo que el juego se acabó. Rin está aquí y la única razón debes ser tú. Si él lo dejó todo por ti, entonces… Yo lo perdonaría.

 

Aki se fue del departamento, dejando al ojiazul en completa soledad. Suspiró y siguió cocinando la caballa. Perdonar significaba olvidar. Pero, por más que quisiera, por más que intentaba…

 

No podía olvidar lo que Rin había hecho.


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