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Nuestro por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Como siempre que empiezo un fic posteo rapidamente porque tengo algunos capítulos adelantados, especialmente con Suficient cerca de terminar. Así que disfruten un poco más de Harry y el drama de su primer trimestre andesd e mi ronda de actualizar mis otros fics y este se posponga un poco XD

Harry estaba parado frente al espejo, aunque estaba perfectamente vestido su mirada estaba fija en su abdomen. No que su cuerpo, fuerte y firme por el ejercicio, estuviera subiendo de peso, pero la realidad es que el día que se dio cuenta de que había una curva extraña en su vientre casi gritó de puro terror. Era algo normal, se dijo, después de todo estaban entrando a la semana 10, dos meses y medio.

Empezar a mostrar una pancita era perfectamente normal. Pero era mucho más fácil olvidarse del engendro cuando este permanecía oculto dentro de su cuerpo… Pasó sus dedos con suavidad sobre su bultito, preguntándose si al feto le molestaría ser llamado “Engendro”. Draco lo miraba con una expresión extraña y algo molesta cada vez que lo hacía, pero nunca discutía, si así podía su Omega manejar mejor su embarazo no se interpondría. Pero lo detestaba claro.

Se mordió el labio, paseando sus dedos una vez más por su piel. Seguía creciendo… Según la doctora ahora debía medir unos 2.5 centímetros. ¡2 centímetros! Draco estaba vuelto loco. ¡Por algo que no media más que una aceituna! Harry no sentía nada cuando miraba la extraña ecografía cada revisión.  Sólo veía un frijol extraño al que se le comenzaba a abultar la cabeza y parecía más una ballena belga que un ser humano.

Pero la doctora le había sugerido llevar a Draco a la última y el obedeció. Al parecer algo bueno sucedería. Y sucedió, bueno, algo que a Draco le arrancó incluso una lágrima rebelde que fue muy orgulloso para mostrar. Al parecer su engendro, que ya tenía perfectamente formadas un par de manitas aterradoras cruzadas frente a su pecho, ahora tenía también un latido. Mientras escuchaban aquel extraño y débil palpitar Draco le aferraba la mano como si aquello fuera mágico, pero Harry no lo entendía. No entendía que tenía de mágico el sonido para alguien que a diferencia de él había crecido en el mundo mágico. No, para Harry sólo era el recordatorio de que su 15% de posibilidades de no tener un bebé estaba perdido.

Tenía un feto perfectamente saludable, de buen tamaño, con todos sus órganos elementales formados y con un latido constante y saludable. Ese feto no iría a ninguna parte, no en los próximos 7 meses. Harry se sorprendió pensando que tampoco quería que desapareciera. Por Draco sobre todo. Por la ilusión que veía en sus ojos grises, por la forma en que sonreía, por el entusiasmo que mostraba tratando de decidir cuál cuarto transformarían en la habitación del engendro. A Harry no podía importarle menos. Así como la criatura que crecía dentro de él no le provocaba emoción alguna. Tal vez una que otra pesadilla de las que despertaba muy avergonzado como para confesarle a su Alfa el tema, simplemente se dejaba arrullar y acariciar de vuelta a dormir.

Estaba preocupado claro, que clase de padre no ama a sus hijos. Harry no amaba a la criaturita abriéndose paso en su interior. Ni un poco. Draco en cambio no perdía oportunidad de acariciar a su Omega y besar ese bultito desde el día que apareció. Era algo adorable, y que lograba irritarlo totalmente.

Y bueno, las malditas náuseas que no ayudaban en nada. No se habían reducido. La doctora de la había enviado medicamento e incluso suplementos para evitar anemia pero Harry seguía siendo incapaz de evitar un flujo constante de vómito unas 4 a 5 veces al día. Entre eso y la súbita, y al parecer normal, necesidad de orinar que le daba en todo momento, Harry pasaba la mayor parte de su día en el baño. Maldito engendro.

No maldito Draco, esto era su culpa. Harry había sobrevivido de supresores y de aventuras sexuales con betas toda su vida. Era más fácil. Pero había terminado enamorado de un Alfa y claro, ahora había logrado lo que todos los Alfa quieren, un Omega preñado. Harry se bajó el suéter con violencia, esperando pasar desapercibido. Pero no sería así. Cambios de humor, justo lo que hacía falta en su lista de cosas provocadas por el engendro.

Draco ya no quería esperar más. Estaba emocionado, orgulloso, ya no temía que su bebé se les escapara entre los dedos, así que organizó una fiesta. Aunque su bebé no debía nacer hasta mediados de septiembre Draco quería organizar un pre babyshower para informarles a sus amigos y familiares la noticia. Harry sintió ganas de vomitar que poco tuvieron que ver con su estado.  Pero había tenido pocos argumentos para impedirle nada a su esposo, así que ahí estaban ahora.

En su entusiasta locura Draco había invitado a todos sus amigos y familiares, no había tanta gente en su casa desde la cena antes de su boda. Los Weasley, los Malfoy, Severus, Sirius y Remus, Luna, Neville, todo el mundo estaba en su sala de estar, comiendo bocadillos de las bandejas que flotaban a su alrededor o bebiendo animadamente de copas que se llenaban constantemente. Harry, claro, no podía beber, así que no había nada en sus sistema que pudiera hacerle sentir menos nervioso, sin embargo estaba convencido que de ser seguro beber el engendro tendría buenas razones para hacerle vomitar.

Bajó las escaleras lentamente, no queriendo enfrentarse a la horda de gente que reía y charlaba abajo. Draco se alejó de sus invitados y le tomó la mano, sonriendo con suficiencia. Parecía orgulloso de aquél ambiente festivo y de que Harry no se hubiera acobardado.

—Harry, has elegido el mejor momento para bajar, creo que podríamos decirles ahora…

—Harry. —Draco interrumpió su frase, sonriéndole a Sirius cuando se acercó a su ahijado. Harry sonrió, genuinamente feliz de ver a Sirius, como cada vez que lo visitaban. Sirius abrió los brazos y Harry corrió a abrazarle firmemente. Escucharon detrás la risita de Remus, y aunque Sirius parecía tan cómodo como él pasados los minutos Harry se negaba a soltarle.

—Harry… ¿Harry? ¿Está todo bien?

—Sí… —Draco y Remus se miraron preocupados, Harry temblaba suavemente y cuando al fin dejó ir al Alfa se dieron cuenta de que estaba llorando.

— ¡Santos Hipogrifos, Harry! —Dijo Draco, acercándose de inmediato y rodeándole con sus brazos, Harry se reclinó contra su alfa, limpiándose las lágrimas con la manga del sweater.

—Lo siento… Es sólo que… me hace tan feliz tenerlos aquí…

—Ay, Harry. —Dijo Remus con cariño. —Sabes que podemos venir a visitarte cuando quieras y siempre serás bienvenido en casa.

—Sí Harry, nos vimos hace un mes, ¿Recuerdas? —Continuó Sirius, sonriéndole algo incómodo. — Fuimos a uno de tus partidos… Ahora que lo pienso Harry, hace un tiempo que no te veo jugar.

—Bueno… yo.

— ¡Escuchen todos! —La música que sonaba se detuvo igual que la cháchara casual a su alrededor. Harry bajo la vista, incapaz de enfrentar a nadie. Sus invitados se reunieron a su alrededor, algunos le regalaron a Harry breves saludos. — Hoy los invitamos porque tenemos algo muy importante que decirles.

— ¿Van a irse en su segunda luna de miel?

—No Fred, para eso tendrían que irse a la primera.

Draco se estiró un poco, Harry vio un sonrojo en la punta de sus orejas. Claro, ellos nunca se habían ido de Luna de miel, Draco tenía que terminar la especialización en pociones y cuando lo hizo Harry ya tenía empleo. Había vacacionado juntos, pero nada formal. Fred recibió un codazo de parte de su madre.

—Deja hablar al muchacho, por Merlín.

—Gracias, Molly. —Draco le sonrió amablemente. — En realidad, es algo mucho más digno de celebración que un simple viaje. Harry y yo estamos esperando nuestro primer hijo para septiembre de este año.

Harry se sintió enrojecer hasta los pies, los murmullos se extendieron rápidamente. “¿Qué? No es posible. ¿Harry?”. Todos en ese cuarto sabían que Harry no quería tener hijos, la única que no estaba sorprendida era Hermione, pero el porqué era más que obvio. Sin embargo los murmullos se transformaron en felicitaciones efusivas en cosa de segundos.

—Ay, cariño. Felicidades. ¡No puedo creerlo! Ya le decía yo a Ronnie que pasaría tarde o temprano. —Le dijo Molly tras plantarle un sonoro beso en la mejilla.

—Viejo, un bebé… wow.

— ¡Ronald! —Recrimino su esposa, sonriéndoles. — Estoy segura que serán muy buenos padres…

Harry siempre había detestado ser el centro de atención, y se escurrió tan pronto como pudo del lugar. Sentándose junto a la chimenea y mirando con anhelo una copa de licor frente a él. Sintió el sillón hundirse a ambos lados. Draco se había adueñado de la sala, hablando con todos sobre lo feliz que estaba, especialmente con sus padres que parecían en la décima nube. Respondía toda clase de preguntas a las que Harry no tendría respuestas. El tamaño del bebé, que nombre pensaba ponerle, tendrían uno o era un embarazo múltiple, muy común entre los Omegas jóvenes. Múltiple. Un engendro tenía la vida de Harry patas arriba, múltiples… bueno ahí ni la sonrisa de Draco lo habría alejado de la opción del aborto.

—Harry… ¿Cómo estás? — Preguntó Remus, sonriéndole discretamente.

—No luces muy feliz, y no me digas que lo estás porque hasta ahora me entero de que estas por darnos nietos… —Le reprochó Sirius, Remus lo miró con ojos de cuchillo pero la risa nerviosa de Harry los distrajo a ambos.

—No estoy… 100% feliz. —Respondió.

— ¿Por qué?

—Estoy aterrado… —Susurró, cubriéndose la cara con las manos antes de volver a hablar. —Estoy confundido, hormonal, paso todo el día vomitando, sintiéndome incapaz de querer a esta… cosita. Y claro incapaz de ver el futuro de manera entusiasta, tengo miedo de fracasar, tengo miedo de que llegue a término, tengo miedo de perderlo a medio camino… Tengo ira, y sé que es para conmigo mismo porque yo decidí tenerlo.

—Vaya… Pues, sí que sientes muchas cosas. —Dijo Sirius, soltando un chiflido y acunándolo contra su pecho, Harry quiso llorar de nuevo. Sirius notó sus ojos húmedos y se puso nervioso. — No, por Merlín Harry no quería hacerte llorar.

—No…no estoy triste…— Susurró el moreno, sintiéndose de nuevo humillado. ¿Ahora iba a llorar por todo? Mierda. — Maldita sea, no estoy triste pero quiero llorar…

—Harry, es normal que tengas un poco de miedo. —Dijo Remus, lucía mal de salud con la proximidad de la luna llena, pero las muchas cicatrices de su rostro no parecían endurecer la dulce sonrisa que le dedicaba. — Pero me intriga saber tus motivos para tomar una decisión como esta.

—Miren a Draco…—Susurró señalando al Alfa con la cabeza. El rubio sonreía, con el pecho hinchado de orgullo, contándoles todo sobre su bebé, mostrándoles las fotografías que había logrado pedirle a la Doctora. Su sonrisa se contagiaba a todos a su alrededor. — Sí un poco de vomito cada día por culpa de este engendro del mal es lo que debo pasar para verlo feliz… bueno.

—Harry, no deberías llamarlo así…

—Deja que lo llame como quiera. — Dijo Sirius, riéndose caninamente. — Lo que me preocupa a mí es que hayas decido esto por las razones equivocadas. Harry un hijo es una gran responsabilidad. Vas a cuidarlo, proveerle el resto de tu vida… Hacerlo por ver feliz a tu pareja, bueno…

— ¿Tú no tendrías un hijo por hacer feliz a Remus?

—No es lo mismo, Harry. —Dijo el aludido, tranquilo. — Yo no puedo tener hijos, y ambos lo hemos deseado. Tú nunca quisiste esto. Comparto son Sirius la idea de que tal vez elegiste por el motivo equivocado.

—Bueno, es un poco tarde ahora para sacarlo, Draco ya está armando la apuesta para ver que nombre le pondremos. — Susurró Harry, evadiendo la mirada de ambos hombres.

—Harry…

—Yo voy a apostarle todo a Lily, si es una niña claro.

— ¡Sirius!

—Déjalo ya Remus… Lo que menos necesita ahora es que lo juzguemos, ahora hay una criatura ahí, un bebé o un engendro del mal, sea lo que sea Harry necesita apoyo. Así que, si un día quieres huir de la cursi peste en que debe estar convertido Draco, como todo buen Alfa, eres bienvenido con nosotros. Ya sabes, relajarte, hacer las cosas por ti mismo, olvidarte de tus problemas.

Harry lo miró con tanto cariño que su padrino se sonrojo, ni él podría resistir los ojos húmedos de un Omega preñado. Harry sintió sus ojos llenarse de lágrimas de nuevo y maldijo por lo bajo. Remus le acaricio la cabeza hasta que se calmó.

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—Harry… —Dracó se acercó a su esposo, ofreciéndole la mano para ayudarle a ponerse de pie. Los gemelos celebrarían con una muestra en el jardín de sus mejores fuegos artificiales, los invitados comenzaban a salir, emocionados. — ¿No quieres ver los…? Harry, ¿Lloraste?

—No es nada. No te preocupes, Draco. Anda…—Mintió sonriéndole, trató de caminar pero Draco lo sostuvo en su lugar.

—Deja de mentirme Harry, eres pésimo en eso. —Afirmó seriamente. Harry suspiro. — Sé… que esto es complicado para ti. Son muchas cosas en muy poco tiempo.

—Draco, está bien. No me estás obligando a nada. —Su voz no sonó muy segura, pero ambos asintieron.

Afuera los chillidos emocionados aumentaban, Harry jaló a Draco de la manga. Draco no se movió, lo aferró a su cuerpo, olfateando su cabello y encontrando en su aroma calma. Harry hizo lo mismo, acurrucándose en la curvatura de su cuello y respirando la esencia de su Alfa que lograba calmarle siempre. Antes apestaba a Draco. Reflexionando sobre porqué su aroma sobre él parecía más suave Harry se dio cuenta de que desde que descubrió su embarazo Draco no lo había tocado. Nada de sexo. En casi dos meses. Mierda.

Mientras pensaba en la mejor forma de mencionar aquél detalle sintió a Draco gruñir secamente y besarlo, no con ternura como hacía últimamente, con pasión, verdadera y desbordante. Harry soltó una risita, sintiendo la erección de su esposo tensando sus pantalones y frotándose contra su muslo.

—Draco… ¡Tenemos invitados!

—Están afuera… No les hagas caso. —Sugirió el rubio, bajando sus besos por su cuello, presionando sobre la cicatriz de su marca y haciendo al omega gemir.

—Estás zafado, Draco alguien va a vernos.

—Ven aquí.

No era mucho mejor, pasaron de la sala de estar a un pequeño baño del primer piso que estaba fuera de servicio mientras decidían de qué color pintarlo. Había una ventanita de vidrio nublado que daba al jardín, podían ver borrosas siluetas y el inicio de los fuegos artificiales, Draco dejó la luz apagaba mientras lo presionaba contra el lavabo y lo atacaba con una nueva serie de besos. Harry respondió torpemente, aún muy sorprendido con el súbito deseo de su esposo.

Draco claramente no tenía intención de desnudarle demasiado, subiendo su suéter mientras paseaba su lengua ansiosa por sus pezones arrancándole un nuevo gemido, Harry recorrió su espalda con sus dedos y abriéndole la bragueta para liberar su miembro mientras Draco hacía lo propio, sus bocas de nuevo unidas en un encuentro un poco más justo. El omega ronroneó cuando sintió a Draco, firme y ardiendo bajo sus dedos, usándolos para delinear sus formas tan conocidas, la ligera curva del tronco, las venas hinchadas por la sangre y la cabeza que se humedecía bajo su tacto.

El alfa dejó salir un nuevo gruñido, alejándose de Harry apenas lo suficiente para quitarle los pantalones y alinearse con su entrada. Sin acercarse podía oler su humedad y su deseo, casi gruño de nuevo cuando lo penetró de una estocada. Harry se mordió los labios para no gritar, aquella intrusión deliciosa a pesar de que estaba demasiado estrecho y la preparación había sido nula. Era justo eso lo que le hacía falta, sexo duro y desesperado como él que tenían ahora. Podían oír las risas y los chillidos de asombro afuera, la sola idea de que alguien pudiera descubrirlos lo hizo todo mucho más excitante.

—Harry…voy a…

—Mierda, Draco, sólo muévete… —Le suplicó, el rubio lo beso de nuevo, acallando sus gemidos mientras comenzaba a golpear en su interior con bastante fuerza. Harry sentía el frío del espejo golpeando contra su espalda y tras unos minutos el roce de la punta caliente de Draco contra su punto más sensible, arrancándole un grito que quedó oculto por el estallido de una nueva ola de fuegos artificiales afuera. Draco sonreía, el muy bastardo. Con el cabello revuelto y los ojos fijos en los suyos, brillantes de deseo. Mierda. Eso sí les había hecho falta.

Harry podía sentir frías gotas de sudor corriendo por su frente, y las de su esposo caerle en el rostro mientras aceleraba su ritmo, bombeando con tanta fuerza dentro de él que apenas atinó a morderle el hombro cuando se vino con entre sus cuerpos. Su boca entre abierta temblaba suavemente, su mirada pérdida en los espasmos de un placer que no creía necesitar tanto, pero que era reconfortante.

El cambio en su cuerpo, de pronto mucho más apretado, sumado a la cálida explosión en su vientre llevó a Draco al orgasmo, vaciándose dentro de su Omega con un gruñido gutural que nació de su pecho y tuvo a Harry ronroneando contra él hasta que se dejó salir, seguido por un chorrito de su semilla que amenazó con ponerlo duro de nuevo.

—Mierda, Harry…

— ¿Mierda bien… o mierda: Oh Harry no recordaba lo delicioso que es follarte por qué no hago más que pensar en el engendro…?

—Lo siento…— Se disculpó entre risas, arreglándose la ropa y el cabello. — Creo que si me emocione un poco, lo siento. ¿Tengo que darte lo que te hace falta más seguido, eh?

—No tengo idea de que hablas, eso fue lo que nos metió en este lío. — Respondió Harry, haciendo todo lo posible por no parecer recién follado, sin mucho éxito.

—Quédate así, Harry. —Susurró su esposo, abrazándolo por la cintura y recargando su barbilla en su hombro. — Luces precioso, sonrojado y satisfecho… Personalmente creo que así deberían lucir los omega siempre…

— ¡Draco! ¡Por Merlín! Es nuestra familia ahí afuera. —Gimió Harry, avergonzado. —

—Exacto, ¿no quieres que sepan lo bien que te cuida tu alfa? ¿Qué vean la carita que pones cuando te acurrucas conmigo después de follarte como se debe?

— ¡Basta! — Dijo Harry sin poder evitar sonreír. — ¡Claro que no quiero eso! Sirius va a patearte las bolas. Y yo le voy a ayudar.

—Venga, Harry. ¿Cómo crees que luce Remus cuando ellos dos lo hacen?

—Draco, mierda. ¡No! —No quería esa imagen en su cabeza. No. No eso era lo último que necesitaba, empujó al rubio con fuerza para inclinarse en el inodoro, Draco se rio al principio, diciendo algo sobre estar sobreactuado, pero cuando Harry realmente vomitó se inclinó a su lado, frotándole la espalda con ternura.

—Está bien, déjalo salir.

—Engendro del mal… —Susurró Harry entre arcadas. Draco le regalo una mueca extrañamente comprensiva mientras la puerta se abría. Por la cara tensa de su padrino, Draco supo que esperaba encontrarlos haciendo lo que habían terminado antes y no eso. Hizo su mejor esfuerzo por no reírse mientras Severus relajaba su expresión.

—Aquí están. —Anunció a los invitados. — El Señor Potter parece un poco indispuesto.

—Malfoy. —Susurró Draco, paseando sus dedos por el níveo cuello de su omega mientras este trataba de regular su respiración. — Es un Malfoy ahora.

—Sí… como sea. Molly, ayúdame a prepararle un té al señor… Malfoy.

—Claro, Severus. —Molly le regalo a Harry una sonrisa reconfortante que él no pudo devolverle, y salió tras Snape. Draco le limpió al rostro suavemente con una toalla húmeda.

—Todo limpio. ¿Estás mejor?

—Supongo… sácame de aquí… — Susurró Harry. Draco le ayudó a ponerse de pie, mientras se ocupaba del baño Harry echó a caminar rumbo a su habitación. Su esposo y algunos invitados lo siguieron, y el apenas pudo susurrar algo sobre irse a recostar cuando sintió un mareo que lo desestabilizo. Aunque apenas había subido un par de escalones perdió el suelo.

Aun estando sólo Harry no se hubiera caído, fue apenas un paso en falso en la escalera, algunos invitados rieron y el también, a punto de hacer un comentario sobre su torpeza cuando se dio cuenta de que Sirius estaba tenso, como un animal al acecho, mirándole fijamente. Y luego Draco. Lo había rodeado con sus brazos, deteniendo su “caída” pero un segundo más le permitió darse cuenta de que los brazos de Draco no se envolvían en él. Ah no. Sus manos estaban firmemente plantadas alrededor del bultito de su vientre.

— ¿Es en serio?

— ¿Harry? — Preguntó confundido, soltándole lentamente.

— ¡Oh, entiendo así son las cosas! ¡Qué Harry se vaya a la mierda, ahora es mucho más importante salvar al engendro del mal que lleva dentro!

— ¿Qué? Harry no te deje caer, ¿no?

— ¡Lo sostuviste a él! ¡No te importo una mierda, mientras no le pasa nada a tu engendro! — Sintió las mejillas arderle en la mezcla de furia y humillación. Empujo a Draco con mucha fuerza, el Alfa apenas retrocedió, mirándole con infinita paciencia,  pero cuando Harry comenzó a subir intentó seguirle. —NO. Termina tu fiesta Draco, y ni se te ocurra acercarte a mí. Puedes dormir en el sillón, o en el piso, me da lo mismo. ¡Te odio!

Draco se quedó congelado a media escalera, mirándole confundido. Los invitados cuchichearon, pero el rubio no los escucho despedirse incomodos mientras desaparecían y lo dejaban sólo sintiéndose extrañamente  cómo un niño regañado.

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—Harry… ¿Puedo pasar? Te traje papas fritas… —Susurró golpeando la puerta de su habitación media hora más tarde. Harry no respondió y el golpeó de nuevo. — Anda, leoncito, abre la puerta.

Harry no habló pero Draco escuchó el seguro de la puerta al abrirse, entró a la habitación y movió la varita suavemente para encender las luces. Harry estaba en su cama, acurrucado contra la almohada del Alfa, hecho un ovillo.

—He traído una ofrenda de paz. — Dijo amablemente, sentándose a su lado. No soportaba la idea de que Harry estuviera molesto con él, menos si no entendía el motivo. De ser cualquier otra persona lo habría desdeñado, pero no a Harry, no su omega, su todo. — Anda…

—Lo siento… —Murmuró Harry, apenas audible. Se dio la vuelta, incapaz de mirarle a los ojos. — No quise gritarte frente a la gente.

—Eso no me importa…—Concedió Draco, abriendo sus brazos para que Harry se acurrucara contra él. Le beso la frente cariñosamente antes de volver a hablar. — Dime que no me odias…

—No te odio… Te amo. —Dijo Harry, respirando más tranquilo entre ese abrazo tan familiar. — Creo… creo que tengo algunos ligeros cambios de humor…

—Muy ligeros, leoncito, yo creo que nadie se dio cuenta. —Dijo Draco sonriéndole. Harry se sonrojó ante el sobrenombre, avergonzado. — Hey, no es nada.  ¿Tengo que dormir en el sillón?

—No… está es tu cama…

—Es nuestra cama…—Susurró, besándole nuevamente hasta que pareció más tranquilo. — Eres lo más importante para mí, Harry… Discúlpame, fue instintivo…

—No quiero hablar de eso… Sé por qué lo hiciste… vas a quererlo más que a mi Draco, ya me estoy haciendo a la idea…

—No digas tonterías, nunca podré querer a nadie como te quiero a ti. —Susurró sonriéndole, pero el omega no correspondió la sonrisa. — Vale, voy a quererle mucho. Pero es el amor que le tiene un padre a sus hijos… tu eres mi omega, Harry, eres testarudo y un poco idiota, pero eres la única criatura allá afuera hecha sólo para mí. Aun cuando te rehúsas a peinarte o a quitarte esas horribles gafas… eres lo más importante, lo mejor que ha tocado mi vida. No dudes de mí, Harry…

Sintió un beso en la mejilla, Harry había levantado el rostro para besarle y luego lo enterró en su cuello, sintió algo frío, probablemente lágrimas, pero no dijo nada más. Pasaron un buen rato acurrucados el uno contra el otro, comiendo papas fritas en perfecto silencio.


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