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The Only One [TaeTen] [NCT] por Kuromitsu

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—A estas alturas debe ir de camino a casa o a quién sabe dónde

Doyoung supo que al fin sus palabras habían dado resultado al ver que Taeyong reaccionaba de una vez por todas y salía corriendo en busca de Ten. Sí, por ese lado estaba feliz, de cierta forma.

Por otro…

—No necesitabas ser tan brusco con él.

…seguía increíblemente molesto.

Miró a Jaehyun con sentimientos encontrados. El menor se veía increíblemente bien con su nuevo peinado, un undercut en tonos negros que no hacía más que resaltar su naturalmente pálida piel; pero al mismo tiempo tenía demasiada ira contenida como para dejarse arrastrar por ello.

—¿Y entonces cómo debía hacerle entrar en razón? —cuestionó en un susurro, siempre pendiente del hecho de que las cámaras lo vigilaban todo segundo a segundo, acercándose a él con los brazos cruzados.

—¡No lo sé! —la voz de Jaehyun resonó en toda la sala de prácticas y Doyoung retrocedió, más que sorprendido. Sus miradas se cruzaron: Jaehyun se veía disgustado, algo totalmente inusual en él—. No lo sé, pero definitivamente no tenías que comportarte así con él, hyung.

Antes de saber lo que estaba haciendo le tomó por la muñeca y le obligó a seguirle, hasta un lugar donde estaba más que seguro que no les molestarían.

—¡Hyung! ¡Suéltame…!

Ignoró su voz rogándole que le desasiera a pesar de la insistencia porque sabía que Jaehyun no estaba hablando en serio. Los músculos de su mejor amigo no estaban simplemente como mero adorno; de quererlo realmente tan solo con un tirón se soltaría fácilmente.

Que no estuviese tratando de zafarse a pesar de sus —a primera vista creíbles— peticiones solo terminó por convencerle de que estaba haciendo lo correcto. Jaehyun no quería que terminara el contacto entre los dos.

Sin dejar de sostener su muñeca, abrió la puerta de los servicios y comenzó a revisar bajo los cubículos en busca de pies que delataran la presencia de alguien; por suerte todo estaba completamente vacío. Cerró la puerta con seguro y recién ahí fue capaz de liberar la cálida piel de Jaehyun del tal vez un poco brusco agarre de sus dedos.

—¿Por qué me trajiste acá…?

—No hay cámaras —respondió secamente, apoyando ambas manos en el lavabo. Vio en el reflejo cómo Jaehyun caminaba de un lado a otro con las manos en las caderas, levantando la vista y resoplando—.  ¿Tan molesto estás conmigo?

—No tenías por qué tratar a Taeyong de imbécil —detuvo su caminata en círculos para mirarle potentemente a través del espejo—. Está bien, hizo una estupidez, pero…

—Tienes suerte de que no te haya tratado a ti así de paso, Jaehyun —exasperado, se aferró al lavabo con fuerza—. Ten no llora por tonterías y lo sabes bien. ¿Qué le han hecho?

—Ya te dije que no he sido —de brazos cruzados el más alto al fin desvió la vista, fijándola nuevamente en el techo.

Sin esos ojos abstrayendo su atención se sintió en plena libertad de darle vueltas al presentimiento que tenía desde que había entrado a la sala de prácticas. Recordó la conversación que había tenido con Jaehyun un tiempo atrás, durante un cálido mediodía donde por temas de horario habían tenido tiempo de almorzar juntos por unos momentos, conversando casi como los de antes. De la nada había surgido el tema de que Taeyong parecía muy abstraído últimamente y que lo mismo pasaba con Ten; ante la aparición de ese tópico no había podido evitar comentar entre risas —para que simplemente pasara como una mera broma y no como un pensamiento que era más que recurrente— el que tal vez Taeyong sentía algo por el bailarín de eterna sonrisa.

—No, hyung, estás viendo cosas donde no las hay… —Jaehyun pareció increíblemente divertido mientras le daba un sorbo a su té helado.

—Pero imagínatelo solamente, el que Ten y Taeyong estuviesen enamorados el uno del otro —insistió entre risas, atento ante cada movimiento del menor. Vio sus labios fruncirse—. Y que de un día a otro comenzaran a ser pareja, ¿a que no sería…?

—Ridículo, sí —el de bucles sacudió la cabeza en forma de negación: apenas un gesto que sin embargo no pasó desapercibido ante su vista fija—. Doyoung hyung, creo que estás viendo cosas donde no las hay.

—¿Y si las hubiera?

Quizá le había dado muchas vueltas al recuerdo impreso nítidamente en su mente de los ojos de Jaehyun sorprendidos —casi negados— a lo que estaba escuchando, los que habían contrastado duramente con la risa que salió de sus labios.

Es que, de igual forma al hecho de que estaba más que claro de que algo más sucedía entre Taeyong y Ten, es que también tenía el fuerte presentimiento de que Jaehyun sentía algo por el líder del grupo.

Tragó saliva antes de voltear para verle directamente a los ojos.

—Claro que has tenido algo que ver —espetó con rabia contenida. Tal vez el que Ten estuviese llorando no le molestaba tanto y se sintió horrible de tan solo darse cuenta de ello, porque lo que más le tenía irritado era precisamente la actitud de Jaehyun. Que tal vez qué cosa había visto Ten para terminar en ese estado… ¿por qué no se había apresurado más? ¿Por qué no había sido capaz de verlo con sus propios ojos más que tener que especular? Porque claro, lo podía vislumbrar claramente: Jaehyun no le diría la verdad—. Tienes motivos para intentar separar a esos dos, después de todo…

—¡¿Por qué eres así conmigo, hyung?! —se sobresaltó ante el grito exasperado de Jaehyun, pero no tardó en volver a su temple normal. El de cabellos negros apoyó su puño en la puerta de uno de los cubículos y sus nudillos no tardaron mucho en ponerse blancos—. ¿Qué razón podría tener para hacer algo tan horrible como eso?

A punto estuvo de responder pero se mordió los labios con impotencia y se cruzó de brazos, con los dedos enterrándose en ellos tan fuerte que terminó por dolerle. Tenía tantas ganas de simplemente ir y decirle lo mucho que le molestaba todo aquello, pero la última vez en que había sincero con Jaehyun había terminado siendo forzado a un beso que de romántico no tuvo absolutamente nada.

Sintió escalofríos. El menor simplemente le había besado como una venganza, como un gesto horrible para hacerle probar de su propia medicina, solo con las esperanzas de dañarle en el mismo grado. Ya se había disculpado por haberle besado durante aquella noche en Tailandia, ¿qué más quería?

¿Acaso no era suficiente con haber pedido perdón de algo que no se arrepentía en lo más mínimo?

—Taeyong hyung sabe perfectamente que acá no tuve nada que ver —le oyó responder—. Y de paso jamás me acusaría de algo así, él nunca podría-

—¡Vete con Taeyong entonces, maldición!

Supo de inmediato que había hablado de más.

———

Alcanzó apenas a amortiguar el golpe con sus codos, impidiendo que su cabeza impactara contra el piso del pasillo, pero su mente procesó muy lentamente lo que estaba sucediendo.

¿Por qué Johnny le había empujado? ¿Por qué le miraba con tanta rabia?

—Escúchame bien Taeyong —el estadounidense le habló despectivamente desde arriba, con el ceño fruncido: jamás le había visto así antes—, no sé qué juego ridículo estás jugando pero deja ya de hacerlo, es cruel.

—¿Johnny? —cuestionó, levantándose del piso y retrocediendo un poco ante el acercamiento del más alto. Ya casi podía verse a sí mismo con los puños de Johnny enterrados en su cara y no sería nada lindo—. No sé de qué hablas, yo…

—¿No sabes de qué hablas? Por favor, no puedes ser tan imbécil —la mano de Johnny se levantó en el aire pero en vez de golpearle terminó por empujar la puerta que daba al departamento, cerrándola tan fuerte que resonó por todo el pasillo—. Cada vez que Ten llora es por únicamente por tu estúpida culpa, ¡ya deja de tratarlo como si fuera tu marioneta!

De la sorpresa inicial pasó rápidamente a la ira.

—Jamás podría tratarlo así —se adelantó y levantó la cabeza, sin dejarse intimidar, al contrario—. Además lo que suceda entre nosotros no es de tú incumbencia.

Cómo era posible que John Seo le estuviese tratando así y haciéndole sentir como si fuese una verdadera basura de ser humano cuando claramente no era el único culpable. Cómo, si había intentado acercarse en múltiples a Ten solo para encontrarse con negativa tras otra, con excusas baratas, con miradas sospechosas por parte de los dos.

Cuántas veces había sentido que simplemente era un objeto de burla de ambos, que tal vez Ten sabía que estaba más que enamorado de él y que tanto él como Johnny se reían por lo bajo por lo estúpido e inocente que estaba siendo.

—¿No es de mi incumbencia? ¡Ten es mi amigo! —Johnny le empujó pero no se quedó atrás e hizo lo mismo, haciéndole retroceder.

—¡Por favor, no creas que me trago esa mentira!

—¿Mentira? —el más alto recuperó los pasos desandados y le tomó por el cuello de la sudada camisa—. ¿Cómo puedes decir que es mentira cuando he sido el único que le ha consolado todo este tiempo?

Se sintió entrar en ebullición debido a la ira, a la forma despectiva en que los ojos de Johnny le miraban y al agarre de esos toscos dedos sobre su ropa, como si fuese nada más y nada menos que un muñeco de trapo al que pronto botaría nuevamente al piso; se hartó.

Todos pasaban por encima de él.

—¡No me toques! —gritó, tratando de quitarse las manos de Johnny de encima sin éxito—. ¡Le has ayudado solamente porque él te ha dejado hacerlo, en cambio yo…!

—¡Tú no has hecho nada bueno por él, Taeyong!

Fue la gota que rebalsó el vaso. Antes de darse cuenta le había mandado un fuerte puñetazo en la nariz, intentando acallarle y también, tratando de silenciar sus propios sentimientos de culpabilidad por no haber estado allí para Ten, por haber dejado que Johnny se saliera con la suya, por no haber peleado un poco más por el tailandés que le tenía totalmente loco.

Loco, sí; era la primera vez que golpeaba a otra persona, o la primera de la que tuviese recuerdo.

—Johnny…

—De esta no te salvas, imbécil.

———

—Doyoung, repítemelo.

Bajó la vista. Jaehyun se le había acercado mucho, tanto que podía sentir su respiración agitada meciéndole los cabellos, su mirada intensa demandándole algo más de lo que sentía capaz de hacer.

Había hablado de más, pero eran las palabras más sinceras que le decía al menor después de mucho tiempo; simplemente no había podido aguantarlo. Siempre llegaba un punto donde ya no podía más con todo y simplemente su cuerpo terminaba actuando por él, esta vez en forma de palabras… pero anteriormente, en forma de un beso.

Todo consecuencia de lo que su mente le había mostrado mucho antes de que fuese capaz de entender qué estaba sucediendo consigo mismo.

Solía pasar buenas noches de sueño reparador, donde su mente solía mostrarle aquello que más quería desde que tenía memoria. Al principio, sus ganas de plantarse en un escenario y de cantar para una multitud atenta de gente se materializaban en las más impresionantes fantasías donde las ovaciones no faltaban. Luego, sus sueños habían cambiado ligeramente cuando se había unido a la compañía, esperando que todo saliera fantástico y que pronto fuese capaz de debutar en un grupo lleno de talento. Dormir y tener ese tipo de ilusiones todas las noches era una verdadera bendición.

Era, hasta que sus sueños terminaron por cambiar nuevamente y solo una figura comenzó a aparecer en ellos: la de Jaehyun.

Muchos le decían que gruñía mientras dormía y a decir verdad no podía estar más agradecido de que no fuese otra cosa, dado el contenido que sus sueños solían tener. Era algo casi tortuoso el que la noche llegase y por lo mismo tal vez se había tomado la práctica más en serio; mientras menos tiempo pasara con su cabeza a solas mejor era para él y para todos.

Soñar con los besos de Jaehyun sin querer aceptar el porqué era simplemente una maldición. Tratar de llevar una vida normal junto a su mejor amigo se hacía cada vez más difícil, cuando durante prácticamente cada noche las fantasías que tenía de que hicieran el amor terminaban siendo cada vez más explícitas y le alteraban progresivamente más.

Pero el verdadero infierno en tierra se había desatado esa noche que como cualquier otra había vuelto a soñar con los tentadores labios de Jaehyun, los que se habían sentido excepcionalmente bien y le habían encendido de inmediato… hasta el segundo en que cayó en cuenta de que efectivamente no estaba soñando y que realmente estaba devorando la boca de su mejor amigo.

—Hyung, repítemelo y te juro que no volveré a molestarte —Jaehyun susurró con una tan voz quebradiza que amenazó con romper esa barrera en la que se había envuelto hace tantos meses—. Si piensas que de verdad tuve que ver algo con lo de Ten y que me merezco tu odio, dímelo. ¡Simplemente dime qué hacer…!

Las lágrimas cortaron en seco su voz y se atrevió a levantar el rostro. Jaehyun se cubría los ojos con ambas manos, sus hombros se agitaban levemente y de pronto se vio más pequeño de lo que jamás había notado en la vida.

El corazón le dolió. Jaehyun, el chico de eternos hoyuelos del que se había enamorado, el hombre que protagonizaba cada una de sus noches y días estaba allí, sollozando por su culpa.

No quería hacerle daño.

—Woojae, no, no…

A pesar de lo que dictaba su sentido común, esa molesta vocecita que le había impedido hablar con sinceridad en todos esos meses, arrastró a Jaehyun y le envolvió en sus brazos con fuerza, sintiendo cómo sus sollozos le hacían temblar por completo y rompían cada una de sus barreras que se había autoimpuesto por tanto tiempo.

—Perdón, hyung —Jaehyun masculló, con esa voz entrecortada que tanto daño le estaba haciendo.

—No… —repitió. ¿Por qué siquiera se disculpaba? ¿Por qué era tan bueno, tan puro?

Taeyong se había ganado una excelente persona que suspirase con él, y le envidiaba con más intensidad de lo que jamás creyó posible. Jaehyun le había besado la última vez simplemente en venganza por lo sucedido entre los dos en Tailandia, pero estaba seguro de que si sus suaves labios se posaban en los de Taeyong serían por cariño sincero. La forma en que se apegaba a él constantemente le indicaba aquello.

Por eso había tratado de continuar con su vida, pero viendo a Jaehyun llorando así era sencillamente imposible.

—Perdóname —insistió, en un susurro—, porque solo soy una molestia, por besarte el otro día, por pensar que tal vez tendría una oportunidad contigo y…

¿…Qué?

Lo separo de sí y se fijó en su rostro, cruzado por las lágrimas, con las manos temblorosas tratando de limpiar cada rastro de su llanto que, sin embargo, no dejaba de caer por las comisuras de sus ojos.

Pero más se fijó en sus palabras. Boqueó, sin saber qué hacer.

¿Había escuchado bien?

—Hyung, me gustas. Más que eso, te quiero, te a-

No le tomó más de un segundo para procesar lo que estaba escuchando y, extasiado, le devoró los labios antes de que dijera más.

———

Levantó el puño en el aire para devolverle el golpe al muy imbécil de Lee Taeyong, pero unas voces y una presión en su brazo le detuvieron.

—¡No se peleen!

Intentó desasirse del agarre de Hansol pero fue imposible, y el enojo le subió como la espuma cuando vio a Yuta hacer lo mismo con Taeyong, impidiendo que le pudiese destrozar la cara como tantas ganas tenía de hacer en esos instantes.

—Johnny, tranquilo, vamos —la voz enérgica de Hansol resonó en sus oídos—. Terminaran despertando a los demás y se armará la grande, no monten una escena.

—¡Suéltame, ni siquiera sabes por qué estamos peleando! —reclamó—. ¡De ser así me dejarías romperle la nariz como mínimo…!

—¡Yuta, quítate de encima! —escuchó la voz iracunda de Taeyong y su forcejeo que sin embargo fue inútil también. El japonés podía verse un tanto débil a simple vista, pero Taeyong lo era mil veces más.

Y aun así le había logrado golpear, es que le partiría la cara en dos apenas Hansol lo soltara; cómo era posible…

—Cálmate y mejor anda donde Ten, lo vi llorando en el sofá cuando venía para acá y no sé cómo ayudarle —Hansol trató de calmarle con aquellas palabras para que volviese a tomar el control de sí mismo e hiciera algo productivo en vez de seguir peleando.

Gran error. No hizo más que volver a estallar de rabia.

—Claro que está llorando, ¿y sabes de quién fue la culpa, ah? —liberó uno de sus brazos del fuerte agarre en el que estaba envuelto y se lanzó hacia adelante, listo para descargar su rabia en el de cabellos plateados—. ¡Lee Taeyong! Realizó lo imposible, le arruinó toda la alegría a Ten, ¡felicitémoslo!

—¡Y yo también perdí mi felicidad cuando supe lo de ustedes dos!

Sus intentos de querer golpearle se desvanecieron en el aire, sorprendido, confundido.

—¿Lo de nosotros… dos?

—Por favor, no te hagas el que no sabe nada —Taeyong seguía sin embargo, con las mismas ganas de enfrascarse en la pelea. Yuta estaba teniendo problemas para sostenerle y vio cómo el rostro ansioso del japonés se encontraba con un punto detrás de sí mismo; Hansol debía de estar devolviéndole la mirada de preocupación, pero no se encargó de comprobarlo—. ¿Vas a negar acaso lo inseparable que son ustedes dos? ¿Esos mensajitos que le mandaste cuando estábamos en Tailandia? ¿Tanto le extrañabas para confesarte por teléfono y mandarle un patético “Ten, me gustas”?

Enmudeció y sintió sus fuerzas flaquear por completo, al igual que las de Hansol. Ya no le sostenía ni mucho menos, y supo que estaba igual de impresionado que él mismo.

—Sí, lo vi en su celular —continuó Taeyong, con la ira desvaneciéndose poco a poco y en cambio, con más tristeza en la mirada—. Sé que ustedes dos tienen algo y se han burlado todo ese tiempo de mí.

¿Qué estaba diciendo Taeyong? Buscó en sus ojos algún indicio de que se tratase de una mala broma pero no halló nada. La cabeza comenzó a dolerle, es que sus palabras no hacían sentido alguno y…

Recordó.

No podía estar hablando en serio.

Las manos de Hansol se apresuraron a detenerle cuando avanzó un par de pasos, pero volteó y con un simple gesto de negación su compañero dejó de tratar de parar su acometida. Rebuscó entre sus bolsillos y lo encontró, su celular estaba allí.

—Taeyong, imbécil —masculló a punto de golpearle, sin embargo, se contuvo. Luego de deslizar su dedo por la pantalla varias veces se topó con los mensajes que realmente importaban entre él y Ten, para acto seguido mostrárselos a Taeyong—. ¿Te refieres a esto?

—¡Sí…! —el más bajo se apresuró a responder con el ceño fruncido, pero chasqueó los dedos de su mano libre a falta de poder hacer algo más.

Se merecía como mínimo una bofetada en el rostro.

—Léelos bien —instó—. No puedo creer que te hayas metido al celular de Ten y además hayas malentendido todo. ¿Sabes lo mucho que Ten ha sufrido por tu culpa?

Y entonces notó cómo su cara se descomponía poco a poco a medida que sus ojos avanzaban por las palabras que se habían mandado, esas de aquel fatídico día en que había estado demasiado lejos como para decírselas al tailandés directamente.

Fatídico, porque había sido el comienzo del sufrimiento del menor. Todavía recordaba esa conversación a medias.

“Hyung, voy a dormir en la misma habitación con Taeyong, ¿puedes creerlo?”

El mensaje iluminó su pantalla y rio fuerte apenas terminó de leerlo. Quién diría que Ten estaría tan cerca de la persona que le gustaba desde hace un tiempo.

“No, no puedo creerlo. Eres un maldito afortunado”

“Qué dices, no, fortuna sería…”

Se apresuró a responder con una sonrisa en los labios.

“¿Que se confiese?”

“No, hyung, qué cosas dices…”

“Ten, me gustas”

“Eso no sucederá”

“¿Quién sabe? Taeyong probablemente se muere por ti lo mismo que tú por él”

“Pero sabes que si pasara algo como eso todo se tornaría muy complicado”

Suspiró después de dejar de sonreír. Sí, lo sabía más que bien; no por nada era su confidente desde hace tanto tiempo.

Como también sabía que Ten no dejaría pasar esa oportunidad, ni de broma.

“Cualquiera sea la cosa que estés planeando, Ten, simplemente piensa bien las consecuencias de tus actos”

“Lo sé, Johnny hyung. Gracias. Mañana te cuento todo”

Vio la mano de Taeyong que sostenía su celular temblar, y se lo quitó en el acto.

—Necesito hablar con él… —le escuchó susurrar.

Hizo ademán de adelantarse hacia el departamento pero colocó una mano para detenerle. Probablemente Ten seguía llorando y no necesitaba más emociones fuertes por aquel día.

Además no dejaría que alguien que se había comportado como un verdadero estúpido con la persona más buena sobre la faz de la tierra se saliera con la suya.

—No —respondió. Taeyong se detuvo.

Le tomó un par de segundos entender que otra voz había resonado al mismo tiempo que la suya y que aquella había sido la razón tras la súbita interrupción de Taeyong en sus intenciones. Volteó, con un escalofrío recorriéndole la espalda.

—No, no quiero hablar contigo. Vete.

Ten, con la voz quebradiza y los ojos llenos de rabia, se adelantó y le tomó del brazo para tirar de él antes de cerrar la puerta en las narices de Hansol, Yuta y Taeyong.

 

Notas finales:

¡Hola a todos! Espero les haya gustado este capítulo, lo siento por retrasarme un poco, los otros dos proyectos de NCT que tengo (el JaeDo y uno que acabo de publicar, JohnTen jiji) me han tenido bastante ocupada. De todas formas espero les haya gustado, y si gustan dejar un comentario estaría más que agradecida <3

¡Nos vemos!


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