Capítulo 5: Lamento haberte conocido en estas circunstancias.
La mañana dio paso al radiante sol que era obstruido por las gruesas cortinas de terciopelo rojo, al frente una cama con sábanas blancas y almohadones de suaves rellenos y entre todo, una pequeña figura se removía procurando su despertar a un nuevo día.
Cada mañana despertaba del mismo modo, solo en aquella habitación.
Desde el momento en que llegó a la ciudad comprendió la constante ausencia del pelirrojo, era la forma en que lo había conocido, no podía evitarlo, ni siquiera podía quejarse por la ausencia del mayor.
Al menos desde la última vez que lo vio hacía ya dos meses, le había prometido llevarle una sorpresa y justo esa mañana se cumplía el plazo de espera.
-¡¡Amaneció!!
De un salto se puso de pie sacando las delicadas sábanas hasta dejarlas regadas sobre el suelo, corriendo hasta el baño se ducho lo más rápido posible, dejó la pijama de bordes moteados en color verde agua en el cesto de ropa para la lavandería.
En menos de diez minutos estuvo listo, fresco y perfumado con los jabones de naranja y limón que le habían sido comprados especialmente para él.
Llegó hasta la habitación buscando la ropa que usaría decidiéndose al fin por un pantalón deportivo amplio y una remera que le quedaba justa, se calzo unas sandalias para ir a la sala donde como todas las mañanas ya estaba el desayuno esperándolo sobre el carrito de servicio.
Salto al sillón para sentarse y comer la fruta picada y los cereales con leche, el jugo siempre era el último en beber.
Pensó en salir pero, era martes.
Ese día Kurapika era visitado por su ¨prometido¨ al menos así lo llamaba el rubio, siempre que era visitado no podía ver al joven al menos hasta dos días después, usualmente era el estudiante de medicina el que le decía cuando podía pasar a jugar con el rubio.
Se resignó al poco tiempo, los martes eran de los días más aburridos pero justo hoy parecía no avanzar el reloj, no pasaban de las nueve y ni siquiera sabía a qué hora llegaría el mayor, suspiró dejándose caer de espaldas sobre el sillón, por lo regular Hisoka llegaba casi entrada la noche.
Aburrido decidió salir a recorrer los pasillos del edificio, al menos se distraería por un momento.
Salió dejando la puerta sin seguro, él era uno de los pocos de aquel piso que no podían ser tocados por seguridad de todo el edificio.
Cuando llego tomando la mano del pelirrojo y fue presentado como protegido del mayor, las personas que al principio lo habían mirado con reproche y desprecio, casi se arrodillaron al ver la mirada tan fría y las palabras poco usuales del cuarto ejecutivo.
Hisoka era el único ejecutivo que no había llevado a una persona, amante, prometido o protegido y verlo llegar con un niño menor de diez años había sido un shock general, incluso para los otros ejecutivos. Sobre todo porque todos apostaban que el pelirrojo salía con una ejecutiva llamada Machi.
Todo aclarado y ahora el niño de cabello negro era libre de recorrer el edificio entero sin que nadie le pidiese cuenta alguna pues el primer y único guardia que le había obstruido el paso exigiéndole salir del edificio había sido ¨despedido¨ por Hisoka, personalmente el pelirrojo le había dado de baja personalmente y había sido un muy buen ejemplo de lo que le pasaría a todo aquel que hiciese de menos al niño que le acompañaba, estuviese él o no.
Gon solía recorrer los pasillos, hablando con las personas que encontraba o llegando hasta los balcones observando la ciudad.
Pero justo ese día habría preferido quedarse en cama.
Giró en un pasillo y reconoció una vos. Aquella voz tan esperada.
-Ya te dije que no planeo nada…
-“Hisoka”… — aceleró el paso tratando de alcanzar al pelirrojo pero se quedó inmóvil al presenciar aquellas caricias y mimos que solía darle a él… siendo ofrecidas a un joven casi de la misma edad que el pelirrojo, un chico de piel clara y cabello largo color negro.
-Déjate de unmhj… — Los reclamos del moreno se interrumpieron cuando el pelirrojo asaltó sus labios.
-… — Gon quiso llorar en ese momento, dejarse caer al suelo y gritar de dolor, correr y reclamarle a Hisoka… pero… ¿Qué le reclamaría?... después de todo el mayor nunca le había aclarado que tipo de relación tenían… ¿Qué podía hacer?
Sin dejarse ver volvió por el mismo pasillo que había recorrido y sin saber cómo llegó hasta la habitación que ocupaba todos los días. Entró azotando la puerta desquitando su dolor con la madera que poco era culpable. Se quedó recargado de esta por un momento sin levantar la vista del suelo, casi perdido por completo.
-No me asustes así por favor.
-¿Eh?... — Gon levantó la mirada encontrando a un niño de cabello plateado parado delante de él —… Hola.
-Hola, ¿Tú eres Gon?
-Sí, ¿Tú eres…?
-Mi nombre es Killua, desde ahora viviré aquí.
-Mucho gusto Killua.
Ambos niños se saludaron apretando las manos y sonriendo dulcemente como s fuesen amigos desde siempre.
-¿Sabes…?
-¿Qué sucede?
-Lamento conocerte en estas circunstancias, parece que has estado llorando.
-¿Eh?... — En ese momento Gon se percató de que algunas lágrimas se habían derramado desde sus ojos castaños —… Descuida, no es nada.
-¿Seguro?
-Sí ¿quieres jugar?
-Claro, estoy aburrido.
-Bueno vamos.
Ambos salieron de la habitación corriendo por los pasillos, Gon guiaba a su nuevo amigo y deliberadamente evitaba el corredor donde había visto a Hisoka momentos antes.
Tal vez si lo ignoraba el dolor desaparecería, después de todo el pelirrojo nunca se quedaba más de un día ¿Cierto?
Continuará…