Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

You, me and our Stony por Mr Rogers Stark

[Reviews - 44]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Comentarios: Pues, el último de los drabbles corta venas, en serio, el próximo será mejor. Y el próximo, del próximo, será un Chrobert. 

Summary: Han pasado dos años desde la guerra civil, y los superheroes del mundo son reunidos una vez más. Steve toma esto como una oportunidad de volver a ver a Tony, pero este ya no es el mismo. Y el motivo termina derrumbando a Steve.

XI. BROKEN

Había pasado mucho tiempo desde que la guerra termino, desde que los Vengadores se separaron, desde que todo el grupo se quebró aun cuando se hicieron intentos porque esto no pasara. Fue difícil, nadie tuvo el poder para evitar que todo se desmoronara ante ellos, con una amistad tambaleante que finalmente dijo basta. Nadie estaba orgulloso de sus acciones, de sus palabras, de sus golpes, pero tampoco estaban arrepentidos. No podían estar arrepentidos, porque eran peleadores, héroes que, parados firmemente, no tenía alternativa más que seguir adelante. No había modo de echarse atrás, no estaba permitido, no había tal alternativa; Steve intentaba convencerse de eso, todos los días, todas las noches, cada maldita hora en que la debían movilizarse para evitar ser capturados. En cada pelea que se enfrentaban al enemigo del momento, apenas teniendo la oportunidad de intercambiar miradas con los vengadores que quedaron del lado correcto de la ley. Y tal vez solo por eso, por aun poder verlos desde la distancia, es que no se había derrumbado completamente.

Solía visitar el lugar donde Bucky se mantenía congelado, siempre esperando que la respuesta llegara, que la alternativa para ayudarlo fuera puesta en sus manos. Creía, tontamente, que las cosas podrían solucionarse con eso. Que, tal vez, cuando este pudiera tener control completo sobre su mente las cosas se arreglarían por su cuenta. Que los vengadores podrían volver a reunirse, mantener la unión que habían perdido, poder ver a los viejos amigos que durante tardes y días completos han estado para ayudar. Tal vez, así, pudiera verlo a él. Al menos una vez, solo una vez más, sin trajes de por medio, sin un villano intentando derrotarlos, sin dificultades para poder intercambiar algo más que fríos y vacíos saludos.

Pero se engañaba, día con día seguía engañándose, pensando que Tony aun aceptaría verlo, de alguna forma, por algún medio.

Todas las noches, sin poder conciliar el sueño, observaba el celular entre sus manos, esperando una llamada que nunca llegaba. Habían pasado dos años, 730 días desde que le había envido a Tony el celular, y nunca le llamo, nunca recibió una llamada, ni siquiera un mensaje. De alguna forma no lo culpaba, ni siquiera podría reclamarle, aun cuando noche tras noche su dedo rosara el botón de llamada, antes de arrepentirse entre lágrimas ya cansadas de recorrer sus mejillas. Pero las cosas tienen su propio camino, las circunstancias son caprichosas y nadie puede nunca estar preparado para lo que vendrá.

Todo superhéroe fue reclutado, sin importar pasado o antecedentes, para una emergencia mundial que requería algo mucho más profundo que simples riñas por papeleos o ideales. Los que se ocultaron se presentaron bajo la promesa de protección y una salida limpia para cuando todo terminara, los que obedecían se preparaban para cumplir las órdenes de un nuevo trabajo que se le era encomendado. Y Steve, aunque nunca estuvo de acuerdo con los Acuerdos de Sokovia, si estaba de acuerdo con la protección de las personas, del mundo, de la sociedad que conocían. Y, ¿por qué no?, también fue impulsado por el deseo de verlo una vez más, con la certeza de que estaría ahí para cumplir con su trabajo.

Varios se reencontraron, con la tranquilidad que un espacio neutral les regalaba, pudiendo intercambiar palabras que demostraban que los sentimientos no se habían perdido, que el cariño y la camarería no se había desvanecido. Steve estuvo satisfecho con ver a sus compañeros, y viejos compañeros, incluso sus nuevos compañeros; una atmosfera que resultaba tan familiar como nueva, que le permitía relajarse aun en momentos de crisis. Y sus ojos no habían perdido tiempo en buscarle, deseando poder ver su rostro aun después de mucho tiempo, ubicando los colores brillantes de una armadura que nunca se permitiría olvidar.

—Tony— el nombre salió como un jadeo, un suspiro de alivio, una nota de anhelo que no supo ocultar. 

La armadura detuvo su paso a mitad de camino, girando apenas lo suficiente para ubicar la posición del rubio hacia su espalda. Steve sintió sudar frio cuando no tuvo oportunidad de ver al castaño, cuando solo fue la máscara de Iron Man la que le observo, la que le analizo sin expresión, con una frialdad que le carcomía por dentro, oprimiendo su pecho en una lejanía que lo mataba.

—Lo siento, quería- Quería poder hablar contigo— admitió, con un encogimiento de hombros que no pudo evitar, sintiendo el tenso ambiente ante la falta de respuestas del otro lado.

Tony nunca le respondió, como si solo esperara que dijera lo que tenía que decir para que pudiera continuar su camino. Y Steve se sintió mareado, con su estómago contrayéndose en los nervios, carraspeando en un intento de tragar el nudo que se había formado en su garganta y que impedía que palabras salieran por sus labios.

—Yo— ¿él qué? ¿Qué era lo que quería decirle realmente? Si solo se había acercado con el deseo de ver su rostro y escuchar su voz. Pero ni eso le permitía.

—¿Usted qué, Capitán Rogers?—

Steve sintió el mundo abrirse a sus pies listo para tragarlo, hundirlo en la oscuridad de la que había escapado esos años. Negó, sin saber que responder a las palabras, sin saber cómo enfrentarse a ese tono carente de emoción. Vacío, indiferente, frio, lejano. Sintió que no conocía al hombre que estaba dentro de la armadura, que frente a él solo estaba Iron Man, un hombre de hierro, frio y vacío, sin emociones: —Quería saber que estuvieras bien—

Iron Man no respondió, fueron solo unos cortos minutos los que se mantuvo en su lugar, con la vista fija en el soldado, quien sintió los minutos como eternas horas que no sabía controlar. Nunca hubo respuesta, el hombre solo volvió su visa al camino, continuando su paso con una naturalidad que resultaba agobiante, sin importarle dejar atrás a un Steve incapaz de reaccionar.

Las órdenes fueron entregadas, los puestos establecidos y las advertencias enumeradas. Todos se estaban preparando para la pelea, para una batalla que necesitaba más de un solo equipo de superhéroes. Y aunque Steve comprendía la importancia, su mirada solía buscar y seguir la figura de armadura roja y dorado, como si con eso pudiera llegar a tener la oportunidad de verlo al menos una vez. Solo es pedía, una sola vez, un solo instante. Solo un segundo para darle tranquilidad a un espíritu inquieto que se sentía turbado solo con el pasar de los minutos.

—Deja de intentarlo— Black Widow se acercó luego de la última reunión, con su mirada siguiendo el recorrido que hacia la del soldado, sabiendo que este le escuchaba a pesar de no observarla.

—¿Por qué?— fue lo único que atino a preguntar, temiendo la respuesta.

—Porque— y la sintió dudar, a pesar de la seguridad con la que siempre se plantaba —. Simplemente ya no es el mismo—

Natasha tuvo razón, aun cuando su voz dudo, siempre la tuvo. Tony nunca abandono su armadura, nunca se mostró como el hombre que fue, nunca dejo ver su rostro, siempre ocultándose tras la máscara de la armadura. Steve sintió, aun en medio de la batalla, que Stark había perdido lo que lo hacia la parte más humana de todo ese grupo, la más fuerte y la más débil, la parte que lo hacía ser único en medio de un grupo de héroes que estaban consumidos por sus habilidades. Aun luego de la pelea, Tony nunca abandono su posición como Iron Man, de alguna forma extraña fue satisfactoria para las autoridades, pero de otra forma extraña fue incómodo para los demás miembros que integraban ese temporal equipo. Porque eran pocas las veces en las que se le escuchaba hablar, eran pocas las veces en las intercambiaba palabras con alguien más que no sea War Machine o Visión. Incluso con ellos no abandonaba su armadura.

Steve llego a su punto cuando las cosas parecían terminarse y todos debían separarse una vez más, tal vez algunos prometiendo mantener contacto a pesar de la distancia. Eran lo que muchos esperaban luego de todo lo que tuvieron que pasar, luego de esta nueva oportunidad que se les presentaba. Tal vez impulsado por un egoísta diseño lo había seguido, deseando cumplir su cometido al haber ido a ese lugar. Solo deseaba verlo, deseaba escucharlo, solo una vez más. Solo un instante para permitirse vivir los próximos años sin su presencia. No tuvo tal oportunidad, porque finalizada la misión, Tony había abandonado el complejo en donde todos estaban, sin explicaciones o razones de por medio, solo se había retirado una vez dieron la noticia de victoria, sin siquiera pensar en el festejo.

Aun así no se rindió, aprovecho la última oportunidad que tenía, dispuesto a exprimirla hasta la última gota. Había escuchado que Tony tenía costumbres de volver a la Torre Stark, antes Avengers, por cuestiones laborales o personales. De alguna forma le sentó mal que pasara tanto tiempo en solitario en una instalación que podía volverse fría y solitaria sin la suficiente presencia humana. Logro entrar luego de mucho esfuerzo, intentando evitar la seguridad para poder llegar a los últimos pisos que, en el pasado, compartió con sus compañeros. Las instalaciones le trajeron viejos recuerdos, memorias que había deseado no traer de regreso para evitar la sensación de opresión que ahora dificultaba su respiración. Aun así se obligó a caminar, moverse por las instalaciones buscando la figura del castaño como un sediento buscando gotas de agua en el desierto.

El lugar estaba vacío, sin rastros de que alguien hubiera pasado por el lugar en mucho tiempo, a pesar de que todo se mantenía pulcramente limpio para su sorpresa. Ni siquiera tuvo que pensarlo demasiado cuando identifico la misma decoración que existió cuando los vengadores habitaban esas paredes, la misma distribución de habitaciones, la misma atmosfera, las mismas instalaciones creadas para un grupo de héroes que buscaban una familia a la cual pertenecer. Steve sintió sus ojos escocer al pensar que Tony pasaba horas de su día en ese lugar, como si quisiera aferrarse a un pasado que no volvería, y temió lo que por la mente del genio pudiera pasar.

Al menos así se sintió hasta que llego al área de las habitaciones, algunas estaban cerradas. Las que reconoció como las recamaras de sus compañeros, las viejas habitaciones que habían sido preparadas para ellos. Solo dos habitaciones eran las que permanecían abiertas, como si fueran usadas o visitadas a diario. La primera la reconoció con facilidad, trayéndole recuerdos que le robaron un jadeo en un intento de contener las lágrimas. Era la habitación que, en un tiempo, Tony y él habían compartido. La habitación que habían elegido luego de una relación, que habían decorado y amoldado a las necesidades de ambos, en donde habían pasado tantos buenos como malos momentos. No se atrevió a pasar más allá de la puerta, sintiendo que su cuerpo no soportaría volver a pisar el lugar en donde deseo volver tantas veces y no pudo. Se obligó a retroceder, alejarse de los recuerdos que impedían pudiera respirar con naturalidad.

Observo el pasillo por el que había llegado, como si esperara que alguien apareciera, como si esperara que el tiempo retrocediera y pudiera volver a los días en los que los vengadores solo reían y se divertían entre esas paredes. Nada de eso paso, y tuvo que caminar hacia la siguiente habitación. Dudo en entrar, sin recordar con exactitud el dueño de aquella habitación, recordando con cierta duda que era una habitación vacía y sin decoración. Su curiosidad pudo a los recuerdos y la idea de que, tal vez, solo seguía siendo una habitación vacía.

No era una habitación vacía.

Dio pasos en el interior, temblorosos, sintiendo que su mundo perdía significado y en cualquier momento podría caer sobre sus rodillas en un dolor agonizante que no podía ser calmado. Reconoció los colores infantiles, las decoraciones en tonos pasteles, los juguetes sin usar, los muebles que parecían nunca haber sido usados. Era una habitación para un bebé. Todo se mantenía tan pulcro, tan limpio y perfecto, como si solo hace unas horas se hubiera armado esa habitación, como si hace solo instantes alguien hubiera llegado a dejar los osos que estaban sobre una cuna sin armar. Pero no era así, Steve reconocía los objetos que tenía mucho tiempo en ese lugar, objetos que no habían sido usados, que apenas y habían sido desenvueltos. Había marcos dispuestos en lugares específicos, sin fotos; había dibujos infantiles en las paredes con la temática de los vengadores, juguetes de estos puestos en diferentes áreas del lugar. Una lámpara de noche del Capitán América le hizo reír tanto como sollozar.

—¿Has terminado tu inspección?—

Steve se sobresaltó, dando vuelta sobre sus propios pies como si no pudiera reconocer la voz que había resonado en medio del silencio. Tony estaba en la puerta, con una expresión vacía, sin sentimientos que pudieran darle una explicación al soldado, como si esperara que terminara para continuar con lo que fuera que estuviera haciendo. Y Steve se sintió desfallecer, con sus piernas temblando incapaces de sostener su propio peso: —¿Qué es todo esto?— buscaba respuestas, las necesitaba. Las imágenes en su mente le atormentaban, y deseo, a la vez que no, que fueran realidad.

Tony tardo en responder, con sus ojos revoloteando por la habitación: —Una habitación de bebé— respondió con una simplicidad que no dejo satisfecho al rubio. El genio pudo notarlo —. Iba a decírtelo— agrego, sin siquiera voltear a mirarlo.

» —Había buscado el momento para hacerlo. Estuve varios días intentándolo, días en los que estuve completando algunos papeles para una licencia— hizo un gesto, recargándose en el marco de la puerta sin una expresión específica en su rostro. Steve deseo que continuara, a pesar de la necesidad de salir corriendo para huir de la verdad que podría derrumbarlo —. Nunca hubo tal momento

—Tony— sus pies se movieron, deseando acercarse al hombre que, con mirada vacía, no reacciono a su expresión casi devastada.

—Esta iba a ser la habitación del bebé. Tu hijo— se enderezo, sin muestras de dudas o dolor en su voz —. Pero ya no importa. Te encargaste de que el niño no naciera—

Steve sintió que todo perdía sentido, que su cuerpo se rompió en pedazos, que caía en medio de una oscuridad que se lo tragaba.

Tony lo observo como si esperara una respuesta, que nunca llego: —Ya te has llevado todo. Solo lárgate— y aunque sonaba como una orden, Steve detecto el pedido casi suplicante del menor.

Quiso alcanzarlo, tomarlo para sentirlo ceca suyo una vez más, intentando encontrar una repuesta. Intentando alejarse de las memorias sobre una guerra que, no solo lo había apartado de todo lo que tenía, sino que también se había llevado lo que pudo tener: —Tony— lo llamo, con apenas un aliento de voz, sin recibir respuesta.

—Seguridad vendrá a sacarlo, Capitán Rogers. Le pido que no vuelva—

Y Steve comprendió, finalmente, que sus elecciones habían terminado destruyendo la parte más humana del hombre que amaba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).