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The Only One [TaeTen] [NCT] por Kuromitsu

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Notas del capitulo:

Gracias por la buena recepción <3

Taeyong soltó un silbido de admiración mientras sus ojos apreciaban la espaciosidad del lugar en el que tendrían que alojarse por un par de noches. Tailandia tenía hoteles lujosos, no había duda alguna de ello; sin embargo no se habían alojado en uno sino que habían terminado por rentar un departamento lo suficientemente espacioso para todos. Tenía un área común con un salón y una cocina, mientras que a los lados se erigían las puertas que conducían a las respectivas habitaciones. El color blanco de las paredes resaltaba contra el negro de los muebles, confiriéndole al lugar un aura más bien minimalista y por lo mismo, de cierta forma se sintió incómodo. Muy incómodo. Era como irrumpir en un campo de flores, no estaba bien el arruinar algo tan perfecto.

—Se lucieron esta vez, ¿verdad? —Doyoung saltó al sillón del pequeño saloncito, mandando un pequeño escalofrío a la espalda de Taeyong. El sofá, el sofá…—. Podría vivir acá.

—Es mejor que nuestro dormitorio —rio Jaehyun mientras se dirigía hacia la cocina completamente equipada—. Debutar como grupo tiene sus ventajas, ¿verdad?

El líder asintió mientras posicionaba cuidadosamente su maleta contra una de las paredes e intentaba no volver a ver el desorden que ya estaban causando.

—¡Elijo esta habitación!

Mark apuntó la segunda habitación de la derecha con una sonrisa más que contagiosa, pero Taeyong ni siquiera logró transformar esa alegría en una demostración física. Por tan solo un segundo había olvidado lo mucho que odiaba los hoteles por dos razones muy simples.

Gérmenes. Y el aroma desconocido, poco familiar que le incomodaba tanto.

Arrugó el entrecejo mientras veía al resto elegir sus habitaciones con energía (a pesar de que eran ya más de las diez de la noche, hora de dormir). Se agachó para abrir su maleta con mayor libertad y sacó de su billetera un poco de dinero, aunque realmente no sabía a cuánto correspondía un billete de mil baht. Con suerte, sería suficiente para comprar el preciado producto que había olvidado comprar con antelación…

—¿Vas a comprar, hyung?

Ten se había apoyado contra la misma pared y le miraba desde lo alto con una sonrisa tranquila. Asintió.

—Necesito…

—¿Febreze? —le interrumpió riendo—. No empacaste uno, ¿verdad?

Pestañeó rápidamente, perplejo, y alcanzó a asentir antes que Ten se agachara para tomar la mano que sostenía el billete entre las suyas. Tragó saliva.

—¿No crees que mil baht es demasiado para algo como eso? —Taeyong no respondió. Las manos de Ten se sentían suaves y cálidas al contacto—. Te acompañaré, de otra forma terminarás gastando todos tus ahorros.

Quiso responder que no era necesario, que tan solo le diría a uno de los managers (los que se hospedaban en el departamento de al lado) si podía acompañarle o si derechamente podía ir otro a comprar por él, pero no fue capaz de negarse ante los ojos de Ten que se habían vuelto más pequeños debido a la amplia sonrisa en sus labios. Echó un vistazo alrededor. El resto parecía llevar sus respectivas maletas a las habitaciones de las que se habían adueñado y ni siquiera prestaban atención hacia su sector.

—Vamos entonces —respondió, tomando su billetera consigo y levantándose del suelo. Sus manos se soltaron.

Ten salió delante de él con rapidez, por lo que tuvo la oportunidad de cerrar la puerta de entrada silenciosamente para que nadie les preguntara hacia dónde se dirigían. El pasillo estaba desierto, con una iluminación tenue que se reflejaba en el color caoba del piso y los tonos tierra de los muros. Con rapidez puso delante de sus labios un dedo índice mientras miraba a Ten, y dejó de hacerlo apenas vio el asentimiento de comprensión del tailandés junto con su sonrisa astuta. Una sensación de adrenalina le tensó los músculos mientras le tomaba de la muñeca para llevarle a pasos ligeros hacia el ascensor que llevaba a la recepción. Y es que tal vez si lograban ir silenciosamente ninguno de los managers se daría cuenta y podría pasar un tiempo a solas con Ten.

Solamente con él. Y si había asentido era porque tal vez él también quería aquello…

Su dedo tembloroso falló al apretar el botón del ascensor por primera vez y con un suspiro volvió a hacerlo. Faltaban cinco pisos para que llegase al nivel donde estaban, cuatro, tres, dos…

—¿Qué hacen?

Una voz les llegó desde unos metros de distancia y se sobresaltaron al unísono. Taeyong vio a Ten voltearse con una sonrisa incómoda en los labios.

—Ah, noona, íbamos a comprar algo…

Se volteó también y trató de no huir ante el rostro de molestia que mostraba una de sus tantos managers. Sintió el ascensor abrirse justo detrás suyo y comenzó a deslizarse lentamente en él, paso tras paso. Si lograba tomar a Ten de la muñeca y tirar de él hacia el cubículo con la suficiente rapidez, tal vez podría…

—Saben que no pueden salir sin permiso y… —sus ojos se posaron en los pies que retrocedían hacia el ascensor—. Taeyong, te vi.

Rio rascándose la nuca, y se cruzó de brazos cuando tanto Ten como la manager se internaron en el ascensor con él. Intentó mirar al tailandés de reojo pero lo único que logró fue una mirada suspicaz por parte de su manager por lo que se rindió con ello también.

—Sé que quieren conocer la ciudad por su cuenta pero no pueden —recalcó mientras el ascensor tomaba más tiempo de lo que debería en bajar doce pisos—. Para la próxima solo díganme y les acompañaré, no tengo problema alguno.

—Lo siento, noona.

Ten incluso disculpándose mostraba una sonrisa radiante, y Taeyong rodó los ojos. ¿Es que acaso no le importaba en lo más mínimo que no pudiesen tener un tiempo a solas? ¿Y qué había sido entonces esa sonrisa suspicaz que había demostrado antes? Bufó por lo bajo.

De los bolsillos de la manager salieron un par de mascarillas color negro, y alcanzaron a ponérselas antes que el ascensor llegara a la recepción. Taeyong pronto se dio cuenta que quizá era un esfuerzo inútil; no había fanática alguna esperando en el amplio hall y al salir notó que la gente no parecía reparar en su presencia. Era relajante salir así.

Ten divisó una tienda a menos de una cuadra y dirigieron sus pasos hacia allá, con el viento nocturno meciendo sus cabellos y aliviando el calor que los poco más de veinte grados causaban en sus organismos.  

—Amo el clima de Bangkok —suspiró Ten al pasar a su lado, y se quedó mirándole, incrédulo. ¿Qué tipo de persona creía que vivir con más de veinte grados celsius diariamente era algo disfrutable?—. Taeyong, ¿no te gusta a ti también?

Siguió con la vista clavada en su cabello corto y sobre todo en esa pequeña parte rasurada que mostraba en uno de los lados de su cabeza, una línea más que distintiva. Habían viajado antes a Tailandia para un concierto de los SMRookies y sí, de cierta forma extrañaba ver la melena alborotada de Ten al son de sus pequeños saltos de felicidad. Sin embargo había algo que permanecía igual. La euforia que sus ojos desplegaban, alegres y rebosantes de vida al estar al fin en su tierra natal.

Había tantas cosas que quería preguntarle. Cuán difícil había sido el sobrellevar tanta lejanía con su familia, o cómo lo hacía para mantenerse tan desbordante de emoción sin importar qué, o…

O si acaso era todo una mera pantalla y terminaría por abandonarlos. Por abandonarle, tal como todos lo habían hecho en su momento.

Sacudió la cabeza y se concentró en la forma en la que sus ojos se movían rápido analizándolo todo, en la forma en la que podía adivinar su deslumbrante sonrisa incluso detrás de la mascarilla. Odiaba el calor que había en Bangkok, pero…

—Sí, me gusta este clima —contestó con sinceridad mientras le veía aplaudir ante la respuesta.

Tal vez  ese calor excesivo producía incomodidad en su propio cuerpo, pero lograba las más dulces sonrisas en el rostro de Ten. Y eso era lo que importaba después de todo.

———

Disculpándose por enésima vez logró cerrar la puerta a su manager quien no había dejado de recalcar la importancia que tenía el salir acompañados. Y es que por los pelos se habían salvado de las cámaras de un grupo de fanáticas, quienes (por intervención divina, Taeyong no podía verlo de otra forma) se habían encontrado demasiado ocupadas mirando en dirección opuesta como para reconocerles. Taeyong se apoyó en la puerta cerrada y dejó la bolsa en el piso, recuperando el aliento después de la carrera que habían tenido que realizar.

—¡Oh! —la voz de Ten no había perdido su matiz alegre en ningún momento, y el de cabellos blanquecinos se sintió sinceramente nervioso. ¿Es que nada lo perturbaba?—. ¡Hay comida!

Su cabeza estaba metida en el refrigerador ante lo que Taeyong no pudo más que resoplar. Apenas se llevaban por un año pero le parecía ver a un verdadero niño pequeño delante de sus narices, completamente despreocupado del mundo y de lo expuestos que habían estado tan solo minutos atrás.

—¿Quieres que te prepare algo? —preguntó Taeyong mientras desviaba la vista hacia donde estaba su maleta y se quedó mirando la pared desnuda mientras escuchaba un “no, gracias” por parte del tailandés—. ¿Huh?

No estaba. Repasó el cuarto con la vista rápidamente y cayó en cuenta que no se veía por ningún lado.

—¿Hyung? —la voz de Ten se alzó al ver los ojos desesperados del rapero quien no dejaba de buscar por toda la habitación, sin éxito—. ¿Tu maleta? Tal vez ya la dejaron en uno de los dormitorios, ¿no crees?

Quiso golpearse el rostro de la vergüenza. Por tan solo un segundo había creído que incluso les habían robado o algo por el estilo…

—Iré a revisar, entonces —murmuró mientras golpeaba la primera de las puertas y sin esperar respuesta alguna, se escabulló dentro.

Una habitación sin ventanas, más que deprimente. La luz tenue de la única mesita de noche lograba iluminar lo suficiente ambas camas individuales a sus lados, las que permanecían ocupadas. En una, Taeyong logró divisar un bulto (Doyoung tal vez, estaba tan cubierto por las mantas que era imposible realmente notar quién o incluso qué se ocultaba tras ellas), y en la otra…

—TY hyung, hola.

Jaehyun le miraba con una sonrisa, apoyado en la cabecera mientras reposaba con un libro entre sus piernas. Ni siquiera sabía qué hora era ya, pero de lo que podía estar completamente seguro es que ese no era tiempo para leer, y menos si al otro día debían enfrentar una firma de autógrafos más dos entrevistas y un programa de radio.

—Jaehyunnie, te necesitamos bien descansado mañana para todo lo que debemos afrontar y…

Vio cómo la cara de su interpelante se convertía en una de confusión para pasar rápidamente a una de culpabilidad y junto con eso guardó el libro, como si quisiera detener la larga perorata que tenía preparada en momentos como aquel. ¿Los reñía en exceso? Sí, tal  vez, pero era necesario.

Para que no cometieran los mismos errores que él. Para que no tuviesen que pasar por todo ese dolor.

—…y espero que no vuelvas a abrir ese libro cuando salga de acá, ¿eh? —terminó de advertirle mientras Jaehyun no hacía más que asentir constantemente—. Por cierto, ¿sabes dónde está mi maleta?

—En la habitación de al frente, hyung —le vio rascarse el cuero cabelludo—. Lo siento por no avisarte, pero es que saliste con Ten y…

Se le erizaron los vellos de los brazos al escucharle. Así que su desaparición no había pasado desapercibida. Mordiéndose el labio, intentó no darle muchas vueltas al asunto pero fue imposible. Hasta los mismos managers pensaban que seguía siendo el mismo niño estúpido que había estafado a tantas personas, y claramente el que se escapara con Ten no favorecía mucho a su imagen.

¿En qué había pensado?

—Oh, sí, teníamos cosas que hacer —le interrumpió y abrió la puerta para escapar de ahí antes que le preguntara algo al respecto—. Buenas noches.

—Para la próxima llévame, ¿sí? —Taeyong se concentró en ese pequeño hoyuelo que se formaba en su mejilla derecha debido a su sonrisa—. Buenas noches, hyung.

Con cuidado salió de la habitación y se dirigió rápido hacia la que debía ser la suya, cerrando tras de sí. Levantó las cejas en sorpresa total al notar que esta sí que era una habitación con una amplia ventana que se mantenía con las cortinas descorridas, y también al fijarse en la cama de dos plazas que ocupaba casi toda la extensión del dormitorio.

—Woah —silbó por lo bajo y con una sonrisa se apegó a la ventana, desde donde se podía ver la noche de Bangkok en todo su esplendor.

Esperaba que después de debutar la situación mejoraría pero no a ese nivel. Alojar en un edificio de departamentos lujosos y además tener una habitación para él solo con vista privilegiada y cama gigante, era más de lo que podría jamás haber imaginado. Lástima que solo fuesen dos noches, resopló.

—Ah, realmente podría vivir así…

Justo así, la soledad era buena. Lejos de sus compañeros y de todo el mundo exterior de cierta forma se sentía más tranquilo. Menos juzgado. Más feliz.

Un ruido justo detrás le sobresaltó y terminó por hacerle salir de su ensoñación en tan solo una milésima de segundo. Y es que Ten había entrado con el Febreze dentro de una bolsa que colgaba desde su mano derecha.

—Lo dejaste en el salón… —enmudeció mientras sus ojos se fijaban en un punto detrás de Taeyong, y al instante corrió los pocos metros que les separaban, dejando caer la bolsa en el proceso. Sin embargo no vino a sus brazos como Taeyong había creído por tan solo un instante, sino que…—. ¡Mira esa vista!

Se sintió estúpido. Durante un segundo había creído que venía hacia él en algún tipo de súbito arranque de cariño, a abrazarlo directamente o algo por el estilo. Cubrió su rostro con una de sus manos debido a la vergüenza, y desvió la vista hacia el perfil de Ten, quien mantenía las manos en la ventana como si quisiera fundirse con el paisaje. Sus ojos brillosos, sus labios abiertos en sorpresa, su nariz perfectamente modelada y la forma en que su respiración estaba formando un pequeño rastro de vapor en la superficie de vidrio; Ten definitivamente era distinto a los demás.

—¡Mira! Incluso se ve el Chao Phraya desde aquí —murmuró con su característico acento, sonriendo. Estuvo a punto de preguntar qué demonios era eso que mencionaba, pero su voz emocionada le interrumpió—. Es una bendición que me asignaran esta habitación…

¿..Cómo?

Le quedó mirando en completa perplejidad y algo por el rabillo del ojo le llamó la atención. La pequeña maleta color grisáceo de Ten estaba en la puerta de entrada.

—Es que Mark y Taeil comparten la habitación de al lado, y Doyoung con Jaehyun están al frente así que…

—¿No hay más habitaciones disponibles? —soltó, mientras le veía negar enérgicamente con la cabeza y acto seguido su boca se convertía en una mueca triste.

—Hyung, ¿acaso no quieres compartir habitación conmigo?

No, no era eso, al contrario. Miró la cama de dos plazas con nerviosismo.

—Es que tendremos que dormir juntos —masculló apenas, apretando la mandíbula.

—Sí —sonrió, tomando vuelo y lanzándose a la cama. Taeyong siguió mirándole con una expresión de completo terror en el rostro, y cuando el tailandés se dio cuenta se levantó raudo de la misma para sentarse muy derecho—. Oh… si te molestan los gérmenes no tienes más que usar el Febreze, no me incomoda. De hecho lo aplicaré por ti.

Y mientras veía a Ten recoger la bolsa y sacar de ella el producto para rociarlo en todas partes (a la par que susurraba “¿siquiera es antimicrobiano?”), un escalofrío le recorrió toda la espalda. El mayor problema ahora no era el olor de los hoteles que le incomodaba tanto y ni siquiera la cantidad de gérmenes desconocidos que poblaban todo, no. El mayor problema era que dormiría con Ten en la misma habitación.

Y en la misma cama.

Notas finales:

Déjenme saber en los comentarios qué les ha parecido <3

¡Nos vemos! 


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