9-La ojou san.
La señorita Desire era otra cosa. Se levantó tarde y bajó con el mismo aire señorial pero ni bien vio a Josephine preguntó--¿Quién es esta?—
Su personalidad y la de su padre eran diferentes.
Es la nueva empleada—Desire ojo san—dijo Claude tranquilamente.
Esta tarde necesitaré ayuda para vestirme. En la fiesta de hoy por fin me conseguiré a Kaiba—dijo la rubia de rizos largos y mirada celeste.
Wheeler se sintió confundido y sorprendido. ¿Hablaba de ese Kaiba?
¿Esta segura que su padre lo aprobará, Desire ojo san?—preguntó el pelinegro mientras con su mano le servía de apoyo para que se sentara mientras con la otra empujaba la silla hacia la pequeña y surtida mesita.
¡Sé que papá intenta adquirir su compañía pero no me importa! ¡Con el tiempo verá que hay más de una forma de unir Kaiba Corp a nuestras propiedades! ¡Sé que se dará cuenta que no hay mejor partido que Seto Kaiba para su hija! Es un hombre inteligente, educado, fino y poderoso. ¿Quién no quisiera tener a ese garañón en su casa?—preguntó sonriente la rubia mientras sorbía un poco de café.
“¿Educado, fino? ¿Quién es ese? Porque Seto Kaiba no es. Es un hijo de una miserable mad…” En eso pensaba Joey con su ceñudo rostro cuando la rubia prestó atención a la cara que veía de soslayo.
¿Se puede saber que haces ahí como una estatua? ¡Lárgate si no te necesitan! Esta tarde ven a mi vestidor. Tú me ayudarás con los arreglos—dijo con una cara de pronto sonriente la joven. Joseph pensó de pronto que algo iba muy mal.
En el vestidor de la señorita de la casa se veían todo tipo de vestidos y trajes de diseñador. Los colores eran mate en los de día y brillosos en algunos de la noche. Los zapatos cubrían dos paredes del espacioso cuarto y en muebles especialmente hechos estaban las carteras y sobres de prestigiosas marcas que sin duda habían conseguido en el extranjero.
No te quedes como boba y ven a ayudarme que para eso te pagan—dijo la rubia frente a un espejo. Se miraba tras una percha con un vestido largo y azul, tenía una línea de lentejuelas del mismo color que rondaba desde el hombro izquierdo hasta la pantorrilla derecha después de dar la vuelta por en frente del vestido. Terminaba con tules mas oscuros y tenía el hombro derecho descubierto.
Joseph se lo quedó mirando un momento y luego dijo—¿Eso no le quedaría mejor a una mujer de mayor edad?—su opinión fue agradecida con una sonora cachetada y los ojos quemantes de la chica.
¿A quien le importa la opinión de una miserable como tú? ¡Limítate a hacer tu trabajo!—le dijo furiosa mientras Joey la veía sorprendido.
El melado respiró hondo y luego dijo—Si señorita—con los dientes apretados.
Los ojos celestes la miraron por un minuto pero al haber bajado sus ojos no pudo enfrentarlos.
¡Mas vale que cuides tu boca en el futuro o haré que papá te despida!—dijo la otra volviendo a admirarse en el espejo.
“¡Eso me gano por ser sincero con esta sabandija! ¡Espero que Kaiba la mande al cuerno!” se dijo con furia el rubio antes de recordar que el otro quería conocer los planes de Pegasus y que mejor estrategia que meterse en su familia. Así hasta podría evitar perder su empresa. Y estaba claro que le gustaban las mujeres. ¿Entonces porque no casarse con la hija de Maximiliam Pegasus el gran empresario? Sería un boleto al triunfo.
Chasqueó la lengua. Si esos dos se hacían familiares no habría razón para que él estuviera allí. Por un lado mejor. Ya estaba harto de fregar pisos y hacer camas.