20-Ansias.
¿En que piensas?—preguntó el pelirrojo al peliplateado que miraba con una sonrisa por la ventana.
En que esto será algo divertido—dijo Ferid a su amigo.
¿En serio?—preguntó éste de pronto más animado—Yo hubiera pensado que ese nuevo rey haría todo problemático—añadió.
Para nada, Crowley. Esto será muy entretenido—dijo Bathory casi ronroneando.
¿Ese chico llama mucho tu atención no es así?—preguntó Eusford.
¿Celoso?—preguntó de pronto cerrando los ojos con expresión alegre el tercer progenitor mientras se le acercaba para poner su cara a centímetros de la del otro.
¡Para nada!—respondió el otro con tono seco—Solo me pregunto que esta pasando por tu cabeza. Ese tipo es solo medio vampiro y ha tomado el trono. Otro en tu posición estaría pensando en matarlo y obtener el lugar. Incluso tu tienes a la reina Krul para presionar al primero y sin embargo sigues sin dudar al segundo. ¿Cuál es tu plan?—añadió con una ceja levantada y su mano deslizándose por el mentón.
Mi querido Crowley, puedes apostar que esto será muy interesante—dijo Ferid con su sonrisa de Chessire.
Tienes algo con lo cual manejarlo, de eso no hay dudas. De otra forma no estarías tan calmado—dijo el pelirrojo.
¿Quieres que te lo cuente todo?—dijo el peliplateado con las manos en jarra.
Eso no será necesario—dijo Eusford mirándolo con atención—Lo único importante es que tú harás divertido todo esto. Será interesante y entretenido verte completar tu plan—añadió.
No veo el caso de que sigas con esto—dijo el pelinegro recostado en la pared con su cuerpo aun sentado en el catre de la celda. Shinya estaba sentado en el borde de la cama con las piernas arrolladas debajo de él mientras miraba hacia la otra pared. Kureto estaba a un lado suyo pero no podía ver su rostro ya que este quedaba más atrás que su línea de visión. El solo lograba ver su torso desnudo y sus piernas que salían de la cama mientras que la entrepierna se encontraba tapada por la manta del camastro. Pendragon evaluaba que decirle. Con seguridad no podía hablarle de las sospechas de Bathory—Esto no tiene continuación. Sabes muy bien lo que piensa hacer el primero conmigo y mis hombres—
Aun no encuentras la manera de escapar. ¿No es cierto?—preguntó el ojos azules y el otro le miró sin moverse. Desde donde estaba no lograba ver la cara del peliblanco pero su voz le decía que algo estaba pensando y que estaba inquieto. Su blanca espalda sobresalía de la camisa que yacía en la cama solo con las mangas puestas hasta el codo.
¿Vas a ofrecerme una manera de escapar? ¿Rey?—preguntó con un tono que no dejaba lugar a dudas de que no lo creía. La faz se volteó lo suficiente para que sus ojos hicieran contacto. La mirada decía muchas cosas—En serio no estarás pensando en dejarme escapar a estas alturas. Sabes muy bien que el ejercito demoníaco ya no cuenta con fuerza. Y el que yo escape solo hará que te reconozcan como traidor—
¿Te estás preocupando por mí?—preguntó su antiguo hermano con una de sus sonrisas, pero esta no era tan falsa.
Para nada. Puedes intentar la insensatez que quieras pero eso no hará que colabore contigo. No me meteré en nada tan mal planeado—dijo el ojirrojo enojado.
¡No, porque tu planeas escapar de una manera en que puedas ser libre y en algún momento ganar el poder que has perdido!—dijo muy seguro el ojos azules acercando su cuerpo al del otro, su cara quedó a centímetros de tal manera que ambos cuerpos podían presentir la cercanía y el calor que manaba.
Kureto sentía su ser atraído por ese cuerpo tan cercano y por esa mirada casi hipnótica. Lo conocía demasiado bien y eso era peligroso porque el otro era medio vampiro después de todo.
Pero yo no te ofrezco un escape desesperado. Lo que yo te ofrezco es la solución de todo. ¿Te arriesgarías a acompañarme en un plan sin garantías para obtenerlo o perderlo todo?—preguntó el peliblanco.
¿Por qué me ofreces esto? Tú de los dos es el que mas tienes que perder—dijo el frío general del ejército demoníaco japonés. Los ojos de Shinya sabían expresar tantas cosas como nunca podrían los suyos pensó el ojos rojos mientras su interior se estremecía ante la angustia de pronto mostrada por los ojos del otro. ¿Le angustiaba su situación? Sería eso todo el causante de su oferta—Te dije que no pienso meterme en cosas mal planeadas—aseguró intentando quien sabe porque intentando quitarle la idea de la cabeza. En realidad cualquier plan con su ayuda tendría mejor éxito que cualquier cosa que el planeara a solas. Entonces… ¿Por qué la reticencia? Se preguntó de pronto el duro general. En un momento tuvo que ceder ante la peregrina idea de que realmente se había enamorado de ese estúpido sujeto que siempre había estado tras Ichinose y que luego se revelara como uno de sus enemigos escondido en las sombras para atacar. Sus manos se convirtieron en puños ante la idea. No podía ser que perdiera su lucidez por semejante idiotez. Pensó el espartano líder de los humanos.
¿Acaso crees que te pediría esto a ti sabiendo que está mal planeado? ¿Crees que arriesgaría tan fácil mi vida por algo que no tiene sentido?—preguntó el ex general.
Para su desgracia Kureto conocía demasiado bien esa mente aunque no conocía del todo al que la poseía. Era cierto el otro no era de los que planeaban algo a la ligera o se aventuraran en un plan con pocas probabilidades. A menos… ¿Podía confiar en eso? ¿Acaso el otro en verdad…? Sus pensamientos debieron traslucirse de alguna manera porque el otro habló entonces.
¿Crees que me arriesgaría a perderte ahora que eres mío?—preguntó el ojos azules tocando el filo de la barbilla del otro delicadamente para luego posar sus labios en los del otro.
Hiiragi no podía soportar eso y los dos lo sabían, lo abrazó con fuerza y lo atrajo fuertemente, mientras los cuerpos de ambos se contorsionaban juntos las bocas no dejaron de demostrarse deseo también de una manera húmeda y desenfrenada. El pelinegro entró de forma rápida en el cuerpo que rato antes había dejado. Las piernas de Pendragon se deslizaron hasta formar un candado en su cintura. Las embestidas eran brutales y pasionales como solo eran las de Kureto. La mente de Shinya parecía querer desvanecerse en la inconsciencia que da el placer y cuando sus brazos abrazaron su cuello mientras gemía de pasión algo extraño lo invadió y fue otra especie de deseo.
El ojirrojo se sorprendió cuando sintió la lengua del otro deslizarse por el largo de su cuello.
¿Por qué? ¿Por qué ahora lo invadía ese deseo si con Guren nunca le fue tan fácil negarse? El no era como los otros que necesitaban la sangre de los humanos para vivir. Él era esa mezcla que le permitía carecer de semejantes debilidades. Y sin embargo ahora… el deseo de probar la sangre de su ex hermano era tan intensa que dolía, incluso el sabor de su piel lo hacía mas doloroso.
El otro irguió su cabeza y mirándose el uno al otro de perfil--¿Acaso piensas que esta es la manera de conseguirlo?—preguntó el pelinegro.
No se le había ocurrido. Ni por un momento había sido su intención convertir al otro en vampiro. Era solo su hambre el que lo había guiado a pensar en morderlo no su mente, el cuerpo de Kureto volvió a guiar sus caderas hacia adelante y Shinya se abrazó de nuevo a él.
¿Acaso quieres probar mi sangre?—preguntó el ojirrojo mientras lo estudiaba con la mirada.