Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“Paso tres. Hazte notar.

 

No solo lo ignores, eso no va a tener siempre su atención. Haz que note tu presencia, que no pueda apartar la vista de ti. Y entonces lo ignoras.”

 

La caligrafía de Naoko era bastante linda, a decir verdad. Rin la observó por unos segundos más antes de realmente percatarse de lo que el rubio había escrito. Rotó los ojos y murmuró la verdad: era una completa estupidez.

 

Por todos los… ¡Él era Rin Matsuoka! ¿Cuándo la indecisión había pasado a ser parte de su vida? ¿Por qué se había desviado tanto? ¡Nunca había tenido tantas dudas!

 

La ira comenzaba a arder en su interior, nuevamente, como hacía unos meses.

 

¿Por qué era capaz de abandonar sus sueños por el amor? Sencillamente, no había una respuesta. No encontraba solución  a ese pequeño problema. ¿Por qué tener que abandonar algo para tener lo otro? ¿Por qué dejar atrás aquellas que fueron sus prioridades durante la mayor parte de su vida?

 

Naoko le había dejado aquella nota en el cuaderno en donde se suponía haría la tarea, pero Rin había comenzado a ver a la nada, hundiéndose en sus pensamientos. ¿A quién le interesaba la tarea?

 

No podía serlo todo. No podía. ¿Por qué debía ser así? ¿Por qué tenían que tambalearle el mundo? Se mordió el labio con algo de fuerza, cerrando los ojos e intentando concentrarse en encontrar una respuesta.

 

Entonces Sousuke tiró de su labio hacia abajo, librándolo de sus dientes y evitando que siguiese lastimándose… ¿El último beso? Había sido hace… No, no lo sabía. No podía recordarlo, porque de alguna forma pensó que… que quizá no era el fin. Rin lo miró, con esos ojos cristalinos que intentaba no ver nunca, a pesar de que le encantaban. Los ojos cristalinos de su mejor amigo a punto de llorar. Mejor amigo. Qué amarga sensación. Y qué manera de tenerlo tan presente.

 

—No te atormentes —ordenó, aunque fue, quizá, una especie de sugerencia. Rin se volvió a morder el labio y miró a otra parte.

 

¿Era ese el efecto que Haruka tenía? ¿Hacía a Rin tan vulnerable?

 

Esas eran preguntas que, lamentablemente para Sou, tenían una respuesta firme. Una que se había creado desde el momento en que Rin se marchó hacia Haru, en que formó un equipo de relevos sin él, en que Sousuke se quedó atascado en un segundo plano, mientras Rin continuaba en el primero. Sí, el amor de Rin era tal que el muy imbécil estaba dispuesto a todo, aún si su cabeza le decía que no. Pero el pelirrojo no era como él… Él sí se ponía un límite. Solo no tenía claro cuál era su límite.

 

—No entiendo —susurró Rin, Sousuke reconoció la molestia en su voz—. Cuando… cuando te gusta alguien… Lo que hace que te fijes en ella…

 

—Su personalidad —completó Sousuke, sintiéndose alegre al ver que Rin lo recordaba—. La forma en la que convive con los demás… Su cabello —tomó una de las hebras rojizas del contrario entre sus dedos, tirando de ella ligeramente. Luego acarició la comisura de la boca contraria—, sus labios, su sonrisa… Su complexión… Pueden ser muchas cosas y a la vez ninguna de ellas… No importa si es hombre, o si es mujer… Quizá te guste que su hermosa risa contagie a los demás, que te haga sonreír, así como nadie más puede hacerte sonreír —Rin cerró los ojos, impidiendo que las lágrimas escapasen, aunque no lo logró muy bien—. Quizá seas de esos locos que se enamoran de su voz, o su olor… pero eso del olor…

 

—Es un fetiche muy raro —completó. Sousuke asintió y tragó grueso.

 

—Rin, hay demasiadas cosas que pueden gustarte de esa persona…

 

— ¿Por qué no puedo amarte a ti? —cuestionó. Sousuke suspiró y se encogió de hombros.

 

—Porque no puedes amar a una persona que no se ama a sí misma tanto como te ama a ti… No debes amar a alguien que es capaz de renunciar a todo, incluso a su propia salud, por ti. No es sano.

 

—Entonces… Haru no debería…

 

—Tú jamás harías una estupidez como la que hice yo, por eso Nanase te ama. Tú puedes amarlo sin enloquecer. Puedes pensar por ti mismo sin depender de nadie más. Por eso puedes ser amado por la persona a la que tú amas.

 

“Sé que es difícil, Rin… Está claro —murmuró, acomodándose frente a la cama para tomar la mano del pelirrojo, acariciándola suavemente—. Es difícil darte cuenta de tu error hasta que estás pagando las consecuencias, pero las cosas deben ser así.  ¿Por qué viniste aquí?

 

—Quiero que Haru me perdone —respondió, apretando un poco la mano contraria. Sousuke le levantó la barbilla. Rin supo que no le iba a mentir.

 

—Nanase no te va a perdonar, olvídate de todas las palabras de consuelo que te han dicho. Él no va a perdonarte nunca, Rin. Tú sabes que no lo hará. ¿Por qué estás haciendo esto, entonces?

 

Rin lo miró sin inmutarse, con una clara mueca de confusión en el rostro. ¿No iba a ser perdonado? ¿Por qué? Fueron muchas posibilidades las que cruzaron por su mente, muchísimas cosas que podrían pasar si Haru decidía “perdonarlo”. Pero… Ninguna sonaba a perdón. El resentimiento iba a existir, el miedo jamás se iría. Si lo hizo una vez, lo haría más veces. No. Él no solo se había ido una vez. Se había ido muchísimas veces… ¿Por qué perdonar a alguien que huye? ¿Por qué continuaba intentándolo? La respuesta llegó a su mente, una muy obvia y tan clara que era tan estúpido como para pensar que había otra razón. No, no quería su perdón.

 

—Porque lo amo… Si él no me perdona… No tiene que perdonarme, solo tiene que saber que yo sí lo amo.

 

—Puedes decírselo, Rin. ¿Por qué viniste de Australia si puedes decírselo solamente? —El pelirrojo lo miró con molestia.

 

— ¡Porque yo lo dejé! No terminé con él, yo lo dejé ahí, en su cumpleaños mientras él esperaba que volviera de la habitación. Lo dejé ahí plantado con una carta llena de estupideces, ¿por qué creería que lo amo si lo que yo hice no parece más que una maldita burla? Ni siquiera yo me lo creería. Alguien que te ama, no te abandona. No cuando hay opción.

 

Sousuke soltó el aire y se levantó, despeinándole el cabello y dirigiéndose a la puerta de la habitación, dispuesto a salir. Se recargó en la puerta, dándole la espalda a Rin.

 

— ¿Por qué lo abandonaste? ¿Simplemente no pensaste que hubiera nada más ahí? ¿Pensabas que estabas encerrado?

 

—No…  Yo creí que eso no podía serlo todo… pero… De alguna forma yo no le creí a él… Nagisa le regaló un cuadro, las reglas que utilizó para conquistarme… Como un juego. Por eso decidí que no tenía el valor para despedirme. No cuando sabía que terminaría diciendo algo que yo no siento. Estuvimos juntos y todo fue tan… perfecto… Pero no podía ser solo eso, no podía estar ahí sintiéndome que él podía irse con quien quisiera, que tomaría esas estúpidas reglas y podría usarlas en cualquiera. Que así como yo caí, él podía hacer caer a más.

 

—Pensaste que eras un capricho.

 

—Intenté convencerme de que no… Pero ahora no estoy seguro.

 

—Si fueras un capricho, él no estaría tan distante, Rin. Si fueras un juego para él, no te habría dejado marchar. Uno no abandona a quien ama, sí. Pero amar significa también dejar partir.

 

SSSSSSSSSSSS

 

Naoko tenía que admitir que Rin se miraba… muy bien. Demasiado bien. Era, en toda el sentido, un hombre apuesto. O bueno, un joven apuesto. Incluso se había visto obligado a repasarlo un par de veces con la mirada. Y es que tenía el estilo de Rin, pero más… más notable.

 

Sus pantalones negros ajustados le hacían justicia a sus piernas. El suéter rojo poco ceñido a su cuerpo le hacía ver algo inocente, encantador. Pero se veía a la vez atractivo, pues en el cuello holgado podía verse el negro de la camisa interior, y parte de la piel de su hombro. Y su cabello… Si Haruka no decidía que ese chico era solo suyo, entonces… Bueno, Naoko no era homosexual, pero se lo podía proponer. O al menos mastur… no, mejor no.

 

La hora del descanso llegó. Entonces el par de amigos abandonó el aula en dirección a la cafetería, como ya les era de costumbre en las últimas dos semanas.

 

Ignorar a Haru no podía hacerse una costumbre para Rin y definitivamente no se haría.No había forma de evitar que Rin desviase la mirada hacia ese azabache de ojos azules… Que ahora se sentaba solo.

 

Por otra parte… Haruka. Él simplemente no sabía qué estaba sintiendo. Nunca había tenido esa sensación, en realidad, ni siquiera cuando Rin estaba con Sousuke. Nunca se había sentido desplazado a un segundo plano. Rin lo ignoraba tan abiertamente y él hacía tan poco para evitarlo…

 

No iba a negarlo, claro que no. Sabía lo que Rin intentaba hacer. No era muy discreto, a decir verdad. Sabía que Rin estaba ahí por él… Pero, al mismo tiempo, sentía que Rin estaba ahí por sí mismo. Igual que siempre.

 

Haruka no sabía si quería seguir jugando a eso. Amaba a Rin, por supuesto. Pero… Rin… ¿Qué era lo que Rin amaba? A Sousuke no, lo había dejado por él… Y a él tampoco, lo había dejado por Australia.

 

No debería sentirse tan abatido por ello. Rin siempre había luchado por su futuro, no era ningún secreto. Las cosas que Rin detestaba Haru las sabía de memoria, o al menos la mayoría de ellas. Sentirse menos. Eso era lo que más detestaba, prácticamente. Y Haru también lo detestaba.

 

El mayor error que Haru cometió ese día fue alzar la mirada y toparse con la del pelirrojo que tanto atormentaba su mundo. Fue como si todas sus barreras cayeran. Fue como un pinchazo sin aviso previo. Algo puntiagudo clavándose en su pecho.

 

Se levantó y salió de ahí. No lo soportaba. Ya no quería seguir en eso. Rin lo había dejado. Siempre lo dejaba. Fingía que no podía continuar sin él y, cuando Haru se adaptaba, volvía a hacerlo. Volvía a irse. Como amigos, como novios, daba igual, dolía de la misma manera. No quería más ilusiones. Rin debía decidir.

 

Y fue entonces que todo perdió su sentido.

 

¿Qué hace que te fijes en una persona?

 

Sousuke lo había dicho en una visita. Hacía tiempo, cuando Rin había vuelto de Australia la primera vez.  Su personalidad. Todo, nada. Cabello, sonrisa, labios. Todo. Y nada. Y Rin pensaba lo mismo. Por eso había repetido las palabras de su mejor amigo a Haruka en ese centro comercial, cuando Haru decidió que quería enamorarse.

 

Rin era una persona decidida. Esa era su mejor característica. Luchar. Esforzarse. Darlo todo.

 

¿Por qué demonios caería en un juego tan estúpido? ¿Por qué no había podido decidirse?

 

Él solo se estaba nublando el camino. Él estaba tomando decisiones confusas de las que se arrepentía. Él estaba dejando de ser el mismo, porque no quería que el “amor” le arrebatase todo lo que él era. Pero… Solo él podía decidir cuánto le arrebataba. Y decidía que no le quitaba nada.

 

Cuando salió de la cafetería, el aire fresco le pegó en la cara. Localizó a Haru caminando en dirección a su edificio, tan lento como le era posible. Tan… Haru.

 

No pasó más de un minuto cuando Rin lo tomó por la muñeca, provocando que se girara. Sus respiraciones chocaron, porque el pelirrojo no había frenado a tiempo y ambos casi caían. Haru lo miró por unos segundos, analizando la situación. Rin se quedó sin habla.

 

—Decidiste dejar de ignorarme.

 

—Sí… Bueno, no… Yo no estaba ignorándote… —se dio una bofetada mental. ¿De verdad decía estupideces cuando menos se requería? Pero Haru sonrió.

 

—Sigue ignorándome, Rin —se zafó del agarre y continuó caminando, dejando al pelirrojo con el ceño fruncido. Agitó la cabeza, saliendo de la incredulidad, y jaló a Haruka del brazo, dirigiéndose a uno de los baños de la institución. No estaba vacío, pero Rin corrió a quien estuviese dentro con la mirada.

 

—No voy a seguir ignorándote… No es lo mío. Es lo tuyo y yo no juego como juegas tú —Haru asintió, sopesándolo.

 

— ¿Jugar? Yo nunca jugué contigo, Rin.

 

—No estoy diciendo eso… Es solo… Me estoy expresando.

 

—Expresarte es lo tuyo, esto que estás haciendo…

 

—Es lo tuyo. No explicarse… Es lo que haces tú.

 

—Ve al punto, tengo clases.

 

Las manos de Rin apresaron las mejillas del azabache, atrayéndolo hacia sí. Sus labios se tocaron. Tan suaves y cálidos, justo como recordaban que eran. Tener sexo de reconciliación en los baños de la universidad no fue buena idea. Porque, para iniciar, no hubo reconciliación. Solo sentimientos confusos por parte de ambos. No querían que fuese así. No, no iba a ser así. Y, para terminar, tampoco hubo sexo. Haru se separó de los labios de Rin y murmuró un adiós.

 

Sigue ignorándome.

 

Una horrible forma de terminar con una relación. Porque Rin estaba ahí por él. Y Haru se marchaba por él. Porque Rin… él siempre pensaba a futuro. Y Haru, por más que lo amara, no sabía si quería seguir estando ahí.

Notas finales:

Primero que nada, no me odien c: Bueno, sí, si quieren. He tardado mucho con las actualizaciones, pero he tenido mucha tarea y muchos gatitos que cuidar.

 

Ahora, quizá este capítulo sea confuso, pero vamos, todas las cosas que escribo son confusas. Es parte de mi diversión personal. Yo ya les dije. Este cap es mi manera de decir: La única forma de evitar que se roben a tu seme es no tener reglas. Todo se permite. Así que… :’v divago.

 

Las invito a leer mis nuevos fics: Errores (HaruRin). Ámame más (MakoHaru). Manía (MPREG/HaruRin).

 

Aunque no sé si estén disponibles en todas las plataformas. No recuerdo:'v ¡Pero están en wattpad!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).