Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reinicio por scienceFragile

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Holaa~! 

Un día de retraso, nada de que preocuparse (?)

¡Agradezco de todo corazón los reviews tan lindos que me dejan, y las visitas! Realmente me agrada escribir en sí, pero hacerlo para ustedes es genial. Lo adoro. 

Este capítulo es más corto que los anteriores (aunque no lo parezca) y pueeede ser que para algunos sea confuso. Pero no mucho, todo tiene su vuelta (?) 

Espero poder leer sus oponiones acerca que esto ~. Lo estoy ansiando. 

Sin más, espero que les guste este capítulo

¡Gracias por leer! 

 

–Hombre lobo. 

–No lo… 

–Un fantasma.

– ¡No eres un fantasma! Vaaamos, dímelo ~

–Vampiro.

–Por favor…

–Viajero del tiempo. 

 – ¿Dejarás de tomarme el pelo? Eww… 

No sabías que sentir cuando soltaste la verdad sin haberlo pensado mucho. Tampoco sabías que reacción estabas esperando, pero la reacción de Shinra fue completamente lógica, más aún cuando habías mencionado todas las criaturas míticas que conocías.

No sabías que clase de reacción querías que Shinra tuviese, pero querías que reaccionara.

Que se diera cuenta.

Que te ayudara.

Que te aliviara un poco el estrés que estabas sufriendo, justo en ese momento.

Pero nada de eso pasó.

– ¿Tú…?

Y todo se volvió negro.  

 

 

 

Capítulo III

 

  

[- Lunes 08 de abril de 2002 -]

 

Despertabas, abrías los ojos.

La cabeza te explotaba.

Sentías como si tu cuerpo fuera pasando por una prensa y que esta comprimiera todos tus huesos hasta hacerte chillar; gritabas, te quejabas, nadie te oía.

Mirabas hacia todos lados, buscabas algo; pero de repente pensabas: ¿Dónde estoy?

El dolor de cabeza volvía, más fuerte. Te mareabas y los oídos te zumbaban, escuchabas un pitido constante que hacía doler tus oídos. Mientras escuchabas pisadas lentas subir las escaleras, dejabas que tus párpados se cerrasen.

Estabas perdido, muy perdido.

¿Dónde estabas?

–Izaya…

 

 

 

[ - ]

 

 

 

– ¿Cómo pudo pasar esto…?

¿Eso era una mano acariciándote…?

– ¿Izaya? ¿Cariño? 

Suspiró.

–Tengo que ir a trabajar… no te sobre esfuerces, ni si quiera intentes levantarte.

No pudiste contestar, y volvió a suspirar.

–Shirou vendrá más tarde, mejórate, ¿Sí?

Ya no había ninguna mano acariciándote.  

 

 

 

[…]

 

 

 

Sólo pudiste abrir los ojos cuando el sol comenzaba a oscurecerse.

Te habías levantado tan rápido de la cama que te marease y tuviste que contener las ganas de vomitar.

¿Dónde estoy?

Sentiste el cuerpo pesado, y caliente. Miraste hacia los lados con pereza, y frunciste el ceño al ver juguetes esparcidos por repisas, y muchos libros. ¿Acaso las pareces estaban pintadas de verde claro? ¿Cuándo habías pintado tu departamento de verde? ¿De qué te habías perdido?

¿Esto es-…?

Gritos.

Gritos contenidos.

¿DESDE CUANDO ERAS UN NIÑO?

¿… un peluche?

Casi te caes al piso del asombro, saltaste de la cama, literal y sentiste como el mundo se te venía abajo. Pero algo te detuvo de gritar. O fue la mirada que le te lanzaba aquel peluche desde el borde de tu cama, o fue el teléfono que golpeó tu cabeza, que estaba escondido debajo de la almohada.

Y sentiste una oleada de vergüenza subir a tus mejillas.

Sí, claro. Estabas en una especie de viaje-astral en el tiempo para hacer el bien u otro argumento de película de mala calidad que aún no terminabas por entender. ¿Cómo podías haberte olvidado de aquello?

Abriste el teléfono tan rápido como lo viste.

El contador seguía su curso sin detenerse.

 

[28 días, 05 horas, 02 minutos]

 

¿Qué?

¿Había pasado tanto tiempo?

¿Por cuánto estuviste dormido?

Y entonces, escuchaste pasos subir por las escaleras; te asustaste. Rápidamente metiste el teléfono debajo de la almohada y volviste a acurrucarte debajo de las mantas.

– ¿Izaya…? – Esa voz… ¿Shirou? – ¡Estás despierto!

Entró como un rayo, pero con sigilo. Se agachó a la altura de la cama y apoyó una mano sobre tu frente. Quisiste preguntarle qué estaba por hacer, hasta que sentiste la diferencia de temperaturas de ambos cuerpos. Así que estoy enfermo, pensaste, ¿Cuándo había pasado aquello?

–Qué alivio… –murmuró, mirándote como si fueras agua en medio del desierto –. Estaba a pasos de llamar a Kyoko porque no despertabas, ¡Me tenías súper estezado! – se encogió de hombros, suspirando –. Me alegro mucho de que estés mejor.

Lo miraste, sin saber que decir.

Sentías el impulso de comenzar a bombardearlo con preguntas sobre la noche anterior, pero sabías que eso se vería extraño, mucho más extraño de lo que ya era haber traído a cuatro desconocidos a la casa.

Así que mantuviste la boca cerrada, y sólo te limitaste a asentir.

Shirou en cambio, sonrió abiertamente parándose.

–Debes estar hambriento, iré a traerte un poco de té y comida, ¿Te parece bien?

Asentiste, él volvió a sonreír.

Salió de la habitación sin decir nada más, pero por la forma de caminar se le notaba relajado. Más relajado que cuando entró.

Cuando desapareció por el umbral, en seguida volviste a meter la mano debajo de la almohada y meraste la pantalla.

 

[28 días, 04 horas, 57 minutos]

 

Ahí, encima del cronómetro, ¿Eso era un mensaje?

Exhalaste, por un momento te habías olvidado de respirar.

Tus manos comenzaron a sudar y el dolor de cabeza se intensificó. La pantalla del teléfono brillaba mucho comprado con la penumbra que había en la habitación.

Sí, había un mensaje.

Un sobre sellado brillaba encima del cronómetro, en color rojo. Por un momento tus manos temblaron, y tu vista fue a parar a la batería del aparato, sorprendentemente, estaba llena.

¡Nuevo mensaje!

Asunto: Fut-…

–Sólo había té verde, espero no te moleste.

Metiste el teléfono entre las cobijas.

–… está bien.

Tu voz sonaba horrible, al ver el agua teñida de verde y sentir su calor en las palmas de tus manos, fue ahí cuando notaste la sed que tenías; y lo seca que estaba tu garganta. Mientras el líquido pasaba por ella, no pudiste evitar preguntarte:

¿Qué pasó anoche?

 

 

 

[ - ]

 

 

 

Shirou primero te miró comer parado, después se sentó en el suelo e intentó entablar una conversación.

Sí, no tenían nada en contra de tu padre-no-padre-todavía, pero de tu cabeza no podías sacar ese mensaje que brillaba en la pantalla del teléfono: aquel en tonos rojos. Podría ser importante… porque, ¿Quién podría saber tu número de teléfono si en esta línea del tiempo  ni si quiera lo habías comprado?

La cabeza te dolía cada vez que intentabas indagar en el tema así que rápidamente lo dejaste concentrándote en comer lo que tenías delante. Aunque fuera una simple sopa de fideos, tenías que admitirlo: Shirou cocinaba de maravilla.

– ¿No te duele nada, verdad? – preguntó, con la barbilla apoyada sobre la palma de su mano. Estaba encorvado. 

Negaste con la cabeza sorbiendo algunos fideos, estaba tan delicioso que no querías parar para hablar.

–Que bien… – canturreó, con los ojos cerrados –. Cuando te desmayaste de la nada, a Kyoko casi le da un infarto. Estabas volando en fiebre.

Le miraste de reojo, sin querer que notase que estabas realmente interesado en que hablara de por qué estabas durmiendo sobre la cama si ni si quiera te acordabas de  haber entrado en ella.

Así que me desmayé por tener fiebre… sí, era aceptable…

Habías estado todo el santo día – a la madrugada también – en el balcón, mientras nevaba, con apenas una manta encima. Sí, tenía todo el sentido del mundo. Si tu madre llega a enterarse de que te enfermaste por estar en el balcón con ese tiempo… seguro y se te caía el cielo encima, literal.

Pero, si te habías desmayado, ¿Qué pasó con Shinra y Celty? ¿Y Shizuo? ¿Y Kasuka?

¿Se habían ido sin más?

Nghn…

– ¿¡Izaya!? –  Shirou se levantó a tiempo para agarrar el tazón con fideos antes de que se derramara – ¿¡Estás bien!?

Duele

¡Duele!

–Recuéstate, ¿Qué pasa? ¿Qué te duele?

Sentiste una mano posarse firmemente en tu hombro y como fuiste tendido en la cama. Oías las palabras que te decía tu padre, pero todo se escuchaba distorsionado. Un fuerte chirrido rompía tus oídos y cabeza.

– ¡Recuéstate, buscaré medicamentos!

– ¡Argh!

Izaya…

¿¡…!?

… Orihara.

¿Eso… era una voz? ¿Estaban llamándote? ¿A ti? Una voz femenina… ¿Manami?

–No respira… Kine-san.

–Aún falta para el hospital… maldición, ¡Oi, Izaya!

Manos, manos movían tu cuerpo y sentías dolor. Mucho dolor. ¿Estabas de nuevo en el auto con Manami y Kine? No, no estabas ahí. Intentaste mover tus manos, pero no podías. Sentías una brisa golpearte el cuerpo, y ya no estabas acostado sobre la cama. ¿Qué estaba pasando?

Las voces de Kine y Manami resonaban en tus oídos, distorsionadas. Era diferente a cuando estabas yendo por la autopista… se escuchaba diferente. Como si no estuvieran presentes.

Orihara Izaya.  

Sentiste tus párpados pesados.

Los oídos aún te zumbaban, y nada se sentía claro. Era como si tu cuerpo flotara de lo ligero que se sentía, pero no estabas sobre la cama, tampoco parado, o acostado. No sentías nada en absoluto, sólo aquél molesto e irritante zumbido; y tus párpados se sentían como si fueran  dos puertas pesadas de madera, eras incapaz de abrirlos o de mover tu cuerpo. Como si estuvieras paralizado.

–Orihara…

Sólo escuchabas el zumbido en tus oídos, como si fuera el rumor de las olas del mar golpeando contra la costa.

–… Izaya

Pronto, no escuchaste nada.

Ni el zumbido, ni el rumor de las olas, ni la nada misma.

Como si cayeras en un profundo, profundo sueño.

 

 

 

 

 

 

[- Domingo 07 de abril de 2002 -]

 

[29 días, 05 horas y 36 minutos]

 

–Ese niño…  está haciendo todo mal.

Caminó por la habitación moviendo sus caderas con gracia, que casi parecía flotar. Posó su dedo índice sobre la cama de Izaya, donde este dormía, abajo, en la cocina, todo era un alboroto y se escuchaban gritos, y gritos, y gritos…

– ¿Qué debería hacer contigo?

Tiró su cabeza hacia atrás doblando su cuello de forma que parecía dolorosa y su blanco cabello que caía desde su cabeza hasta el piso y se amontonaba sobre las tablas de madera, se movió con ella.

Sus largos dedos delinearon el rostro hirviendo del niño, y sus largas uñas pintadas de rojo contrastaban contra su blanca piel.

–Aún no has empezado a divertirte.

Le habló una voz a sus espaldas, pero ella ni se inmutó.

Sonrió, y su sonrisa pareció abarcar todo su rostro. Desfiló sus uñas sobre la piel delicada de Izaya, y mientras más bajaba por sus mejillas, más hundía sus uñas en su carne. Se preguntaba…

¿Qué tan roja sería su sangre…?

 Hundió sus uñas, las hundió, poco, después un poco más, más… más.

–No creo que debas hacerlo.

Abrió la boca para protestar; pero no pudo decir palabra cuando la puerta se abrió de repente, y Kyoko entró corriendo hacia la cama donde Izaya dormía.

– ¿¡Izaya!?

Kyoko al entrar sólo vio a Izaya tendido en la cama.

No había nadie más en la habitación.  

 

 

 

[¿…?]

 

 

 

– ¿Hablarás con él?

–Será entretenido.

–Lo arruinarás.

–Ya está arruinado.

–…

–Lo haré.

–Lo sé…

 

 

 

 

 

[- Lunes 08 de abril de 2002 -]

 

[28 días, 00 horas, 15 minutos]

 

Abriste los ojos.

Los abriste gigantes.

Escuchabas gritos, aullidos de dolor.

Llanto, frustración, tristeza, locura…

Autos. Muchos, sangre por todos lados y unas fuertes manos golpeándote.

Adolescentes, internet, bandas de color y un informante.

¿Un informante?

Risas, juegos, soledad y dolor.

Escuchabas llantos desamparados, y una risa opacándolos desde el fondo.

Cada vez más y más oscuridad…

–Orihara Izaya.

 

[28 días, 00 horas, 10 minutos]

 

Viste un edificio y nueves de tormenta, sentiste ventarrones y pronto te congelaste. Frío, hacía frío, y no veías nada. Todo estaba en completa oscuridad, sin ninguna luz que alumbrara nada.

Una vela se prendió a lo lejos.

Miles de velas.

– ¡Bienvenido…!  –  te dijo, te lo dijo a ti. Alzó los brazos con gracia y sonrió.

Escuchaste un tecleo constante.

Punzadas de dolor.

Olor a tierra húmeda y moho.

Voces hablaban en susurros y el zumbido se metía en tus oídos sin que pudieras hacer nada.

Cuchillos, muchos cuchillos y papeles.

Televisión, documentales y libros.

Persecuciones.

Shizu-chan.

¿Shizu-chan?

 

 

[28 días, 00 horas, 06 minutos]

 

Una rusa.

Llanto, un hospital.

Nervios, nervios, nervios.

Bebés, gemelas.

Una boda.

Peleas.

Shizuo. Shizu-chan.

Una rusa.

Una luz y un golpe. Un cuchillo y dolor.

Segundos.

[28 días, 00 horas y 03 minutos]

 

– ¡… a tus recuerdos! – las miles de velas desaparecieron flotando como luciérnagas que irradiaban una luz roja. 

Todo se iluminó.

Y sólo viste espejos. Millares de espejos, donde estabas reflejado tú. Debajo de tus pies, en el cielo, a tus costados, adelante y atrás. Todo cubierto de espejos grandes, chicos, mediados, cuadrados y redondos. Parados, acostados y flotando. Algunos rotos.

Eras tú, tú de niño, bebé, adolescente y adulto.

Tú, ahora.

El auto se detuvo.

Tu cuerpo se zarandeó entero.

Viste un teléfono, y un mensaje de fondo.

¿Quieres volver a intentarlo?

Sentiste frío.

Escuchaste gritos.

Y luego, todo fue vacío.

 

[28 días, 00 horas, 01 minuto]

 

 

 

 

 

[...]

 

 

 

 

[- Martes 09 de abril de 2002 -]

 

Asunto: Futuro.

Kami-sama es piadosa.

¿Realmente piensas que vas por buen camino, posible informante de Shinjuku?

 

 

 

 

…:::[~*~*~*~*~*~*~*~]:::..

Le agradecemos de todo corazón haber contratado el servicio de resolución de problemas más eficaz que existe en el mundo entero. Kami-sama se hará cargo de su pedido, a través del reinicio.

Tu problema será eliminado en breve. Fecha límite: domingo 05 de mayo.

¿Desea salir del foro?

Sí – no

…:::[~*~*~*~*~*~*~*~*~]:::…

 

 

 

 

 

[27 días, 23 horas y 59 minutos]

 

 

Notas finales:

Planeo tener una continuación para dentro de poco. Para el domingo, porque mi viernes y sábado estan llenos. Aunque con suerte podré desvelarme el sábado y subirlo. 

Sí, puede que haga aquello, jaja. 

¡Espero que les haya gustado~! 

¡Nos leemos pronto! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).