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They call it heaven por NamuHee

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2. Afrodita: Diosa de la belleza, el amor, el deseo y la reproducción.   

Aprende de éste arte. ¿Quieres saber una o dos cosas?   

Tenía miles de talentos, cada uno mejor que el anterior, pero tenía algo que le faltaba y necesitaba perfeccionar. El arte de la seducción. ¿Para qué lo quería si prácticamente era perfecto? Tenía varias razones pero una única que le hacía estremecer. Ese alguien especial que quería a su lado era una persona, por así decirlo, experta en seducir. Es más, su aura denotaba seducción a donde quiera que fuere y eso al azabache perturbaba, pues era como un inquilino más a su lado, un ente del cual no tenía idea de que existía. Y quería cambiar eso a toda costa, pero no sabía a qué o quién recurrir.

—¿Para qué quieres seducirle? ¿Qué tal si no es para nada tu tipo? —le afrontó uno de sus amigos mientras estaban en la cafetería. El azabache bajó la mirada.

—Estoy seguro que es mi tipo.

—¿Únicamente por mirarle? ¿Sabes que es un creído? ¿No pudiste fijarte en alguien peor? —recalcó el otro negando suavemente y comenzando a ingerir sus alimentos. El muchacho castaño que yacía a su lado le dio un leve codazo ganándose la mirada desinteresada del otro.

—No lo reprendas, tal vez sólo quiere acostarse con él, ¿quieres sólo un encuentro carnal? —dijo como si nada el chico. Haciendo que las mejillas del azabache se tiñeran de un leve rosado.

—¿Cómo puedes decirlo tan de repente? —dijo alarmado bebiendo un poco del vaso que tenía cerca del plato. Sentía sus orejas calientes, quizá eran muy notorias con su color rojo.

—Sunggyu, no eres ningún santo —soltó el pequeño azabache que estaba comiendo. Pareció meditar un poco las palabras que diría así que masticó un par de veces hasta tragar bajo la mirada de los dos presentes en la mesa. Bebió un poco de jugo y se aclaró la garganta para después mirar al azabache. —No finjas tener vergüenza ahora —le dijo con un cierto deje de disgusto y rodó los ojos pasando el cubierto por la comida antes de llevarse un nuevo bocado a la boca. El azabache torció la boca ante las palabras del muchacho mientras que el castaño soltaba una pequeña risa por lo bajo. —Tampoco digas que no te has acostado con nadie porque Yong Junhyung está más que preparado para confirmar lo que estoy diciendo —dijo nuevamente apuntando con el cubierto a cierto lugar lejano de donde se encontraba el susodicho.

Miró por sobre su hombro para observar al mencionado quien conversaba con los muchachos que se encontraban en la mesa con él. Suspiró llevando la mirada hacia los dos chicos frente suyo. Lee Sungyeol y Lee Sungjong, ambos menores que él, pero muy buenos amigos, si es que lo podía mencionar, por no decir que ambos llevaban saliendo ya más de un año. Le sorprendía la fluidez con la que hablaban sobre su sexualidad y los envidiaba.

Sungyeol, el castaño, siempre tenía personas dispuestas a pasar al menos una noche con él y eso, Sunggyu, no lo entendía, cómo era posible que desprendiera tanta sensualidad con sólo la mirada.

—Oh, ya llegó tu objeto de deseo —dijo el pequeño azabache, Sungjong, mientras miraba con una sonrisa que no le agradaba a Sunggyu, hacia la puerta de la cafetería. El mayor desvió la mirada sintiendo sus orejas todavía calientes para observar al muchacho que entraba con aquel porte que tanto le gustaba. Lee Howon, el muchacho engreído que le atraía demasiado desde el primer momento que le miró. Su presencia era más que sublime, algo a lo que podría acostumbrarse con facilidad. Nunca confesaría en voz alta la de veces que había fantaseado con ese muchacho, porque simplemente sus amigos nunca le dejarían olvidarlo.  

—Se te cae la baba —dijo el castaño con una sonrisa burlona mientras bebía un poco de jugo. Sunggyu le miró con desdén frunciendo el entrecejo. Trató de restar importancia a la presencia que parecía imán hacia su persona por parte de Howon mientras se concentraba en comer. —¿Sabes quién podría ser de ayuda? —el azabache alzó la mirada de su plato ante el comentario de Sungyeol. —El rubio… ¿cómo se llamaba? —preguntó a Sungjong quedándose pensativo.

—¿El playboy? —dijo el otro mirándole sin ningún interés, mientras que Sunggyu les miraba a ambos con una ceja alzada. Conocía al muchacho y sabía su nombre, Nam Woohyun, estaba en su clase de música, pero no parecía ser como los chicos lo pintaban… o eso era lo que le hizo creer. Continuó comiendo mientras los otros dos se debatían.

—Nam Woohyun, el genio —soltó Sungyeol con una sonrisa de satisfacción al haber recordado el nombre. Porque claro, el rubio también era alguien bastante inteligente, muy destacado en el instituto. Un verdadero as para las matemáticas. Soltó un largo suspiro perdiendo repentinamente el apetito y se mordió el interior de la mejilla.

—¿Y qué tiene él? —dijo de pronto sin levantar la vista, llamando la atención de los menores.  

—¿Que qué tiene? ¡Todo! —exaltado, el castaño le había dicho mientras golpeaba levemente la mesa. Sunggyu alzó la cabeza frunciendo el entrecejo sin comprender el porqué de ese brillo en los ojos del castaño. —Inteligencia, es apuesto, es perf—

—Pareces muy familiarizado con él ¿no lo crees? —la pregunta del pequeño azabache había cortado la inspiración del castaño, quien pareció palidecer. Jugueteó con sus manos mirando a Sungjong con una pequeña sonrisa.

—C-Como sea, ve a buscarlo, puede ayudarte —dijo rápidamente mientras tomaba sus cosas con la misma velocidad. Se levantó de su asiento y salió del lugar bastante ajetreado. Sunggyu miró al otro chico en busca de respuestas, quién alzó los hombros con desinterés.

—Salió con él un tiempo, no puedo creer que pensara que no lo sabría —negó un poco y apoyó una de sus manos en su barbilla observando la puerta por dónde había salido el castaño. —Torpe, iré a buscarlo —suspiró con una media sonrisa, levantándose de su sitio. —Pero tiene razón en lo que te dijo, puede que sea de ayuda —le regaló una sonrisa que era extraña de ver si no iba dirigida al castaño, y se despidió, yendo rumbo el otro. Sunggyu le observó mientras meditaba sobre lo que le habían dicho. Tal vez sí podría ser de ayuda. Aunque ¿por qué siempre le dio aires de ser un muchacho tranquilo?

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La campana sonó y Sunggyu se apresuró a ir donde el salón de música. Llegando, logró encontrar al rubio solo por lo cual decidió que esa sería su oportunidad para conversar. Se acercó tratando de no parecer muy ansioso y tocó ligeramente el hombro del contrario haciendo que éste se girara para prestarle atención.

—Uhm ¿puedo hablar contigo después de clases? —preguntó tímidamente el azabache, ganándose una sonrisa por parte del rubio frente suyo.

—Claro lindura, por ti a la hora que sea —respondió el otro haciendo que el azabache se ruborizara bruscamente. El menor soltó una pequeña risa antes de entrar al aula. Sunggyu boqueó varias veces escuchando a su corazón acaloradamente retumbar en sus oídos. Todo había sido una apariencia. Tragó saliva con dificultad antes de, incómodamente, ingresar al aula.

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—¿Ayudarte? —preguntó mientras se cruzaba de brazos y dejaba su peso reposar sobre el escritorio a sus espaldas. El azabache que yacía enfrente suyo asintió provocando que soltara un suspiro. Alzó los hombros restándole importancia. —No veo por qué no —respondió para maravilla del mayor.

—Gracias —la amplia sonrisa en su rostro hizo que el rubio alzara una ceja. Un chico bastante peculiar. El azabache hizo una pequeña reverencia antes de dirigirse a la puerta.

—¿Kim Sunggyu, no es así? —ante la respuesta afirmativa del susodicho asintió levemente antes de verle partir. Soltó un largo suspiro pasándose las manos por el cabello con un deje de fastidio. —De todos, debía ser Kim Sunggyu —se masajeó las sienes. ¿Solo debía enseñarle, cierto? ¿Todo debía salir bien, cierto?

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—¿Ya eres todo un seductor? —preguntó burlón Sungjong mientras se sentaban, él y Sungyeol, junto a Sunggyu en la cafetería. El castaño dejó soltar una pequeña risa mientras el mayor les miraba molesto. 

—No creo que esté funcionando —frunció los labios mirando su plato intacto. Los otros dos cruzaron miradas antes de llevar su mirada hacia el mayor.

—¿No has intentado hablar con Howon personalmente? —cuestionó Sungjong mientras entrecerraba los ojos debido al respingo que la pregunta había provocado en Sunggyu.

—¿Eh? Hemos cruzado palabras un par de ve…ces —la timidez invadió su persona mientras mencionaba a aquello y jugueteaba con sus dedos. Sungjong alzó una ceja, el comportamiento sospechoso del mayor no le estaba gustando. Algo ocultaba, y de verdad estaba esperando que se aclarase rápido. No le hostigaría pero debía hablar.

—¿Entonces? —preguntó el castaño, quien comenzaba a comer sin esperar la respuesta que le diera el mayor. Sungjong bebió un poco de agua de su botella mientras miraba expectante al mayor, cuyas mejillas yacían sonrosadas.

—Oh, nada —revolvió con el cubierto la comida pasando a tomar un bocado y los otros dos volvieron a cruzar miradas sospechando de la respuesta ambigua que recibieron. Sungjong estaba a punto de decir algo cuando un rostro conocido hizo acto de presencia.

—Disculpa, ¿podemos posponer la sesión para mañana? Surgió algo hoy —el chico tocó ligeramente el hombro de Sunggyu llamando su atención. El azabache le observó curioso para después asentir regalándole una pequeña sonrisa, que fue correspondida por el muchacho. Los menores observaron fijamente, era Howon y su séquito… Qué. Howon miró con desdén a los dos muchachos antes de girar sobre sus talones y alejarse. Se mantuvieron en silencio hasta que se escuchó la ligera queja que escapó de la boca del castaño.

—¿No creo que esté funcionando? —el atragantado Sungyeol soltó después de haber tosido unas cuantas veces y haberse golpeado el pecho para dejar la comida pasar. La expresión en rostro del castaño fue demasiado consternada que provocó una risa inocente en Sunggyu. Sungjong alzó las cejas.

—Pasó días después de que hablé con Woohyun, ¿sí? —soltó restándole importancia a las miradas de sorpresa que recibió de sus amigos, ignorando una tercera mirada sobre su persona. Aquel que se encontraba en otra esquina, rodeado de sus compañeros, observando todo con una seriedad que parecía bastante propia en él; en especial aquella pequeña interacción que le resultó de lo más curiosa. Alzó la ceja antes de despegar la mirada y dirigirla a la persona que le había llamado.

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Gimoteó de dolor cuando su espalda hizo contacto con el suelo de manera brusca. Observó al chico que se encontraba de rodillas, casi entre sus piernas. El agarre en sus hombros se cernió y entrecerró los ojos debido a la presión que provocaba.

—¿Te parece divertido? De haber sabido que ya le tenías a tus pies no hubiera aceptado —dijo el rubio con una sonrisa, más su mirada no sonreía para nada. El azabache alzó las manos sosteniendo las muñecas del contrario, tratando de evitar que hiciera más presión.

—¿Por qué estás tan enojado? —preguntó mirándole fijamente intentando descifrar las expresiones del rubio, más éste no dejaba que sus emociones lograran mostrarse demasiado. Woohyun hizo presión sobre los hombros del mayor haciendo que éste se quejara un poco más fuerte esta vez.

—Hm, no lo sé, tal vez porque alguien debió decirme que no le era indiferente a otro alguien.

—Pero yo no sabía —soltó adolorido cerrando los ojos con fuerza mientras fruncía los labios.

Sunggyu decidió callar cuando sintió la presión hacerse un poco más fuerte. No sabía exactamente qué podría hacer en esos momentos aparte de quejarse, pues jamás se había visto sumergido en un encuentro de éste calibre. Pero continuaba sin entender el comportamiento del rubio. Decidió mirarlo nuevamente notando su pesada mirada recorrerle. Su rostro yacía serio pero no era como si no comentara nada. Pasó saliva con dificultad mientras continuaba tendido sobre su espalda.

Estaba tan molesto, pero aquella furia era injustificada, cómo podía culpar al muchacho si no tenía ni idea. Siguió mirándole fijamente. No comprendía qué hacía aquel pidiéndole ayuda, si era obvio que no la necesitaba. El azabache no comprendía que emanaba un algo que con sólo mirarlo habría de caer rendido y despertar los más oscuros deseos. No lo comprendía. Gruñó dejando ir al muchacho sintiendo cómo este soltaba, a su vez, sus muñecas. No podría explicarle aquello de una manera que el mayor pudiera comprender. Era un despistado. Mantuvo el contacto visual por eternos segundos antes de abalanzarse nuevamente al muchacho, únicamente que ésta vez colocando sus manos a los costados de su cabeza para sorpresa del azabache.

—¿Cómo no puedes darte cuenta? —susurró yaciendo a una peligrosa cercanía del rostro contrario. El cuerpo del azabache se encontraba estático a pesar de no estar tocándolo del todo y de alguna manera le agradaba la sensación.

Sunggyu se sentía acorralado, más bien, ¿era capaz de hacer algo? Observó temeroso al rubio, quien parecía sumergido en sus pensamientos cuando de pronto eso sucedió. Sus labios se vieron capturados por los del rubio en un impulso. Manteniéndose petrificado, sinceramente, el azabache no tenía idea de lo que hacer. Sintió el calor aglomerarse en sus mejillas conforme los segundos pasaban y su corazón latió desbocado.  Tan distraído yacía en su sorpresa que no sintió cuando el menor se separó sólo algunos milímetros y dio un respingo cuando sintió cómo lamió sus labios de una manera tortuosamente lenta. El rubio se separó de su persona con una socarrona sonrisa y no pudo evitar jadear. ¿Había sonado necesitado acaso? El rubio se incorporó e hizo un pequeño agarre en sus muslos abriendo sus piernas ligeramente.

—¿Quieres que te enseñe una cosa? —soltó el menor acomodándose mejor entre sus piernas y Sunggyu entró en pánico, pero no iba a negar que la manera en que lo había dicho le había excitado.

Se trata de un arte oculto. 


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