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Nuestro por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Lo logré antes de que terminara septiembre! Disculpen la demora, la historia sufrió un par de cambios. Pero todos para bien. Como siempre, muchas gracias por leer y dejar comentarios, siempre los leo, si bien no siempre puedo responderles personalmente. Aprecio mucho su tiempo y leer lo que sienten y opinan!

17.- Navidad

Harry se removió en el asiento, la silla era cómoda pero él no se sentía seguro sin Draco. Habían visitado a esa misma terapeuta ya unas 5 veces a lo largo de las semanas y si bien habían hablado de muchas cosas y tomado algunas resoluciones para Harry el camino se le antojaba muy largo, rendirse muy tentador.

—Harry, entiendes por qué quería verte hoy a solas.

—Sí… para hablar conmigo.

—He hablado contigo y con Draco como pareja, pero quiero conocerte un poco mejor, un matrimonio son dos personas que coexisten y conviven en el mismo espacio y bajo reglas de convivencia determinadas por el respeto mutuo. Ya les he dicho que creo que sus niveles de poder dentro de la relación no son los mismos, y quiero que tú también lo entiendas.

—Vale…

La Dra. Blair era una mujer unos años mayor que ellos, con hermoso cabello castaño y ojos brillantes de inteligencia, su voz era un susurro amable y pasivo, Harry trató de concentrarse en lo que decía, detestaba que le dijeran que sus errores eran la causa de los problemas en su matrimonio. Incluso si nadie se lo había dicho, Harry sentía que era así.

—Bien. ¿Por qué no me hablas un poco de lo que te molesta? Entiendo que te sientes contrariado por el deseo de tu esposo de tener una vida más casera.

—Yo… tengo una carrera, he hecho cosas. Me gusta hacer esas cosas, me siento… —Harry meditó un momento. — Me siento libre. Siento que yo mismo puedo decidir sobre mi vida, sobre lo que quiero hacer, sea Omega o no…

—Entiendo, sientes que a lo largo de tu vida no has tenido capacidad de elección.

—No lo siento, jamás la tuve. Por años todo el mundo decidió lo que yo tenía que ser y no podía pedir nada más, había cosas en juego, libertades, vidas…

— ¿Qué depende de ti ahora?

—Ahora nada depende mí, sólo yo, por eso me dedique a hacer lo que quería… Hay gente, había gente, que murió por mi causa, creyendo que yo le daría una nueva oportunidad al mundo. Vivir y no hacer honor a esa oportunidad es algo que me carcome.

— ¿Y qué pasa con tu hija? —Harry abrió la boca y se sonrojó hasta las orejas. — Desde que comenzamos la terapia no has mencionado a Lily ni una vez entre tus motivaciones y prioridades.

—Yo…

—No estoy acusándote de nada, Harry. Pero creo que deberías reconsiderar tus prioridades.

—Está diciéndome que no me importa mi hija…

—No estoy diciendo eso, Harry. Simplemente creo que ella no está arriba en tu lista de prioridades. Eso no significa que debas quedarte en casa a cuidarla, o que debas permitirle a otras personas hacerlo, simplemente creo que las decisiones que tomas no son en favor de ella. Todo lo que has hecho hasta ahora ha sido pensando en ti, y si bien muchos terapeutas celebrarían que un joven omega presente un poco de egoísmo yo no voy a excusarte de tus responsabilidades. Tú trajiste a esa niña al mundo.

—Draco le dijo ¿no es cierto?

—Lo que discuto con Draco durante su tiempo es privado, igual que lo que discutimos ahora. En mi opinión tú le diste una hija a Draco porque sentías la obligación de hacerlo, pero no te has asumido como un padre de familia.

—No sé… No sé cómo funciona una familia ¿bien? Nunca la tuve…

—Y podemos tratar ese tema, podemos buscar la forma de que comprendas la estructura familiar que has formado para ti mismo, Harry… pero tienes que aceptarla primero. Lily no se va a ir a ninguna parte, va a estar aquí para siempre.  El amor es necesario, pero tienes que darle mucho más que eso.

Harry detestaba la terapia, porque detestaba que las cosas que le decían, hirientes y dolorosas, fueran verdad. Estaba asustado, desde el día que supo que estaba embarazado de Lily estaba asustado. Era territorio desconocido, eran cosas que no sabía manejar, que creía que no debería manejar porque Harry Potter es un huérfano, el concepto de la familia le era ajeno y casi indeseable, pero no se había dado cuenta.

No era una gran sorpresa. ¿Quién esperaba que fuera un buen padre? Ni él mismo, pues se había negado a tener hijos hasta ese momento. Pero había lastimado a Draco en el proceso de negar la existencia de lo que para él era un grupo limitante, la familia era algo que minimizaba sus capacidades, era algo malo. Esa actitud casi le había costado al amor de su vida. Ese iba a ser un proceso realmente horrible.

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—Draco. ¿Podemos hablar?

Draco levantó la vista, Harry había pasado casi todo el día en su habitación, estaba en ropa de dormir y hablaba mirando fijamente sus manos con interés anormal. Draco palmeó el lugar a su lado en el sillón de su sala de estar y el Omega se sentó ahí. Desde que habían empezado la terapia Harry parecía siempre pensativo, como si sufriera. Pero Draco no indagaba si Harry no quería, era su proceso. Draco tenía su propio resentimiento con sus padres y su pareja que tratar en su tiempo, y había logrado recordar porque Harry merecía toda su paciencia y su apoyo.

—¿Qué sucede?

—¿Vas a irte?

—No… —Harry se relajó un poco, Draco habló antes que pudiera responderle. — ¿Vas a irte tú?

—No.

—¿Quieres… romper el lazo?

—No, claro que no.

—Bien… Merlín, bien.

—Puedes volver a dormir conmigo, ¿sabes? Te extraño en la cama.

—Lo pensaré… extraño dormir a tu lado también.

—Voy a retirarme del Quidditch después de las clasificatorias. — Draco levantó la mirada sorprendido, aquello realmente no lo esperaba.

— ¿Estás seguro?

—Bueno… Mira… Hay, cosas que no puedo hacer bien… siempre estoy huyendo de algo…— Susurró Harry avergonzado. — Me casé contigo porque quería una familia, ya sabes que todos queremos lo que no tuvimos al crecer y eso, pero ahora la tengo y no he hecho más que huir de ella. Creí que cuándo Lily naciera yo ya no sentiría miedo, que ese miedo desaparecería cuando estuviera entre mis brazos, pero no fue así… Yo no sé cómo tener una familia, cómo… se supone que se hace, pero soy bueno siendo famoso y reconocido, es mucho más fácil que hacerme responsable por hacerte sufrir, Draco. O a Lily.

—Harry…

—No, escucha… yo… no sé cómo es que la gente esté ahí para ti, no estaba listo para…esto, para nosotros y lo siento… actué como un niño, cuando traje al mundo alguien a quien debo cuidar y que merece ser feliz, no sentirse sola como yo hice toda mi vida, y aún peor porque yo debería estar aquí…

—No voy a decirte que no, me encantaría tenerte en casa de nuevo…

— ¿Y tú?

—Cuándo llegue marzo y termines el torneo, mi poción estará lista para pruebas en humanos, Blaise puede encargarse desde ahí, y yo volveré a trabajar desde casa.

—Pero, Draco tu querías esto.

—Quiero mucho más lo que tenemos aquí, si funciona mi nombre estará ahí de cualquier forma. Pero apoyarte mientras te acostumbras a nuestra nueva vida, eso es lo que hace un Alfa. Y creo que necesitamos ese tiempo juntos. Para ser una familia, tú, yo y Lily.

— ¿Realmente crees que vamos a estar bien? No quería lastimarte.

—Lo sé, mierda, lo sé Harry. Pero lo hicimos, nos lastimamos y ahora tenemos que seguir adelante… Superamos un embarazo no planeado ¿no? Y tú derrotaste al mago tenebroso más grande la historia, Harry, no hay nada, que no podamos hacer.

—Eres un buen hombre, incluso en tus peores momentos Draco… y estoy orgulloso de llevar tu marca.

Draco sonrió, su primera sonrisa de los últimos días. Harry devolvió esa sonrisa, el ambiente tenso pareció quebrarse en ese momento. Harry se sentó junto a Draco y este lo acercó cariñosamente a él, acurrucándose en el sillón en silencio.

—Sabes que nos queda mucho que decidir.

—Lo sé.

—Anne sugiere que pasemos algo de tiempo juntos.

—Lo sé, estaba ahí.

—Estabas un poco desconectado.

—He tenido problemas para conectarme…

—Ella cree que debes re-conectarte, conmigo y con Lily.

—Supongo que tiene razón, y que estás de acuerdo. —Susurró Harry, sus dedos destrozaban una servilleta que encontró en su bolsillo.

—No estés nervioso.

—Puf, no estoy nervioso Draco. —Musitó.

—Harry, no puedes mentirme a mí.

—Sólo… ¿qué quieres hacer?

—Pensaba que podríamos dejar a Lily con mi madre y salir, no tenemos que hacer nada especialmente complicado, podemos ir a comer helado, o ir a cortar fresas.

—¿Cómo una cita?

—Hace mucho que no salimos, Harry…

—Sólo si vuelves a dormir conmigo.

—No tienes que chantajearme para eso.

—No lo sé… No imagino que tengas ganas de dormir cerca de mí o de tocarme luego de lo que hice.

—Fue un error. Te perdono.

—No es cierto, no aún, lo veo en tus ojos. No me mientas. —Draco suspiró.

—Estoy herido, no puedo evitarlo. Nunca en toda mi vida me había sentido tan miserable cómo cuándo te vi con alguien más. —Su honestidad golpeo a Harry como una tonelada de piedras. — Puedo perdonarte, y entender que parte de ello fue culpa mía. Pero me siento herido de cualquier forma. Es algo que tengo que manejar a mi manera.

—Creí que querrías reclamar tu territorio.

—No me malentiendas. —Dijo Draco, con una expresión de frustración. Sus dedos recorrieron su cabello, dejando algunas hebras sueltas que Harry tuvo el impulso de acomodar. — Claro que te quiero, quiero empujarte contra el sillón ahora mismo y recordarte que me perteneces… Pero no sé qué quieres tú.

— ¿Qué se supone que significa eso? —Espetó Harry. — Te quiero, a ti. Por sobre todas las cosas. ¿Por qué jodidos no querría eso?

—No lo sé.  Porque hasta ahora has encontrado mi posesividad y mi búsqueda de dominio agotadora y sofocante. Porque sólo soy tu alfa cuando entras en celo o cuando quieres algo.

—Draco…

—Entiendo… creo, porque actúas como lo haces. Pero el control que pido no es con afán de ofenderte, o de herirte… Entiende que estoy tratando de asimilar lo que luche 8 años por ignorar a toda costa. Que no me necesitas, nunca lo has hecho y nunca lo harás. Que podría irme mañana y seguirías adelante sin problemas, que… Que te pertenezco totalmente, mi vida, mi alma, todo lo que soy como hombre y como alfa está enteramente dedicado a amarte. Pero tú no eres mío. Eres tuyo.

—Eso no tiene que ser algo malo.

—No dije que lo fuera, pero no es lo que quería cuándo… cuando me casé con un omega.

— ¿Qué quieres? Yo no soy…sumiso, dependiente o frágil. No necesito tu dinero, no quiero tus propiedades o tus reglas o que me digas lo que puedo o no puedo hacer.

—No quiero cambiarte, las cosas que quería de ti no las quería para perjudicarte. Bien, tal vez esperar que dejaras de lado tu libertad por criar a nuestro cachorro fue una tontería, fue un reflejo de mis deseos subconscientes, deseos que era mucho más fácil ignorar si Lily no estaba. Pero ahora Lily está y hay tantas cosas en mi cabeza, tantos instintos que no creí tener.

—Draco, yo…

—Ser alfa de un omega que no necesita nada es difícil. — Murmuró finalmente. — Me criaron para proveerle a una familia. Para hacerme cargo, para solucionar los problemas. Para que la única cosa en la mente de mi omega fuera lo mucho que quería que llegara a casa para hacer el amor. Me enseñaron que debía ocuparme de todo, trámites, ganar dinero, resolver conflictos, darte todo. Pero tú no necesitas nada, no me necesitas. ¿Qué valor tengo entonces? ¿Qué sentido tiene mi esfuerzo? Es mi naturaleza, y la ignoré por muchos años, Ahora está fuera de la coraza haciéndome daño.

—No tenía idea de que te sentías así. —Confesó Harry. En retrospectiva supuso que tenía sentido. Él había asumido que Draco era feliz así, aun cuándo todos los alfa que conocía actuaban diferente. Sabía lo que todos los alfa quieren, pero cuándo vio a Draco negárselo a sí mismo fue mucho más fácil aceptar su resignación que tratar de cambiar.

—Supongo que debí darme cuenta antes. Decir algo.

—Debí ser menos necio… Te necesito, Draco. Necesito a quién me quiere a pesar de mi fama, a quien soporta mis errores y mi egoísmo, a ese hombre amable que levanta mi ropa sucia del piso del baño y deja notitas de amor en mi bolsa del gimnasio. Al padre de mi hija…

—Gracias… Aprecio que lo digas. —Un “aún si no es cierto” flotó en el aire, Harry podía percibirlo como si Draco lo hubiera articulado. — Así que. Empecemos con algo pequeño. Una cita, Señor Malfoy. Mañana mismo, antes de que vuelvas al campo.  

—Sugerirte sexo fue algo inmaduro… nunca había pensado en eso pero, creo que doy por sentado que estarás mejor con sólo hacérmelo.

—Curas muchos de mis males, Harry, pero me temó que en este momento también eres el más grande.

—Pequeño suena bien… ¿El bosque de Godric?

—Tú, yo, una canasta de picnic con el almuerzo a la orilla del lago…

—Suena romántico, Señor Malfoy. — Concedió el moreno, una sonrisa tímida en sus labios. Draco le sonrió también. Quiso besarlo, intensamente. Pero se limitó a acurrucarse contra su pecho, dejando que la esencia a alfa llenara sus pulmones. Se relajó contra su cuerpo el tiempo suficiente para no querer levantarse cuándo escucharon llorar a Lily.

—Debe tener hambre. —Dijo Draco con un suspiro.

—Iré por ella… Creo que me he mal acostumbrado a darle la botella… —Dijo Harry avergonzado. Era mucho más fácil guardar su leche en botellas para darle si no estaba que pensar en volver a casa a amamantar a su hija. Bueno, mientras terminaba el mes y tenía que irse, lo mínimo que podía hacer era cuidar de su bebé.

— ¿Necesitas ayuda?

—Sí, creo que sí. —Accedió Harry. Draco sonrió con suficiencia por apenas un segundo, pero el brillo fugaz de sus ojos le dio al omega una gran satisfacción. Tal vez ceder no era tan malo tal vez debió probarlo antes, tal vez eso le ayudaría a no sentirse tan perdido todo el tiempo.

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La semana de Navidad Harry no iría a trabajar, eran sus últimos días libres antes de que a mediados de Enero comenzara el furor de las eliminatorias para determinar a la selección nacional para la Liga Europea de Quidditch. Lily estaba a unos días de cumplir 5 meses, y parecía encantada con Harry ahora que pasaba gran parte del día con ella. Seguramente se distanciarían de nuevo mientras viajaba, pero ya que sería su última gira esperaba hacer todo bien para dedicarle el resto de su tiempo a su pequeña hija.  Lily balbuceaba cosas cuándo sus padres le hablaban, les arrancaba cosas de las manos y era especialmente juguetona. Parecía muy interesada en moverse, y si bien no gateaba del todo ya tenían que vigilarla de cerca pues en varias ocasiones había estado a punto de caerse de la cama o del cambiador si le quitaban los ojos de encima apenas unos segundos.

Sus familiares habían estado de acuerdo en dejarlos pasar la navidad a solas. Necesitaban el tiempo en familia, pero prometieron ir a comer a la Madriguera la tarde del 25, para que pudieran intercambiar regalos. Harry no recordaba ninguna Navidad a solas con Draco desde su boda, así que esperaba ansioso cenar y acurrucarse frente al fuego con su Alfa.

Draco no era muy aficionado de las decoraciones navideñas, pero como todo en la vida no podía decirle que no a Harry, y al final no sólo había un gran árbol de Navidad en la sala, también unos cuantos renos en el jardín, velas y figuritas por toda la casa, Lily estaba intrigada por el pequeño trineo que sobrevolaba la mesa del comedor y que tocaba villancicos por dónde pasaba, y ella intentaba golpearlo con sus manitas mientras se reía, Harry estaba sentado a su lado, haciendo llover brillo sobre su hija. Ella no parecía realmente interesada, pero estornudo un par de veces cuando las chispas caían sobre su rostro.

—Harry, deja a Lily en paz….

—Se está divirtiendo. — Se defendió el moreno, sonriéndole, Draco negó con la cabeza antes de sentarse frente a ellos.

—Di Ah

—Ah! — Harry abrió la boca y Draco metió una galleta. Pinky las horneaba cada Navidad. — Oh, el chocolate está perfecto este año… mmm .

—Igual que tú. —Susurró Draco besándole los labios. Harry se sonrojó pero no pudo contener una risita burlona. Draco había vuelto a ser físico con el apenas unos días antes. Besos dulces por aquí y por allá. Tomarse de la mano mientras caminaba por la calle, acurrucarse contra su espalda a la hora de dormir. Harry no haría mucho circo al respecto, pero le gustaba. Se sentía perdonado, a salvo.

—No puedo creer lo cursi que eres.

—Púdrete. —El Omega se rio antes de besarlo de nuevo. — Ven Lily, es hora de la siesta para ti. ¿Quieres dormir preciosa? ¿Sí? ¿Tienes sueño?

Lily respondió con un gorjeo feliz. Draco la presionó contra su pecho y le beso la cabeza, su cabello, negro como el de su padre estaba ahora lo bastante largo como para que Harry le hiciera dos diminutas colitas. Lily se veía adorable con ellas, pero las deshizo para que durmiera más cómoda.

—Ponle la piyama completa, Draco. Hace frío.

—Sí, lo sé. Tranquilo.

—Y la manta mágica, la que calienta sola.

—Lo sé, Harry, lo tengo.

—Sé que lo tienes… —Murmuró avergonzado. — No quiero que se enferme, Draco, ha estado nevando tanto.

—Ella va a estar perfecta, Harry. Dile adiós a papi, Lily.

—Adiós, Lily. Feliz Navidad.

Draco le sonrió antes de llevarse a la niña, la recostó en su cunita mientras le acariciaba la pancita, Lily no hablaba aún, pero disfrutaba estar con ella, con sus gorjeos extraños y la saliva que a veces escurría de su boca cuando masticaba algo que tenía en la mano. Draco usó un pañuelo para limpiarle la boca y espero a que se quedara dormida antes de salir de la habitación.

Harry estaba parado frente a la chimenea, mirando una fotografía de su boda que reposaba sobre ella con los ojos perdidos en el pasado. 9 años parecía mucho tiempo ahora. No se reconocía en ese Harry más joven, que sonreía mientras un Draco mucho más motivado le llenaba el rostro de besos en aquella fotografía encantada. No le hubiera creído a quien le dijera que aquella que casi una década después había estado tan cerca de perder a Draco. Se habría reído. ¿Habría sido sólo su embarazo lo que quebró su matrimonio? No. Habría ocurrido tarde o temprano. Él era egoísta, y Draco prefería guardar silencio. Alguno de los dos habría cometido un error tarde o temprano, todo se habría salido de control. La fragilidad de los cimientos de su relación lo azotó como una tormenta.

— ¿Estás bien?

—Sí —. Draco ahora lo rodeaba cariñosamente, su barbilla recargada en su coronilla. Harry se aferró a los brazos cruzados frente a su pecho disfrutando del contacto. — Tengo frío.

—Puedo traerte chocolate caliente, o rompope caliente.

—No… sólo quédate así.

—La cena se va a enfriar.

—No me importa.

—Hermione te odiaría por explotar a tus elfos y luego dejar sin tocar la cena que prepararon.

—Les dimos días libres, que no querían. La PEDDO estaría orgullosa…

Draco río detrás de sí pero no discutió. A pesar de las luces y decoraciones el ambiente no era muy festivo. Habían acordado no darse regalos, de la misma forma fría en que habían acordado no tener relaciones hasta que sintieran que no era una forma de evitar sus problemas. Había sido extrañamente fácil, a pesar de sus instintos y a pesar de lo mucho que aquello haría por relajarlos.

—Mañana iremos a La Madriguera.

—Lo sé, y luego iremos a ver a mi madre, para que le dé su regalo a Lily.

—Has hablado con tu padre.

—No. Supongo que es un buen momento para ver en dónde está en relación a hace unos meses.

— ¿No volverás a hablarle nunca si no accede a disculparse?

—No.

—Draco…

—No volveré a permitirle tratarte de esa forma… Lamento no haber hecho algo antes.

—Está bien…

—Creo que huelo la cena, cariño. ¿No tienes hambre?

—No de comida.

—Harry…

—Lo sé… lo siento. —Dijo suspirando. Se separaron el tiempo suficiente para darse un beso rápido. La cena estaba caliente y deliciosa. Pavo horneado, puré de patatas, bollos de mantequilla, tarta de carne. Harry extraño un poco el ruido y el caos de la Navidad con la familia Weasley. Con petardos mágicos, huevos sorpresa y adornos flotantes que recorrían la casa entonando villancicos. Draco probablemente detestaba esas cosas, por eso pasaban año nuevo con su familia, lo que hasta ahora Harry detestaba.

Su relación estaba construida en base a acuerdos que no dejaban a ninguno de los dos satisfechos. Ahora veía muy claramente que debieron empezar a cambiar cosas años antes. Draco jamás le diría lo mucho que odiaba ver a Harry rodeado de alfas, expuesto frente a todos, siendo su propia persona cuándo cada célula de su cuerpo demandaba que fuera sólo suyo.  Y Harry quería tener a Draco ahí, saber que no importaba lo que hiciera, a dónde fuera, cuánto tiempo estuviera lejos, Draco siempre iba a esperarlo. Y Draco había esperado, hasta que ya no pudo más.

—¿Harry?

—Lo siento.

—¿Estás bien? —Harry asintió lentamente, la comida en su plato ahora mucho menos interesante.

—Creo que debimos intercambiar regalos, nos habría dado una razón para no dormirnos 10 minutos luego de cenar.

—Podemos jugar ajedrez, o naipes.

—Puff, no estamos en la sala común, Draco. — Se burló el moreno.

—Me hubiera gustado compartir sala común contigo. En retrospectiva creo que hubieras sido una buena influencia en mi vida.

—Seguro mis calificaciones hubieran sido mejores.

—Lo dudo, si Hermione no pudo salvarte, menos yo.

Tal vez era la tensión que sentían desde hace meses, o el vino, o la buena comida. Pero ambos se rieron, y rieron de nuevo. Y pasaron la noche contando historias de la escuela, sobre los salones abandonados dónde nadie te veía intimar con tus compañeros, sobre el mejor uso para la Sala de los Menesteres, sobre los libros con ilustraciones ridículas de objetos muggles y lo mucho que Draco quería tomar esa materia pero su padre no lo había permitido.  Cosas diminutas, tontas, que no sabían del otro. Al final es imposible conocer a alguien del todo. Una relación lleva trabajo, tiempo. Pero amaba a Draco, así que los meses por venir, que serían pesados y llenos de retos y nuevas dinámicas, no le asustaban tanto ahora.


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