Se quedaron un rato más abrazados, intentando comprender todo lo que había pasado, lo que se había dicho. En eso, el silencio se vio interrumpido
-Kazuno, ¿y quién es?
-De… alguien del equipo de kendo- agachó la cabeza, como si pudiese ocultar todo evitando la mirada ajena
-¿Mizuki?- aquel cuestionamiento logró sobresaltar al rubio, ¿acaso era tan obvio?, ante esa reacción, Sophie sonrió triunfante, en efecto era algo obvio al saber que el ojimiel gustaba de un hombre- Comprendo, es bastante lindo y… se llevan muy bien, aunque últimamente los he notado algo distantes, el por qué es ahora obvio para mí, ¿qué hay de él?, ¿lo sabe?
-Por supuesto que no, precisamente por eso nos distanciamos. Porque no sabe la razón por la cual cometí tantas estupideces. Lo forcé a tomarme de la mano, a besarme… asumiendo que a partir de ese momento no querría relacionarse más conmigo… me equivoqué. Hoy fue a hablar conmigo y se supone que seguimos siendo amigos, pero… duele.
-Dímelo a mí, saber que mi novio ama a otro hombre. Y que… ya lo besaste, también es doloroso Kazuno.
-Perdóname Sophie, es mejor decírtelo ahora. Aunque, no era mi intención decirte que me gusta un hombre pero… -se rascó su nuca y suspiró pesadamente-no puedo hacer nada por ello. Espero no me detestes
-Claro que no, sería insensato de mi parte ¿no crees? En cuanto se me pase todo esto, iré a hablar contigo para que me cuentes todo lo que hagas con tu chico- comenzó a reír, a sabiendas que a Kazuno le molestaría un poco aquel comentario.
-¡Rayos, Sophie! Seguro es sólo el inicio de algo peor-ambos se quedaron mirando y comenzaron a reír, el rubio volvió en envolver a la fémina entre sus brazos, agradecido por contar con ella- Eres sin duda la chica más inteligente y preciosa que he visto en mi vida
-No digas eso Kazuno…y pensar que hace unos minutos te seguía diciendo “amor”
Mientras tanto, el azabache había llegado a su hogar, lo sentía grisáceo… podía saborear lo insípido y amargo de todo el asunto que involucraba al ojimiel. Apretó sus manos, como señal de impotencia. No podía reclamarle nada a Kazuno, no podía monopolizarlo ni pedirle nada, era lo mismo que tener la boca y las manos amordazadas… inútil aquel esfuerzo por soltarse, él mismo lo había propiciado. ¿Qué hacer? Seguir aparentando, era la única resolución, la cual resquebrajaba al ojigris.
-¡Rayos!... ¡Rayos! Kusa…Kazuno
Otro día de escuela, otro día para aparentar conformismo. Mizuki se acercó lentamente hacia el asiento de su amigo, comenzaron a conversar sin problema alguno. En eso, Sophie apareció, pero sólo le dedicó un saludo con la mano al rubio. ¿Qué significaba eso?
-K-Kazuno, ¿tuvieron algún problema ayer?- se sonrojó ante tal cuestionamiento
-Pues… no realmente- no sabía si decirle que habían terminado. Después de unos segundos tuvo la respuesta: no, no se lo diría- sólo que ayer tuve que irme antes de lo previsto y bueno, ya sabrás qué sucedió
-Ahhh, lo supongo-dirigió su mirada hacia otra parte, hizo un extraño gesto en su cara y optó por despedirse del ojimiel con la excusa de que tenía que ir al sanitario
Al llegar ahí, se encerró en un cubículo, recargándose sobre la puerta para poder relajarse un poco, sus hombros dejaron de estar tensos y exhaló profundamente. Tenía que calmarse, seguir aparentando, seguir aparentando. No podía dejarse llevar por impulsos egocéntricos y mucho menos hacia un hombre. Pero cómo no hacerlo, recapacitando, Kazuno realmente era atractivo, servicial, atento, empático… cálido.
Recordó aquel día que se besaron, y que estuvo a punto de ceder ante aquella intrusión en su cavidad bucal, se sintió endemoniadamente bien, le gustó, le excitó, quería más. Pero el rubio se había apartado antes de poder reaccionar, y además, le había dicho que no volvería a molestarlo. Realmente no había sido una molestia, todo lo contrario. En fin, tenía que seguirse conteniendo por el bien de aquella amistad que le había costado días volver a recuperar.
Las clases terminaron y Mizuki esperó en el marco de la puerta a su querido amigo, ya con sus cosas en la mano. Kazuno sólo le alborotó un poco el cabello antes de salir, y siguió caminando por el pasillo. ¿Qué acaso no era obvio que el azabache lo estaba esperando?
El ojigris sólo quedó consternado ante tal acción, sus ojos comenzaron a nublarse, se sintió desplazado una vez más. Seguramente el rubio se iría nuevamente con su novia, no lo culpaba, cualquier persona desearía estar con su pareja. Y claramente, él no lo era.
En eso, casi por inercia, sus pies comenzaron a moverse poco a poco, hasta que aquel caminar se volvió en un trote para poder alcanzar a Kazuno, bajó las escaleras con desmesurada velocidad y por fin logró divisar aquel cabello rubio que tanto le gustaba.
-¡Kazuno!
-¡Mngh!- Ni siquiera pudo responder, el azabache lo había apresado del cuello de su camisa. En eso, Mizuki hizo algo que por mucho, generó sorpresa en ambos…