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Golden Moon por LaXy

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Notas del capitulo:

 

Volví ;) 

Estoy casi 100% segura de que hay algo mal escrito por ahí, pero por más que busqué, no lo encontré u.u Literalmente, me estoy quedando dormida sobre la mesa y la PC... 

Lamento las faltas de ortografía -se va al rincón- soy mala escribieno. 

Bueno, aquí el segundo capítulo, lean y disfruten ;) 

 

A leer~

 

 

Taehyung estaba sentado en la esquina de la cama, con sus ojos brillantes y llenos de atención a cualquier movimiento que pudiera hacer el bailarín o la Luna de oro como había escuchado que decían cuando se referían a él. Sus dedos se enredaban con nerviosismo en las sabanas rojas y su pierna derecha saltaba sin descanso. Taehyung estaba nervioso.

Se prometió hablar seriamente con Yoongi cuando esto terminara. ¿Tan necesitado se veía para que su amigo le consiguiera algo cómo eso? Taehyung nunca se había considerado como alguien necesitado y mucho menos reprimido, como Yoongi lo había  dicho antes. Él era alguien que vivía felizmente. El sexo no formaba parte de su lista de prioridades.

¡¿Cómo puedes vivir así?! ¡¿A caso eres un alíen o algo similar?! Las palabras dramáticas de Yoongi lo hicieron reír aquella vez, cuando Taehyung le dijo aquello, Yoongi se escandalizó. Para su mejor amigo, el sexo era algo muy importante y no podía faltar.

— Dime por qué me has pedido hoy, si no pensabas hacer nada —la voz del bailarín sacó de sus pensamientos a Taehyung.

El bailarín estaba encogido en una de los sillones individuales de cuero negro. El gran abrigo estaba cubriendo su pecho desnudo y sus piernas estaban encogidas hasta llegar a su pecho. Se veía abandonado, ante los ojos de Taehyung.

El deseo de hablar con él era muy fuerte, Taehyung quería conocerlo más; pero recordaba el trabajo y dónde se encontraban justo ahora y se frenaba. Se obligaba a sí mismo a detenerse.

Desde que Taehyung había frenado al bailarín, no habían dicho mucho, sólo recogió el abrigo para el bailarín y mientras éste se cubría, Taehyung tomó asiento en la orilla de la cama y el otro termino acorrucado sobre el sillón, mirándolo fijamente. Taehyung hacia todo lo que estaba a su alcance para evitar el contacto visual con el otro chico, pero comenzaba a hacérsele muy difícil mantener apartado sus ojos.

Escuchó un suspiro seguido de los movimientos del chico poniéndose de pie. Taehyung mordió su labio inferior con nerviosismo. Una de las razones para no contestar, era porque sentía su cara abochornada, estaba sonrojado y aún no sabía la razón de por qué estaba así. No era un joven adolecente hormonal, pero si parecía un niño pequeño.

Las mejillas de Taehyung se colorearon de un rojo amapola en cuanto sus ojos recorrieron desde los pies, los muslos cubiertos por aquel pantalón ajustado, su pelvis, hasta llegar a su abdomen descubierto y a penas cubierto por el enorme abrigo de color negro. Al perecer el bailarín había olvidado cerrarlo o el suéter no contaba con cierre o botones para cerrar.

Si Taehyung no tuviera la mirada del bailarín puesta sobre él, ya estaría dándose unos golpes sobre sus mejillas con las palmas de sus manos. Pero no podía. Se encontró a sí mismo, mirando fijamente a los ojos del contrario. De vez en cuando, admirando el pecho y abdomen del pelinegro, era imposible no hacerlo. Aunque sonara pervertido, a Taehyung le encantaba mirar el cuerpo del pelinegro.

— Creo que lo entiendo —murmuró el bailarín en voz baja. Frunció ligeramente su ceño y puso su mano sobre su boca. La manga del suéter alcanzaba a cubrir la mayor parte de su mano. El cuerpo del bailarín nadaba en aquel abrigo negro.

Inconscientemente, Taehyung comenzó a pensar que hubiera sido mejor no entregarle el abrigo al pelinegro y dejar que estuviera con el pecho descubierto. Pero su mente le hizo regresar al momento en que su mejor amigo lo había metido.

— ¿Qué entiendes?

Los ojos de Taehyung se abrieron, asustados y similares a los de un cervatillo asustado, al sentir que el bailarín posaba sus manos sobre sus hombros, empujándolo hacia atrás hasta tenderlo sobre la cama. El aliento de Taehyung quedó atorado en su garganta, contuvo la respiración mientras el pelinegro seguía empujándolo hacia la cama.

— ¿Qué estás…

— ¿Es tu primera vez? —preguntó el pelinegro. Extrañamente, su voz se escuchaba con un tono de ternura. Taehyung cerró su boca con fuerza.

No era su primera vez, en definitiva no lo era. Pero no podía sólo decir que sí, porque estaría aceptando que era como un adolecente hormonal que estaba ahí sólo por curiosidad. Y no quería decir que no por temor a que el bailarín lo tomara como un pervertido que le gustaba contratar servicios sexuales todo el tiempo. Por cualquier lado en que lo viera, ambas cosas le sonaban mal.

¿Qué haría Yoongi en una situación así? Su mejor amigo, seguramente ya estaría entra las piernas del pelinegro, arrancándole la poca ropa que usaba. No, no era la mejor idea seguir los pasos de Min Yoongi en una situación como esa. No.

Las mejillas de Taehyung volvieron a adquirir un tono rojo, al imaginarse a sí mismo rodando en la cama, con el pelinegro hasta quedar entre las piernas de él. Imaginó a sus manos recorriendo cada lugar de sus muslos hasta la cadera, seguido de sus costados, se vio a sí mismo besando cada espacio de la piel blanca del bailarín.

Había algo que deseaba. Sólo había algo que realmente valía la pena para Taehyung en esos momentos en los que el bailarín se sentaba justo encima de su cadera, sobre su entrepierna. Taehyung sintió un sabor agridulce recorriendo su boca. Algo dulce y amargo a la misma vez, no quería pensar cuántas veces hacía eso el bailarín, o a quién lo hacía.

Ver la mirada fría que le dirigía el bailarín, le hacía pensar que llevaba mucho tiempo haciendo lo mismo. Ver su cuerpo tenso mientras se sentaba sobre su cadera, le permitía ver el serio desagrado que tenía al tocar un cuerpo ajeno al suyo. El cardenal que estaba en su mejilla derecha, le ponía a pensar que el pelinegro no conocía lo que era una caricia por cariño y no por lascivia.

Aun cuando había notado todo eso, Taehyung no hizo nada por detener sus manos mientras se posaban sobre el pecho del bailarín y lo empujaban hacia atrás, sin llegar a levantarlo. Se incorporó hasta quedar sentado de nuevo sobre la cama. Sus labios soltaron un suspiro mientras cerraba sus ojos y hacia un conteo mental de uno hasta cinco.

— No quiero sexo contigo —le dijo en voz baja. Suave y muy leve, pero se aseguró que llegara a los oídos del bailarín.

— Seré bueno contigo, si es tu…

— No es mi primera vez. No sé por qué estoy aquí. Yo sólo… —Taehyung frenó sus apalabras y se mordió el labio con fuerza. Estaba a punto de decir algo que no estaba seguro si  el bailarín debía saber o no —. Yo sólo quería verte otra vez.

— ¿Verme? —preguntó, su voz sonó confundida. El cuerpo del bailarín se tensó por un segundo. Recordó a Taehyung y sus mejillas rojas al salir de aquella licorería y lo recordó la primera noche, mientras él bailaba y el otro lo observaba desde su mesa. Porque aun por más extraño que sonara, Hoseok había alcanzado a verlo — Dime que no te gusto.

— No —la respuesta salió de sus labios al instante, apresurada y casi fingida ante los oídos de Taehyung, pero afortunadamente, el bailarín pareció contento con aquellas palabras y relajó su cuerpo sobre las piernas de Taehyung.

Por un momento se asustó. Le asustó el hecho de que su pecho diera un salto cuando el bailarín dejó caer su frente sobre su hombro. Le asustó cuando le agradó que sus manos se enredaran en la estrecha cintura del bailarín. Definitivamente le asustó que le agradara estar así con el pelinegro, abrazándolo como si fuera lo más correcto del mundo.

— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó Taehyung en voz baja, sobre la piel desnuda de los hombros del bailarín.

— ¿Para qué quieres saberlo? —insistió, separándose para mirarlo con un ceño fruncido y lleno de confusión.

— Quiero saber tu nombre, por lo menos…

Hoseok dudó por unos segundos, si era lo correcto decirle al chico su nombre o no. Podía alejarse y encerrarse en el pequeño cuarto del baño, o podía decirle lo que deseaba saber. Cualquiera de las dos cosas, no parecían malas ideas.

Pero al contrario, su boca parecía tener mente propia, y su voz salió sin su consentimiento, más rápido de lo que esperó y sin poder contenerla. A cambio, obtuvo una pequeña sonrisa en los labios del chico de ojos brillantes.

— Hoseok…dime Hoseok.

Taehyung sonrió más ampliamente.

— Un gusto, Hoseok, soy Taehyung…

 

■ ■ ■

 

— He pensado seriamente en bajar los precios de algunos —dijo Kang, saliendo de su oficina con el ceño fruncido. Las chicas que bailaban en la pista se detuvieron al escuchar el portazo.

Hoseok dejó a un lado la libreta donde debía anotar las entradas del licor y el vino. Arrugó su frente y se puso de pie. No había pasado más de una semana desde lo sucedido con el chico de cabello castaño y Kang ya estaba deseando hacer los cambios.

Sintió una mano aferrándose a la orilla de su cárdigan negro. Desvió la mirada y se encontró con el cabello rubio de Choa, la chica lo estaba mirando con un gesto de confusión y miedo. Hoseok se quedó callado, lo único que pudo hacer, fue tomar la mano de Choa y apretarla entre la suya. No podía mentir y simplemente decir que no pasaba nada, cuando él mismo tenía miedo por los cambios que Kang pensaba hacer.

Si estaba diciendo que pensaba bajar algunos costos, obviamente esas palabras iban dirigidas a él. Kang estaba furioso con él, porque siempre había negado a estar con Kang. Su jefe lo deseaba en su cama, prácticamente desde que Hoseok llegó al negocio como un joven hermoso pero menor de catorce años. Lo bastante pequeño para trabajar, pero si lo bastante grande como para aprender lo necesario.

No había nada en el negocio que Hoseok no supiera hacer; desde el conteo del licor, hasta la preparación de un nuevo miembro de trabajo. Quizás era lo que más le disgustaba. Sabía que no era indispensable en el lugar, porque seguramente Kang podría remplazarlo en cualquier momento para después echarlo a la calle.

En secreto, Hoseok esperaba eso; deseaba día con día que Kang se hartara de su presencia ahí y lo echara. Hoseok sabía moverse con mucha facilidad en el mundo de los negocios, y podría encontrar fácilmente un trabajo en algún almacén o un trabajo no sobresaliente en alguna empresa sencilla; donde pudiera trabajar durante el día. Por una vez en su vida, Hoseok deseaba una vida normal.

Sin embargo, ver a Kang sonreír sádicamente mientras se encaminaba a donde se encontraban él y Choa, le hizo darse cuenta de que estaba soñando con cuentos de hadas. En la vida real, no había tales cosas como un rey piadoso y un príncipe azul que salvara a los débiles. En la vida real, los malos se aprovechaban de los buenos, y luego esta él; un chico común al cual le habían quitado todos los derechos sobre su vida.

Hoseok se imaginaba a sí mismo como un ave con las alas rotas, encadenado y encerrado en una jaula aparente de oro, llena de lujos y apariencias. Una luna que había perdido su camino con tantas miradas que se posaban en él, noche tras noche, hasta perder la cuenta.

Kang se detuvo y se recargó en la barra del bar, seguía con esa estúpida sonrisa en sus labios que tanto irritaba a Hoseok. Sintió a Choa apretar su mano y encogerse, él sólo miró a Kang con una ceja enarcada y el mentón en alto, muy orgulloso ante su jefe. Kang no lo golpearía si estaban frente a todos los trabajadores, porque una de las reglas era que nadie tenía el derecho de golpear a la Luna de oro.

— ¿Tú qué opinas, precioso? —Kang alzó una de sus cejas, burlándose de Hoseok e ignorando a la rubia tras el pelinegro — ¿Te doy a un precio más bajo?

Hoseok soltó la mano de Choa y se irguió sobre la barra, se recargó sobre sus manos y miró a Kang por unos segundos antes de sonreír. Choa, a espaldas de Hoseok y bajó una dura mirada de Kang, dio un paso atrás y contuvo el aire en sus pulmones.

— Has lo que quieras, Kang —respondió Hoseok, desinteresado —. Me da igual.

— Te va a seguir dando igual cuando tengas a alguien abriendo tu…

— ¡Dije!…que me da igual.

La frente de su jefe se tornó de color rojo y una vena resaltó en su sien derecha. Hoseok levantó una de las comisuras de su boca, sonriendo victorioso ante Kang. Si pudiera, ya hubiera hecho su salida triunfal por la puerta del local, pero no podía o era tentar a la suerte y contra su vida.

Kang por otro lado, dio un fuerte golpe sobre la barra, el cual hizo saltar las copas y los tequileros que estaban sobre ésta; y soltó un grito furioso que puso los pelos de punta a todas las bailarinas. Hoseok no borró su sonrisa en ningún momento y Kang pasó de él y señaló a la rubia a su espalda, movió su dedo, llamándola para que se acercara a él.

— Tú, putita con cara de Barbie —Hoseok borró la sonrisa de sus labios en cuanto vio a su jefe tomar con rudeza las mejillas de la rubia —, te quiero en mi habitación en una hora.

— ¡Déjala en paz, Kang! —Hoseok quitó la mano de su jefe de las mejillas de la rubia y la hizo ponerse a su espalda.

— ¡Cállate, Jung! —Kang ladró con voz malhumorada. Hoseok cerró la boca y apretó los dientes, sabiendo que no podría hacer nada con Kang y su furia — ¡Te quiero a ti, al Ángel y a los dos Jimin, en mi oficina en cinco minutos! —su jefe dio media vuelta y se encaminó de vuelta su oficina con pasos tensos y fuertes, antes de cerrar la puerta giró y señalo a la chica tras Hoseok — ¡Y a ti, te quiero en mi cama en una hora, no lo olvides!

 En el momento en que la puerta se azotó, Hoseok soltó un fuerte suspiro y se recargó sobre la barra, sintiéndose mal por haber provocado tanto a Kang, su jefe seguramente sólo buscaba joderlo de alguna u otra forma, pero él terminó por hacerlo enfurecer. Ahora por su culpa Choa estaba al borde de las lágrimas y a punto de soportar a Kang.

Volvió a tomar una bocarada de aire, escuchó a Choa encaminarse fuera del bar y perderse en las habitaciones. Hoseok bajó la cabeza, sintiendo el peso de sus palabras y por primera vez, deseó poder mantener su boca cerrada. Sin embargo, se quedó callado y salió en busca de los demás.

 

■ ■ ■

 

— ¿Me estás diciendo que no hiciste nada con él? —Taehyung cerró los ojos y negó con lentitud. Yoongi soltó un grito ahogado y tiró de sus cabellos con desesperación.

Taehyung había pasado por muchas cosas, pero jamás algo tan vergonzoso por culpa de Yoongi. Su mejor amigo sólo se excusó diciendo que parecía hacerle falta. Un buen polvo con alguien a quien seguramente no debía importarle en nada abrir las piernas. Yoongi era tan descarado con respecto a eso, él estaba rojo de la vergüenza por las palabras antes dichas por su amigo.

Yoongi le había vuelto a dar una plática de una hora sobre la importancia de tener sexo una o dos veces por semana, una vez al día si se pudiera. Taehyung sólo deseaba encontrar la excusa perfecta para poder huir de su mejor amigo. Ahora encontraba algo malo de tener un amigo con la palabra “promiscuo” escrita en su frente. Palabra que Yoongi parecía llevar con cierto honor.

Definitivamente Taehyung no quiere ser como Yoongi. Min Yoongi es como su lado oscuro, aún no olvida cuando Yoongi lo olvidó a propósito con una de las amigas, hace algunos años atrás, con el propósito de que Taehyung dejara de ser virgen. O cuando cambio la película de terror por un porno que lejos de excitarlo, lo dejó con serios traumas.

En definitiva, Taehyung ya había pasado por alto muchas cosas a Yoongi.

— El tipo esta que se cae de bueno —agregó Yoongi, con un toque de lujuria en su voz que alteró a Taehyung. El menor miró al instante a Yoongi y frunció el ceño —. No puedo creer que no quisieras follar con él.

— No, Yoongi, no ando buscando en donde meter mi cosa.

— Taehyung… —el nombrado golpeó el brazo de Yoongi cuando éste soltó una carcajada. Taehyung se sonrojó y soltó una risa boba, su mejor amigo parecía estar atacado en risa, sus pálidas mejillas ahora estaban sonrojadas por la falta de aire —, Tae, nadie dice “cosa” cuando se refiere a su polla.

— Pues yo sí.

— Eres como un niño. No me sorprendería si me pidieras una paleta justo ahora.

— Lo dice el que colecciona un oso deforme en su habitación y duerme abrazado a él —atacó Taehyung, frunciendo sus labios.

— Se llama Kukamon, y no es un oso deforme. Es hermoso.

— Lo que tú digas —Taehyung rodó los ojos y se bebió lo último que quedaba de su café. Quiso aventarle en la cara el pedazo de tarta que aún le quedaba en el plato a Yoongi, pero sería un desperdicio de comida.

— No te enojes conmigo, TaeTae, lo hice con amor —Taehyung rodó los ojos ante el canturreó de Yoongi.

— Como sea, no lo vuelvas a hacer —reprendió Taehyung, levantando sus cosas de la mesa. Se puso su bufanda y se colocó los lentes como si fueran una diadema —. Tengo que ir a mi casa.

— Estas solo ahí, Taehyung, porque no vienes conmigo hoy —Taehyung miró fijamente a Yoongi. Su mejor amigo puso sus manos al frente y negó con la cabeza —. Seokjin y Namjoon irán hoy, no haré nada malo, lo prometo.

Taehyung se tomó su tiempo para pensar. Yoongi tenía razón, sus padres ya no vivían en la misma casa, su madre viajaba casi todo el año y su padre ahora estaba en una sucursal en Alemania. No le agradaba estar sólo en una enorme casa, ver películas de terror le habían hecho desarrollar una paranoia donde pensaba que si despertaba a las tres de la mañana era porque alguien lo estaba observando.

A demás, le agradaba la compañía cálida de Seokjin, sólo Seokjin, porque Namjoon era casi tan pervertido como lo era Yoongi. No podían dejar de hablaren un doble sentido al que nunca entendía como Yoongi. Quizás era muy inocente.

 

■ ■ ■

 

Taehyung despertó al escuchar el golpe de la cama contra la pared. Su ceño se frunció al instante. No estaba en una habitación de su casa y mucho menos en la casa de Yoongi, donde recordaba haber dormido antes de despertar ahí.

Las paredes de la habitación estaban pintadas de color borgoña, con un marco café. Las sábanas de la cama, al igual que las almohadas eran de color rojo. Había un candelabro en el centro del techo, dándole un toque sofisticado y elegante a la habitación. Taehyung se levantó de la cama y notó que el cubre cama era de color negro. ¿Por qué era de color negro?

Un nuevo golpe en la pared seguido de un quejido, lo alertó. Taehyung estaba vestido con un pantalón roto y una camisa de botones de color azul, ropa que no recordaba haberse puesto. Todo eso era tan extraño. Escuchó un grito de dolor y un gruñido, que le pusieron los vellos de punta. Se dio ánimos y salió de la habitación.

El pasillo no era tan diferente al interior de la pieza donde despertó. Sus paredes eran de color borgoña y había una alfombra costosa de color rojo, y una hilera de candelabros más pequeños que iluminaban el camino. La serie de quejidos de dolor, lo guiaron hasta la puerta seguida. Taehyung tomó aire un par de veces antes de agarrar el picaporte de la puerta con fuerza.

Un nuevo quejido de dolor lo hizo dudar, una parte quería abrir la puerta porque Taehyung era curioso de naturaleza. Pero la otra parte, le decía que no debía abrir la puerta. Que no debía ver lo que estaba detrás. Pero aun así, Taehyung no era muy conocido por hacer caso a lo que todos o su mente le dijeran, así que abrió la puerta de una sola vez.

Lo que vio ahí, lo dejó helado, sus piernas temblaron, amenazándolo con hacerlo ceder al suelo. Su boca se abrió un par de veces, buscando decir algo, pero la impresión hacia que sólo salieran balbuceos sin sentido alguno.

Hoseok estaba ahí, apretando la sábana negra entre sus manos, con sus ojos fuertemente cerrados y algunas lágrimas deslizándose sobre sus mejillas. Tras él estaba un hombre, al que no podía verle la cara, embistiendo al pelinegro por detrás. Ahora que no había paredes en medio, escuchaba con claridad los gemidos del hombre y los quejidos ahogados del bailarín.

— ¡No! —Taehyung se escuchó gritar mientras entraba a la habitación, listo para interrumpir al hombre y alejarlo de Hoseok.

Sin embargo, antes de llegar a ellos, Hoseok y el desconocido se desvanecieron igual que el polvo siendo arrastrado con el viento. Taehyung apenas fue capaz de detenerse antes de que sus piernas cedieran en fuerza. Lo último que vio, fue su cara cayendo hacia el suelo.

 

■ ■ ■

 

Taehyung despertó, casi ahogándose con su propio aliento. Se sentó en la cama y observó la habitación. Las paredes de color blanco con gris de Yoongi le dieron un poco de tranquilidad. Estaba en el sillón, junto a su mejor amigo, mientras Seokjin estaba encogido en el sillón individual y Namjoon dormía  tranquilamente sobre la alfombra.

Fue ahí donde comprendió que todo se trató de una pesadilla. Una pesadilla que sí logró hacerlo temblar, no quería imaginarse a Hoseok siendo… No, ni siquiera deseaba pensar en ello nuevamente, pero los quejidos del bailarín parecían estar gravados en su mente, al igual que los débiles gemidos del segundo presente en su sueño.

Taehyung llevó sus manos a su cabeza y cerró los ojos durante un momento. ¿Qué quería decirle todo eso? ¿Hoseok estaría sufriendo? ¿O simplemente se le había quedado gravado en la cabeza descubrir el verdadero trabajo de Hoseok? Taehyung no sabía cómo debía tomar ese sueño. Una parte de él quería ignorarlo, y la otra parte sabía que no podía hacerlo a un lado.

Se levantó del sillón, cuidando de no despertar a Yoongi. Agarró el abrigo de Seokjin antes de salir de casa de su amigo y se encaminó sin rumbo alguno por la primera calle en la que sus pies lo guiaron. Sin contar los minutos, Taehyung siguió caminando calle abajo, mirando solamente las puntas de sus pies.

Terminó llegando a un parque, sin mucha gente debido al frío, pero sin faltar algunos niños en los juegos, riendo y gritando. Se tiró en la primera banca que encontró, sin importarle que un chico estuviera encogido en la esquina de ésta, Taehyung sólo se dejó caer y soltó un suspiro con una pesadez mayor a todo un año de trabajo.

— Pareces rendido —escuchó a un lado suyo. Abrió los ojos con impresión. Reconocía esa voz, a pesar de haberla escuchado sólo un par de veces. ¿Qué hacia él ahí?

Taehyung desvió la mirada y encontró a Hoseok, encogido y con su barbilla descansando en sus rodillas. Era una mañana fría en el mes de febrero y Hoseok sólo usaba un delgado cárdigan gris y un pantalón negro roto de las rodillas. Taehyung notó que Hoseok siempre vestía colores oscuros y monocromáticos. También se dio cuenta de que estaba tiritando de frío y sus labios estaban pálidos y sus mejillas rojas a causa del frío.

— Debes tener frío —respondió. Evitando las palabras antes dichas por el pelinegro. Taehyung lo vio encogerse de hombros, sin despegar su mirada de los niños.

— No es nada que no haya pasado antes.

Sus palabras dejaron descolocado a Taehyung por un momento. No quería pensar de Hoseok como un niño de la calle, mientras él vivía de lo mejor con sus sabanas calientes y una comida cada vez que quería. Aunque sabía que la vida no era justa con todos, no quería imaginarse así a Hoseok.

Sin pensarlo, se quitó el suéter, olvidando que no era suyo sino Seokjin, y que era uno de sus favoritos. Lo tendió sobre la espalda de Hoseok y lo trató de cubrir lo mejor que la postura del pelinegro le permitía.

Hoseok despegó su mirada de los niños y la clavó en los ojos avellana de Taehyung, los ojos del chico eran brillantes y llenos de vida, sin mencionar que poseían cierta inocencia que Hoseok deseaba mantener a salvo. Seguía preguntándose cómo fue que Taehyung había llegado a un lugar como el club nocturno.

Por primera vez, Hoseok se perdió en una mirada llena de inocencia y calidez. Ambos se miraron durante unos minutos, años… el tiempo no parecía importarles mientras seguían mirándose a los ojos uno al otro.

— ¿Cómo te fue esta semana, Taehyung? —preguntó Hoseok, sin despegar su mirada del otro. Arrastró sus ojos a los labios del Cataño y lo vio relamerse los labios, Hoseok mordió su labio inferior.

— Lo usual, trabajo y salir de vez en cuando con un amigo —respondió Taehyung. Hoseok apretó sus labios y siguió mirando los labios de Taehyung — ¿Qué tal tú?

Para la sorpresa de Taehyung, Hoseok soltó una risa sin humor, plana. Lo vio apretar las manos sobre sus pantorrillas, y se dio cuenta que había hecho una pregunta incorrecta y ahora Hoseok se había puesto de mal humor. 

— No querrás saber — murmuró Hoseok, débilmente, sonando atormentado. Taehyung bajó la mirada, apenado por haber preguntado eso —. Yo mismo quisiera olvidarlo.

— Lo siento, Hoseok, no quería incomodarte con eso, yo sólo…

— Tranquilo, Taehyung —Hoseok volvió a reír, esta vez su risa se escuchó con vida, casi tierna —. Sé que no fue tu intención.

Ambos que quedaron en silencio, Taehyung mirando con atención el cabello que caía con gracia sobre el cuello de Hoseok, también admiró las marcadas e impecables clavículas del pelinegro, e inconscientemente deseó poder hundir su cara en la curvatura de su cuello y dejar un beso el su piel. Se sonrojó al pensar en ello.

Hoseok por otro lado, dejó caer su cabeza hacia un lado mientras parecía pensar mientras contemplaba el rostro de Taehyung. Desde sus labios a sus ojos, el chico parecía una obra de arte y con los débiles rayos del sol saliendo de entre las nubes, chocando con el cabello de Taehyung, las hebras de su cabello castaño parecían echas con oro derretido.

— ¿Te cuento un secreto, Taehyung?

Hoseok se acomodó en la banca, dejando caer sus piernas y se acercó a Taehyung mientras el chico asentía. El pelinegro movía su dedo índice y e indicaba que se acercara, sonrió cuando Taehyung se comenzó a acercar también. Hoseok lo miró fijamente por un momento, antes de tomar sus mejillas y besar sus labios.

Taehyung abrió sus ojos con sorpresa, Hoseok lo estaba besando.

 

Notas finales:

 

¿Qué tal quedó? DX ¿Más o menos interesante?

Espero que por ahora las acutalizaciones sean semanales, trataré de volver cada semana, los miercoles. Siempre y cuando vea el apoyo de ustedes bell@s lectores ;) 

-se despide saltanto y aventando flores- 

 

XOXO'S 


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