Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre machos por Uberto B

[Reviews - 178]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

 

 

Aquellos costosos tacones retumbaban por el piso de mármol perfectamente pulido, el edificio de Business Center, se caracterizaba por su lujo y pulcritud. Cubierta por su abrigo color negro, las gafas que nunca dejaba fuera de su bolso y con la actitud más soberbia que alguna persona podía albergar dentro de sí, Sabrina avanzaba por los pasillos sin poner atención a nada ni nadie que no fuera su objetivo clave, su plan debía dar comienzo ya, si por alguna razón Adán la descubría antes sería su fin, mucho estaba en juego y no podía desaprovechar su oportunidad.

Muchas eran las habladurías, empezando por la inesperada desaparición del jefe máximo, Gustavo Prado-San Millán, y terminando por la extraña relación que guardaban el mejor amigo y la novia del ausente. Quizás muchos imaginaban la verdadera naturaleza de aquella relación, pero nadie se atrevía a abrir la boca de más, mucho menos sabiendo lo prepotente y mezquino que era el nuevo jefe de la empresa, el rubio había demostrado en esos meses que su indolencia podía llegar a límites tan extremos como despedir a alguien solo por llevarle el café tibio. La hermosa mujer detuvo su andar frente a la secretaria particular del encargado de las cuentas de la imponente empresa.

-¿Está Héctor?- se quitó las gafas y en tono neutral preguntó.

-Sí, permítame un momento por favor- la mujer vestida con un limpio y bien planchado traje sastre color gris iba a tomar el auricular para llamar.

-Descuida-  dijo y sin esperar se acercó a la puerta y giró el pomo.

-Señorita, espere por favor…- hizo caso omiso a las  palabras de la otra.

-Quiero hablar contigo Héctor, es algo importante- en forma casual habló al momento de quitarse unos guantes de piel que llevaba puestos para luego guardarlos en su bolso.

-Licenciado, la señorita Quinto no me permitió anunciarla- se excusaba la empleada.

-No te preocupes, déjanos solos por favor- asintiendo cerró la puerta y les dio la privacidad que necesitaban- ¿Y bien? ¿A qué debo tu presencia en mi oficina? Porque dudo que te hayas equivocado, sabes perfectamente que la de tu amigo está en el siguiente piso- el hombre vestido con un elegante traje café tomó asiento.

-No, no me equivoqué, necesito hablar contigo, es algo urgente y sé que tú eres el único que puede hacer algo al respecto- ignorando la verdadera intención de su comentario se sentó frente a él y cambió su semblante a uno que mostraba preocupación.

-Dime…- cruzándose de brazos la esperó.

-Es algo delicado y por lo mismo espero tener tu absoluta discreción- suspiró sonoramente y prosiguió- Adán era amigo de Gustavo, como todos lo sabemos, sin embargo él ha estado abusando de esa amistad y de su confianza- la cara de seriedad en Héctor se acentuó más- Yo sé lo que todos piensan y dicen a mis espaldas y sé que he dado motivos de sobra para que piensen mal, sin embargo, nadie se ha tomado la molestia de imaginar el por qué me he acercado tanto a Adán, desconocen certeramente las razones que me han llevado a actuar como le he hecho en estos meses- la mirada de la mujer mostraba tristeza.

-Pues hay un dicho que reza así: dime con quién andas y te diré quién eres. Sabrina, tú has estado demasiado cerca de Adán y no pensarás que la gente cree que es solo para rezar ¿O sí?- el hombre era incrédulo a las palabras de la mujer.

-Lo sé, y te repito que mis acciones se han prestado a esos sucios pensamientos, y te juro que no es así- entrelazó su manos y puso la cara más desalentadora que podía tener- En verdad no quiero que pienses mal de mí- suplicaba al hombre de enfrente.

-A mí no me tienes que convencer de nada, odio estar en chismes y sobre todo en los del tipo vulgar, como este, si tú haces cosas o no con aquel idiota es tu problema, solo te voy a decir que no dejaré que a Gustavo se le perjudique con estas tonterías- seguía con la cara seria.

-Disculpa, en verdad no quiero incomodarte, pero es necesario que me ayudes- los ojos delineados de aquella chica comenzaron a cristalizarse.

-Si vas a decirme algo hazlo ya, déjate de rodeos y palabrería, tengo trabajo y no quiero perder mi tiempo en una conversación sin sentido- la paciencia de Héctor comenzaba a menguar, y ella lo notó, debía dejarse de misterios y empezar.

-Adán mediante artimañas se ha robado el cincuenta por ciento de Business Center- dijo sin más la hermosa mujer logrando que la pasividad del otro desapareciera completamente, como resorte se levantó sin creer lo que escuchaba.

-¡¿Qué clase de estupidez estás diciendo?!- exclamó completamente furioso- ¿Cómo es eso que Adán se ha robado la mitad de la empresa?- una vena de la frente se le saltó debido a la cólera que sentía en ese momento.

-Te pido que bajes la voz- dijo entre diente la chica- alguien puede oírnos y si eso pasa estaremos en problemas- trataba de mediar la tensa situación.

-¿Cómo puedes decirme que me calme? ¿Te estás dando cuenta de la gravedad del asunto? Ese imbécil le ha robado al que se suponía era su mejor amigo- cerró los puños con ira- Yo muchas veces le dije a Gustavo que no confiara en esa rata asquerosa- detuvo su furia durante unos segundos, sus neuronas hicieron sinapsis consiguiendo que Héctor se preguntara por primera vez algo que había obviado- ¿Dónde está Gustavo?- una pregunta simple, pero que muchos habían dejado de lado como si fuera de lo más normal que el jefe desapareciera durante meses sin decir una sola palabra.

-Adán…- contestó ella- Adán se encargó de eso- con la cabeza gacha la mujer respondió. La escueta contestación hizo que el ejecutivo comenzara a pensar lo peor.

-¿Qué le hizo?- le preocupaba escuchar la respuesta.

-Se encargó de mandarlo lejos, muy lejos, hay muchos crímenes de por medio en todo esto- dejando salir un lastimero llanto continuó- Él quiere que yo firme unos documentos notariados para hacerme acreedora del otro cincuenta por ciento de las acciones-

-No puede, Gustavo cuenta con el setenta y cinco por ciento de Business center, el otro veinticinco está dividido entre los demás miembros del consejo mercantil, ese estúpido aunque quiera apoderarse de toda la empresa no podría, es la ventaja de trabajar con acciones-

-Él lo sabe, y por eso ha estado gestionando con ellos para comprarles su parte, ha estado reuniéndose con los socios fuera de la empresa y ha trazado un escenario en el cual deja ver a este lugar como una posible quiebra, ha maquillado los balances que le has dado y con eso trata de convencerlos- gimoteaba la mujer cuando detuvo su relato.

-Maquillar balances oficiales es un delito, ese sujeto está incurriendo en una falta grave, no puedo creer que haya tenido la inteligencia para hacer esto en tan poco tiempo- negaba con odio el hombre.

-Eres demasiado iluso si crees que esto es un plan de hace unos meses- comentó la chica.

-¿A qué te refieres?- algo le decía que no iba a ser muy buena la respuesta.

-Adán no ha planeado esto en unos cuantos meses, él planeó todo esto desde hace años, desde que se encargó de quitar de su camino a un poderoso obstáculo, la única persona que pudo detenerlo en aquel entonces y evitar siquiera que pudiera acercarse a Gustavo, tú sabes perfectamente quién era, pues ambos consideraban a Adán una rata- el hombre comenzó a rememorar, escarbó en sus recuerdo y efectivamente, una persona, a parte de él, intuía que el rubio no era un buen elemento, ni como empleado ni como amigo…

-Don Clemente- dijo casi susurrando, el padre de Gustavo muchas veces impidió que su hijo ingresara a Adán a la empresa, siempre consideró a ese muchacho un interesado.

-Sí, ¿no te parece curioso que el mismo día que se accidentaron los padres de Gustavo, Adán haya entrado a aquí?- soltó el veneno oportuno en la cantidad correcta.

-¿Qué estás tratando de decir?- el efecto comenzaba a hacer efecto.

-Es algo que supuse, pero por comentarios de él lo he comenzado a creer- mencionó limpiándose las lágrimas.

-¿Adán lo mató?- preguntó sorprendido.

-Estoy casi segura que sí, que quitó de su camino a los papás de Gustavo para poder hacer lo que ha hecho hasta ahora- lo miró suplicante- Debemos detenerlo, debemos evitar que se apodere de la fortuna de Gustavo y evitar que siga haciendo daño, estoy tratando de averiguar a dónde lo mandó, pero debo hacerlo con mucha cautela, si él descubre que te estoy contado todo esto y que estoy pidiendo ayuda, es capaz de hacerme algo malo a mí también-

-¿Y por qué debería de creerte? Sabes demasiado, probablemente tú también estés coludida con esa rata- comentó, no confiaba en ella, por obvias razones.

-Sé que no crees en mis palabras, pero la prueba de mi sinceridad es que quiero que redactes un documento, uno con el cual revoques el poder que Adán tiene, algo legal con lo que él renuncie a todo y lo devuelva a su legítimo dueño, yo me encargaría de que lo firme- mencionó con cuidado, debía estar atenta a las acciones de Héctor.

-Es como si él se pusiera el cuchillo en la garganta, por supuesto que no lo firmaría- negó con la cabeza.

-Él lo va a firmar y también lograré que confiese sus delitos, voy a conseguir que me devuelva a Gustavo y que pague por todo el daño que le ha hecho- se levantó y extendió su mano.

-No sé si creer lo que me has dicho-

-Créelo, yo amo a Gustavo, y desde que supe del interés de Adán por mí, comencé a investigarlo, por eso sé todo lo que sé, él confía en mí, piensa que yo igual que él traicionaré al amor de mi vida, pero no, yo solo quiero que mi amor regrese sano y salvo para estar juntos, eso es lo único que quiero- Héctor estrechó la delicada y suave mano de Sabrina.

-Haré que ese cretino le regrese todo a mi amigo, y te juro que pagará lo que ha hecho, te lo juro- con rencor profería esas palabras, por fuera la chica era un mar de lágrimas, por dentro reía a carcajadas, deseaba con todo su ser deshacerse del estorbo que le representaba el rubio, y tener de su lado a ese hombre que siempre lo había detestado le resultaba sumamente conveniente.

 

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

 

Sentados al filo de la gruta, los hombres platicaban como los dos mejores amigos, ya era tarde pero aún no oscurecía, parecía que deseaban ponerse al corriente de sus vidas, como si de repente el interés del uno por el otro hubiera surgido como algo vital por saber. El rato de tensión y deprimente había quedado atrás desde hacía tiempo, sin embargo aún se sentían un poco incómodos, pese a solo estar sentado uno junto al otro, eso sí, muy juntos.

-¿Tons güero? ¿Te caí bien o re mal?- preguntaba Nacho.

-Pues me caíste pésimo, en lugar de portarte como un buen anfitrión, te pusiste muy pesado- contestó el ojiazul.

-¿Anfirtrión? ¿Con qué se come eso?- preguntaba confundido, desconocía esa palabra.

-Bueno, me refiero a que en lugar de darme un buen recibimiento te portaste como todo un animal- le explicó claramente.

-Aaah, pos así háblame, como cristiano, no que usas cada palabrita, como las que la Ángeles usa de las que saca de sus novelas- ambos rieron, llevaban horas platicando sin ofenderse o pelear. De pronto el ranchero se le quedó mirando tan fijamente que el citadino se incomodó nuevamente.

-¿Qué ocurre?- preguntó con curiosidad.

-Que tienes los ojos más re chulos que he visto en mi re canija vida- mencionó.

-Te recuerdo que no estás con las muchachitas esas del pueblo, a mí no me vas a convencer con esas palabritas, no soy una de esas señoritas- sonrió de lado- Aunque, Nacho, eres el hombre más bello que he visto en toda mi existencia- se acercó y lo sujetó de la cintura- Quisiera probar tus labios cual abeja a la flor, tenerte así, siempre en mis brazos y protegerte de que nada malo te ocurra- Gustavo acercó su rostro al otro, se miraron unos segundos y habló el ranchero.

-¡Sáquese por ay!- con cuidado lo empujó, y quitó aquel brazo de su cintura- Yo no soy ninguna vieja pa’ que me hablas así, güero condenado- frunció el ceño un tanto molesto. Esto ocasionó que el citadino soltara una divertida y escandalosa carcajada.

-Lo siento…- dijo en un espacio de silencio entre sus risas- Es que no pude evitarlo- la molestia le duró unos cuantos momentos, porque enseguida se puso a reír con él.

-Méndigo güero, namás porque no quiero perjudicarte los ojos, que si no, te ponía tu guamazo pa’ que te aplacaras- negó con la cabeza mostrando una cálida sonrisa.

-Ya, está bien, no te hablaré como si fueras una dulce y tierna mujercita- rio de nuevo.

-Pos a menos que quieras que yo también te trate como una pos mejor bájale- se miraron, era extraño para ambos llevarse bien, hacerse bromas pero sobre todo sentir ese extraño calor cuando se veían.

-Ya se hace tarde, creo que debemos regresar, las mujeres están solas- se levantó Gustavo y le extendió su mano al ranchero. Este la tomó y se incorporó.

-Tienes razón, ah canijo, tienes las manos bien duras, ya no son suaves- le comentó cuando estaban sacudiéndose los pantalones.

-Pues el patrón que tengo se encargó de dejármelas así, con sus cercas y podadas- en tono de broma le recriminó.

-No pos que patrón tan malora tienes, segurito que es un re infeliz el condenado- sonrió.

-Efectivamente, es un desgraciado, pero ni modo- se giró para ir de regreso al sendero donde estaba su caballo cuando la fuerte mano de Nacho lo detuvo. -¿Qué?- cuestionó al verse atrapado.

-Namás…- sin preguntarle lo besó en los labios, al principio por el jalón sus dientes chocaron, tras un leve quejido accedieron ambos. Momentos después se separaron- Uno pa’l camino- sonrió.

-No me tomes por sorpresa ranchero, porque…- iba a decir pero el otro lo interrumpió

-¿Por qué qué?- preguntó José Ignacio muy juguetón.

-Porque yo también puedo hacerlo- ahora fue Gustavo quien lo jaló con fuerza y con la misma intensidad lo besó. Un beso entre machos.

 

 

 

A penas caía la noche, ambos iban por el camino rumbo a la casa grande, cada uno montado en su caballo, el rumbo era tranquilo, el citadino amaba esa paz, el canto de los grillos, el cielo estrellado, el resonar de las piedras cuando los caballos caminaban, eran las cosas más simples del mundo, pero de las que había aprendido a disfrutar. A metros de distancia podían ver las luces de la casona, deseaban descansar, había sido un día largo y muy turbulento, con emociones desconocidas y que aún no sabían cómo manejar del todo. Al llegar, Gustavo se encargó de llevar a los caballos al establo, el otro se iría a reportar con la mujer de la casa. Les quitó las riendas, la silla y luego de darles de beber lo dejó en su respectivo corral.

 

-Mamá, papá… no sé si me están viendo, pero si es así, les juro que ni yo mismo entiendo que está pasando, no sé cómo es posible que ocurra esto entre el ranchero y yo- suspiró, miraba al cielo, donde suponía debían estar sus progenitores- Se fueron muy pronto, me dejaron siendo aún joven y sin saber mucho de la vida, me hacen tanta falta, tus consejos papá, y tus mimos mamá…- sus ojos amenazaban con llorar, por lo cual respiró profundamente para evitar hacerlo- No, no quiero que cada vez que los piense esto ocurra, ustedes no merecen verme triste, buenas noches… donde quiera que estén- sonrió y se encaminó a la casa.

 

Al llegar el bullicio se hizo presente, las mujeres no estaban solas, a decir verdad estaban con otras mujeres, las amigas de Ángeles. Meche, la más aventurada de todas ya platicaba con Nacho, las otras se centraron en el que acababa de llegar.

-Mira… ya llegó el güerito- Lulú, una de las chicas le dijo en voz baja a María.

-Sí, lo vi desde hace ratito- se sonrojó.

-Qué suerte tienes de verlo toditos los días, ya quisiera yo…- detuvo su comentario porque notó que la sonrisa del hombre se había borrado, al parecer había visto algo, movió la cabeza un poco y descubrió que el citadino veía a Nacho y a Meche- Oye… ¿Vistes lo mismo que yo?- preguntó a la hija de la dueña de la casa.

-¿Qué viste, chismosa? – la otra preguntó.

-Pos que el güero se puso rete serio al ver a tu hermano con la Meche, de segurito le gusta, esa Meche es una suertuda, los dos le hacen caso, ¡Méndiga!- el comentario de Lulú hizo que Ángeles pusiera atención, era verdad, el citadino veía a los otros dos con unos ojos  capaz de matar a cualquiera.

 

Desde su lugar, en una silla mecedora, Remedios los veía a todos, a las chicas platicando, a su hijo con la otra muchacha y a Gustavo de pie mirando a cierta parejita, su intuición maternal le indicaba que algo era distinto entre esos dos, no estaba segura, pero podía sentir que la vibra de aquellos machos era muy diferente a la que emitían en la mañana.

-¡A ver chamacas! Vinieron a ver la novela, siéntense que ya va a empezar- efectivamente, en la sala había un viejo televisor, por podía ser de hacía unos quince años, de esos pequeños a color.

-Si cierto, órale, tu María Mercedes vente pa’ tu lugar- Meche llamada por las otras corrió a donde debía sonrojada luego de hablar un rato con Nacho. Este caminó donde el citadino y mirando a las muchachas lo cuestionó.

-¿Y ora por qué trais esa cara?-

-¿Cara? No sé de que hablas- ninguno de los dos se veía, se dedicaban a mirar a las chicas y a la televisión.

-No pos esa de palo que pusistes- volvió a hablar el ranchero.

-Ni idea, pero ve con la señorita Meche, a lo mejor te dejó una frese inconclusa- contestó el ojiazul sin dejar de ver al frente.

-¿Con la Meche?- preguntó sin entender.

-Anda, ve, platiquen- de repente cayó en cuenta, esa extraña sensación que sintió cuando entró y vio al ranchero conversando con la muchacha, no era tan extraña como creía, alguna otra vez la había experimentado, y se llamaba: celos- ¡No puede ser!- se dijo a sí mismo,

-¿Qué dijistes güero?- el otro sin resistir más se puso frente a él para saber qué ocurría, todo ante la atenta mirada de Remedios, quien callada se dedicaba a observar.

-Nada, na…- pronto, una escena de la telenovela le llamó la atención, sus ojos se fijaron completamente en la pantalla.

-¿Qué ves güero?- Nacho volteó la cara a la sala y no veía nada importante a su parecer.

-An… ¿Ángeles, qué tiempo tiene que se estrenó esa serie?- la chica volteó a verlo y sin demora le contestó.

-Pos tiene como dos semanas- luego de eso volvió su vista completamente sonrojada. Sus amigas rieron con ella, sin embargo, Remedios notó que algo extraño comenzaba a ocurrir.

-No… no puede ser, dos semanas- hablaba consigo mismo- Ese actor- ese hombre que vio en pantalla, era el mismo al que le rompió la cara en casa de Sabrina, el hombre con el que la encontró era un actor de telenovela, un actor, sus ojos se abrieron desmesuradamente, ¿Qué significaba exactamente lo que acababa de descubrir? Estaba realmente sorprendido, el hombre con el que fue engañado era actor y estaba vivo….

 

 

 

 

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).