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Nuestro por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

En mis otros fic también lo mencionaré, pero viví un par de meses muy complicados en mi vida personal y eso provoco una baja en acalizaciones. Ahor estoy mejor, lista para terminar esta y empezar muchos proyectos nuevos, incluyendo mi primera novela original! 

Gracias por leer!

 

A Harry, como a todo el mundo, le gustaba ganar. O mejor dicho, no le gustaba perder. Pero en el Quidditch profesional siempre hay sorpresas, los Cuervos de Londres eran uno de los mejores equipos de Inglaterra, pero habían tenido malos años también. Pero ese era por mucho el peor año desde que Harry podía recordar.

El equipo había perdido un cazador ante el escándalo y Alex había decidido renunciar luego del “asunto” con Harry, que tenía pensado retirarse de cualquier forma luego de las clasificatorias. Los jugadores de banca que súbitamente habían ascendido eran buenos, claro. Pero no estaban a la altura del resto de los equipos de la liga. O eso pensaba Harry. Flotando en medio del campo en el último partido para su equipo. Llevaba casi dos meses fuera de casa, dos meses de constantes viajes, de ruedas de prensa, de reuniones, de entrenamiento intensivo, de buscar un reemplazo para el equipo que ya se había rendido de obtener pase a la liga nacional o de encontrar lugares en el equipo del país para la liga europea.

Estaba agotado. Y contrario a lo que esperaba, una serie de rotundas victorias, ni siquiera creía que el equipo pudiera ganas ese partido, no tenían oportunidad. El partido de ese día era en un lugar caluroso, Harry sentía como aquello lo afectaba, se sentía arder y estaba algo aturdido luego de casi 6 horas de juego. Tenía que encontrar la snitch, no para ganar pues incluso esa victoria sería insuficiente para subir a cuartos de final. Pero tenía que terminar ese partido. Les llevaban una ventaja de 224 puntos. Quería ahorrarse la humillación.

Vio algo por el rabillo del ojo, un destello dorado a la luz del atardecer, eso era todo. Si este iba a ser su último partido le salvaría a su equipo la poca dignidad que le quedaba. Cuando escuchó el bramido de la multitud ante una nueva anotación supo que era poca. Viró la escoba a la derecha rebuscando aquel brillo, lo encontró cerca del medio campo, y salió disparado mientras el buscador del otro equipo lo seguía, no había visto la pelota, pero sí a Harry, seguramente esperaba que siendo más rápido que él podría humillarlos aún más con la victoria.

Rodeó un par de cazadores y apenas logró esquivar una bludger dirigida a su cabeza antes de estirar el brazo. Sintió la pelotita entre sus dedos justo antes de que el buscador contrario golpeara como bólido contra él y cayeran ambos de la escoba a un par de metros del suelo. Harry se retorció adolorido sobre el pasto antes de levantar el puño del que salían dos alitas desesperadas. Esa no era la forma en que quería despedirse del deporte. Maldijo para sí mientras sus compañeros agotados desmontaban a su alrededor y le ayudaban a ponerse de pie. Aquella iba a ser una semana muy dolorosa.

El calor era algo que no podía soportar. Cuándo terminaron las humillantes entrevistas, el más largo set de entrevistas de su vida, Harry ya estaba sudoroso y sucio, pero luego de ducharse en la privacidad de su habitación su temperatura no había bajado. Intentó no preocuparse. Tenía que descansar para volver a casa mañana. Una semana y haría el anuncio oficial de su retiro. Luego de ese juego casi parecía una buena idea.

Las sábanas se sentían como papel de lija contra su piel. Pero cuándo las quitó el calor no pareció reducirse, se quitó la piyama, incluso la ropa interior pero no sentía nada más que ardor en cada centímetro del cuerpo. Quiso moverse, servirse algo de agua, pero no pudo hacerlo. Se incorporó y se dio cuenta de que estaba empapada de sudor. Jadeó secamente cuándo sintió la misma humedad entre sus piernas, líquido de dulce aroma y espesa consistencia que escurría obscenamente desde su entrada, extrañamente vacía…  Mierda, eso era imposible.

Se cambió a la otra cama de la habitación. Con mucho cuidado tocó suavemente su entrada y la encontró hambrienta y ardiente. Mierda. Gimoteo como un animal herido. No podía estar en celo, los Omega entran en celo cuándo sus crías tienen entre 11  y 12 meses de vida, para facilitar el cuidado y desarrollo de camadas grandes, pero Lily apenas había cumplido 9. Era muy pronto.

Era muy pronto, muy súbito y no estaba con el único que podía hacerlo sentirse mejor. Gimió suavemente el nombre de su Alfa, pensando como mierda iba a llamarlo. Sintió su cuello arder, cómo si alguien hubiera presionado carbón al rojo vivo contra él. Mierda, lo necesitaba, necesitaba a su Alfa, llenándolo con su nudo. Sí, oh dios sí. Atrapándolos juntos durante horas mientras su semilla ardiente lo llenaba hasta quedar lleno de cachorritos, sí.

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—¿Harry?...

—Draco… ¿Draco? —Su sueño intranquilo se vio interrumpido por un olor familiar, era el mismo olor que solía cubrirlo siempre, el olor a tinta y hiervas que despedía su alfa. — Draco, por favor. Tienes que anudarme, por favor…

—Shh, está… está bien cariño. —Susurró recibiéndolo entre sus brazos. Cuándo Harry no llegó a casa a la hora que prometió Draco supo que algo andaba mal. Pero jamás se imaginó que estaría en pleno celo.  A juzgar por su aroma llevaba un día y unas cuentas horas. El ambiente estaba pesado con el apabullante aroma a hormonas y sexo y Draco no podía ni ver claramente entre la sangre que rápidamente había bajado a poner su miembro duro como roca y la deleitable visión su de Omega doblegado a su naturaleza, rogándole por el nudo. — Ti…tienes que tomarte esto…

—No, no quiero, tienes que follarme, Draco. —Debatió Harry, ignorando la poción que le ofrecían y rasgando ropa en su intento de sentir la piel del otro directamente. Sus ojos estaban casi negros, apenas un atisbo de  verde en ellos. Draco jadeó sintiendo dolor entre las piernas.

—Por favor, cielo… Es anticonceptiva, hazlo por mí.

— ¿No quieres mis cachorros, Alfa? — Gimió Harry, Draco se quejó de nuevo. — Yo los quiero, todos los que quieras, dentro de mí, Alfa, pero tienes que anudarme primero, por favor…

—Mierda… Harry, no hagas esto.

Harry no escuchaba, se negaba a tomar la poción mientras desnudaba a Draco y lo empujaba contra la cama, Draco luchó un poco más, pero mientras Harry, con la piel sonrojada y los muslos húmedos, lo atrapaba contra las sabanas, perdió el poco auto control que sentía. Su respiración estaba igual de agitada y su erección se alzaba de forma dolorosa. Podía sentir el nudo inflamándose en la base. Tenía varios meses sin hacer el amor con su esposo, su cuerpo parecía necesitar el celo mucho más de lo que él creía. La botellita cayó al suelo y no hizo nada por levantarla cuándo sintió el calor de la entrada de Harry presionando contra la punta de su miembro. Su gemido de satisfacción fue gutural cuándo lo engullo hambriento y Harry tembló contra el nudo, sintiéndose por primera vez cómo si el calor de su cuerpo fuera a ceder.

Probablemente si el cuarto no estuviera inundado de sus hormonas, Draco se habría controlado. Tal vez si Harry no cabalgara sobre él con él dejando escapar sonidos de gatita enamorada cada vez que el Alfa rozaba su próstata, Draco habría podido obligarlo a beber. Tal vez si no hubiera perdido el enfoque luego de incorporarse, agitando las caderas para llegar aún más adentro, besando el cuello pálido frente a él. No, ya no había nada que hacer. Su cuerpo demandaba llenarlo hasta que no pudiera moverse.

Dejó una serie de mordidas hasta la marca de su cuello y la besó suavemente, sintió al Omega temblar entre sus dedos y continuó subiendo la intensidad de sus movimientos. Su entrada comenzaba a dilatarse violentamente, Harry no podía resistirlo más, así como apenas podía hablar. Se aferró al cuello ajeno antes de venirse intensamente entre sus cuerpos, chorritos de semen cubriendo el abdomen del Alfa que jadeo indefenso ante la presión.

Luego de un par de estocadas más el nudo se inflamó lo suficiente para sellarlos juntos, la imposibilidad de salir de su cuerpo mando a Draco directo al orgasmo. Ni su ser racional habría recordado un mejor orgasmo que ese. Pareció vaciarse dentro de su esposo por horas. Harry ronroneó contra su pecho un buen rato, incluso entre los besos de cariño que Draco le daba mientras el nudo se suavizaba lo suficiente para dejarlo salir.

Harry estaba listo para una segunda rondada tan pronto que Draco juraría que su erección nunca cedió, ahora estaba sumido en la misma e irreal necesidad de joder. Lo empujó contra la cama, levantando sus caderas lo suficiente para entrar de nuevo, deslizándose gracias a la humedad y a su propia semilla que escurría de forma sucia y provocativa desde su entrada abierta e impaciente. Harry dejó escapar un grito de gusto, empujando de nuevo para empalarse hasta el fondo y Draco tuvo que sostenerlo firmemente para controlar el movimiento.

—Tienes que dejarme hacer esto, Harry.

—Por favor, Draco, por favor… muévete, te lo suplico…

—Mierda…

No quería perder aún más el control, pero cada embestida, cada golpe que enviaba choques eléctricos a su Omega era el cielo para él, con el chapoteo húmedo que provocaban sus cuerpos al golpearse una y otra vez, los gemidos desesperados de Harry rogándole por más. Sus dedos que se aferraban tan fuerte a sus caderas que dejarían moretones, más y más marcas de su posesión, gimió quedamente ante la idea. Todos deberían saber que Harry no era de nadie más, era suyo, suyo para joder, suyo para complacer y para marcar.

No fue hasta la tercera vez, acurrucado contra su espalda con el nudo una vez firmemente dentro de Harry, que Draco se cuestionó su celo en primer lugar. ¿No debería llegar hasta que Lily cumpliera un año?

El pensamiento se fue tan rápido como llegó, el calor obligándolos a retozar de nuevo y no desapareció durante dos días más.

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—Harry, tienes que tratar de calmarte un poco. Podemos hacer esto más tarde. —Dijo Draco, sentado en la sala de su casa con Lily sentada sobre su rodilla.

—No, no puedo. Se supone que salga a decirle a esa gente que me retiré para pasar tiempo con mi familia. Mierda, Draco. ¿En que pensábamos? No estoy listo para otro cachorro. — Gimoteo preocupado. Draco suspiró, si bien era lo que más quería tampoco estaba preparado para tener otro bebé. — ¿Cuánto tiempo toma esto?

—Dale un minuto, Harry.

Harry paseó intranquilo una vez más. Draco había preparado cada poción que conocía para detectar el embarazo. Todas descansaban sobre la mesita de la sala, burbujeando mientras reaccionaban a la gotita de sangre que habían dejado caer en ella unos segundos antes.

—No entiendo. Primero entro en celo antes de tiempo, ahora esto…

—Harry, ya escuchaste a la doctora, pasaste mucho tiempo lejos de Lily, tu cuerpo simplemente asumió que tu cachorro era mayor y por eso sucedió.

—Es una tontería Draco, lo que menos necesitamos es otro bebé… ¡No habíamos tenido sexo en meses!

—Bueno, sobre eso ya no podemos hacer nada. —Dijo sonriendo avergonzado. — Creo que fue mucho más terapéutico ver tu cara cada vez que te venías sobre mí, mucho más saludable…

—Draco… —Susurró Harry sonrojándose. La primera poción soltó un poquito de humo y ambos la miraron fijamente. Lily se rio divertida cuándo cambio a un brillante color azul.

—Negativo.

—Gracias a Merlín…—Murmuró Harry. Una a una todas las pociones de la mesa dieron negativo y Harry cayó rendido junto a su esposo. — Lo siento.

—¿Por qué?

—No estoy esperando.

—Harry…

—Sé que es lo que tú quieres, Draco, pero…

—No, está bien. No quiero otro cachorro ahora. Con o sin sexo tenemos muchas cosas que arreglar aún. Además de que esta cosita sigue siendo mi prioridad. — Dijo besándole la mejilla a Lily que se rio de nuevo. Harry asintió, estirando los brazos en dirección a su hija que olfateo el aire antes de hacer lo mismo. No parecía muy segura de quien era Harry desde que había regresado, pero con el paso de los días parecía recordar bien su aroma.

—Tengo que ir a esa estúpida rueda de prensa.

—Estaremos ahí si nos quieres.

—No, no quiero que Rita le tome fotos a Lily. Es muy pequeña. —Dijo abrazándola con cariño.

—En eso estoy de acuerdo. Pero no creo que debas estar solo.

—Estaré bien. Me siento bastante satisfecho. —La sonrisa pícara que le regalo hizo a Draco hinchar el pecho con orgullo. Claro que estaba satisfecho.

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A pesar de los años que tenía haciéndolo los cuartos llenos de cámaras y periodistas continuaban poniendo a Harry nervioso. Detestaba la atención casi tanto como le gustaba ser reconocido y apreciado, era sin duda un círculo poco saludable. Cuándo subió al podio y lanzó un Sonorus sobre su garganta casi quiso salir corriendo.

—Agradezco a todos su tiempo, creo que la última vez que algo sucedió en mi vida no me tomé la molestia de decirles las cosas y eso no fue correcto. Por eso ahora quiero hacer adecuadamente el anunció de mi retiro permanente del Quidditch profesional.

La sala se llenó de un gemido de asombro colectivo. Harry se aferró al pequeño podio, con las palmas sudadas y tratando de no parecer tan nervioso como se sentía, tenía náuseas y ahora sabía que no eran gracias a un bebé. Una a una se levantaron las manos. Harry continuó.

—Gracias al apoyo del público y los medios mi carrera ha sido exitosa. Dos copas del mundo, 5 copas europeas, 4 premios al jugador del año. Nadie podría pedir una carrera tan exitosa y nunca dejaré de agradecerles. Pero creo que es momento de dedicarle más tiempo a mi familia. A mi esposo y a mi hija, creo que es momento de ser mejor para ellos.

—¡Harry! ¿Estás esperando de nuevo? ¿Por eso te retiras?

—¿Qué? No…yo…

—Harry, ¿es cierto que Draco pensaba tomar un segundo Omega si no te retirabas?

—¿Quién les dijo que…?

—¿Quién va a ganar el pan ahora?

Harry se mordió el labio, irritado.

—Draco y yo estamos muy bien, no hay nadie más que nuestra hija en nuestra relación y no, no estamos pensando agregar otro miembro a la familia pronto. Ambos hemos trabajado mucho y no necesitamos su preocupación con respecto al dinero. Esta conferencia fue una formalidad para que ustedes sepan lo que sucede cuándo no me vean la próxima temporada. Gracias por su tiempo.

Ignoró el mar de preguntas mientras bajaba la escalera, seguridad intentó controlar la marea de reporteros interesados mientras Harry salía del hotel dónde estaban, camino un poco más, pensando en llevar algo de comer a casa antes de desaparecer cuándo alguien lo abordó.

—Señor Malfoy, Jeremy Rhyme, de Radio MagicSound!

—Lo siento, Señor Rhyme, ya terminé la conferencia. — Le dijo Harry amablemente, no lo había llamado Señor Potter, así que le agradó de inmediato.

—Lo sé, no tengo interés en presionarlo sobre su vida personal. En realidad hay otra cosa que quiero preguntarle. A nivel Laboral.

—No voy a continuar jugando, lo siento. —Dijo sin poder ocultar su melancolía.

—Lo entiend, y respetamos su decisión. No, queremos ofrecerle otra cosa. ¿Puedo invitarle a usted y a su esposo un café?

—Vale… Pero no se moleste, puede venir a casa conmigo.

Draco lo miró confundido cuándo apareció en su sala con aquél extraño hombre de mediana edad, regordete y bigotón. Sin embargo se presentó tan efusivamente como con Harry, incluso hizo un amable cumplido sobre lo grande que estaba Lily, que los miraba de pie en su corralito, con las piernitas abiertas en una postura extraña tratando de no caer.

—No quiero quitarles mucho tiempo. Gracias. —Dijo a Draco que le ofreció una taza antes de sentarse junto a Harry en el sillón frente al hombre. — Harry, has sido un jugador muy valioso para los equipos y para el país, eres muy afamado y muy querido por la gente.

—Le agradezco…

—Y la gente, bueno, la gente no va a querer dejarte ir tan fácilmente. Digo tu embarazo los tomó por sorpresa pero los complace que tengas un cachorro. Ahora no hay cachorro y sólo van a perderte.

— ¿A dónde va con esto? —Preguntó Draco, inquieto.

—Harry, quiero ofrecerte empleo con nosotros.

—¿Empleo?

—Sí, digo claramente no necesitas el dinero. —Dijo señalando  su hermosa casa. — Pero a veces pasar directamente al retiro es algo difícil, sobre todo para la gente activa como tú. Así que mientras estabas ahí explicando pensé en esto. Yo necesito un nuevo comentarista de Quidditch.

— ¿Comentarista? —Harry parecía confundido por la forma en que sólo podía repetir lo último que le decían.

—MagicSound! Es una de las estaciones más viejas y respetadas del mundo mágico, Harry. Tenemos más de 150 corresponsales por todo el mundo. Una gran audiencia y nuestro interés principal es darle a la gente contenido de calidad. La temporada de Quidditch viene muy fuerte, muchos jugadores se han retirado, ha habido escándalos, es un renacimiento. Necesitamos a alguien como tú para que la gente se sienta familiarizada. Alguien que conoce ese mundo perfectamente, alguien cuya opinión será respetada. Y es un gran empleo para estar con tu familia, sólo tienes que tomar un traslador al partido en turno, narrarlo y volver a casa en cuánto termine. Sin conferencias, sin formalidades, el papeleo se arregla una vez a la semana y te pagaríamos al mes.

Draco y Harry se miraron. Era una buena oportunidad, eso les decían los ojos del otro. Harry pasaría mucho tiempo en casa, no estaría en ningún tipo de peligro, volvería a casa de inmediato. Draco no tendría que preocuparse mucho, Harry estaría ocupado y pasaría tiempo con Lily. Probablemente no sería mucho dinero pero, el hombre lo había dicho y tenía razón, Harry tenía más dinero del que podría gastar.

—Aquí está la dirección de la radiodifusora y mis datos personales. —Dijo ofreciéndoles una tarjetita. — Piénsalo un par de días y mándame una lechuza. Tenemos dos semanas antes del siguiente partido clasificatorio, para que descanses, disfrutes lo que queda del invierno.

—Vale… Lo haré. Gracias.

— ¿Qué piensas? —Susurró Draco cuándo estuvieron a solas.

—Suena bien, supongo. Me mantendría ocupado, pero no a diario…— Dijo Harry pensativo. Lily trato de acerarse a ellos y cayó sobre su trasero, Harry se rio suavemente antes de ayudarla a levantarse. — Creo que iré a ver qué me dicen.  ¿Estás bien con eso?

—Sí, lo estoy. Creo que es bueno, muy bueno. Para todos.

— ¿Tú?

—Dejaré de trabajar con Blaise a finales de marzo, Harry, como lo prometí.

—Vámonos, Draco.

— ¿A dónde?

—A dónde sea, de vacaciones. Tú, yo y Lily. A la playa, dónde nadie sepa quiénes somos y ella pueda aprender cosas nuevas. Cuándo volvamos decidiré que hacer.

—Lo dices en serio. — Dijo Draco sonriendo, Harry tenía la mirada fija y firme. — Bien, haré las reservaciones ya mismo, habrá que comenzar a empacar.

—Traeré el baúl de viaje. —Dijo Harry emocionado, cargo a Lily y subió las escaleras tan rápido que Draco no pudo decir nada más. Lo hacía feliz ver a su esposo motivado y alegre, incluso si era sólo por unas vacaciones, pero la realidad es que un cambio de ambiente y algo de tiempo juntos les vendría bien. La idea de hacerle el amor en la playa le provocó ligera incomodidad en los pantalones, pero lo puso a trabajar aún más rápido.

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Esa había sido una idea excelente, debieron pensarlo en el segundo en que su matrimonio comenzó a tambalearse. Lejos de las cámaras, de su familia, de sus responsabilidades. Draco no era del tipo que disfrutaba la playa, pero luego de dos días tirado en la arena con Harry a su lado y Lily jugueteando a la sombra de una enorme sombrilla, piñas coladas y el rugido del mar parecían curar todos los males.

Había sido difícil el primer día, Lily no parecía satisfecha con el calor, pero en cuánto la metieron a la piscina estaba tan encantada que no quería salirse. Draco le enseño a armar montones de arena y Harry la cubría de bloqueador de forma casi obsesiva, incluso si siempre la mantenían a la sombra. El ambiente era ameno, relajado. Dormían mucho mejor por la noche y ni hablar del sexo que era, literalmente, caliente.

Los días pasaban lentos pero no parecían hartarse de ello, el ambiente festivo del hotel invitaba a fiestas y a beber, Lily era muy pequeña para disfrutar de los juegos y dulces pero Draco había comprado un flotador encantado en forma de ballena que la llevaba alrededor de la alberca entre risas.

También significaba tiempo a solas para ellos. Contrataron una niñera la penúltima noche, que cuidara a Lily mientras ellos compartían una cena romántica junto al mar. Algo había en el bramido del oleaje que parecía relajar todas las tensiones de sus cuerpos. Harry soltó su mano para caminar hasta la orilla, suspirando cuándo las olas hundieron sus pies en la arena, mojándole hasta las pantorrillas. La luna brillaba enorme sobre sus cabezas, su forma reflejándose grande y blanca en el agua.

Draco se paró detrás de él, recargando su barbilla en su cabeza y rodeándole con los brazos, Harry se dejó caer en su pecho y cerró los ojos. La sal y la humedad llenaron sus pulmones, incluso sobre el aroma de pura felicidad que brotaba de su Alfa.

—Estás feliz.

—Deberíamos vivir aquí. — Respondió Draco. — Podríamos comprar una casa en la playa, venir cada verano.

—Eso suena bien… Lily se divertiría mucho en el mar, podríamos  venir en invierno también, cuando vuelva de Hogwarts.

—Mm, haríamos el amor en cada centímetro de una casa nueva.

—Pero no podemos volver a hacerlo en la playa Draco, aún tengo arena en lugares íntimos.

La risa de Draco fue cantarina y contagiosa.

—No quisiste hacerlo en el jacuzzi de la habitación.

—Podríamos hacerlo ahí… —Murmuró Harry, su mano repto hasta la entrepierna ajena, presionando suavemente. — Apenas caminando en la playa y ya estás un poco duro.

—Basta, hay niños aquí…— Susurró separándose suavemente, una familia de 5 pasó a su lado, riendo y empujando la arena pesadamente con los pies. Miraron las olas llevarse sus huellas apenas unos segundos después. Un vendedor les ofreció una divertida figurita de mono que saltaba del interior de un coco y otro una muñeca de palma que compraron para llevarle a Narcissa.

—¿Ya podemos ir a dónde no hay niños?

—Tenemos una hija.

—Estará dormida…—Susurró Harry, unos pasos lejos de Draco, sus ojos brillaban a la luz de la luna con un verde intenso, su piel parecía resplandecer en la noche, Draco le quitó las gafas para compartir un beso cálido, la noche enfriaba a su alrededor pero mientras más se besaban más calor sentían.

—¿Me matarías si sólo quisiera abrazarte por horas?

—Sí… —Respondió Harry. — Podemos tomar un baño primero…

—Ansioso ¿eh? Y Egoísta como todos los Gryffindor.

—Puff, y tú eres una serpiente mentirosa y abusiva… mira que dejarme así de húmedo…

—Eso te pasa por ser un león lujurioso. —Seguían bromeando pero apenas podían notarlo en el tono de su voz, sus cuerpos estaban fundidos en un abrazo tan íntimo que no dejaba lugar a dudas sobre lo que realmente querían. Harry no estaba muy seguro como subieron hasta su habitación y despidieron a la jovencita que cuidaba a Lily. Sólo sabía que su hija estaba dormida y que ahora estaba de rodillas en el suelo con la dura erección de su esposo entre los labios.

Draco jadeó suavemente mientras Harry bajaba hasta acariciar el nudo con los dientes, no estaba tan inflamado como cuándo Draco entraba en celo, lo cual era una pena, pero su presencia le provocaba escalofríos del buen tipo.

—¿Sabes que deberías hacer el próximo mes?

—¿Qué? —Murmuró Draco, cerrando los ojos mientras Harry lo envolvía con sus dedos y usaba sus manos para bombear suavemente.

—Deberías anudar mi boca. —Susurró con malicia. Draco soltó una blasfemia. Harry tomó eso como una señal para continuar. — ¿Lo imaginas? Tu polla hasta el fondo…

—Harry, detente…

—Tu nudo inflamado contra mis dientes, sin poder salir…— Su aliento acariciaba la húmeda cabeza enrojecida y le arrancaba quejidos de gusto al Alfa.

—Por…por favor, Harry.

—Y luego, cuándo te vengas… no podría respirar, estaría indefenso, ahogándome en tu semilla, alfa.

—Mierda… Mierda, Harry…—Murmuró antes de venirse entre sus dedos, Harry inmediatamente lo rodeó con su boca, bebiendo cada gota de brillante semen blanco con una expresión que a Draco le llegó directo al nudo, casi sollozando de gusto mientras Harry básicamente lo ordeñaba hasta estar seco.

—Es tan fácil molestarte.

—Vas a pagar por eso…

—Ahora no, Lily despertará en 15 minutos para comer. Tal vez no deberíamos volver a casa nunca.

—Parece un buen plan… Consideremos comprar una casa aquí.

—¿En serio?

—¿Porqué no? Serán buenos recuerdos, podríamos invitar a la familia.

—Draco…

—Mi padre algún día comprenderá, Harry. —Murmuró tristemente. —Por mí o por Lily, o por madre tal vez. Esperaré, pero no voy a rogarle.

—Lo siento.

—No lo hagas. No es tan malo. —Dijo sonriéndole, aún agitado por el orgasmo, dejándose caer en la cama, Harry repto suavemente hasta recostarse a su lado. Sintió dedos fríos acariciando su costado y labios en su cuello, acariciando su marca y enviando chispas de felicidad por su cuerpo.

—Descansa, mañana será un día ocupado.


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