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Cómo evitar que se roben a tu Seme por MikaShier

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Tres meses después

 

Rin suspiró, dejándose caer sobre el sofá, ubicado en la salita de su nuevo departamento. Era temprano por la mañana, pero ya había salido a correr y se había duchado. Debía admitir que quedarse en Tokio no había sido sencillo, pero por fin lo había logrado. Ser un cerebrito le venía bastante bien en ocasiones como esa. Se talló los ojos, con fastidio, y sacó su portátil, entrando a uno de sus redes sociales.

 

SharkRin0202: Ya está hecho.

 

Kisumi2169: ¡Ese es mi chico! Sabía que una zorrita como tú podía lograrlo.

 

SharkRin0202: Que ya dejes de decirme zorra, ha pasado un año de eso.

 

Kisumi2169: Vale, pero que no lo diga no significa que deje de pensarlo.

 

Ahora, sigue mis instrucciones al pie de la letra. Nosotros no vamos a llevar este juego como lo hacía Haru, ¿va? Hay que atacar, nada de andar jugueteando. Haru es conciso, no tan inseguro como tú.

 

SharkRin0202: Voy a golpearte.

 

Kisumi2169: ¡Se va a llevar una sorpresa! RinRin, en verdad que esto será bastante…”

 

El pelirrojo dejó de leer, poniendo el teléfono a un lado mientras clavaba la mirada en la carpeta que descansaba en la mesita frente a él. Bueno, todo se comenzaba a complicar desde ahí. Joder, ¿por qué era tan impulsivo? Agitó la cabeza y volvió a tomar el teléfono. Kisumi había dejado otros dos mensajes, pero había un tercero que no le pertenecía. Se relamió los labios y observó el nombre de usuario.

 

Caballa3007

 

Tragó grueso y observó la pantalla por algunos segundos. Y es que, ¿cómo había sido tan estúpido? Siempre lo hacía mal. No entendía por qué había comenzado a pensar que Haru solo estaba atándolo. El pelinegro no había hecho más que amarlo en silencio y sonreírle con cariño. Suspiró y abrió el mensaje.

 

“Caballa3007: ¿Vendrás a Japón?

 

SharkRin0202: ¿Tú vendrás a Australia?

 

Caballa3007: No.

 

SharkRin0202: No.”

 

Acarició la pantalla suavemente, esperando que Haru le dijera algo como… “Ven a verme” o cosas así. Pero el pelinegro no lo hizo. Ni siquiera contestó después y vaya que lo había leído. Rin se levantó, estirándose, y tomó sus cosas, encaminándose hacia la puerta. Suspiró cortamente y le echó pestillo tras salir. Vaya día.

 

No debía ver a Haru durante las vacaciones enteras, ese era el plan. La comunicación se cortaba desde ya y los siguientes días, Rin se la pasaría aislado. Tomó el primer tren de la tarde una vez en la estación y, con la mente llena de pensamientos inservibles, viajó hasta Iwatobi.

 

Bien, no se quedaría a ver a Haru, pero seguía teniendo familia en Japón y bien podía pasársela con ellos.

 

Llegó unas horas después al lugar deseado y, con el ánimo por los suelos, caminó hasta su antiguo hogar. Gou le recibió con una sonrisa y una mirada feliz que fue rápidamente cambiada por una acusadora. Si Rin creía que no le iba a echar bronca, estaba muy mal. Como su linda hermanita menor, ella debía intentar hacer que entendiera las cosas que se le escapaban. Así que lo sentó en la sala y, cruzándose de brazos, se sentó frente a él.

 

—Bien, ahora, vas a explicarme por qué te fuiste así. ¡Hace meses que no nos vemos y no aceptas mis video llamadas privadas!

 

—Sabía que ibas a gritarme. No quería lidiar contigo.

 

— ¡Sousuke-kun te dijo que debías pasar más tiempo conmigo!

 

—Hace un año de eso. Y pasé tiempo contigo.

 

— ¡No el suficiente! Y de un momento a otro, nos dejas en plena fiesta. ¿Sabes que tan feo fue eso?

 

Ese día, Nagisa empujó todos fuera de la casa de Nanase, diciendo que había llevado fuegos artificiales y debían verlos todos juntos porque, “¡Solo se cumplen diecinueve años una vez!”. Habían aceptado, sin más. Pero luego Rin había mascullado, diciendo que había dejado su teléfono dentro y debía enviar un mensaje a su madre o alguna tontería similar. Haru alzó la vista minutos después, sintiéndose extraño.

 

—Rin-chan ya tardó mucho, ¿no es así? —cuestionó Nagisa, dejando que la chispa de su bengala se apagase con la tierra.

 

—Iré a ver qué sucede —había dicho Haru. Los demás le sonrieron y siguieron en lo suyo. Entonces él se adentró a su casa. Las luces del pasillo de arriba estaban apagadas, pero una rendija de luz se filtraba desde su habitación. Haru sonrió levemente y entró—. Rin, ¿qué estás…?

 

Gou nunca había visto tanto dolor en el rostro de ese azabache. Ese día, Haru bajó directo hacia ella, pidiéndole explicaciones. Él creyó que, al ser familia, ella podía saber por qué él se había marchado. Pero la chica no lo sabía. Pensó que era una mala broma, porque su hermano jamás se iría sin avisar. Así que entró a la casa y le gritó, mas ninguna respuesta fue escuchada. Entonces Rei llamó a Haru, mientras este subía a buscarlo nuevamente en su habitación.

 

—Yo no sabía… Haruka-senpai —el peliazul sacó una carta de su bolsillo, el sobre estaba doblando por la mitad—. Rin-san dijo que se la diera después… Pero yo le juro que no sabía que él iba a marcharse, pensé que le avergonzaba dársela por sí mismo, de verdad yo no… —la carta fue arrebatada de sus manos. Haru no perdió más tiempo y la abrió, rompiendo el sobre.

 

Haru.

 

Lo siento, en verdad lo siento.

 

Soy un ser desalmado, lo sé. Pero yo… En verdad no sabía cómo hacerlo. No quería abandonarte. Te amo como no tienes idea y sé que mis acciones no complementan mis palabras. He actuado mal toda mi vida, anteponiéndome siempre ante ti y, por más lamentable que sea, por más que me odie por decirlo, ésta no es la excepción.

 

Tú vas a irte a Tokio, lo sé. No hay manera de que no te hayan admitido en la universidad allá. Y yo me iré a Australia, lo sabías.

 

Perdón por todo lo que te hice pasar. Fueron los mejores meses de mi vida a pesar de que no lo haya demostrado. No hay comparación. Eres único y lo serás siempre. Te amo demasiado. Espero puedas perdonarme algún día. No sé qué más decir… En verdad… Soy un idiota por hacer esto precisamente hoy… Enserio lo lamento.

 

Voy a amarte por siempre, no lo dudes ni un solo segundo.

 

Te ama, Rin Matsuoka”

 

Rin observó a Gou. Él mismo se odiaba por haber escrito esa carta que, por todos lados, decía “Te amo, pero me importa una mierda y me voy”.

 

—Él dijo que tú le habías pedido que descifrara siete palabras —musitó la chica. Rin suspiró y asintió.

 

Me voy a Australia, Haru, lo siento.

 

— ¿Sabes? Durante todo ese tiempo yo intenté que no te lastimaran, te protegí lo más que pude sin meterme tanto en el asunto… Claro, que aunque fracasé un poquito, pensé que valía la pena… Pero eres un idiota. Yo hice eso porque pensé y confié en que tú no ibas a ser un imbécil. Eres un estúpido para el romanticismo real, no te das cuenta, hermano. Pero eso que hiciste… ¿Cómo podía defenderte de algo tan cruel? Nos has dejado una mala idea de ti.

 

—Ah, ¿sí? —masculló Rin— ¿Y cuál es esa idea?

 

—Eres un cobarde. Pura habladuría y menos acción. Te contradices a ti mismo y a todos los principios que dices tener.

 

—Claro.

 

— ¡Deja de actuar como si no te afectara! ¡Tú siempre habías sido un ejemplo para mí! ¿Quieres que yo también siga tus pasos? ¿Qué huya cuando tenga miedo?

 

—Haru sabía que me iba a Australia.

 

— ¿De verdad? Entonces, ¿por qué se te hizo imposible enfrentarlo y marcharte con los pantalones bien puestos? ¿eh?

 

—Tú no lo comprendes, yo sentí…

 

—Pero es que no todo se trataba de ti, hermano. Una relación es de dos. Lo que tú sientes, el otro debe saberlo también. Porque si no, no va a funcionar.

 

— ¿Qué estás insinuando, Gou? ¿Por qué no lo dices de una…?

 

—Tú y Haruka-senpai no funcionan. Solo hablan cuando necesitan hacerlo y una relación no debe ser así. La comunicación debe ser primordial y ustedes eran más pasionales que nada. La pasión no puede dominarlo todo. Haruka-senpai vivió siempre con temor a perderte, hermano. Y eso no es cómodo ni bonito en un noviazgo. En cambio, ahora, con Aki-chan, Haruka-senpai se ve confiado, cómodo y feliz.

 

—Así que estás de su lado.

 

—Es que no hay un lado, está mal que tú sigas pensando así. No tomo partido de nada porque, para poder ponerme de su lado, primero tendría que tener competencia. Y créeme que las oportunidades con Haruka-senpai, para ti, ya se acabaron.

 

Gou abandonó la habitación sin permitir que Rin se defendiera. El pelirrojo chistó con enfado, levantándose y marchándose a su cuarto. Como siempre, Gou no comprendía. Él no decía que sus acciones habían sido las correctas, pero la situación en la que lo ponía… Si ella, la dulce y pequeña hermanita que lo adoraba con todo su corazón y lo defendía siempre, se ponía en su contra… Entonces sí, las posibilidades eran pocas, pero no nulas. Porque Haru nunca se había esforzado tanto y eso era lo único que seguía empujándolo hacia adelante. Motivándolo. Actuó mal, pero podía limpiar los platos rotos. Y eso era lo que iba a demostrar.

 

SSSSS

 

Gou pareció aplicarle la ley del hielo. Cada vez que lo veía, hacía un mohín, giraba el rostro y bufaba mientras se iba. Rin tendía a rotar los ojos y jalarle la coleta para después ignorarla también. Ambos podían ser infantiles, no solo ella.

 

Pero, como las horas consumían la tarde, terminó por aburrirse. Tomó su reproductor de música y se cambió para después salir a la calle. Correría por un rato.

 

Las notas melódicas invadieron sus oídos en cuanto presionó “play”. Los pensamientos comenzaron a fluir casi de inmediato, impulsados por aquella música con historias cursis. No sabía cuándo había descargado ese tipo de canciones, pero entendía que comenzaba a ponerse sentimental.

 

¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no pudo aguantarse y sentirse amado? ¿Por qué tenía que importarle más el jodido futuro?

 

¡Si Haru no estaba junto a él, no se sentía completo!

 

Sin pensarlo, aceleró el paso, perdiéndose en Iwatobi sin ser realmente consciente de a donde se dirigía. La brisa soplaba helada por el invierno y el mar, pero Rin no lo sentía, porque había emociones más importantes y sentimientos encontrándose en su interior.

 

Cuando se dio cuenta, estaba jadeante con las rodillas hundidas en la arena. Intentando recuperar la respiración, alzó la vista. La cabaña en donde había perdido su estúpida virginidad se alzaba frente a él, como una burla a su pasado. Lo que había sido amor y ahora no había más que cenizas que la estúpida brisa del mar, denominada Aki-chan, estaba llevándose lejos.

 

Apretó los labios con fuerza.

 

¿Qué hacer? Nada estaba claro en su mente, su laguna de ideas aún estaba turbulenta y no veía la respuesta más que en partes. Se acomodó en la arena y observó el mar, soltando el aire.

 

— ¿Rin?

 

Un escalofrío le atravesó la columna. Su piel se erizó y sus ojos se abrieron con sorpresa. No, no podía ser. No tan rápido. Sus planes… se habían ido al infierno. Se giró, queriendo que fuese una broma, pero no era así. Unas mejillas sonrojadas acompañaban a unos ojos furiosos. Azules, como un mar embravecido.

 

—Haru…

 

—Me mentiste…

 

—No… no estoy en Japón…

 

Los labios de Haru se apretaron. Rin quiso tirarse al mar y ahogarse un poco por la semejante estupidez que acababa de decir. ¿No estaba en Japón? ¡¿Enserio?! Que estúpido, que idiota. Que falta de cerebro.

 

Se levantó de la arena y se sacudió.

 

—Mi alma no está aquí… —aquello era figurativamente verdad, su alma había abandonado el mundo cuando se marchó de casa de Haru. Pero al pelinegro no le dio gracia.

 

—Deja de decir idioteces, Rin. No tenías que mentirme, tampoco te había pedido que vinieras a verme.

 

Y, sin más, Haru se dio la vuelta para marcharse. Rin quiso seguirle, pero quizá no valía la pena hacerlo en ese momento, estando el azabache tan enojado…

 

¡Y una mierda! Rin Matsuoka no tiraba la toalla. Y si lo hacía, la recogía, la lavaba y la doblaba. Alcanzó la muñeca de Haru y lo detuvo, haciendo que se girara por la fuerza ejercida al ser jalado. Miró aquellos hermosos ojos carmesí y desvió la vista al mar.

 

—Un café. Solo tomemos un café y… te dejaré en paz. Somos amigos, ¿no?

 

El aire removió los mechones de Haru, ¿había crecido? Se miraba hermoso, se veía feliz y saludable pese a que lucía, además, enfadado. Rin casi podía escuchar la risa de los dioses.

 

—Me gusta el chocolate caliente, Rin.

Notas finales:

 

SSSSSSSSSSSSSSSSS

 

¡Hola! Bueno, no hay mucha actividad actualmente y bueno… ¡Gracias por todos los reviews! Ellos me motivaron a no abandonar, perdón por la tardanza. Les juro que voy a mejorar, esta historia va a valer la pena porque… PORQUE YO LO SÉ. Por favor, dejen su opinión, ¿qué creen que pasará?


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