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Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

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Sídney era un lugar cálido en primavera, a Rin le gustaba eso de Australia. Aunque amaba más la primavera en Japón, con sus flores de cerezo -que los adoraba- y su clima fresco. Claro, que mientras en Australia era primavera, en Japón debía ser otoño, por lo que tomar sus maletas e ir a ver los cerezos era una mala opción en ese momento.

 

La razón por la que estaba pensando en el clima era nada más y nada menos que el aburrimiento. La clase de psicología que impartían en la universidad de Australia, le tenía fuera de sus casillas. La carrera electa había sido policía, o como fuese que se llamase, a Rin le tenía sin cuidado. Él quería ser nadador profesional. Olímpico. Pero eso no iba a ponerle el pan en la boca, así que, tras pensárselo por mucho tiempo, se había decidido por dicha carrera en la universidad que su reclutador le había recomendado. Así que estaba dividido en dos, clases por la mañana, natación por la tarde.

 

Agradecía a Lori y a Russell por el apoyo que le brindaban, pues Rin no tenía que trabajar, además, su madre lo mantenía a distancia ¿Se sentía patético? ¡No! Él podría ser el bebé de su mami por algún tiempo más, después, llevaría a casa el fruto de su esfuerzo. Por eso se dejaba mantener por su familia.

 

─ ¡Matsuoka! ─vociferó el profesor. Rin parpadeó varias veces y retiró la vista de la ventana─ ¿Quiere ir a soñar a la oficina del rector?

 

─No, gracias ─balbuceó, aunque pareció más bien una pregunta. Las mejillas del hombre frente a la pizarra enrojecieron, era bastante irritable.

 

─ ¡Preste atención a mi clase! ¡La psicología no es un juego! ¡Es más importante que jugar a ser un pez en una piscina! ─Los labios de Rin se apretaron e incluso escuchó algunas risitas por parte de sus compañeros.

 

─La psicología es interesante ─admitió─. Usted solo lo hace aburrido, ¿no debió jubilarse hace cincuenta años?

 

Rin salió de la oficina del rector con una papeleta de advertencia entre las manos y se dirigió a su siguiente clase. Vaya que su vida era aburrida. Su móvil vibró en su bolsillo. Un pensamiento azul y con olor a caballa le cruzó por la mente y se sintió ridículo al sacar con prisa el celular.

 

“¡Hola, hola, Rin-chan!

 

¿Qué te parece si hacemos una video llamada por la tarde? ¡Nos vamos a juntar todos a eso de las cinco y queremos verte! Solo llamamos para que te hagas tiempo. No sé la diferencia de horario entre aquí y allá, deben ser unas dos horas, ¿no? ¡Allá seguro es de noche! ¿O será más temprano allá? No lo sé, ¡No importa! Te queremos a las cinco al teléfono, ¿bien?

 

¡Gou-chan, Rei-chan y yo estaremos en Tokio por dos días! Esperamos que no te moleste que Gou-chan se quede con nosotros… ¡En la misma cama!

 

Bueno, no. Perdón, Rin-chan, la broma fue mala. Además, sabes que todos somos más gays que tú (Imposible).

 

Te queremos”

 

Con un chistido, apagó la pantalla de su teléfono y volvió a guardarlo. A las cinco. Eso sería en exactamente cinco horas, cuando en Sidney dieran la siete. Sí, definitivamente tendría tiempo si salía de las prácticas a las seis, y siempre salía a esa hora. Se detuvo un momento en el pasillo y pensó. A las cinco de la tarde… Nagisa había dicho que todos estarían ahí… ¿No se suponía que Haru estaba ocupado? ¿Qué era por eso que no lo atendía hasta el fin de semana? Arrugó el papel en sus manos.

 

¿Ya no le quería?

 

─ ¡Rin! ─musitó una voz aguda, seguida por una más gruesa.

 

─Escuchamos que llamaste viejo al profesor de psicología. Tienes agallas, ¿eh? Él odia que lo llamen así. Ha puesto quejas hasta que expulsaron a dos estudiantes.

 

─Deberían correrlo a él. Me ha dicho pez ─la chica sonrió.

 

─Con que pez, ¿eh? ¿Le llamaste viejo por decirte pez? ¿No le decías chico caballa a tu novio? ─Rin rotó los ojos.

 

─Sí. A mí novio. No a mi alumno ─defendió. Los otros sonrieron cómplices, encogiéndose de hombros sincronizadamente─. Maldita sea, ustedes enserio asustan. Tienen la misma cara, ¿Cómo se atreven a hacer exactamente lo mismo?

 

─Eh, nosotros no tenemos porqué pagar el hecho de que tú y tu novio hayan roto ─masculló el chico. La otra asintió.

 

─No tenemos la culpa de que él no te llame para nada.

 

─Ya entendí, me voy a clase ─siseó Rin. Los otros se colgaron de sus brazos.

 

─Nos toca juntos, vamos.

 

El celular ardía en su bolsillo mientras intentaba atender al curso de criminología, con los mellizos sentados a sus costados y platicando sin importarles que él estuviese en medio. Rin los consideraba pulgas invisibles. Se pescaban a su piel y, por más que las buscara, no hallaba manera de quitárselos de encima. Igual, amigos eran amigos.

 

Su amistad se había dado un día en que la chica fue a ver a su hermano a las prácticas de natación  -pues tanto él como Rin estaban con el mismo reclutador- y se había “enamorado” del pelirrojo. Tal era su encaprichamiento que el mellizo se había acercado a Rin en los vestidores y le había arrastrado hacia una cafetería con ellos.

 

La chica, cuyo nombre era Hannah, había sido bastante directa al ver la incomodidad del pelirrojo.

 

─Me gustas, por eso le pedí a mi hermano que te trajera ─musitó nerviosa, desviando sus ojos miel hacia la mesa. Rin se sintió, por alguna razón, menos incómodo. Ya pensaba que le gastaban una broma, pero el sonrojo de la chica le indicó que no era así.

 

─Lo siento, no… ─comenzó con una sonrisa. Entonces Andrew, su hermano, le había visto con ojos asesinos y había tomado en puños su camisa.

 

─ ¿Estás rechazando a mi hermanita, bastardo? ¿En mi cara? ─Rin había elevado una ceja y una sonrisa había aparecido en su rostro.

 

─Si las chicas me gustaran, seguro saldría con ella ─los ojos del chico se habían abierto con sorpresa, luego había soltado a Rin y sonreído con naturalidad.

 

─Ya está, Hannah. Te dije que había algo raro en él. Es que es gay.

 

─ ¡Entonces vamos de compras! ─había gritado la chica, animada, como si el hombre de sus sueños no acabara de salir de su alcance.

 

─No etiquetes así a los homosexuales. Rin es bastante masculino y de seguro…

 

─Me gusta ir de compras. No me molestaría ir contigo.

 

Rin había sufrido para hacer amigos en la secundaria y no sufriría lo mismo en la universidad, así que debía aprovechar. Los lazos se crearon y la confianza nació, así que ellos eran sus confidentes y él, aunque lo negaba, los apreciaba en demasía.

 

Así que sus tardes no eran tan solas.

 

Rin comía con ellos entre semana, antes de irse a natación con el mellizo, así que eso hacían ese día, al salir de la universidad. Hannah insistía en seguir sin entender como alguien tan “macho” como él podía haber interpretado a la chica de la relación. Rin no quería hablar de ello, pero Andrew había salido en su defensa –o algo así- diciendo que el pelirrojo era solo un tsundere más.

 

La mente de Rin se distrajo de Haru durante todo ese tiempo, hasta que la hora de ir a casa se hizo presente. Sin embargo, a las seis menos diez, Andrew le había convencido a acompañar a Hannah a su casa, pues él se quedaría a hablar con el entrenador por algunas horas.

 

Por ello, Rin llegó tarde a casa de Lori y Russell. Eran las ocho veinte cuando encendió la portátil e inició una video llamada con Nagisa. El rubio contestó al instante, con una sonrisa en el rostro. De fondo, Rin distinguía una serie de árboles. Quizá estaban en una plaza.

 

─ ¡Rin-chan! ─musitó Nagisa al ver la cara de su amigo─ ¡Te conectaste tarde!

 

─Tuve algunos problemas ─contestó─. Pero ya estoy aquí… ¿Cómo están?

 

─ ¡Bien! ─Nagisa alejó el teléfono de sí, ampliando la visión del lugar. Rei, Makoto y Gou aparecieron en pantalla.

 

─ ¡Hermano! ¿Cómo te fue hoy?

 

─Bien… ¿Por qué están en Tokio?

 

─ ¡Competencia de natación para el equipo de Iwatobi! Los nuevos miembros calificaron, así que estaremos aquí por dos días ─explicó Nagisa. Gou asintió.

 

─Todo marcha bien por allá ─añadió la chica.

 

─Bien… Hola, Makoto ─continuó. El aludido saludó sonriente.

 

─ ¿Cómo estás, Rin? Hace mucho que no hablamos todos juntos.

 

─Deberíamos hacer llamadas grupales por aquí ─propuso Nagisa. Rei se acomodó los lentes, dirigiéndole una mirada significativa al pelirrojo, quien entendió al instante y asintió en un “Estoy bien” silencioso.

 

─  ¿Y Haru? ─Nagisa sonrió ante la pregunta y elevó el teléfono. La vista en la pantalla cambió y el pelirrojo se quedó sin habla.

 

Atrás de ellos, sentados en una banca, una chica pelinegra hablaba animadamente con Haru, quien mantenía una sonrisa ligera en sus labios y asentía. Lo escuchó reír. Su mundo pareció derrumbarse.  Apagó el micrófono y gritó a Lori una disculpa antes de abrir el cuadro de comandos y tirar su propio internet.

 

Así que era eso. Haru tenía a alguien más. Le dedicaba esa sonrisa a alguien que no era él. Apagó el teléfono y detuvo el ataque cibernético a su propio internet para después apagar todo lo demás. ¿Cómo podía recuperar algo que ya tenía otro dueño? Se mordió el labio.

 

Le habían robado a Haru.

 

SSSSSSSSSSSS

 

Usuario fuera de conexión

 

Anunció la pantalla del teléfono de Nagisa, quien se quejó e intentó contactar a Rin de nuevo, pero éste no volvió a conectarse. Haru se había levantado de su asiento y entonces Nagisa le había mirado con reproche.

 

─Estabas tan ocupado con Aki-chan que no viste a Rin-chan antes de que su internet se cayera ─musitó. El pelinegro se encogió de hombros.

 

─Hablaré mañana con él.

 

─Haruka-senpai… ─Gou se acercó, el aludido desvió la mirada─ Si ya no quiere a mi hermano, debe…

 

─Acompañaré a Aki a casa. Tiene sueño y quiere irse. Nos vemos mañana ─cortó el pelinegro antes de dar media vuelta. La mencionada pidió disculpas con la mirada y lo siguió.

 

─Mako-chan, ¿Haru-chan te lo contó? ¿Le gusta Aki-chan?

 

─No sé, Nagisa. Desde que se reencontró con Aki-chan me ha hecho a un lado a mí también.

 

─Está muy raro ─exclamó Rei─. Es decir… Después de todo lo que lucho por Rin…

 

─Quizá mi hermano debió haberse quedado con Sousuke-kun, al fin de cuentas, si Haruka-senpai no hubiese interferido seguirían juntos ─el corazón de Makoto dio un vuelco ante las palabras de Gou, pero, muy a su pesar, asintió.

 

─Quizá Rin tenía razón en eso de ser solo un capricho para Haru.

 

─Solo espero que Rin-chan esté bien…

 

Rei observó su celular, ansioso por regresar al hotel donde residía el nuevo equipo de Iwatobi. Rin y él se habían vuelto muy amigos y sabía que el sermón se le vendría por no haberle contado sobre la nueva pelinegra, aunque él tampoco lo sabía. Se quedaron un rato más en la plaza con el mismo sabor amargo que Rin tenía en Australia.

 

Haru se había distanciado.

 

Notas finales:

¡Hola! Perdón por la tardanza. No publiqué el jueves (Por eso subo el capítulo hoy) debido a que subí un especial a "Especiales CRUU" (El lemon solicitado después del capítulo 28, antes del epílogo de Cómo robar un uke) así que... x3 Y el lunes pasado no tenía internet o/. En fin... Espero que les guste la historia:3

Aclaración.

La narración para Haru estará suspendida porque él está en Japón y Rin en Australia ¿Qué tiene que ver? Pues ésta historia es por parte de Rin (la otra era por Haru) y de cómo él reacciona a la idea de perder a su seme c: No sé si me explico, siempre divago en las notas. Bueno, Rin no tiene manera de saber lo que está pasando y preguntar a sus amigos no es una opción (tampoco espiar a Haru) dado a lo tsundere que es...

Extra: La especificación horaria y climática de Australia y Japón son reales, solo por si a alguien le extraña la diferencia de estaciones, etc.

¡Oigan! Les invito a leer "Iwatobi-chan host club" de VeraSharkBait, en el capítulo no sé que número, participaré ... Molestando a la gente, sí. Sé que será divertido y valdrá la pena. La historia es bastante linda y Rin es la reina pasiva (realmente la reina pasiva).  

Gracias, Vera, por hacerme publicidad en twitter, busqué HaruRin, me saliste y salió que me recomendabas. :3 

 

¡Nos vemos el jueves! Recuerden, solo actualizo los Jueves, pero este es mi retraso.


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