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Para ti, senpai. por yiya

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Notas del capitulo: Hola a tod@s! Muchas gracias a los que leyeron el primer cap de este fic y perdón por la demora. Pero aquí está el segundo!

Agradecimientos especiales a Hideyoshi, Sarynessa y Lalola, este cap va dedicado a ustedes.
La desesperación alcanza niveles desconocidos cuando un grupo de colegialas bloquea mi vista. Me abro paso sin importarme a quién empujara para llegar a ellos; pero es demasiado tarde, el desconocido ya se aleja para perderse entre la multitud. Ritsu lo ve irse con un sonrojo en su rostro y una mirada nostálgica en sus ojos, que es un golpe fulminante a mi corazón.
-¡Onodera! -mi voz sale destilando una furia que hubiera querido reprimir, y mi castaño gira... Gira a verme con sus esmeraldas rebosantes de sorpresa y temor. Y siento miedo.
Me aterroriza lo que esa mirada significa. ¿Es una confirmación? ¿Una aceptación de culpabilidad? ¿Qué es lo que Onodera oculta?
No quiero saberlo, no quiero darme por enterado de que algo malo pasa. Por eso debo fingir, porque no se qué más hacer en este momento para no desmoronarme.
-¿No te dije que me esperaras? -mi voz trata de sonar lo más natural posible, sin embargo el conserva una expresión de inquietud.
-¡T-Takano san! T-tú, ¿hace cuánto... estás aquí?
Detecto expectación y nerviosismo, lo noto claramente, he aprendido a reconocer cada una de sus expresiones.
No quiero saber, por favor. No quiero que Ritsu me explique cómo comenzó a sonrojarse por alguien que no soy yo, cómo fue capaz de dirigirle esa mirada a aquel extraño, y permitir que lo tocara de esa manera. ¿Lo habrá besado? ¡Maldición! Parte de mi quiere cerrar los ojos y fingir que nada pasó, pero sin embargo no puedo reprimir los interrogantes que destrozan mi cabeza.
Pese a mi miedo de conocer la verdad, siento unos deseos incontrolables de correr en la dirección en la que ese tipo desapareció y exigirle explicaciones, enfrentarlo, partirle la cara, amenazarlo de muerte con tal que se aleje de mi castaño.
Porque es mío. ONODERA RITSU ES MÍO, no puede ser de nadie más. No después de todo lo que hemos pasado. No después de haber conocido el limbo durante una eterna década, en la que se me forzó a vivir sin la mitad de mi alma.
Onodera no puede alejarse de mi, pues me pertenece. Por eso ignoraré al resto del mundo; las evidencias, las verdades, la realidad. Sólo veré por mi castaño, el resto; el dolor, las dudas, la decepción, la frustración y la tristeza, quedarán ocultos el lo más profundo de mi ser, porque en este momento no son más que un obstáculo en nuestra relación.
No puedo evitar sentirme cobarde, pero mi corazón siempre fue así, un miedoso di remedio que clama por la compañía de una sola persona para disipar sus temores. La persona que en este momento espera una respuesta.
- ¿Eh? ¿De qué hablas? Acabo de llegar, apenas y te alcancé. Pues al parecer tenías tanta prisa que ni siquiera pudiste esperar los diez minutos que me demoré en llamar a la imprenta.
Ritsu no puede disimular un suspiro de alivio. Intenta responder a mis reclamos, pero el tren hace su arrivo y ambos subimos en un pesado silencio. Bueno, pesado para mi, porque Onodera no se encuentra realmente aquí. Creo que si yo me esfumara de su lado en este instante el nisiquiera lo notaría, así de ensimismado está. ¿Pensará en él?
El tren está lleno, por lo que él se sostiene de uno de los asientos y yo de la barra que se encuentra sobre su cabeza. Clavo la mirada en el distraído castaño a pocos centímetros de mi. Quiero que me note, que me dedique una de esas avergozadas miradas de reproche que acostumbra ofrecerme cuando descubre la pasión que desbordan mis ojos al posarse en él. Pero eso no sucede, Ritsu no voltea hacia mi en todo el viaje, y mis pocas esperanzas comienzan a resquebrajarse dolorosamente.
Onodera no es consciente de la impotencia y la furia que causan estragos en mi interior cuando desciende del tren y, como si acabara de recordar que no viene solo, comienza a buscarme con la mirada. He quedado unos pasos detrás, tal vez con la última ilusión de que finalmente me note, y él lo ha hecho. Me mira con ojos curiosos y la cabeza algo ladeada, un gesto realmente adorable que hace que apresure mis pasos en dirección a aquel dulce tormento. ¿Qué tan masoquista debo ser?
Llegamos al edificio y al bajar del ascensor pienso en arrastrarlo a mi apartamento y hacerlo completamente mío. Me meteré hasta debajo de su piel si es necesario para no separarme jamás de él, pero su voz me detiene.
-Takano san, ¿podemos hablar?
Esto no me gusta nada, por favor Ritsu, que no sea lo que estoy pensando. No hagas que me arrepienta de haber confiado en ti. No me arrebates la mentira que me he forjado para fingir que nada malo sucede. No te lleves lo poco que me queda de cordura.
-Eso es raro viniendo de ti. ¿Qué sucede? ¿Quieres estar a solas conmigo?
Sonrójate, ponte nervioso, hazme creer que aún despierto algo en ti.
-Por favor, ¿puedes pasar a mi apartamento Takano san?
La seriedad en sus palabras y su rostro indescifrable helan cada uno de mis poros.
Al entrar a su casa no puedo contenerme más. Lo tomo de las muñecas estrechandolo con mi cuerpo contra la puerta.
-Tu no me dejaras Ritsu. Tú eres mío, jamás te dejaré ir. Por nadie, ¿me oyes?

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