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You, me and our Stony por Mr Rogers Stark

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Notas del capitulo:

Comentarios: El cuarto drabble de hoy, este es la primera parte de dos. En cuanto a los drabbles en general, como una cosa a tomar en cuenta, cada historia es por separado. Es decir, pocas veces tiene que ver entre si, avisare si es así.

Summary #1; Perder a Tony fue un golpe mucho más duro que perder una batalla, mucho más doloroso que la muerte de su amigo, mucho más devastador que despertar en un nuevo mundo. Fue duro, lo era, y solo podía desear que fuera una pesadilla.

CAPITULO VIII. IT'S NOT HIM (Part #1)

Amar es lo mejor que puede pasarte en la vida. Tener la oportunidad de amar, y ser amado, es lo más cercano al paraíso terrestre. Y Steve lo sabía, tuvo la dicha de experimentarlo, tuvo el placer de sentir lo que era el amor, el maravilloso sentimiento que dejaba de lado cualquier necesidad material. Pudo experimentarlo con Tony, pudo conocer esa agradable sensación de calor invadir su pecho como una tormenta incansable. Recordaba la calidez de una sonrisa, la calma de un abrazo, incluso la calma luego de una discusión. Eran sonrisas tontas, bromas sin sentido, murmullos que solo ellos podrían escuchar o comprender. Es cuando alcanzas la dicha completa con solo estar sentados en un sillón viendo la película más ridícula de la historia, pero era ese el secreto, permanecer juntos, sentirse al lado, compartir el calor que los llenaba de forma única. Con sonrisas discretas, con sus manos unidas, con caricias inconscientes. El amor era todo lo que se busca y lo que no.

Y era algo que, así como puede generar alegría, también puede destruir tu mundo en solo un instante. Porque perderlo puede arrebatar a tu existencia un motivo de ser, dejándote en la nada, permitiendo que la vertiginosa marea te llevara hasta caminos desolados. Y Steve sabia de perdidas, conocía el amargo sabor que dejaba una perdida a su paso, el dolor que una muerte provocaba en los allegados. Porque había perdido amigos, había perdido compañeros, aliados, había perdido una vida en la que creyó conocer el amor. Había perdido demasiado que, incluso, creyó que no había nada que pudiera devastar su mundo una vez más. Se equivocó.

Perder a Tony fue un golpe mucho más duro que perder una batalla, mucho más doloroso que la muerte de su amigo, mucho más devastador que despertar en un nuevo mundo. Fue duro, lo era, y solo podía desear que fuera una pesadilla. Una de esas que en medio de la noche le hacía despertar sobresaltado, una de esas en las que Tony le consolaba, en la que murmuraba sobre su oído hasta que lograba recuperar su aliento, una de esas en las que podía aferrarse a su pareja en busca del calor que su cuerpo parecía haber perdido. Pero no era una pesadilla, no era un mal sueño del que pudiera despertar. Porque Tony no estaría para decirle que todo estaba bien, porque Tony no despertaría del eterno sueño en el que estaba, tendido sobre la camilla como si solo descansara, Steve estrecho en sus manos la de su pareja. El calor que una vez busco había desaparecido, con su piel suave, tan fría como la porcelana.

—Steve, deberías. Deberías conocerlo al menos— el murmullo de Natasha le llego lejano, entre la bruma de sus pensamientos, con una sensación sofocante en su pecho. Parada a su lado, en la sala de espera, lo observaba con la pena y el dolor de una perdida. Negó, sin querer moverse de su lugar —. Es tu hijo—

Y aun así no sintió el deseo de conocerlo. Conocer al niño que le arrebato a Tony la energía, las fuerzas y la vida con su nacimiento. Conocer a la criatura que reemplazaría, o pretendería reemplazar el lugar de Tony en el mundo. El bebé que le arrebato el calor de su esposo. No, no quería conocerlo. No quería conocer al culpable de que su mundo se derrumbara, de que toda su realidad se cayera en pedazos, deslizándose entre sus dedos como gotas de agua. No quería verlo y ver en él a Tony, no quería reconocer sus rasgos, no quería ver reflejado en el niño a la persona por la que hubiera dado todo, la persona que significaba su toda. La persona que se había ido llevándose consigo una mitad de sí mismo.

—No, no— trago con dificultad, tragándose el nudo en su garganta —. No quiero verlo— admitió al fin, parándose del lugar en el que espero durante horas. Su expresión, con esfuerzo, había logrado ocultar su dolor.

—Él no tiene la culpa de nada—

—No he dicho eso—

—Lo sientes— le recrimino, con una expresión severa que Steve no lamento o temió.

—No quiero conocerlo, Natasha. Ni ahora, ni nunca— sentencio, solo dando una única mirada hacia el pasillo que, seguramente, lo llevaría al ala de maternidad —. No puedo. No puedo ver que él vive, mientras Tony solo— sus manos se apretaron —. Me niego a seguir perdiendo a más personas—

Y, durante años siguientes, Steve se negó a ver a su hijo. Esquivándolo cuando algún miembro del equipo lo presionaba a hacerse cargo, sumergiéndose en su trabajo como Vengador mucho más de lo que antes lo hubiera hecho. Al final, era más el Capitán América que Steve Rogers en el día, aferrándose a eso que le hacía olvidar el dolor que le carcomía por dentro, que le sofocaba, que el asfixiaba hasta dejarlo sin aliento. Aferrándose a ese sentimiento de patriotismo que le hacía levantarse cada mañana solo para cumplir su objetivo, perdiendo de vista su propia seguridad, olvidándose de ese deseo de volver a casa sano y salvo. Porque, a diferencia de antes, ya no tenía a nadie esperando su regreso en las noches, nadie ya lo esperaba despierto para cuando llegaba de una misión. Tony nunca había abandonado sus pensamientos.

Pero Steve sabía que Peter estaba bien, que nada le había faltado, que no había sido descuidado. El equipo se había hecho cargo de él como Steve no tuvo el valor. Siendo Natasha la primera en cuidarlo, la mujer se había asegurado que Peter creciera con la férrea idea de que Tony y Steve lo amaban, que lo habían deseado, que lo habían esperado. Y si Steve no estaba a su lado era porque su trabajo era muy complicado. Y si Tony no estaba a su lado era porque lo cuidaba desde una distancia mayor como para ser medida. Peter había logrado comprender eso, había logrado entenderlo, pero eso no había significado que no le doliera el sentirse evitado por el hombre que le había dado la vida.

Peter solía observar a Steve desde lejos, con casi dos años, sentía la curiosidad de conocer al hombre que llamaba papá y nunca había conocido. Pero Steve casi nunca estaba, y si lo estaba, eran solo pocos minutos.

Pero fue el día en que Peter cumplió dos años que Steve recibió un paquete. 

[—]

Summary #2;Todo ese tiempo con esa impotencia contenida de no haber podido hacer nada por Tony, todo ese tiempo culpándose y negándose a afrontar la realidad, todo ese tiempo consumiéndose en su dolor. Y había ignorado lo único que había podido conservar de Tony.

IX. IT'S NOT HIM (Part #2)

Tardo en abrir el paquete, en tomar la memoria y depositarla en la base que le permitiría a JARVIS reproducirla correctamente. Había tardado, dando vueltas en su habitación como león enjaulado, el remitente del paquete había calado profundo en él, revolviendo viejas heridas que no querían sanar. Tony le había enviado un paquete, uno que hacía mucho tiempo fue enviado y debía ser entregado en el momento indicado, ese momento, ese día, en ese instante. Y Steve estaba devastado, sin querer y queriendo ver el video. Pero sabía que Tony estaría en él, que podría verle una vez más, que podría detallar su rostro aun en pantalla. Y la sola idea lograba clavar en su pecho una daga, llevándolo a esa agónica sensación de asfixia que creyó superar. JARVIS finalmente anuncio la reproducción del video, con Steve sentado al borde de su cama.

» Sonidos se escucharon, cosas moverse y caerse, con la voz de JARVIS de trasfondo advirtiendo que estaba grabando. Pasos se escucharon, dese detrás de la cámara, que apuntaba directamente al sofá que estaba en el taller de Tony. Al fondo, como escenario, estaba el taller en general, con proyectos a medio terminar, con una armadura colgando para una posible reparación, con máquinas y piezas desperdigadas por las mesas. Tony finalmente hizo aparición en la cámara, desde uno de los lados, moviéndose con rapidez hasta dejarse caer sobre el sillón en un suspiro. Al parecer había estado arreglando unas cosas antes de sentarse. Tenía manchas de grasa y aceite por su ropa, con esa polera de tirantes con la que solía trabajar, dejando en evidencia que no había un notorio embarazo en ese momento.

—¿Está grabando, JARVIS?— pregunto el castaño, mirando hacia un costado, acomodándose en el sillón.

—Desde hace dos minutos, Mr—

—Bien— carraspeo, finalmente mirando a la cama con una expresión difícil de descifrar —. Ah. Hola Steve— intento sonreír, con gestos nerviosos de sus manos —. Si estás viendo esto quiere decir que, uhm, no estoy ahí. Y antes que nada, lo lamento. No pensé que las cosas tomarían este camino pero, estoy seguro, que no me habré arrepentido para cuando el momento llegue. No sería capaz— bajando la mirada, su expresión vacilo entre la tristeza y la seguridad, soltando un suspiro para controlar el temblor que quería aparecer —. En este momento estas de misión, se supone que llegas mañana pero tú y yo sabemos que llegaras en la madrugada. Siempre lo haces. Cuando llegues te daré la noticia de que seres padres— esa vez sonrió con mayor ánimo, con sus manos viajando hasta su vientre de forma inconsciente —. Bruce me acaba de confirmar que tengo 8 semanas— trago, con su voz temblando antes de seguir —. Pero también habrá algo que no te diré, y lo siento. Es posible que muera, durante el parto es posible que muera. Al parecer el bebé es demasiado fuerte, tus genes, ya sabes— e intento bromear, con su labio inferior temblando. Le tomo un minuto lograr calmarse —. Debería ser una decisión de los dos, lo sé. No debería dejarte fuera. Pero necesito hacer esto. Bruce. Bruce me dijo que era el bebé o yo, difícilmente podríamos ser los dos. Quiero. Necesito que sea el bebé. Y lo siento, por dejarte fuera de esto— un amague de sonrisa se extendió por sus labios, con sus ojos vidriosos al contener las lágrimas —. Sé que nos imaginabas a los dos retirados, en alguna casa lejana, solo los dos. Incluso me atrevo a decir que nos has imaginado en el porche de la casa mirando el atardecer— rio, con una de sus manos limpiando las traicioneras lágrimas que corrieron por su mejilla —. También lo esperaba. Realmente que sí. Pero quiero que este bebé nazca —y su voz, milagrosamente, no tembló al decirlo —. Quiero darte una familia, Steve, aun cuando yo no pueda estar con ustedes—

Tony cubrió su rostro, intentando contener las lágrimas, soltando un suspiro tembloroso para poner en orden sus ideas. Su cuerpo parecía temblar, apretando sus labios para contener las lágrimas.

—Lamento no poder estar— agrego en un murmullo que apenas logro ser captado por el micrófono —. Pero sé que estarán bien, sé que lo harás bien. Steve, sé que serás un gran padre. Y me hubiera encantado poder estar contigo para verlo, porque era lo que más quería pero— un sollozo que no pudo contener, negando al cubrir sus ojos con su mano —. Espero. Espero que no te duela tanto ver este video, que no te molestes por no habértelo dicho— agrego, con un hilo de voz —. Y lamento tanto haberte dejado, pero si las cosas salen como deben, entonces no quedaras solo. Y eso es lo más importante. No quiero que estés solo. Te amo. Los amo, a los dos. Son. Son lo más valioso que tengo y tendré— con lágrimas corriendo por su rostro, Tony termino por sonreír. «

La voz de JARVIS resonó en la habitación, avisando que el video había concluido, pero Steve no logro comprenderle. Consumido en las lágrimas, el Capitán se sintió vulnerable por una vez en mucho tiempo, inclinado sobre sí mismo dejo correr el dolor que había guardado para si durante tanto tiempo. Ver a Tony había sido duro, poder ver su rostro, ver sus lágrimas, ver su determinación y comprender la decisión que había tomado. Gimió en dolor, cubriendo su rostro con su mano, con su respiración temblorosa, intento poner en orden sus ideas. Todo ese tiempo con esa impotencia contenida de no haber podido hacer nada por Tony, todo ese tiempo culpándose y negándose a afrontar la realidad, todo ese tiempo consumiéndose en su dolor. Y había ignorado lo único que había podido conservar de Tony, había alejado a la única criatura que aun podía entregarle un poco del calor que Tony le entrego cuando estuvo a su lado.

Ni siquiera se dio cuenta cuando salió de la habitación, cuando se movió por la torre, cuando llego hasta la sala para poder ver la escena de ese lugar. Peter, como todas las tardes, jugaba con Natasha y Bruce, entre risas y juegos, ajeno a todo lo que sucedía. Peter, que lo vio desde su lugar en la sala, a él parado en la puerta con una expresión indescifrable en su rostro. Peter, quien parecía una pequeña copia de su rostro. Y sintió que era la primera vez que lo observaba, porque tal vez era así, pudiendo notar el cabello castaño tan rebelde como el de Tony, sus facciones que parecían una mezcla de ambos, sus ojos que eran tan azules como los suyos.

Y se derrumbó, cuando el niño le regalo una sonrisa, dejándose caer en sus rodillas frente a él. Las lágrimas volvieron, abrazando el pequeño cuerpo del niño, murmurando disculpas incontenibles por tanto tiempo. Lo abrazo, como quiso hacer y se negó, como deseo y no se atrevió.

—Lo siento, Peter, lo siento— murmuro una vez más, apretando al niño contra su pecho.

Peter solo le sonrió mientras murmurando, a medias, palabras de consuelo como si quisiera apartar una pesadilla de su memoria. 


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