Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reinicio por scienceFragile

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hooola~~~ chicos y chicas. 

Primeramente, muuuchas gracias por sus comentarios y su graan apoyo, de verdad. Los amodoro a todos. Y, prometo contestarlos a todos pronto porque... 

YA TENGO INTERNEeEeEeEeEeEtTtTtTtTtTt 

Así que hoy me pasaré en vela contestanto todos y cada uno de sus comentarios. 13131313 ~ 

Espero que este capítulo sea de su agrado, es más largo que lo habitual. Esoty conforme con él, aunque lo reescribí como tres veces. 

Perdón si hay errores ortográficos, y nos leemos abajo ~ 

~[*.*.*.*.*.*.*.*.*.*]~

-¡REGLAS DEL ‘REINICIO’ Y ADVERTENCIAS A TENER EN CUENTA!

1.       Sólo una persona que realmente se encuentre en una situación de vida o muerte puede acceder a la lista de espera para el reinicio.

2.       ¡Lista de espera! Kami-sama observa a todos los que son postulados, todos y cada uno. Pero sólo el que lo necesite obtendrá la bendición de Kami-sama.

3.       NADIE salvo la persona reiniciada sabe sobre ello.

4.       Las DESICIONES del reiniciante sólo afectan al reiniciante y a las personas INVOLUCRADAS con él. Los demás humanos harán su vida normalmente y su futuro será el mismo.

5.       Sólo el FURUTO del reiniciante está en juego; los demás involucrados con él podrán cambiar de decisiones, pero su futuro será el mismo.

6.       LÍMITE DE TIEMPO: oportunidad dada por Kami-sama. Si se agota y el reiniciante no ha cambiado su futuro, game over~ X.X!

7.       Todas las habilidades físicas del reiniciante, reinician con él; sus conocimientos no varían.

 

¿Alguna duda al respecto?

Sí – no

No

¿Desea salir del foro?

Sí – no

~[*.*.*.*.*.*.*.*.*.*]~

 

 

 

 

Capítulo II

 

[- Domingo 07 de Abril de 2002- ]

 

No habías dormido casi nada.

Eran las 05:45 am y estabas apoltronado en el balcón con una frazada encima y el cronómetro en una mano. No parabas de mirar hacia afuera, esperando que Celty apareciera con Shinra en cualquier momento; lo cual era una locura porque eran las cinco de la mañana… pero tampoco es como si pudieras dormir tranquilamente en tu cama después de todos aquellos sucesos…  Además, cada vez que tu mente se relajaba y apoyabas tu cabeza en la almohada, veías a Ikebukuro. Más específicamente, su reflejo alejándose en el espejo retrovisor del vehículo de Kine.

La sensación todavía estaba vívida en tu cuerpo: las heridas, los gritos de Manami o el vacío infinito que te había cubierto. Era como si de alguna manera, siguieras conectado a aquello por un fino hilo de coser, que te impidiera olvidar qué, en efecto, habías muerto.

No es que fueras paranoico ni nada, pero si te concentrabas, podías sentir tus huesos rotos y dolor, mucho dolor. Pero podría ser psicológico… o algo así. Apretaste más el teléfono que tenías en la mano, prendido y con él cronómetro en la pantalla:

29 días, 20 horas, 15 minutos.

A las siete en punto, escuchaste como tu madre se levantaba. A las ocho menos cuarto, subió las escaleras y golpeó tu puerta tres veces, soltando un: a desayunar. Le respondiste con un ya voy, y tardaste más de cinco minutos en despegar tu vista del balcón y bajar a la cocina; tu madre te vio con la nariz y las mejillas rojas e inmediatamente te sobó el rostro.

– ¡Estás helado!

Sobó tus brazos, y fue a la cocina para hacerte té bien caliente. Agradeciste eternamente ese gesto.

A las ocho y cuarto, ya estabas comiendo y tu madre te tendió el control del televisor. La miraste extrañado, y después recordaste que era tu hora, la hora de esa serie que seguías.

–Hoy vendrá Shirou – dijo, mirando como agarrabas el control remoto –. Es que tengo que ir al senado hoy, emergencia de último momento, ¿Estás bien con eso? 

La miraste extrañado, a punto de llevarte una galleta a la boca; el primer pensamiento que cruzó tu mente fue ¿Por qué me estás preguntando si papá puede venir o no? Después de todo, era tu padre. Pero al morder la galleta y ver un brillo extraño en su mirada, caíste en la cuenta de que Shirou, posiblemente, aún no fuera tu padre.

–Sí – contestaste sin saber que más decir. Paseaste tu mirada por la sala, como si la respuesta te pudiese saltar de la nada si lo hacías, obviamente, no pasó. Después de una pausa, proseguiste –. No me molesta que venga.

–Qué bien…  – dudabas si debías completar ese sí, y al escuchar la respuesta de tu madre; todo pareció encajar perfectamente. Su voz era como un murmullo, y sonrió a la televisión, parecía aliviada, y podrías jurar que un rubor comenzaba a formarse en su rostro.

El desayuno pasó sin más inconvenientes; y el aura después de aquella conversación, se había vuelto liviana. Siguieron desayunando a paso-tortuga durante media hora más con aquella serie de pacotilla de fondo, al terminar de desayunar, subiste corriendo las escaleras, te cambiaste el pijama y te tiraste frente a la tele en la sala para seguir viendo aquella serie una hora más.

Tu madre se tumbó en el sillón y miró la serie contigo, soltando exclamaciones exageradas cada vez que daban el diagnostico a alguien; reías, prestando más atención a los ruidos de afuera que a la televisión.

A las nueve y media de la mañana, dieron los créditos y subiste de nuevo a tu habitación, instalándote de nuevo en el balcón, con la frazada y el cronómetro, y observaste el único camino que conectaba la ciudad de la casa de tus abuelos. Tu madre subió una vez más a tu habitación avisándote que saldría a no-sé-dónde y que te dejaría un almuerzo liviano antes de irse. Contestaste monosílabos.

Ese mediodía, comiste onigiris con verduras salteadas y sopa de miso en el balcón, mirando como tu madre se subía al auto y se iba a la ciudad.

 

 

 

 

[…]

 

 

 

 

 

[Yo: Casi es hora de cocinar la cena] 18:32

[Mamá: Los ancianos vuelven todo complicado… tengo para unas horas más] 18:32

[Mamá: Sobró arroz y verduras, ¿Podrás arreglártelas con eso, Izaya?] 18:33

[Yo: Seguro] 18:33

 

 

 

[Yo: Mamá ¿Dónde guardaste las ollas?] 18:57

[Yo: No encuentro las ollas] 18:59

[Yo: Olvidé donde se guardaban los platos] 19:01

[Yo: Mamá, no encuentro los platos] 19:03

[Yo: Oh] 19:15

[Yo: Los encontré…] 19:15

 

 

[Mamá: ¿Izaya? ¿Estás bien?] 19:47

[Mamá: dentro de la cámara de senadores me han obligado a apagar el teléfono, lo siento] 19:47

[Mamá: ¿Hijo?] 19:50

 


[Yo: Estoy bien] 20:00

[Mamá: ¡Estaba a punto de llamarte! ¿Pudiste comer bien?] 20:00

[Yo:… algo así; mamá, hay invitados. Muchos] 20:01

[Yo: No creo que el arroz y las verduras alcancen para todos] 20:01

[Mamá: Estoy yendo a casa] 20:04

 

 

 

 

[…]

 

 

 

 

 

Podías cocinar perfectamente, pero podías decir en tu defensa que tu cuerpo era diferente a como era y no coordinabas bien las distancias, y que no habías vivido en esta casa por más de diez años, ¡Esta casa era un laberinto!

Estabas a punto de tirar la toalla al buscar platos y no encontrarlos, buscaste en casa alacena y estante, hasta en la pieza de tu madre; pero no los hallaste. Cuando estabas exasperado, recordaste vagamente que solían guardarlos en los estantes de arriba de la cocina, el único lugar donde no habías buscado. Escalaste, intentaste abrir la puerta de la alacena, pero estaba atascada. Estiraste con todas tus fuerzas y se abrió, perdiste el equilibrio y casi te habías estampado contra el suelo.

Los platos no tuvieron tanta suerte.

Unos quince habían pasado a la historia.

Y en eso, sonó el timbre de la puerta principal.

Molesto, caminaste hacia la entrada, y abriste. Te sorprendiste demasiado al ver a Celty, Shinra… ¿Shizuo? Kasuka y Shirou (tu padre, aunque no estabas muy seguro si en estos tiempos lo era aún).

Casi te caes de bruces al suelo del asombro.

– ¡Hola~! – saludo Shinra entrando unos pasos dentro de la casa – ¡Celty me ha dicho que necesitabas verme! Espero no te moleste tantos… invitados, pero hubo un par de inconvenientes.

–No nos llames inconvenientes – gruñó Shizuo, apretando su puño.

–Pero lo son.

[¡Shinra!] Había tecleado Celty indignada por su falta de tacto, seguramente. Kasuka colocó su mano en el hombro de Shizuo.

–Cálmate, nii-san.

– ¡Me tiene harto! – gritó, ignorándolo olímpicamente y procediendo a agarrar la playera de Shinra.

–Ew, Shizuo… sólo es la verdad.

– ¡Serás…!

–Nii-san…

Retrocediste un par de pasos exhalando fuertemente antes de poder procesar toda la escena que estaba ocurriendo, e hiciste cálculos mentales. Tú querías ver a Celty, lo cual era una persona (O ente) y estabas preparado para ver a Shinra con ella. Los cuales eran dos personas, o una persona y un ente. Pero ahí en frente de tu puerta había… ¡Seis! ¡Seis personas!

–Izaya-kun  – una voz susurrada te llamó la atención y te sacó de tus pensamientos; alzaste la vista y te encontraste con los ojos confundidos de Shirou, tu padre. O posiblemente no lo era aún, pero, ugh, tu padre –. Kyoko me ha dicho que venga a verte, parecía preocupada.

Ah, ahora todo tenía sentido.

–Sí, todo está bien – le dijiste, mirando de reojo como Shizuo quería golpear a Shinra, Kasuka los miraba sin moverse y soltando monosílabos. Celty sólo negaba con la cabeza, parecía avergonzada. – Bueno  – dijiste más alto, carraspeando para que todos te prestaran atención –, supongo que te quedarás, todos se quedarán ¿Cierto?   

Sorprendentemente, te escucharon.

Shizuo soltó a Shinra el cual cayó al piso emitiendo un gritillo, Celty le ayudó a levantarse con sus sombras y entraron, Kasuka entró detrás de su hermano que seguía al de lentes de cerca.  

Shirou te miró.

– ¿Quiénes son?  – murmuró.

–… amigos míos.

Shirou asintió y entró, cerraste la puerta detrás de él. Se quitó los zapatos, y sonrió cohibido, quizás aún no estaba cien por ciento cómodo entablando una conversación contigo; trataste de recordar si de pequeño te había costado hablarte con él, sinceramente, no lo recordabas.

– ¿Te ayudo a cocinar algo, y sorprendemos a Kyoko? – el tono infantil que usó detonó que tenía ganas tremendas de cocinar para Kioko, seguramente se estaba imaginando su reacción al llegar.

Sonreíste débilmente caminando hacia la cocina, jamás recordarías que tu padre podía poner esa expresión de no ser por esta cosa rara que estaba sucediendo. Eso te hacía sentir una sensación cálida en el estómago.

–Eso estaría bien – contestaste antes de cruzar el umbral, de reojo viste como tu padre pareció muy feliz ante la respuesta.

Escuchaste una risa débil detrás de ti, y sonreíste antes de entrar en la cocina; donde todos estabas sentados alrededor de la mesa. Shinra, al notar que entraste, te sonrió ampliamente y apoyó los codos en la mesa, mientras que Shizuo miraba para todas partes desconfiado y con el ceño fruncido.

–No pongas esa cara, Shizu-o~  – rió como tonto, señalando todo el lugar. – ¡Esto es como una aventura! Descubrir lugares nuevos, y nuevas personas.

–Y una mierda, me has arrastrado hasta acá en contra de mi voluntad.

– ¡Soy responsable de ustedes dos hasta el lunes! No iba a dejarlos en casa solos, podrías romper algo.      

–Tu no, ¡Tu padre! Y cierra la boca antes de que te la cierre.

[Calmados todos, por favor] Tecleó Celty caminando hacia ti, volvió a agacharse a tu altura. [Como prometí, lo traje. Aunque lamento los inconvenientes; los padres de esos chicos…] señaló a Kasuka y a Shizuo [… tuvieron que salir a última hora y nos pidieron que los vigiláramos]

Si Celty tuviera cabeza, jurarías que estaría sonriendo.   

–No hay problema – dijiste, apretando el borde de tu abrigo. Querías decirle que necesitabas hablar con ella, pero vacilaste; dudaste mucho.

¿Qué pasaría si te tomaba por loco? ¿O maniaco? ¿O los dos? ¿Cómo se creería algo tan descabellado como que volviste en el tiempo, catorce años atrás. Nadie, al menos, nadie con dos dedos de frente.

La Dullahan, asintió y se apartó, yendo hacia Shirou y tocándole levemente el hombro. Escribió algo en su teléfono que no lograste leer, pero tu padre pareció muy feliz luego de leerlo.

– ¿Puedes hacerlo? ¡Eso sería fantástico! 

Miraste la escena  desde donde estabas, y luego de escuchar un par de comentarios más, supiste que hablaban de comida, más específicamente, de la cena.

Suspiraste, sintiendo una pesadez enorme sobre tus hombros.

Bueno, tampoco es como si pudieras ir por la vida diciéndoles a todos los que conocías que no eras de este tiempo y que te ayudasen. Pero por primera vez, o segunda, más bien dicho; no tenías idea de qué sucedía o qué pasaba, y eso te ponía los pelos de punta. Te exasperaba; el no tener el control de las cosas; eso era algo que detestabas con todo tu ser.

Bajaste la mirada y chistaste la lengua, por alguna razón ver a Celty pululando por la cocina de la casa de tus abuelos con tu padre al lado te ponía incómodo.

No te diste cuenta de que unos pares de ojos te miraban hasta que no alzaste la cabeza.

Realmente… realmente te sobresaltaste al ver cómo Shizuo (sin aquél cabello teñido y con fracciones casi inocentes) no te quitaba la vista de encima; Kasuka hacía lo mismo, pero por el rabillo del ojo, se notaba que era educado. Shinra, él… él te miraba con la sonrisa de Chesire en su rostro; en serio Shinra. Parecía excitado, como si quisiera hacer pipí y se aguantara las ganas. No taste que parecía querer decirte algo, así que sin dacir nada señalaste las escaleras y él asintió.

Al subir los peldaños y escuchar los múltiples pasos detrás de ti, te pusiste nervioso, por alguna razón. Ni Celty, ni Shirou se dieron cuenta de que todos habían desaparecido de la cocina.

Al abrir la puerta de tu habitación, esta chirrió más de lo necesario. Shinra se metió corriendo, empujándolos a todos dentro, y cerrando la puerta nuevamente.

¿Qué?

– ¿Lo sabes, verdad? – soltó de la nada acercándose demasiado a tu rostro, sus ojos brillaban y no sabías por qué.

– ¿Saber qué…?

– ¡Lo que es Celty! ¿No es así?  

Su tono de voz detonaba que estaba súper emocionado. Sentiste dos ojos volviendo a escrutar tu cuerpo, y de reojo viste a Shizuo cruzado de brazos y frunciendo el ceño, mirándote.

Shinra carraspeó.

Te obligó a no apartar tus ojos de él.

–Yo…  – vacilaste, ¿Decirle o no que sabías que era una Dullahan…? –… sí, si se.

–Lo sabía.

¿Uh?

–Te lo dije, Shizu~o ¡Me debes cinco pasteles!

Se giró hacia él, sonriéndole victorioso. El pequeño Heiwajima se limitó a gruñir y bufar; cruzado de brazos, al fin desvió la mirada de tu cuerpo. Miraste a Shinra, luego a Shizuo, después a Kasuka, él de devolvió la mirada, tan confundida como la tuya.

Seguías sin entender nada.

– ¿Qué quieres decir con eso? – soltaste, haciendo un esfuerzo sobre humano por no fruncir el ceño, odiabas que te ignoren de tal manera.

Shirna soltó una exclamación al escuchar tu pregunta y se giró rapidísimo, sin borrar la sonrisa que tenía en su rostro.

–Bueno…  – comenzó –… cuando Celty me dijo que viniste a casa para verme, supuse que sólo querías verla a ella, al principio pensé que se trataría de una especie de confesión de amor hacia ella, pero al verte puedo deducir que para nada es eso  – rió –. Por lo que, aposté con este chico – apuntó a Shizuo – que seguramente eras algún tipo de fenómeno-monstruo-paranormal atrapado en nuestra realidad, y por eso, querías hablar con ella.

Alzaste las cejas y viste como Kasuka suspiró deteniendo a Shizuo antes de que golpease al futuro médico por haberle señalado de forma tan grosera. Pero por un momento, sólo un segundo, quisiste no pensar en nada y analizar las palabras de Shinra. Había hablado muy rápido, ¿Acaso te habías perdido de algo?

–Entonces, ¿Qué eres?

– ¿Disculpa?  

 – ¿Qué clase de cosa eres?

–Qué hiriente… y desubicado.

Frunciste la nariz como si hubieras olido fruta podrida y negaste con la cabeza. Tan, tan Shinra. En efecto: tonto, espontaneo y más tonto aún, cinco veces peor que le mayor, si cabe mencionarlo. Antes de que pudieras decir algo más, una voz familiar hizo que te estremecieras; y de repente, te sentiste como si estuvieras viviendo otra línea de tiempo…

No me gusta.

… tu estómago se revolvió.

Por un momento te preguntaste si realmente tenías diez o habías viajado a tus dieciséis. Pero no, seguías teniendo el cuerpo de un niño de diez.  Giraste la mirada, consternado, hacia el niño que te miraba frunciendo el ceño y haciendo muecas, aquél de cabello castaño y ojos miel.

– ¿No te gusta? – Shinra fue el primero en hablar, cortando el momento de raíz.  

Sabías perfectamente que no podía ser lo mismo; era imposible. Pero tu cuerpo tembló, recordando perfectamente lo que le seguía a aquella frase. Aquella fuerza seguía grabada en tu interior, las heridas invisibles seguían ardiendo; aunque tu mente le ordenaba a tu cuerpo mantenerse sereno, él no respondía.

Dejaste de respirar cuando su frente se arrugó más.

Apretaste las manos cuando separó los labios, y casi diste un paso para atrás cuando habló.

¡Contrólate!

–No me gusta su apariencia – soltó con desdén chasqueando la lengua –. Es un completo extraño que sabe tu nombre, dirección y cosas sobre Celty, sencillamente: no me gusta.

Tu cuero lo esperó.

Lo espero, lo esperó…

… pero no llegó.

El golpe no llegó.

 

 

 

 

 

[…]

 

 

 

 

 

[Recordatorio, recordatorio]

[Evento importante]

[07 de abril de 2002: el último día en que respirará]

[Término: 06 de marzo de 2002, 00:00 hs]

Deslizó el dedo por la pantalla del celular, y apagó la alarma; sonriendo.

Sonrió, sonrió y sonrió. 

 

 

 

[...]

 

 

 

[28 días, 24 horas y 59 minutos]

 

 

Notas finales:

Espeero que les haya gustado el capítulo, espero tener una continuación para antes del lunes, o entre el martes-miércoles. 

Gracias por leer, disfrutar y comentar. 

Espero leerlos pronto! 

Nos vemos!! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).