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La vida después de la muerte y traición por Kyrunikuran

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Notas del capitulo: hola a todos esperó que le ayan gustado la autora esta complacida

sólo les recuerdo que este fic no es mío el nombré de la autora original esta en el primer capítulo

gracias y chao
que todo comenzó, y, mirando alrededor, Harry sonrió con satisfacción. Finalmente había terminado, todo está en orden, tenía a Teddy en sus brazos y miró a los hombres que estaban poniendo el letrero de su tienda; era de un color azul y verde, iguales a los del interior. Había pensado mucho en un nombre adecuado para su establecimiento, había descartado los nombres obvios y tontos que quería usar. Como por ejemplo "la guarida de los Merodeadores", "pastelería Potters" o "pastelería Forks", pero en lugar de eso se había decidido con un nombre simple. Harry puso a Teddy en el piso al ver que luchaba por bajarse.
Animus
El nombre era en latín, y significaba muchas cosas: coraje, aliento, alma de vida, sentimiento, orgullo, pasión, vehemencia, sensibilidad, intención, espíritu, voluntad e intelecto.
Puede que no tuviera nada que ver con la pastelería, pero sí que significaba algo para él, y eso era lo único que le importaba, al fin y al cabo. Era una forma de honrar a su madre, a su padre, a Severus y todos aquellos que murieron para que la siguiente generación tuviese un futuro mejor. Nadie se había sacrificado más que él, excepto Severus. Se estremeció al pensar como lo había hecho, logrando continuar en los peores momentos de la guerra, fingiendo ser alguien que no era, pensar en ello, hacia que su respeto por su maestro creciera drásticamente. Las ciervas, en ambos lados, representaban a su madre y su maestro de pociones. Había pensado en usar un ciervo macho, pero se decidió por la cierva de Severus. Sin él, no habría sido capaz de vencer a Voldemort.
Teddy se estaba aburriendo rápidamente de estar allí — ¿Puedo comer una galleta, Harry? ¿Por favor? – pidió el niño de 5 años, rogando con su linda carita y sus ojos ámbar.
—No tengo galletas preparadas, Teddy – dijo Harry, viendo la cara triste de su ahijado — ¿Por qué no vamos y hacemos unas, te gustaría eso? – a Teddy le gustaba ayudar a Harry, y especialmente cuando se trataba de comer las galletas; además, él no engordaría, no importaba lo mucho que comiera. Es probable que tuviera algo que ver con su gen de lobo transmitido, y aunque nunca se convertiría en hombre lobo, aun así tenía algunos efectos. Después de todo, Remus era su padre.
—¡Sí! – se animó Teddy, sonriendo ampliamente, le gustaba ayudar a hornear a Harry, porque era divertido y, sobre todo, sucio.
—Entonces, ¡vamos!. – se rió Harry, con los ojos verdes brillando intensamente con emoción; él amaba a su ahijado más que a nadie en el mundo.
Dejó que los chicos acabaran y entró con una gran sonrisa en sus labios a cocina, ahora terminada, respirando el aroma nuevo. Realmente le encantaba trabajar con comida, le relajaba y emocionaba cocinar. Era probablemente, la única cosa que no le importaba hacer para los Dursleys; siempre que no se equivocara, por supuesto, a nadie le gustaba ser golpeado por cualquier instrumento de cocina que Petunia tuviera a su alcance. Tomando el delantal que colgaba junto a la puerta, se lo puso antes de llamar a su pequeño ahijado.
—¡Arriba! – dijo Harry subiendo a su ahijado a una silla, de esa forma podría ver por encima de la mesa y ayudarle. Teddy le sonrió y se quedó quieto mientras Harry le ponía un delantal; no es que le importara mucho, después de todo, cualquier lío, podía desaparecer mágicamente.
Harry tomó una gran lámina para hornear y comenzó a reunir los ingredientes necesarios para hacer galletas. Quería que los chicos se llevaran un regalo a casa, después de todo, era su último día. Tanto Jacob como, Quil, Embry y Seth, habían estado trabajado muy duro, y todos ellos le habían agradado. Pensaba preguntándoles si querían trabajar en la pastelería, como friegaplatos después de la escuela.
—¿Qué tipo te gustaría hacer, Teddy? – le preguntó Harry mientras ponía todo sobre la mesa. Retomó su camino al horno y lo puso a la temperatura correcta, dirigiéndose de nuevo a su ahijado.
—¡Galletas de chocolate! – dijo Teddy saltando con entusiasmo en su silla.
—Ten cuidado… – le advirtió Harry, haciendo que su ahijado parara de saltar de arriba a abajo; no iba a mandarlo de vuelta con un hueso roto o contusiones.
—Lo siento, Harry – dijo Teddy haciendo pucheros.
—No quiero que te caigas Teddy, así que no lo vuelvas a hacer ¿de acuerdo? – le dijo en voz baja pero seria para lograr su cometido.
—Vale. – dijo Teddy asintiendo con la cabeza, impaciente por las galletas.
—Está bien. – dijo Harry, poniendo un plato delante de Teddy, junto con un tamiz. – Ahora vamos a mover la harina... ahora el bicarbonato de soda, eso es todo, bien hecho... y ahora un poco de sal. Terminamos, déjalo a un lado. – Teddy hizo lo que le dijo.
Después de mezclar todos los ingredientes, agregó un ingrediente mágico que ayudaría a mantener el apetito de los cambia-formas (y el de su ahijado, pensó sin diversión) lleno durante más tiempo.
—Vamos a añadir el chocolate. – dijo Harry entregando a su ahijado el pequeño tazón de trozos de chocolate. Con una cuchara de madera lo mezcló suavemente, hasta que estuvieron listas para hornear.
—¿Sabes lo que pasa después? – le pregunto Harry probando a su ahijado.
—¡Congelador! ¡Congelador! – cantó Teddy.
—Así es, bien hecho. – sonrió Harry con orgullo.
Luego comenzó a sacar porciones con una cuchara, tratando de que tuvieran el mismo tamaño; cuando terminó, cubrió la bandeja con papel y la llevó al congelador para que se endurecieran un poco. También ayudaba a que el chocolate no se arruinara mientras las galletas se horneaban.
Mientras esperaba a que se enfriaran, comenzó a preparar más galletas con su ahijado, estos eran de chocolate blanco en su lugar. La siguiente era de avena y pasas, y las últimas de chocolate negro. Empezó a ponerlas en el horno una vez que se habían enfriado el tiempo suficiente, y un hermoso aroma rodeó la cocina y flotó a través de sus instalaciones. Harry amaba ese olor, así es como un hogar debería oler en su opinión.
—No te acerques demasiado, Ted. – dijo Harry mientras vertía lavavajillas en el fregadero y empezaba a lavar los platos. Cuando terminó y secó el estante, procedió a limpiar su nuevo sitio de trabajo, pues era vital mantenerlo limpio. Los clientes podían enfermarse si su lugar de trabajo no se mantenía limpio adecuadamente; era algo que había aprendido de Antonio, su jefe mientras estudiaba en París.
—¿Harry, porque está oscureciendo? – preguntó Teddy con el ceño fruncido, poniendo atención ahora al exterior.
—Hablaré contigo sobre eso más tarde, Teddy. – dijo Harry con voz grave, usando ese tono que utilizaba cuando estaba cerca de Muggles y hablaban de la magia. Teddy se dio cuenta de eso, pues se limitó a asentir y comenzó a mirar de nuevo sus galletas en el horno. —Retrocede un poco, Teddy, está demasiado caliente para que me ayudes. – dijo Harry, cogió los guantes y sacando las enormes bandejas, y las puso en los estantes de refrigeración que tenía. Lo bueno de las galletas es que eran tan delgadas que no tardarían mucho en enfriarse. Una vez hecho esto, volvió y apagó el horno, no quería correr el riesgo de que sucediera algo, no es que fuera a pasar, solo quería prevenir que tales cosas pasaran en sus instalaciones.
— ¿Están listas ya? – preguntó Teddy con impaciencia.
—Casi, ¿quieres algo de leche con las galletas? – le preguntó Harry, distrayendo deliberadamente a su ahijado durante unos minutos.
—¿Leche con chocolate? – preguntó Teddy con ilusión.
—Solo tengo leche normal aquí abajo, Teddy. – explicó Harry, caminando hacia la nevera y sacando la leche.
—Vale. – dijo Teddy sonriendo, Harry tiene leche con chocolate en casa, bueno, al menos podía beberla cuando volvieran.
Harry vertió la leche en un vaso pequeño y se lo pasó a Teddy, devolviendo la leche a su lugar en la nevera. Una vez hecho esto, tomó unas cajas y empezó a colocar diez tipos de galleas diferentes en cada una de ellas, llenándolas todas en poco tiempo, y el resto, en un plato grande para que Teddy pudiera elegir.
—Aquí tienes. – dijo Harry, y tomando un pequeño plato agarró unas cuantas galletas para Teddy y se sentó feliz, viéndolo comer.
—¡Harry, ya hemos terminado! – gritó Seth muy satisfecho.
—Quédate aquí, Teddy. – dijo Harry, y mientras iba a su encuentro, notó que todo estaba preparado: las mesas y sillas en su lugar, los dispensadores de servilletas estaban preparados, las tazas, platos y vasos también en su lugar, y por supuesto, una gran caja de pajitas justo al lado. Los manteles cubrían las mesas, y tenían el nombre de la tienda y un ciervo en ellos. Lo único que faltaba eran flores; debería ir al vivero y comprar varios pequeños ramos de lirios.
—Bien hecho, chicos. – dijo Harry, asintió con satisfacción, y pasó por detrás de su nuevo mostrador; tomó cuatro sobres, se los entregó, era el salario que los chicos habían ganado– Les hice unas galletas, espero que las disfruten.
—¡Qué bien huelen!–exclamó Seth, haciéndolo parecer mucho más joven que los otros.
—Lo sé, mi ahijado está de acuerdo. – sonrió Harry, no habiendo visto la mirada de asombro de los otros cuatro cuando olieron a su ahijado la primera vez. Cuando lo vieron habían estado confundidos y sorprendidos, además, sus ojos… ¡Eran de color Ámbar! Les recordaba a los Cullen, pero no era posible, ya que Teddy respirada y estaba vivo. No había duda, Teddy Lupin iba a ser la comidilla de la tribu esa noche.
— ¿Cómo se llama? – le preguntó Jacob con curiosidad.
—Teddy, Teddy Lupin. – contestó Harry con una sonrisa triste en su rostro cuando mencionó el apellido. Hizo que los chicos se preguntaran lo que le había ocurrido a Teddy al notar a Harry tan triste.
—Suena británico, ¿toda la familia también se mudó aquí? – preguntó Seth con curiosidad mientras abría la caja y comenzaba a comer las galletas gimiendo de placer al probarlas. Si pensaban que Emily era buena cocinera, no era nada comparada con Harry, por otra parte, Harry era un pastelero, tenía sentido que supiera mejor.
—Algo así. – dijo Harry con obvia ironía, no quería hablar de ello. – Gracias por su duro trabajo, si necesitan una referencia, no duden en llamarme.
—Gracias Harry. – dijo Jacob. Tan solo cuando abrieron el sobre, notaron que habían conseguido 50 dólares de más cada uno, era demasiado, sin duda. Harry les había dado un bono, por lo que estaban muy agradecidos.
—No hay problema. Disculpen. – dijo Harry, volviendo con su ahijado – ¿Cuántas has comido? – le preguntó, evaluando a su ahijado con la mirada.
—Em… ¿cinco? – dijo Teddy, mirándolo inocentemente.
—Hmn… – contestó Harry, negando con la cabeza divertido – Acompáñame, tenemos que hacer una última cosa antes de poder cenar.
Teddy miró a Harry con curiosidad, ¿la cena? ¡Ni siquiera habían almorzado! Y eso que era de noche. Parecía que había olvidado que se habían sentado y comido 7 grandes galletas de chocolate, sin embargo, no dijo nada, y en poco tiempo, estaba sentado en un asiento de seguridad en el Peugeot de Harry.
—Ya hemos llegado, vamos. – dijo Harry, abriendo la puerta para que Teddy saliera. Pensó que hace apenas una semana necesitaba ayuda, pero sacudió la cabeza alejando ese pensamiento nostálgico, cerró su coche y caminó hacia el centro del jardín. Después de caminar durante cinco minutos, por fin encontró un bonito ramo de flores.
Las tomó con cuidado ¡Eran unos botones de lirios que aun estaban cerrados! El olor era fresco, justo lo que necesitaba. Asintiendo con la cabeza, retrocedió, tropezando con alguien, se giró para disculparse – Lo siento. – dijo, contemplando un hombre pálido, ojos ámbar… un vampiro, pero no era cualquier vampiro; éste se alimentaba de la sangre de animales. A veces, ser el Maestro de la Muerte era bueno, no necesitaba ser curioso sobre algo, ya lo sabía todo.
—No hay problema. – dijo el vampiro sonriéndole compasivamente.
…l también cogió un ramo de flores, sin duda para su esposa, pensó Harry al ver el anillo en su dedo. Llevaba una bata de médico, y su tarjeta de identificación leía: "Dr. Carlisle Cullen". ¿Un vampiro que tiene un trabajo como médico? ¡Ahora sí lo había visto todo! ¿Cómo lo haría? Era un misterio para Harry. Buscando alrededor, sus ojos se abrieron como platos al notar que no podía ver a su ahijado.
Estaba a punto de entrar en un ataque de pánico cuando lo vio, balanceándose en un columpio de madera. Dejó escapar un suspiro de alivio, olvidando al vampiro, y fue directamente hacia Teddy.
—¡NO VUELVAS A HACER ESO NUNCA MÁS! – dijo Harry en cuanto llegó a su ahijado – ¡Me has dado un susto de muerte!
—Lo siento, Harry. – dijo Teddy.
—Está bien, vamos a casa. – dijo Harry, tomando a su ahijado de la mano para que no escapara de nuevo. No les tomó mucho tiempo pagar por las flores, llegar al coche y estar de vuelta en casa.
Muy a su disgusto, los fogones de la casa de Harry no funcionaban, y no tuvo más remedio que usar los de la tienda. Había preparado una comida para dos, algo que le gustara a un niño de 5 años, por supuesto. Le entregó la cena a su ahijado, ya habiendo explicado la diferencia de horario para él. Puso salsa, sal, pimienta y otros condimentos para acompañar la cena en la mesa. Estaban comiendo en una de las mesas de la tienda, las persianas estaban cerradas, no quería que nadie se asomara por curiosidad mientras comían. Regresó a la cocina para poner las vasijas y cacerolas utilizadas en el fregadero para lavarlas, tomó un tenedor y estaba a punto de coger su cena…
Pero antes de que se diera cuenta, alguien lo agarró por detrás y con un gruñido salvaje dijo. – "Mío" . – gruñó en su oído. Estaba atrapado entre el mostrador y el fuerte pecho del vampiro, y no tenía escapatoria.
Notas finales: bueno chicos les tengo una mala noticia ni el sábado y domingo boy a poder subir



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pero no se afanen que .que su querida kyrunikuran les subirá los capítulos de 3 días .vale chao cuidesen besos

si van aculpar a. alguien culpen a mi adorado hermano menor
( abeses deseo ser hija única) que me echo a. botes diciendo que me mandaron a rectoría porque no prestaba .atención por joder con la table.

me la quitaron y el portátil también T-T .
pireso bregue hoy .en subir esto capis me tocó del velilar

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