23-En un antro.
Joseph miró con algo de desconfianza la fachada de ese local. Nunca antes había entrado en un antro de esos y no conocía bien los procedimientos de los gays para buscar una pareja de una noche. De pronto se dijo “¡Oye viejo! No eres una virgen que sale de casa de su mamá” hablaba consigo mismo “Así que entra ahí y prendete de cualquiera que te guste. No te va a matar tener sexo por una noche con un tipo si es lo que quieres”.
Del otro lado de la calle unos ojos azules siguieron la figura que penetraba en esa disco extraña. El nombre le sonaba. ¿Moulin rouge?
No fue tan difícil como pensaba encontrar en ese lugar alguien dispuesto a dormir con un desconocido. Salieron juntos al callejón a un lado del local y comenzaron a besarse con la espalda del melado contra la pared. El beso estaba bien pero al parecer el otro tenía intenciones de seguir ahí no más.
¡Para!—le dijo el rubio.
¿Por qué? ¿No te gusta?—preguntó el pelinegro sabiendo que no era así porque el otro le correspondía a su ardor.
¡No es eso!—dijo el melado--¡Vamos a un hotel!—propuso.
Pero yo quiero… hacértelo ahora—dijo el pelinegro tomándose tiempo para morder el labio del otro entre frases.
¡No… yo…--dijo el ojos mieles un momento antes de sentir como el otro se apartaba rápidamente de él. O más bien era apartado.
¿No oíste lo que te dijo?—preguntó la voz de Kaiba que estaba parado ahora frente a Joey.
¿Y tú quien mierda eres?—preguntó el pelinegro de ojos azules que extrañamente tenía un aire similar.
¡Eso no te importa! ¡Tú vete!—dijo el millonario tirándole unos billetes. El otro iba a replicar cuando se dio cuenta de que los billetes eran dólares. Sopesó su orgullo y el dinero por un momento pero los verdes eran verdes. Los levantó y desapareció tras la puerta por la que había salido.
¡Oye!—reclamó Wheeler al empresario--¡Tú no…!—
¡Así que eso sales a hacer en las noches! ¡Acostarte con tipos que no conoces!—había un tinte más profundo de desprecio en la voz de Kaiba esa vez.
Algo que oprimió el corazón del rubio pero aun así dijo--¡Ese no es tu problema! Con quien duerma o no, no lo es—le dijo.
¡Eres muy distinto a tu hermana!—le dijo el castaño y Joey sintió que se asfixiaba con la necesidad de decir algo que no podía y el ver ese rostro que lo miraba cada vez mas lejano.
¡Entonces aléjate de mi! ¿Por qué me sigues si me desprecias tanto?—preguntó el melado.
Solo te seguí porque tenía la esperanza que te reunieras con ella. ¡No te confundas idiota! ¡Tú no vales mi tiempo!—dijo Seto antes de irse dejando al otro con una honda tristeza ante su desprecio.
Y pensar que todo lo había generado esa misma persona, se dijo el rubio mientras agarrotaba sus manos y miraba el piso derrotado.
¿A dónde señor?—preguntó el chofer una vez el amo se sentó en el asiento trasero dando un portazo. Parecía algo fuera de si.
Lo miró a través del retrovisor con una mirada helada y una ceja levantada--¿Adonde más? ¡A mi casa, idiota!—dijo con enojo Seto Kaiba y mientras el auto echaba a andar esa maldita imagen que había visto desde la esquina de ese callejón volvía a su mente. Lo que le molestaba más era lo que había sentido al ver a esos dos besándose.
Eso no era natural. ¿Verdad? Se preguntaba constantemente mientras las cuatro llantas rodaban hacia la mansión Kaiba.