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¿Cómo llegamos a esto? por Matsumoto Yuki

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Notas del fanfic:

Trama y personajes creados por mi. Espero les gusten. [?]

Notas del capitulo:

Esto salió de... Un día libre cualquiera. [?]

Alex pataleó como nunca. Gritó, arañó, desordenó todas sus cosas, más bastó su sólo grito, para que toda la casa quedara en silencio. 

 

— ¡Alexandre Collie! —La gran madre habló.  — Al auto, ahora. 

 

Podía ser un jovencito pandillero, tirado al aire, prácticamente en la pasta. Pero si algo le habían enseñado desde pequeño, era que Mamá tenía todo el poder en la casa. Incluso por encima de Papá. 

 

El joven, a regañadientes y arrastrando los pies, salió de su habitación, dejando atrás el desastre que había quedado, y saliendo de la casa. Al llegar al auto, abrió la puerta trasera, y se tiró en el asiento, recostándose por completo.

 

Ventajas de ser hijo único. 

 

Sacó su I-Phone, y colocándose los audífonos, subió al máximo el volumen de la música. Reposó su diestra sobre sus castaños cabellos, y se entregó a los brazos de Morfeo. Después de todo, quedaba una o dos horas para que salieran rumbo a su nuevo hogar. 

 

Y no, que esta rabieta no les confunda. Alex está tan emocionado de cambiarse de casa, como de Liceo. 

 

Sólo que no al otro extremo del País. 

 

Por culpa del cargo de su Padre, o más bien ascenso, tiene que sufrir el castigo de ser separado de su banda, su pandilla, su reputación y fama. Porque la tenía bien ganada. 

 

Era posiblemente el único chico menudo, con facciones andrógenas en el área que podía hasta con los de último año. Era un peleador nato, detrás de esa fachada débil que tenía.

 

Suspiró, tratando de calmarse. Si Mamá llegaba y él seguía alterado, posiblemente pelearían y ardería Troya, sin que nadie pudiese pararlo.

 

Luego de hora y media, inició el viaje. 

 

Alex se hizo el dormido, mientras sus padres discutían cómo arreglarían todo al llegar a la nueva casa. 

 

El castaño rodó los ojos.  —Tendrán 11 horas para decidir eso...  —Porque aunque sus Padres no quisieron decirle exactamente a dónde se iban, él lo sabía. A una ciudad a 11 horas de allí, más cercana a la Capital.

 

Llegarían a eso de las 8 AM a su destino. 

 

Alex lamentó no tener un volumen más alto cuando sus padres comenzaron a hablar de su nuevo Liceo. 

 

  — Probablemente sucedió... 

 

— ¿Qué haremos?

 

— Iré a ver el papeleo. 

 

Ni siquiera le importó de qué tontería podrían estar hablando. Eran raros sus padres después de todo. 

 

Cerró los ojos, y minutos antes de que se durmiera, recibió numerosos mensajes de sus amistades. Ya se habían enterado.

 

«¡Tú...! ¡Ya verás cuando nos encontremos, eh! Te patearé el culo por no avisar que te ibas. » 

 

  — Brandon, siempre tan amoroso... — Susurró, para sí. 

 

El siguiente mensaje fue de Rebecca, el tercero de Daniel y entonces no se dignó a revisar o responder ni uno más. 

 

La mayoría de sus fuerzas se había agotado en la tarde, mientras discutía y posteriormente pataleaba frente a su Padre, en un desesperado intento de no dejar su hogar.  

 

Claramente todo había sido en vano, pero lo había intentado. 

 

El camino fue grato para el Señor y la Señora Collie. 

 

Su hijo no habló, durmieron bien. Y el único que hizo un mayor sacrificio, fue el Señor Collie, manteniéndose despierto todo el trayecto para guiar al camión de mudanzas. 

 

Sin duda, el traslado fue excepcional. 

 

El problema vino después, cuando ya se había estacionado, y era hora de despertar a su retoño. 

 

Sara sonrió, soltando su cinturón de seguridad. 

 

  — Es tu turno, Jerry. 

 

— ¿¡Qué!? — El semblante de su esposo decayó, por completo, observando al pequeño diablo que dormía en la parte trasera del auto. 

 

— ¿Cómo que qué? — Frunció el entrecejo Sara, sacudiendo su rubio cabello tintado. Por un momento Jerry tembló. En definitiva, Alex había sacado el carácter fuerte de su madre.  — Fui yo quien calmó las cosas en la otra casa.  — Salió del auto, y luego dio un portazo.  — Ahora serás tú quien tenga que lidiar con él, porque si no, hahaha, vas a conocer el infierno.

 

Mientras más hablaba su esposa, más se hundía Jerry en su asiento.

 

Vio por el espejo retrovisor cómo Sara iba a darle las indicaciones al cuerpo de mudanza, y luego suspiró, observando a su hijo. Se giró, y estiró su mano, intentando despertarlo con calma.

 

  — Campeón... Hey, Campeón, despierta... — Susurraba. Realmente no quería hacerlo. 

 

Pero el joven se removió en su asiento. Tenía sueño ligero a veces, y para su mala suerte, esta era una.

 

— ¿Hm...?

 

— Ya llegamos... 

 

— UUUGH. — Se quejó, subiendo poco a poco sus manos a su rostro, y  restregándose los ojos. No sabía qué era peor, haber llegado, o la luz de la mañana.  — Por quéee...  — Lamentaba, sin restricciones. 

 

  — Oye Campeón, sé que lo de la mudanza es difícil, pero, también hubo problemas con tu Liceo...

 

Eso sí captó la atención de Alex, quien descubrió su ojo derecho. 

 

  — ¿Se quemó?

 

— No.

 

— ¿Mágicamente desapareció?

 

—  Haha, ya quisieras.

 

  — ¿Entonces? 

 

— Es mejor que te lo diga tu madre. — Alex frunció el entrecejo. — Aún no estamos completamente seguros, ella irá hoy para comprobarlo.

 

— ¿Comprobar qué...?

 

— ¡Cariño! — Salvado por la campana, Jerry agradeció internamente. 

 

— Lo lamento, tu madre me llama, ya sabes cómo se pone cada que no voy de inmediato. 

 

Al instante siguiente Alex se encontraba solo, recostado aún y con el entrecejo fruncido. No podía creer que no le dijeran qué era lo que ocurría. 

 

Pronto recordó lo paranoicos que eran sus padres a ratos, y se le pasó. De seguro era una bobada como que empezaba la próxima semana o algo por el estilo...   

 

Se sentó correctamente, por primera vez en el trayecto ya finalizado, y miró al frente. 

 

Una casa color crema, de dos pisos, enorme, con colorido y verde jardín se extendía frente a sus ojos. El castaño se encogió de hombros, rodando los ojos. 

 

  — Meh. 

 

Salió del auto, evadiendo  los de la mudanza, y caminando por el pasto hacia la entrad, a pesar de haber camino de grava.  

 

Recorrió cada centímetro de esa abominación, y luego subió las escaleras, para revisar las habitaciones. Si no mal recordaba, las nuevas camas ya estaban fijadas, así que al menos podría seguir durmiendo. 

 

Identificó su habitación como la que daba a la calle. Tenía una cama de plaza y media, con estructura simple. Esa debía ser la suya. 

 

Observó cómo su madre salía conduciendo de allí, y su padre continuaba arreglando las cosas con la mudanza. 

 

  —Esos viejos... —Se lanzó a la cama, sin pensarlo dos veces, perdiéndose en divagaciones de su mente. 

 

No supo cuánto tiempo pasó allí, pero para cuando volvió a tener consciencia de sí mismo, estaba todo oscuro. Por la ausencia de cortinas, pudo identificar una sombra sentada en los pies de su cama. 

 

Se alteró, de una manera inimaginable. 

 

  — Cariño.

 

Pero escuchó la voz de su madre. 

 

Vio a un lado su lámpara de noche, y la encendió. 

 

— ¿Sí? — Alex dudaba si responder o no. 

 

— Tenemos que hablar.   

 

Notas finales:

Espero les gustase este primer capítulo. Es algo más como para colocar su situación Etc. Eso ~

 

Hasta la próxima.


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