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Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

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Rin estaba nervioso. Había charlado con su madre por una hora y esta por fin había accedido a cumplir su sueño más cercano: Un pasaje para ir a Tokio, Japón. Así que ahí se encontraba, un viernes por la mañana, abordando el vuelo quinientos veintiuno, con los mellizos como acompañantes. Ellos habían convencido a sus padres, Rin no quería saber cómo, y ahora viajarían juntos. Y eso era bueno, porque sabía que los chicos de Japón eran más amigos de Haru que de él, pues habían conocido primero al pelinegro. Y quizá necesitaría apoyo cuando el sermón de su huída aquél cumpleaños de Haru le cayera encima.

 

No quería estar solo.

 

Doce horas después, el vuelo aterrizó en el aeropuerto de Narita. Los mellizos se quejaron de adormecimiento en el trasero, pero se callaron cuando salieron de aquél enorme lugar, en un taxi, y se adentraron en Tokio. La ciudad era hermosa en la oscuridad de la noche. Los letreros neón de los edificios los embelesaba, entonces se encontraron hablando sobre lo bueno que había sido tomar decisiones precipitadas.

 

─Es una pena que solo podamos quedarnos unos días ─musitó Hannah, abriendo un paquete de galletas mientras el taxi se detenía en un semáforo.

 

─Sí. Tú, por otro lado, has sacado permiso para una semana entera ─se quejó Andrew. Rin se encogió de hombros.

 

─Mi madre compró un viaje redondo de nueve días, no es mi culpa ─excusó. Los mellizos rotaron los ojos, Rin suspiró─. Estoy tan cansado…

 

─Bueno… El plan es este. Nosotros no queremos conocer a tus amigos todavía ─Rin clavó los ojos en Andrew─. Así que irás con ellos mientras nosotros visitamos guías turísticos, para visitar un poco de Tokio. Luego te regresas al hotel con nosotros. Así cada día, ¿vale?

 

─Me parece bien. No quisiera tener que lidiar con ustedes tres días completos. Suficiente será dormir en el mismo lugar ─Hannah sonrió ante el comentario.

 

─Que va, nos amas. Mi hermano y yo hemos sido quienes evitaron tu llanto por un tiempo. Pobre pasivo desamparado. Necesitas con urgencia una buena…

 

─Vale, ya está ─el japonés se sonrojó─. No necesito una buena follada. Y no lo repitas jamás ─Andrew enarcó una ceja.

 

─ ¿Quién iba a decir follada? Hannah claramente iba a decir lección.

 

─Una buena lección. Rin pervertido ─el aludido pudo escuchar la risa reprimida del taxista. Bufó sonoramente. Odiaba ser avergonzado en público. Bueno, odiaba ser avergonzado y punto. Algo hizo clic en su mente.

 

─Ahora que lo recuerdo, tengo que pasar a un sitio primero.

 

─ ¿No decías que estabas cansado? ─cuestionó la chica. El pelirrojo asintió.

 

─Sí, pero esto es importante… ─giró la cabeza y llamó al taxista─ ¿Puede bajarme aquí?

 

Los mellizos no se quejaron, siguieron su rumbo al hotel mientras Rin caminaba en la vereda con tranquilidad. Más valía no equivocarse. Caminó hasta que los edificios con letreros neones desaparecieron, convirtiéndose en casas comunes y edificios departamentales. Solo esperaba no estar confundido, porque de ser así, estaría perdido definitivamente.

 

Subió las escaleras de uno de los edificios departamentales, ojalá fuese ese y no uno parecido. Se detuvo frente a la puerta 3-F y soltó el aire. Dio tres suaves golpes con los nudillos. Esperó alrededor de dos minutos, con los nervios a flor de piel. Entonces la puerta se abrió.

 

─ ¿Rin? ─un suspiro de alivio salió por los labios del mencionado. Sonrió burlonamente.

 

─Hola, Makoto.

 

SSSSS

 

El departamento de Makoto era cálido. El invierno apenas estaba asomándose en Japón, pero el aire ya corría bastante fresco, por lo cual se le hizo perfecto el ofrecimiento de Makoto sobre tomar un café hecho en casa. Así lo hicieron. El castaño se veía sorprendido e incrédulo, pues las vacaciones no estaban tan cerca, faltando quizá dos semanas todavía.

 

─ ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? ─cuestionó el mayor, meneando la cuchara en su taza. Rin suspiró.

 

─Pues vine a ver a Haru… Solo que no le dije que vengo a verlo. No sabe que estoy aquí ─contestó.

 

─Vienes a averiguar lo de Aki-chan, ¿no? ─Rin asintió─ ¿No es un arma de doble filo?

 

─Si con ello te refieres a que terminaré lastimándome a mí mismo, sí, lo es. Pero ya lo sopesé y acepté ─Makoto dejó salir el aire, resignado.

 

─Ese es uno de tus problemas. Antepones tus sentimientos, los metes a la fuerza ─los ojos de Rin se entrecerraron.

 

─ ¿Ah? Claramente no es así, el año pasado, con Sousuke…

 

─ ¿Antepusiste los sentimientos de él? Si lo piensas bien, no es así. Era tú comodidad. Te engañaste a ti mismo y por eso la situación se tornó patética. Si hubieras pensado más en Sousuke, te hubieras dado cuenta de lo que en realidad sucedía con él.

 

─No es mi culpa que no haya confiado en que yo lo aceptaría aún si ya no podía nadar…

 

─Estoy harto de los problemas amorosos ─decidió el castaño, dando un trago a su café. Rin asintió.

 

─Aunque no lo creas, yo también lo estoy.

 

─Si te creo, has sido el centro de atención desde que Haru decidió estar enamorado de ti ─sonrió y observó al pelirrojo, quien suspiró.

 

─Lo haces sonar como un capricho.

 

─Sabes que no está en mí ser malo, pero… Si Haru está saliendo con Aki-chan, entonces sí. Fuiste un capricho. Y marcaste tu propio fin.

 

─Lo sé.

 

─Y, si me permites decirlo, el que hayas venido para intentar remendar tus errores es un arma de doble filo porque sí, te lastimarás a ti mismo si la verdad es Aki-chan. Pero también lastimarás a Haru, sea cual sea el resultado.

 

─Dices que debí resignarme ─Makoto negó, levantándose y sentándose a lado del menor.

 

─Digo que debes aceptar las consecuencias de tus acciones y ya. No vayas solo a reclamarle a Haru por su falta de comunicación. De hecho, sería mejor que solo lo observaras a la distancia. Suena tonto, pero así no vas a interferir en su vida. Porque además, si él está con Aki-chan, no solo te dañarás a ti mismo y a él, si no que Aki-chan se verá involucrada. Si me lo preguntaras, te diría que has venido en vano respecto a eso. Aunque me alegra que vengas a visitarme.

 

─ ¿Es tu manera de decir que me extrañabas? ─se burló, Makoto sonrió.

 

─Todos te extrañamos. Siempre es algo duro cuando te vas. Más cuando lo haces repentinamente.

 

─Lamento eso, pero… si sirve de algo, me iré el próximo lunes, para que estés prevenido ─sopló a su café y dio un sorbo. El castaño asintió.

 

─Vale, gracias por tu consideración ─musitó sonriente─. Sabes, me lo he pensado mucho… Es irónico que tú, quien aceptó todo con quejas leves, seas el único que se vea estancado. Sousuke no tuvo repercusiones cuando intentó marcharse. Y Haru no aprendió la lección sobre robarle el novio a otra persona.

 

─Dijiste que estabas cansado de estos problemas ─se mofó el pelirrojo. Makoto asintió, encogiéndose de hombros.

 

─Me intriga.

 

─Y a mí me intriga tu seriedad. Haru ya no te habla como antes, ¿verdad? Rei lo mencionó una vez.

 

─Sí, bueno… Estamos en distintas universidades y el tiempo se ha reducido. Su tiempo para mí, ahora sale más con Aki-chan ─Makoto sonrió ante la mirada que Rin le dedicó─. Eso no significa que este solo. Así como tú conseguiste amistad con los gemelos, yo no estoy limitado a Haru y los chicos de Iwatobi.

 

─Vale ─Rin se dejó caer en el respaldo y sonrió de una forma más burlona─ ¿Cómo vas con Sou?

 

─No sé de qué hablas.

 

─Oh, vamos. Sé que hay una razón para que tú supieras lo de su hombro antes que yo, que era su novio. Dime, ¿me fue infiel contigo? ─Las mejillas de Makoto se sonrojaron. El castaño desvió la mirada, con el ceño fruncido─ No jodas, era una broma… De verdad… ¿De verdad?

 

─No te fue infiel. Y qué forma tan insensible de tratar el asunto ─el pelirrojo chistó.

 

─Vamos, cuéntamelo. No habrá rencores.

 

“Pero sí los hay, porque él aún te ama”, pensó Makoto.

 

─Bueno… Solo fue una vez, un beso… Pero cuando terminaste con él…

 

─Pensé que eras hetero. Lo habías mencionado… muchas veces.

 

─Es que me gustan las chicas.

 

─Sousuke no es una chica, creo que lo sabes en primer plano ─Makoto apretó los labios, sonrojándose aún más.

 

─Yamazaki-kun es la excepción ─el silencio cayó por varios segundos, en los que el sonrojo del castaño se traspasó al rostro de Rin, quien rompió aquella incomodidad con una carcajada.

 

─ ¡El romántico era yo! ─se burló─ Que cursi.

 

─Cállate. Tú has venido desde Australia por Haru, no tienes derecho a decir que lo mío es cursi.

 

Rin guardó silencio, intentando asesinar a Makoto con la mirada, quien se dedicó a sonreír amablemente y tomar un libro de su costado. Bueno, ya averiguaría lo que el castaño tenía con su mejor amigo, pues le intrigaba. Tenía toda la noche para ello.

 

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

─No puedo creer que le hayas dicho eso a Rin, Nanase-kun ─musitó Aki, completamente enojada.

 

Haru se encogió de hombros y siguió limpiando la mesa. Era sábado por la mañana y estaba en su turno en la cafetería que estaba a tres cuadras de su casa. El local estaba casi vacío y él se encontraba recogiendo la mesa en donde Yazaki se había sentado a comer. La pelinegra meneaba la pierna que mantenía sobre la otra de forma impaciente y tenía un semblante de frustración.

 

─No se lo dije, solo le pregunté si le molestaría.

 

─ ¡Es una insinuación!

 

─Pero no se lo he dicho ─la chica pegó su frente a la mesa y suspiró, maldiciendo en la mente.

 

─Rin se veía muy molesto conmigo.

 

─Rin ya no es mi problema ─la chica alzó la mirada, clavando con incredulidad aquellos ojos cafés en los azules de Haru.

 

─ ¿Qué estás diciendo? ─El pelinegro la ignoró, caminando a la cocina y dejando ahí los platos. Se quitó el delantal, daban las once de la mañana y le tocaba su descanso de media hora. Regresó a la mesa de Aki y la tomó del brazo para llevársela fuera del restaurante─ Nanase-kun, ¿qué has dicho? Creo que entendí mal.

 

─Dije que Rin no es mi problema. Ya no.

 

─ ¿No le amas? ─Haru no dejó de mirar al frente, pero la duda se había instalado en su rostro.

 

Claro que lo amaba. Pero estaba harto de dar sin recibir. No podía rogar por el resto de su vida. La situación ya lo cansaba y solo quería desaparecer. Quizá no lo amaba tanto como había creído en un principio. Se detuvo frente a la fuente del parque cercano y sacó una moneda, bajo la atenta mirada de la chica.

 

─ ¿Qué haces?

 

─Crees en estas cosas, ¿no? ─cuestionó. La chica asintió─ Entonces, confiaré en ti.

 

─Pedirás un deseo.

 

─Si Rin viene a Japón, será una señal. Solo deseo una señal.

 

La moneda salpicó levemente al chocar contra el agua fresca de la fuente. Aki lo tomó de la mano, sonriéndole con falsedad, porque ambos sabían que Rin no podía volver a Japón con facilidad, porque era devoto a sus estudios.

 

Sin embargo, Rin apretó los puños y se alejó del parque con paso apresurado y una crepa dulce aplastada entre sus manos. Que Hannah buscase su propia crepa, porque Rin no quería estar con nadie en ese momento. Cuando te rompían el corazón, a veces solo querías estar alejado de todo.

 

Quería nadar, despejarse.

 

Pero no sabía donde hacerlo. Su experiencia en Tokio era realmente poca. Así que se resignaría y regresaría a la piscina del hotel. A menos de que una nueva oportunidad se presentara. Con un suspiro, se detuvo frente al edificio de departamentos de Haru. Apretó los labios mientras su mente se iluminaba.

 

Si, había otra opción.

 

Una jodida zorra rosa que se encontraba viviendo en una casona en la zona más rica de Tokio. Aquella persona que había empujado a Rin a los brazos de Haru con dos simples y estúpidas reglas. Esa persona que le ayudaría a sentar cabeza para hacer un listado más inteligente, para evitar que terminasen de robarle a su Haru.

 

Kisumi abrió la puerta con cara somnolienta. A su lado, su hermanito también bostezaba. Sus ojos morados brillaron cuando se clavaron en los rubíes de Rin. Hizo a un lado a Hayato y dejó que su amigo pasara. Colocó un brazo sobre sus hombros y lo arrastró hacia la sala.

 

Escuchó lo que Rin tenía por decir mientras comía la crepa destruida que el pelirrojo no había tirado. Sonrió con malicia, burlándose de las estúpidas situaciones que rodeaban a la pareja de idiotas obsesionados con la natación. Se limpió las manos y cruzó una pierna sobre la otra mientras Rin permanecía con su expresión consternada.

 

─Vale, te ayudaré a recuperar a Haru. Con una condición ─murmuró. Rin escuchó atentamente las palabras que le siguieron y, apretando los labios, negó.

 

─Eso no…

 

─Oh, vamos. Si lo amas tanto, eso no sería nada.

 

─Pero voy a perder el año…

 

─Y perderás también a Haru ─Rin suspiró. No podía tenerlo todo. No podía esforzarse por todo siempre. Asintió.

 

─Está bien, voy a tramitarlo y te avisaré.

 

─Cuando me avises, Rin ─sonrió Kisumi─, empezará el juego. Borraremos a esa tal “Aki-chan” de la mente de tu amado Haru.

 

Rin asintió, prestando atención a cada palabra que la boca del peli rosa soltaba, pero la sensación de estar haciendo un pacto con un demonio no se borró de su cuerpo hasta que abandonó la propiedad de los Shigino.

 

“Segunda regla para evitar que se roben a Haru: Encuentra el punto débil de tu enemigo”.

Notas finales:

SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

 

N.A.

 

¡Hola chicos, chicas, todos! Me atrasé porque pensé que este cap ya lo había publicado y como aún no termino el siguiente… Bueno, en fin… He sido torpe :’c

 

Ahora bien, estoy pasando por uno de esos momentos de estrés en que a uno le entran ganas de cancelar todos los fics, porque no tengo muchas ganas de escribir. Las ideas, las tengo. Pero me refiero a la acción de teclear la historia. Quiero leer HaruRin y estoy tan estresada porque nada de lo que leo (de otras ships) me hace fangirlear. Necesito fangirlear para que mi alegría vuelva a mi cuerpo.

 

De todas formas, espero tener el próximo capítulo para el lunes. Si no… Pues sabrán que las ganas de dejarlo todo siguen ahí. Sin embargo, jamás abandonaré mis historias cuando apenas van a la mitad.

 

¡Nos vemos!


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