La persona que miraba por la ventana después de aquella plática, se sentía molesta porque Eijun se había culpado de lo que sabían todos que no era su culpa, ese dolor se instauraba en su corazón con la carga de él tampoco decirle que no era su responsabilidad, que él no había hecho nada malo, nada que mereciese ese castigo tan cruel y brutal que recibió de sus compañeros en aquella ocasión.
Otra persona se revolvía entre sus sábanas incomodo por lo que estaba pasando, además de pensar detenidamente y llegar a una conclusión que pronto ejecutaría, porque suponía que mentir u ocultar no estaba bien.
Una semana más se fue volando, y el fin de semana que llegó, se quedaron solos, curiosamente todos salieron y ellos dos eran los únicos en el campo, lo que sucedido tras aquella llamada los había separado mucho, así que casi no hablaban en momentos que no fuesen de prácticas, sólo que está vez, Miyuki no quiso dejarlo escapar de la plática que tenía que darle.
-Sawamura… ¿podemos jugar un rato en el bullpen?-
-¿Qué? ¿De verdad podemos?- “Él va a regalarme un poco de su tiempo…”
-Sí, vamos-
“Gracias por no odiarme y seguir ayudándome”
Con eso lo convenció rápidamente; en cambio, obtuvo una dulce sonrisa nada escandalosa, el menor estaba actuando muy bien, conteniendo sus ganas de gritar, incluso cuando llegaron al bullpen para atrapar un rato la pelota.
-¿Qué quieres lanzar?-
-Quiero probar una… no, mejor tu escoge-
-¿En serio? Siempre escoges y ¿Hoy no?-
-Es que tú eres el cátcher y en las otras escuelas dijeron que debía obedecer…-
-Ya veo-
A Miyuki le molestaba eso, le dolía que aun recordaba a otras escuelas, a las cuales, el jamás habría deseado dejarlo ir, y más aún, que estas lo influenciaran tan notablemente, y que esa mirada fiera que su pitcher solía tener, sólo se mostraba en los partidos, estaba orgulloso de verle aquella mirada en los partidos, así que se molestó en decirle.
-Sawamura, no tienes que refrenar tus instintos, déjalos salir, yo los absorberé por completo-
Sonaba a otra cosa, para los oídos de Eijun, eso significaba algo diferente, sus orejas se pusieron rojas, como lo hacían antes de perder la memoria frente al contacto de Miyuki, como si su corazón recordara aquellos sentimientos dormidos por el cátcher, además, aunque perdió la memoria, en algún momento, sintió una cálida y extraña sensación provocada al estar cerca de él, cosa que olvidó por la distancia en la que estuvieron.
-¿Por qué estás rojo?-
-No lo sé… yo no…-
-Sa… Eijun, mis sentimientos por ti no han cambiado, me da igual si amas a alguien más, si no lo has olvidado, no voy a presionarte, aquel beso que te di, contenía mi frustración de la distancia en la que sentí que te había perdido-
-¿Miyuki-sempai?-
-Quiero que me escuches atentamente, voy a contarte algo que me pediste que te contara y en ese momento… yo no… no tuve el valor de contártelo-
-¿Es sobre… mi pasado?-
-Escúchame hasta el final, te lo suplico-
-No es necesario-
-No, si es necesario y justo es que te lo diga-
El de lentes se dio la vuelta para no ver las lágrimas que probablemente derramaría su sol, aquellas que le caerían cuando le contara cuanto lo lastimó y que no supo cuidarlo cuando este había sido lesionado.
Todo empezó en una práctica, días antes habías tenido más conflictos de los acostumbrados con un pitcher, Furuya Satoru, hasta ese día, no te hicimos caso con aquel tema, siempre insinuabas que te estaba molestando o que él había iniciado, algo que francamente, a la fecha sigo sin creer, porque no lo he visto ni escuchado molestándote.
Pensamos que estabas sensible porque él había llegado a ser el ace del equipo y ahora estaban por la disputa de ese puesto nuevamente, di por entendido que estabas exagerando con tus celos por su forma de actuar y no te escuché.
Durante ese partido, tuviste un error, uno muy delicado, lanzaste sin control a su brazo, yo creí que lo habías hecho a propósito y no fui capaz de protegerte, te culpé, todos te alejamos, como un castigo a lo que creímos que habías planeado para “vengarte”, nos olvidamos de la clase de persona dulce e inocente que eras, para maltratarte con nuestras tonterías, aplicándote una absurda ley del hielo, que no merecías, no eras culpable… no debimos.
Más tarde nos enfrentamos a un partido real y en él, volviste a lanzar sin control, al principio todos buscábamos ganar simplemente, nuestra tonta ley seguía en pie, seguíamos haciéndote daño, tú lastimaste a otro bateador sin quererlo, nos enfadamos dejándonos llevar por los antecedentes contra Furuya, creímos que estabas haciéndolo nuevamente a propósito, y no fue así, no obstante, te sacamos del circulo a pesar de ser tu turno como bateador, incluso el entrenador te negó su apoyo, aquel que siempre te daba.
-Jefe… sus órdenes-
-No espero nada, has lo que siempre haces-
Recuerdo tus temblorosos labios, el miedo palpitante en tus ojos, la tristeza con la que nos estabas mirando, aquellas lágrimas que no salieron de tus ojos sino hasta que empezaste a batear, recibiste un impacto de la pelota en las costillas, nada grave… se suponía, te caíste y tu cabeza golpeó contra la esquina del plato, no pensamos que fuese mucho y te dejamos tirado.
Después de unos segundos, al no verte reaccionar, el cátcher contrario no se movió, Tojo se acercó y pudo visualizar que estabas herido, nos acercamos, vimos cómo te marchabas, cuando te llevaron en la ambulancia, la sangre que corría por tu cien, aquella que no debía estar allí, tenía miedo, quería ir contigo, pero el juego no nos lo permitió, tuvimos que esperar a que el encuentro terminara, seguimos así hasta que te llegamos al hospital y te vimos.
-¿Cómo está?-
-Su condición es delicada, se fracturó una costilla y recibió un golpe en la cabeza, ahora está durmiendo, pero… necesitamos esperar a que despierte para ver qué consecuencias ha dejado el golpe en la cabeza-
Más tarde nos enfrentamos a la más cruda de las realidades, aquella que sigues cargando hasta el día de hoy.
-En cuanto veamos que su costilla está recuperándose, le daremos el alta, aunque no podrá entrenar en un largo tiempo por tres situaciones-
-¿Tres?-
-La primera es que necesita tiempo para que su hueso se reestablezca por completo-
-Bueno si, pero ¿Qué otro problema hay?-
-No nos dimos cuenta hasta hace un rato que tiene la mano lastimada, sufre una lesión en la muñeca izquierda, no podrá lanzar por un tiempo-
-¿Lesión? Pero… ¿desde cuándo? Jamás nos dijo nada-
-Eso no es tan grave, supongo que podemos hacer algo para que se recupere prontamente de su mano, en realidad, no es de preocuparse, con algún tratamiento se regularizará su mano y volverá a ser el mismo… de siempre-
-¿Entonces?-
-El mayor problema viene del golpe en su cabeza, el pequeño tiene amnesia, no recuerda nada-
-¡Bakamura no puede tener amnesia!, ¡el golpe no fue tan fuerte!-
Kuramochi se enteró de aquello antes que todos nosotros, yo me enteré de otra forma, una que me dejó un vacío en el estómago porque no sabía cómo recuperarte, no fui capaz de protegerte, ni como persona ni como cátcher, yo no merecía a un pitcher tan bueno como tú.
“Primero una lesión que no conocíamos y segundo ¿amnesia? Bakamura eres un tonto, debiste decirnos”
Me dirigí a tu cama despacio, con el afán de hablar contigo y te observé, estabas mirando la ventana, parecías muy concentrado.
-¿En qué estás pensando?-
Volteaste la cabeza y tus ojos brillantes dejaron de mirarme como siempre solías hacer, entonces me contestaste con la voz un poco baja
-Pensaba… que todo se ve muy alegre afuera-
-Baka, por supuesto que lo es ¿creíste que se detendría porque estas en el hospital?-
-Yo no creí nada de eso-
-Hahahahaha-
-No se ría de mí, ni siquiera se su nombre para que se porte tan familiar conmigo-
Vi que tus ojos perdieron toda su agresividad, eso era más de lo que podía soportar, indiferencia, me estabas mirando con la misma indiferencia que yo te dediqué antes, pensé que era una broma, me dolía ver mi reflejo en tu mirada como si pasaras a través de mí, parecías distante, en un universo en el que yo jamás podría tocarte.
-¡Ahh! ¡Suéltame! ¡Me duele!-
Escuché la voz de Kuramochi llamándome, él… me confirmó la conclusión a la que yo llegué tras tu actitud.
-Kuramochi, yo…-
-No lo presiones, no te recuerda-
Desde entonces, está todo lo que ya sabes, no hay nada más que agregar, a excepción de que ya sabíamos que lo que te habíamos hecho era cruel e inaudito, dolorosamente, nosotros, los tendríamos que haberte creído y protegido, fuimos los primeros en ignorarte, los primeros en darle la espalda a la persona que más se había esforzado por nuestro bien.
“Tonto… la culpa no es tuya” –Miyuki-sempai, no siga… no es su culpa, seguro que yo… hice algo terrible-
-Eso no es…-
-No trate de cambiar mis errores, siento mucho haber sido una molestia-
-Espera, ¿no me escuchaste?-
-Gracias por decirme la verdad, aunque trate de minimizar mis errores-
-Que no, no fue tu culpa-
Eijun siente que si fue su culpa, le duele el pecho, las lágrimas brotan con fuerza y sale corriendo ignorando lo que Miyuki está diciéndole, porque después de todo, ellos… mataron su corazón con su indiferencia en aquella ocasión, Sawamura se perdió en su “pecado” por la acusación de sus compañeros, se hizo culpable frente a todos y asumió la culpabilidad que no tenía, se aceptó como pecador para absolverlos de su dolor.
-No hagas eso, no fuiste tú quien nos traicionó, fuimos nosotros los que te traicionamos y te abandonamos-
Lejos de allí, aquel castaño que salió corriendo, se limpia la cara antes de tropezar con un amigo, uno que ha asistido a Seido para buscarlo.
-¿Eijun? ¿Por qué lloras?-
-¿Todo… roki?-
-¿Qué sucede?... tu no… lloras así-
-Raichi… yo… soy un idiota que ha hecho que sus compañeros crean que son culpables de lo que hice-