Aiacos seguía ocupado, Camus pudo moverse por Antenora sin preocuparse de nada, incluso tenía la sospecha de que podría haber entrado a la biblioteca de haber querido y Garuda no se habría dado cuenta, tomaba los libros que el Espectro le dejaba, hacia su desayuno y releía los mensajes de sus compañeros…
Por lo que podía ver varios de ellos se sentían ofendidos al estar encerrados con los Espectros, algunos hablaban claramente de lo poco agradables que eran sus "captores" pero hasta ahora nadie había hecho alusión a un encuentro entre ellos. Se vio las manos con que sostenía las cartas y se estremeció… Si todos habían terminado en esas condiciones no le extrañaba que nadie deseara dejarse ver por sus compañeros… Paso su mano por sobre su cabello y dio gracias a que siempre había crecido rápido.
— … jum. — Camus alzó la vista hacia arriba desde su lugar sentado en el marco de aquella puerta. — … Será mejor que te muevas, tenemos trabajo que hacer. — … Camus observo el rostro de aquel sirviente, era obvio que le veían como un estorbo y no solo por obstruirles el paso, miró de nuevo al interior de la habitación a la que tenía prohibido entrar… Tantos libros y ni siquiera podía entrar a leer los títulos de ellos… Ni esforzando su vista pudo adivinar los nombre de los libros más cercanos.
Se puso de pie despacio, sin hacer caso a las miradas y resoplidos de aquellos sirvientes y volvió a su habitación con aquellas cartas entre sus manos.
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Minos entró en el despacho y sonrió viendo a Aiacos rodeado de montones de papeles, intentando salvar un espacio para seguir escribiendo mientras que Paraoh seguía agregando pilas de documentos uno tras otro. — Es bueno ver que te estás esforzando tanto, ¿pero puedo preguntarte algo…? — Aiacos asintió con la cabeza mientras escribía unas lineas. — ¿Por qué no dejas que Acuario entre en tu biblioteca? … Dudo mucho que vaya a maltratar tus libros, por lo que se es otro nerd adorador de libros, yo tendría más miedo de comer lo que te cocina que de dejarle entrar a escoger un libro. —
Aiacos alzó la cabeza de sus libros y se quedo viendo a su medio hermano con cara de no entender de que estaba hablando. — Hace un momento tus sirvientes se quejaron conmigo, Camus se la pasa rondando ese cuarto y creo que hasta se asentado en el marco de la puerta, pero no entra… Cada que van a limpiar lo encuentran ahí sentado. —
Esto lo sabía, ya se habían quejado con él en un par de ocaciones y por eso había dejado más libros para Camus pensando que su ansiedad se iría si tenía más material para leer. — … Camus no cocina para mí —
Minos alzó una ceja — ¿No? … entonces tiene un muy buen apetito. Lo he visto en la cocina antes de venir, estaba muy entretenido y no noto que estaba ahí hasta que le pregunte si estaba cocinando la cena para ti — Minos sonrió de lado — Por su cara imagine que había dado en el clavo pero si dices que no cocina para ti… tal vez solo tenía mucha hambre. — Minos rió — Tal vez no come bien desde que dejaste de consentirlo tanto.
Aiacos sonrió y bajo la vista a sus papeles — ¿Te parece que he dejado de consentirlo? … la única razón por la que lo dejo cocinar es porque he visto su mejoría, esta más fuerte, sus manos han dejado de templar, los dedos han vuelto a su postura e incluso las uñas… —
Minos suspiro — Ya basta, sé perfectamente lo mal que estaba y entiendo… no pueden seguir eternamente dormidos mientras se recuperan. ¿Has pensado qué haremos con ellos una vez que sanen?… — Aiacos se encogió de hombros — … No pueden seguir aquí para siempre… Tal vez deberíamos entregarlos a su Diosa. —
Aiacos abrió los ojos sorprendido, permitir que salieran del inframundo para servir a Hades era una cosa, pero dejar que todos volvieran a sus vidas seguramente sería algo que no agradaría al Señor del Inframundo… Minos lo observo. — Si ya se que no te quieres separar de tu adorado Acuario, pero ni él ni sus amigos nos dejaran tranquilos mientras estén aquí, algo tendremos que hacer, Aiacos.
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— Aiacos… —
— ¿Qué sucede? … — Se extraño de que Camus hubiera ido al despacho, alzó la vista de su trabajo, de nuevo el otro se mantenía en la puerta solo que en esta ocasión mantenía los brazos cruzados sobre el pecho. — ¿Pasa algo? —
Se imagino que tal vez se quejaría de Minos y sus comentarios o tal vez de que seguía sin poder entrar a escoger sus propios libros. — Ven a cenar. — Alzó una ceja extrañado pero no tuvo tiempo de hacer ningún comentario, Acuario se había dado la vuelta y se marchó sin agregar nada más. Sonrió y dejó la pluma y su trabajo como estaba para seguirle al comedor, la comida estaba servida e incluso había un par de cervezas abiertas… — Provecho. —
— Gracias — Sonrió y bebió de la cerveza antes de sentarse a comer. Olía demasiado bien.
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