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Después de todo… te amo (omegaverse) por jashinista

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Notas del capitulo:

 

Bueno, me tarde por que se me perdió la memoria, compre otra  y al ir a la mitad que se me formatea… estuvo todo encontrar mía pero bueno aquí está, por eso ya quite lo de actualizar cada semana ya que estoy estudiando y trabajando, igual no tardare tanto esta bes, o al menos lo intentare. Disfruten el capitulo

Salió del trabajo al terminar la jornada. En la calle la lluvia caía mojando el pavimento dando paso a una tarde  nublada.

En cuanto estuvo afuera, miró el cielo gris. Abrió el paraguas que había traído con anterioridad esa mañana ya que el clima  no era favorable y en cualquier momento llovería. Suspiró cansado y comienza a caminar.

—Musashi…—cerró los ojos intentado que las imágenes de ese Alfa regresaran a su mente por millonésima vez en el día.

—Te amo— escuchó a una pareja que pasaba a su lado, como el Omega tomaba del brazo a su alfa. Se les veía sumamente feliz. Kotaro notó la marca que demostraba que ese Omega ya tenía su pareja. Por inercia llevó su mano a la parte del cuello, perdiéndose en como sería su vida si la hubiera unido con la de Musashi.

—No era tan malo como pensaba —miró a la pareja alejarse mientras él se quedaba parado extrañando el pasado y pensando en lo que pudo ser si hubiera tomado la decisión correcta.

 Su celular sonó al aviso de una alarma que había programado a esa hora. Sacó el móvil y miró la alarma para luego apagarla.

 Hoy quizás podría ver a Musashi  y eso lo alegraba un poco. Estiró su mano para llamar un taxi, este se detuvo y esperó a que Kotaro entrara para ponerlo en marcha.

—¿Hacia dónde?

—Al  hospital— el taxista solo asintió y se encaminoal hospital.

No pasómucho tiempo cuando llego a su destino, se bajó del taxi y le pagó al chofer a lo cual le dio un gracias y este le contestó  con una sonrisa para después irse de ahí. Kotaro suspiró aliviado de que esta vez no fuera un pervertido acosador en celo. Caminó cabizbajo y entró al hospital.

Se acercóa con la enfermera para tener como resultado lo mismo de la otra vez. Resignado regresó a la silla de la sala de espera, después de media hora varios sujetos entraron y preguntaron por Musashi, algo que lo confundió. No había visto antes a esos sujetos ¿amigos?  ¿Familia? no lo sabía.

—No era necesario que me acompañaras— esa voz la recordaba muy bien

—¿Hiruma? —levantó la mirada, encontrándose con aquel rubio y otro sujeto, Alfa con tez morena y rastas.

—No tengo nada mejor que hacer— Hiruma miró con aburrimiento al Alfa, con una mano en la cintura y la otra sosteniendo su arma. Haciendo  una bomba con el chicle viendo el movimiento de sus labios, realmente no le interesaba lo que le decía, más esos labios eran lo que hipnotizaban. ¿Cómo no perderse en esos labios cuando ya había recorrido todo su ser?

—¿Kotaro? — Dejó de idiotizarse y miró al Omega que se mantenía sentado observándolos, quisiera o no ese Alfa era muy extravagante, su espalda ancha, su aroma, su color de piel.

Sacudió la cabeza e intentó sacar todo de ese Alfa de su mente.

—¿Qué haces aquí? —se acercó a Kotaro seguido del Alfa que en ningún momento dejó de ver las caderas del Beta, y Hiruma al darle la espalda, fue mayor su vista en esas pequeñas caderas. 

—Vine a ver a Musashi.

—¿Y cómo te ha ido? —sabía que se burlaba de su terquedad.

—¿No es obvio? sigo aquí—tanto el Beta como el Alfa sacaron una pequeña carcajada mientras veían  a aquel Omega que quería ser tratado con derechos que solo un Omega con marca podían tener.

—No importa… tarde o temprano me dejarán pasar y entonces… —justo en ese momento entró un hombre, un Alfa.

—Vine a ver a Gen Takekura—Kotaro sé le quedó viendo con asombro ¿Qué hacia él aquí?

—Claro, es por este pasillo— después de que la chica le diera la indicación exactas;  se retiró de ahí agradeciéndole amablemente.

Kotaro no podía despegar su mirada de aquel hombre aun cuando este desapareció de su campo de visión él seguía viendo por donde se había ido. ¿Qué hacía ahí? ¿Era amigo de Musashi?  Y si lo era ¿Por qué intentaba seducirlo? se supone que al ser amigos sabía que él ya estaba con Musashi.

—Serámejor que te vayas Kotaro— mencionó Hiruma sin despegar la mirada de la misma dirección en la que veía Kotaro

—No me iré hasta ver a Musashi.

—Sabe que no lo verás, no te dejarán.

—Pero…

—Regresa en otro momento—se agachó hasta la estatura del Omega que se mantenía sentado—, y ve a descansar— dicho eso le entregó un papel doblado. Se incorporó y retomó su rumbo a la habitación de Musashi.

Mientras tanto, Kotaro, un poco confundido, observóel pedazo de papel  que ahora tenía en las manos. Al desdoblarlo se encontró con indicaciones y un número de cuarto de la planta alta.

—Es… —nuevamente  aquel Beta lo había ayudado—la habitación de Musashi—escondió el papelito en su bolsillo y salió del hospital abriendo su paraguas y llamando de nuevo a un taxi, dijó su dirección y se subió al mismo.

Al llegar a su hogar, abrió la puerta y tiró sus cosas a un lado de la puerta de la entrada para luego sentarse en el sofá.

—Maldito Hiruma—miró el papelito, sabía lo que quería ese demonio: Probarlo… para saber si continuaba ayudándolo o no—. Me molesta que sea parte de su diversión.

Cruzó los brazos,  molesto, tendría que pensar, iba a romper todo un sistema por un Alfa que aún no lo reclamó.

—Esto ya es ir muy lejos — tragó saliva, pero al pensarlo bien ellos lo obligaron hacerlo, él quiso ver a su novio por las buenas así que lo hará por las malas y a la fuerza.

Sacudió la cabeza y se levantó del sofá para ir directo a la cocina y sacar las últimas provisiones que había dejado Musashi. Él como todo Omega sabía cocinar y lo hacía muy bien, pero al tener los alimentos hechos por su Alfa le era muy especial: Había pocos Alfas que hacían eso.

Después de ver con melancolía los alimentos mientras estos se calentaban en la cacerola, no pudo evitar soltar una que otra lagrima al recordar de nuevo el pasado.

—No… —secó sus lágrimas y suspiró—, no puedo ponerme así, no servirá de nada— después de motivarse él sólo, terminó de calentar la comida la comida para luego servirla en un plato.

Acomodó una pequeña mesa en frente del sofá. Arrimó su cena y se sienta frente de la mesita, encendiendo la televisión.

Después de descartar algunos canales se decidió por una película que no había visto antes pero la trama estaba un poco entretenida. Dejó el control remoto a su lado y dió el primer bocado a su cena. Bocanada tras bocanada, ni siquiera se dio cuenta cuando la comida ya se había acabado, como tampoco se dio cuenta cuando la película se había terminado y mucho menos cuando cayó dormido.

La luz de la televisión encendida se reflejaba en la parte delantera de su cuerpo, y al ser el único objeto que daba luz en toda la casa, sólo se reflejaban unos colores azules grisáceos, y tenía la cabeza inclinada a un lado. Con la boca semi abierta, estaba muy bien recargado en el respaldo del sillón.

Estaba tan cansado que no escuchó cuando un hombre abrió la puerta y la cerró, no sintió cuando ese extraño se acercó y lo miró por un par de segundos y tampoco se inmutó cuando se acercó lo suficiente para tocar sus labios.

La mano del intruso acariciaba cada parte del rostro de Kotaro, como si en su tacto se aprendiera cada curva, cada poro de ese rostro tan hermoso. Acomodando detrás de la oreja del Omega unos cuantos mechones de pelo al mismo tiempo que sonreía complacido al tenerlo tan vulnerable.

Lo acostó en el sofá y al ser una noche fría, decidió ir por una manta a la habitación que no tardó en encontrar gracias a que sólo había dos cuarto y el baño, además de la cocina y la sala. Un lugar pequeño en comparación a lo que estaba acostumbrado.

Tomó una manta y la colocó en cima del Omega. Lo miró por unos segundos para luego revisar la casa con calma. Al tener lo suficiente para su investigación decidió marcharse, no sin antes despedir a ese Omega con un beso en los labios que aún se mantenían semi abiertos.

—Dulces sueños Kotaro—besó su frente—, cada vez sémás de ti— se incorporó y salió de la casa, guardándose en el abrigo la copia de las llaves de la casa y una foto de Kotaro en su niñez.

Caminó hasta un auto, poniéndolo en marcha y perdiéndose a la distancia.

.

Al día siguiente...

Los rayos del sol cruzaron la ventana hasta chocar con el rostro del Omega. Éste arrugó un poco el entrecejo para luego voltearse y darle la espalda a la luz natural, quedándose dormido un rato más.

Después de una hora aproximadamente por fin decidió levantarse, sentándose en el sofá haciendo que la manta resbalara por su cuerpo. Talló sus ojos y bostezó al mismo tiempo que se estiró.

Después de unos segundos mirando a la nada su memoria comenzó a trabajar. No recordaba que se hubiera tapado con la manta y tampoco que se hubiera acostado.

No le tomó mucha importancia, se levantó, aseó el poco  desastre que había hecho la noche pasada. Caminó hacia el baño. Después de atender su higiene personal, salió del baño completamente desnudo   directo a su habitación, sacando ropa, vistiéndose y saliendo de su casa, directo al hospital.

Bajó del taxi y entró a la clínica, caminando sin detenerse.

—Joven ¿se le ofrece algo? —la escuchó pero la pasó de largo — ey, está prohibido pasar sin antes decir a donde va.

Caminó más rápido sintiendo su corazón acelerarse. La enfermera al ver que no se detenía llamo a uno de los doctores.

—Yo me encargo—caminó sin mucha prisa hasta alcanzarlo.

—Oye Omega—logra alcanzarlo, deteniéndolo,  rodeando los hombros del Omega con su mano—, oye has causado muchos problemas.

—No los causaría si me dejaran ver a mi Alfa.

—Así no funcionan las cosas, en primera, no estas marcado, así que no eres nada de él— bajó su mano por el brazo del Omega, algo que éste noto; siguiendo esa mano con la mirada— aunque podría solucionarse— su mano detiene su andar en las caderas del Omega, apegándolo un poco más a su cuerpo— puedo hacer que no te digan nada y así tú… —fue interrumpido gracias a un codazo fuerte en el estómago.

Kotaro no desaprovechó la oportunidad y comenzó a correr hacia los elevadores. Uno de los guardias observó lo ocurrido y corrió a con el Alfa.

—¿Esta bien señor?

—Tenemos que detener a ese Omega, entorpecerá el  progreso de mi paciente—el encargado de seguridad mira a donde apunto el médico, visualizando al Omega y comenzar a perseguirlo.

Kotaro, por su parte, al llegar al elevador, desesperadamente apretó el botón al mismo tiempo que volteó a ver a su nuevo perseguidor.

—Muévete, muévete, muévete —miró con molestia y desesperación la pequeña pantallita de números rojos arriba de la puerta del elevador.

Cuando la puerta por fin se abrió, salieron de ella muchas personas, sin esperar a que bajaran todos se metió al elevador y  apretó el botón del piso al que quería ir.

—Detente Omega—estaba muy cerca, demasiado. La puerta por fin comenzó a cerrarse pero el guardia estaba cerca, por un momento creyó que si lo lograría pero para su sorpresa no lo logró y el elevador se cerró tiempo.

Suspiró profundo e intentó recuperar el aliento. Al llegar al piso las puertas del elevador se abrieron y Kotaro salió corriendo, buscando la habitación. Al encontraría  entró en ella, y lo primero que observó al entrar fue  a ese Alfa herido encima de la camilla.

—Musashi…— susurró al mismo tiempo que se acercó al cuerpo inconsciente.

Sus manos se posaron  en su pecho ancho, acariciando la zona donde tenía las vendas.  Sus ojos se fijaron en ese rostro tranquilo que se encontraba dormido y su otra mano se dirigió a la mejilla de Musashi.

—Musashi aquí estoy—en ese momento sólo existían ellos. Con lentitud bajó su rostro al del contrario al mismo tiempo que cierró los ojos, al rozar sus labios un fuerte jalón a su cabello lo hizo retirarse.

—Eres un maldito Omega necio— el doctor que antes lo estaba siguiendo ahora lo tenía aferrado fuertemente de su cabello—No tienes control ni autoridad— un puñetazo fue lo que recibió el Omega por parte del Alfa.

Kotaro se quejó del dolor más no suplicó o pidió que lo soltara. El Alfa, por su parte comenzó a arrastrarlo por los pasillos siendo ignorado por varios doctores y enfermeras, al llegar a la puerta trasera, la abrió de una sola patada y aventó al Omega, haciendo que este cayera en donde estaban dos bolsas de basura, tirando también un bote de desechos orgánicos, cayéndole un par de desperdicios de comida encima.

—Lárgate de aquí Omega sin marca, o serás mi Omega Obligado—dicho eso  cerró la puerta trasera dejando a Kotaro encima de la basura, empeorándolo el inicio de la tormenta.

Aguantó sus ganas de llorar, no tanto en como lo trataron y lo amenazaron; a pesar de que era  la primera vez que lo trataban de esa manera,  sino por no poder estar con su amado. Resignado, se levantó y dejó que el agua de la lluvia disfrazara sus lágrimas.

Salió del pequeño callejón hacia la calle, llamando  un taxi y subiendo en este mismo. Manteniendo la mirada por los suelos, cosa que notó el chofer que lo miraba  por el retrovisor. Al llegar a su destino, sin contar el dinero lo sacó de su bolcillo y se lo dio sin esperar cambio, caminó a la puerta de su casa ignorando por completo que el taxista le llamaba.

Metió la llave en la rendija y la giró un par de veces para quitarle el seguro a la puerta. La abrió entrando enseguida en la casa y cerrando la puerta tras de sí.

Caminó sin ganas hacia el sofá  dejándose  caer en este, quería desahogarse y lo iba hacer pero el sonido del timbre lo hizo retener su tristeza, limpió sus ojos por si acaso una gota había salido de ellos para luego dirigirse a la puerta. Al  momento de abrirla se sorprendió por ver de quien se trataba.

—… ¿Muzumachi?… ¿Kakei? —dirigió su mirada al Omega de su molesto hermano y con la mirada busco al Omega de Kakei.

—No lo traje Kotaro.

—¿Por qué?

—Su embarazo se complicó.

—Lamento escuchar eso.

—No venimos a hablar de nosotros, Kotaro—el menor asintió, dejándoles paso para que entraran a su casa.

Al estar todos sentados en el sofá, se instaló un silencio muy incómodo. El ambiente era pesado, y Kotaro en todo momento evitaba la mirada de sus hermanos mayores, ocultando el dolor. ¿Dónde estaba ese Omega fuerte? ¿Ese Omega que no dejaba que vieran su dolor?

—Kotaro…—por fin habló el mayor de los tres, inclinándose hacia adelante.

—¿Quieren beber algo? —se levantó, dispuesto a servirles algo.

—Mamá se enteró de esto—dijo sin más—, está preocupada por ti.

—No sé por qué debería.

—Tu sabes el porqué, Kotaro, quisieras o no ese Alfa…

—Tiene nombre, no sólo lo digas como si fuera cualquiera.

—¿Lo ves? no te engañes, Musashi era importante para ti, a pesar de que aparentaba que no era así…—sus ojos azules se enfocaron en los grises del Omega— ¿Por qué? —Kotaro sabía a lo que se refería.

—Tenía miedo… — de nuevo ese Omega frágil se mostró.

—¿A qué?

—A que… me tratara diferente…  a que me tratara…

—Como un Omega—terminó lo que quería decir su hermano.

Bajó la mirada y se abrazó a sí mismo. Kakei lo notó, Muzumashi lo notó, incluso Habashira. En esos momento Kotaro necesitaba la protección de un Alfa, algo que amablemente su hermano mayor intentó darle.

Kotaro, al ver la mano de Kakei extendida, sin pensarlo se acercó, sentándose al lado de Kakei, dándole un poco de consuelo del amor fraternal entre un hermano Alfa y Omega.

—¿No confías en él?

—… No confiaba en mi… Temía que me volviera un Omega.

—Por qué le temes a algo que eres… por más que quieras ocultarlo—Se mantuvo cabizbajo, era verdad lo que le decían.

—Musashi es un buen hombre, con marca o no él te hubiera tratado igual— dijo por primera vez Mizumashi. Asintió con la cabeza y miró a ambos Alfas—Kotaro… hay una razón por la cual Musashi está contigo. Yo lo entiendo perfectamente— volteó  a ver a su pareja a lo cual esta desvió la mirada y chasqueó la lengua manteniendo el ceño fruncido.

—Los Omegas como tú y Habashira son un poco inusuales, pero muy deseados. Según la mentalidad de los Alfas, estos Omegas son excelentes en el sexo—decía el mayor sin expresar nada—, pero el lado malo de eso es que no los aman realmente al no soportar su lado desafiante y un poco dominante, tienes que amarlo realmente para quedar con un Omega así.

—Kakei…

—Musashi te ama, y no desearía que cambiaras, ni un poco, en tal caso si fuera así… te convertirías en algo que en verdad no eres. Eres fuerte Kotaro, pero Musashi te hace serlo más.

Kotaro se quedó sin palabras. No era verdad lo que creía, que sólo con Musashi cerca era fuerte, simplemente era su naturaleza.

Continuara… 

Notas finales:

Hasta aquí. Nos vemos 


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