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Oh, Musa por Gato-de-Cheshire

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Notas del capitulo:

Yey! Aquí la segunda parte, creo que quedó un poquito más larga que la anterior.
Gracias por su lectura y ojalá sea de su agrado :'D

Segunda parte: El Conde y su Bookman

Había pasado ya casi un mes desde que Lavi fue obligado a quedarse en la casa del Conde. No había sido una estancia desagradable, ambos eran personas bastante instruidas, por lo que siempre tenían cosas sobre qué conversar y discutir. Tyki se sorprendía de la cantidad de cosas que sabía el muchacho, parecía que no hubiese detalle que ignorara. A simple vista no se podía intuir, pero el joven era una persona muy inteligente y perspicaz, así que siempre era muy interesante hablar con él. Además, este muchacho distraído, parecía comprenderle de una manera tácita; Tyki se había percatado de que el pelirrojo podía comprender sus ademanes, sus expresiones, su lenguaje corporal, incluso sus estados de ánimo. Así había sido desde el momento en que se conocieron; lo notó cuando le mostró el primer retrato de él que había pintado y lo comprobó con algunas de sus conversaciones más íntimas.
De modo que fue inevitable, entre ellos había comenzado surgir una especie de atracción silenciosa; el moreno aún no se había percatado. Sin embargo, el pelirrojo no lo podía pasar por alto, había notado cómo sus miradas se buscaban aun cuando supuestamente no se estaban prestando atención, cómo, en su caso, los latidos del corazón se aceleraban cuando estaba cerca del Conde y cómo la atención de éste le colocaba nervioso. Tampoco había podido evitar notar la mirada que le regalaba el artista, idéntica a la que colocaba cuando le estaba pintando, pero esta vez, sin lienzos de por medio.

 Lavi no era tonto, sabía que el Conde adoraba pintar; habían gestos que sólo demostraba cuando estaba con la brocha entre las manos, entre ellos, atracción, y esto era lo que últimamente estaba demostrando hacia él. Tyki sentía atracción hacia Lavi y Lavi hacia Tyki. El Conde por su parte, no se daba por enterado. No es que no notase la atracción, es sólo que le parecía natural. No había notado, después de todo, que su interés por el muchacho no era únicamente artístico.

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-Tyki, Tyki, Tyki, Tyki, Tyki, Ty-…-.

-¿Qué pasa, Lavi?- preguntó cabreado el mayor mientras dejaba a un lado el libro que había estado leyendo.

-Quiero saliiiiiiir… Si no salgo, puede que muera- el pelirrojo estaba dramatizando.
-Si te dejo salir, no volverás. No puedo darme el lujo de perder a mi musa- dijo coqueto el moreno. Provocando un leve sonrojo en el menor.
-Te prometo que volveré pronto. Sólo tengo que terminar algunas cosas- No mentía, su trabajo en la isla ya estaba casi completo, sólo le faltaba encontrar unos últimos documentos y entregárselos al viejo.
-Pues, tendré que ir contigo. Ya sabes, no puedo confiar en la palabra de un ladrón.
-Ya te he dicho que no soy ningún ladrón- le respondió el más joven haciendo una especie de puchero.
-Pero aun así te niegas a explicarme qué hacías asaltando un importante museo- le replicó.
-Eso es información clasificada- dijo intentando sonar misterioso- Es parte de mi trabajo.
-Tampoco has querido hablarme de ese misterioso trabajo. Ladronería supongo.
-¡Que no! Mira, no robo nada que sea conocidamente valioso… mierda- de inmediato se maldijo por lo que acababa de decir. Algunas veces, ser tan hablador tenía sus desventajas.
-Oh, así que sí robas. Creo que siento curiosidad- dijo esbozando una maliciosa sonrisa- supongo que no te importará hablarme de ese trabajo, a menos que desees que le hable a las autoridades de cierto conejo, robando en las madrigueras ocultas de un importantísimo museo.
-¡Agh! ¡Bien! Te hablaré sobre mi trabajo, pero no sobre lo que estoy haciendo acá, ya entenderás por qué ¡Pero sólo si me dejas salir a terminar lo que vine a hacer a esta isla!- Lavi se había dado cuenta de que esta sería la única forma de acabar su trabajo a tiempo sin levantar las sospechas del viejo.
-Hecho, pero yo te acompaño. Eso es indiscutible- dijo el moreno, dejando en claro que no le daría ninguna oportunidad de escapar.
-Bien. Tyki, tienes que prometerme que esto será un secreto. Nadie puede enterarse. Nadie.
-Está bien, lo prometo- cada vez sentía más curiosidad.
-Mi verdadero nombre no es Lavi- Tyki había hecho un gesto ante el comentario, así que Lavi decidió aclararse- No tengo ningún nombre. ¿Bookman te suena? Supongo que no. Pertenezco a una familia sin apellido que desde hace milenios se ha encargado de almacenar la historia oculta. Por eso te digo que lo que yo robo no es algo cuyo valor se conozca, porque la cosa en sí no se conoce ¿Entiendes? En este mundo hay muchas cosas, Tyki. Cosas que la gente no tiene la necesidad de saber, nosotros nos encargamos de que estas cosas se mantengan desconocidas. Esto, sin embargo, es tarea de una sola persona, dos como mucho: el Bookman, y su aprendiz, el futuro Bookman. Los demás en la familia, conocen de nuestro objetivo y nos ayudan, pero no saben nada de la historia oculta; y ha sido de esta manera desde siempre. Yo no tengo nombre, Tyki,  porque soy el futuro Bookman.-decía mirándole intensamente a los ojos- Necesito acabar lo que vine hacer a este lugar-. El pelirrojo se había mostrado tan serio, que el Conde no sintió ninguna duda sobre la veracidad del relato. Le sorprendió la delicadeza del asunto; no se había imaginado que el muchacho estuviese metido en algo tan grande… sin embargo, ni por esto le dejaría ir. Estaba consciente de que había desarrollado una obsesión por Lavi, pero no lo podía evitar, siempre que se trataba del arte se convertía en una persona ilógica, y por qué negarlo, era obstinado y egoísta, lo sabía bien. Ahora que había encontrado a su musa, no la dejaría ir por nada del mundo, incluso si tenía que chantajearlo o permitir que saliera a robar tesoros milenarios de vez en cuando.

 Se regocijó, ahora que sabía su identidad tenía más poder sobre el chico. Era una persona retorcida, eso también lo había aceptado.

-… Pues, manos a la obra. Vamos a terminar ese dichoso trabajo, para seguir vagueando- dijo mientras bostezaba y se ponía de pie. Lavi suspiró aliviado, Tyki le había comprendido perfectamente: no hacer preguntas. 
-Es una pena que nadie sepa que el gran Conde Tyki Mikk es un vago- dijo el pelirrojo burlonamente.

Los documentos faltantes se encontraban en un caserón muy antiguo, uno de aquellos pertenecientes al olvidado  casco original de la ciudad. Ahora Tyki comprendía por qué había encontrado al muchacho en ese lugar tan desconocido.

Como la mansión estaba cerrada, Lavi tuvo que hacer gala de sus amplias y precisas habilidades de… ladrón. Durante todo el trayecto de búsqueda el chico se la pasaba haciendo cosas que maravillaban al moreno, jamás había visto a un ladrón profesional en acción; además, su habilidad de búsqueda era impresionante, como si supiese exactamente dónde las personas guardarían aquellas cosas que deseaban que nunca salieran a la luz.

Anduvieron husmeando entre pasadizos secretos, habitaciones ocultas, escondrijos indetectables y finalmente encontraron lo que buscaban escondido bajo una tapa de tapiz en un cubículo, al cual se ingresaba a través de un armario truqueado en el sótano.

-El imbécil que escondió estos documentos por la isla pensaba que todo se podía arreglar con una capa de tapiz- dijo con humor el pelirrojo.
-Y definitivamente le gustaba Narnia- dijo el moreno aún sin creer que había traspasado una puerta en un armario. Estaba emocionado. El pelirrojo se río ante el comentario.
-Vamos, tengo que entregar esto al Bookman.

Tyki esperó a Lavi en el puente dónde hace aproximadamente un mes había estado hablando con Lulu Bell. Eso le hizo recordar que aún no le agradecía por ese excelente consejo. Ella tenía razón, sólo necesitaba ir a comprar una cajetilla de tabaco para encontrar la inspiración, mira qué cosa más acertada.

Lavi regresó luego de unos 20 minutos. Había ido a encontrarse con el viejo al puerto para entregarle los documentos y comunicarle que se quedaría en la isla un poco más de tiempo. Al anciano le extrañó el comportamiento de su aprendiz, pero no tuvo ninguna objeción; desde hace años que había acabado su entrenamiento, y ahora el chico operaba como si fuera un segundo Bookman. De modo que se marchó, advirtiéndole que le enviaría un mensajero de la familia para comunicarle su próximo trabajo.

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Ya habían pasado dos meses y medio desde que Lavi se había mudado a vivir con Tyki. Eran las tres de la madrugada. Esa noche hacía un temporal horrible, el viento silbaba y  arremetía contra la casa, la lluvia golpeaba las ventanas como pequeñas piedrecillas, y a lo lejos se escuchaba el sonido de los truenos y relámpagos. Lavi no le temía a las tormentas, sin embargo había dormido todo el día y ahora no tenía sueño, obviamente el escandaloso temporal no le ayudaba.

 Sintió que alguien abría una puerta ¿Fantasmas? El muchacho se estremeció, a las tormentas no, pero a los fantasmas sí que les tenía miedo. Agudizó el oído y pudo escuchar los característicos pasos de Tyki, ya saben, pasos de vago. Entonces recordó algo; cuando había estado investigando sobre el famoso artista había dado con un dato tan interesante como trágico.

 La familia Noe había estado compuesta por el Conde y sus 13 hijos, algunos adoptados. Todos vivían en la misma mansión gigante, y se dice que era una familia muy unida; era una tradición en la familia Noe alimentar el amor fraternal de los miembros desde el nacimiento. Esto, Lavi sospechaba, era un factor clave que explicaba la gran fortaleza de la que había gozado la familia durante generaciones. Nunca, en la historia de los Noé, había ocurrido una disputa interna, es decir, no existió una amenaza interna que pudiese destruir a la familia, como era común entre las familias poderosas. Ahora bien, Lavi leyó en los registros, ayudándose de los documentos de defunciones, que de un día para otro, la familia se había esfumado.

Lo cierto es que durante una noche tormentosa, la casa había ardido abrazando a todos los Noé. Se especula que un gigante árbol en llamas debido al impacto de un rayo, había caído sobre la mansión incendiándola. En la historia oficial se cuenta que murió toda la familia, pero la verdad es que uno sobrevivió: Tyki. El niño de 9 años había sido salvado del inferno por los cadáveres de su padre y hermanos, que al comprender la inminente tragedia decidieron salvar por lo menos al menor de todos los hermanos.

Luego de eso el niño, que a edad muy temprana tuvo que soportar el peso de ser el único portador de un influyente apellido e inevitable heredero directo, quedó a cuidado de una familia subordinada que también ejercía gran influencia sobre la isla. Se decidió que su existencia sería ocultada hasta que fuese lo suficientemente mayor para llevar el título de Conde, sólo las personas más influyentes del país sabían que el niño había sobrevivido. Ya en su juventud, Tyki tomó el liderazgo de los asuntos familiares, sin embargo, nunca quiso que su existencia fuese anunciada al público y decidió permanecer entre las sombras. Al final, inevitablemente acabó siendo una persona reconocida, pero no como Tykki De Los Noé, sino como Tykki Mikk, su nombre artístico.

Sabido lo anterior, para Lavi era fácil deducir la causa del insomnio del Conde. Salió de la cama, se colocó su abrigo y tomando unas mantas se dirigió a la sala. Ahí se encontraba Tyki mirando por el gran ventanal que de vez en cuando se iluminaba por los relámpagos, en su mano tenía un cigarro encendido que ya estaba casi totalmente consumido, sin embargo la ceniza seguía intacta, como si el cigarro hubiese sido olvidado, abandonado para consumirse por sí solo. Efectivamente, el moreno se hallaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera se había percatado se la presencia de Lavi.

-¿Un café?- el moreno se estremeció ante la voz del menor
-Sí, estaría bien- dijo ya recompuesto.
Lavi se dirigió a la cocina y volvió con dos tasas humeantes de café. Entonces ambos se sentaron frente al gran ventanal a mirar el temporal, cubiertos por un par de mantas.
-Me quedaré contigo hasta que amanezca ¿vale?- Tyki se sorprendió, iba a replicar algo pero Lavi le interrumpió - Sabes, cuando te vi de espaldas, noté algo. Estás triste ¿verdad? No puedes negarlo, tus hombros caen ligeramente hacia atrás cuando estás triste.
-Yo… Yo no me llevó bien con este tipo de tiempo, supongo que sabes por qué- dijo Tyki desviando la mirada para que Lavi no alcanzara a ver sus ojos.
-Eran una gran familia- el muchacho le regaló una sonrisa triste- venga, no importa si lloras- dijo y se acercó más al mayor y para abrazarle. De los ojos de Tyki comenzaron a brotar lágrimas silenciosas entre sollozos ahogados.
-Me enseñaron todo, menos a dejar de extrañarlos- dijo Tyki entre sollozos- duele, duele, aún después de todos estos años.
-Tyki, no puedes dejar de extrañarlos. Qué clase de pago sería aquel para las personas que te dieron sus vidas. Recuérdalos, recuérdalos siempre y llora por ellos cada vez que puedas, porque esa es la prueba de que estuvieron vivos y fueron grandes- Ante estas palabras, el corazón de Tyki dio un vuelco, y se echó a llorar cuál niño, mientras Lavi le abrazaba y le susurraba palabras cálidas. La mañana los pilló echados en el suelo durmiendo, uno al lado del otro con las piernas enredadas.

Desde ese mismo día, Tyki comprendió cuán adictiva podía llegar a ser la presencia de otra persona. Aun no comprendía completamente la naturaleza de aquel sentimiento, pero lo que sí entendía bien es que Lavi le hacía sentir cómodo e incluso feliz. Desde hace años que no había compartido su vida con alguien más y en ese momento, cuando despertó y vio al pelirrojo durmiendo a su lado, supo que no quería estar solo más.
Se conocía perfectamente a sí mismo, de modo que ahora sabía que su egoísta persona haría lo posible por mantener su propia felicidad intacta, y esta vez no haría nada por acallar aquella parte de él que representaba sus ocultos instintos; esta vez todo su ser anhelaba lo mismo, tanto su excéntrico artista como su maquiavélico ego, ambos deseaban a Lavi y no le dejarían ir.
De modo que un día decidió hacérselo saber.

-…Lavi, voy a serte sincero. Soy una persona muy influyente, supongo que ya lo sabes. Si deseo ponerte tras las rejas, no necesito ningún motivo, sólo dar una orden ¿comprendes?- Lavi se estremeció- Relájate, es cierto que te estoy chantajeando, pero estoy seguro de que no te perjudicará tanto. Tú vivirás conmigo, para siempre- su aura era cada vez más oscura. Lavi nunca había entendido la complejidad de la personalidad del Conde hasta ahora, era como si tuviese doble personalidad, y ahora estaba mostrando la más tétrica. Tyki siguió hablando – Pero no te privaré de tu trabajo, puedes hacer tus labores de Bookman siempre que debas hacerlo, sin embargo, Lavi; tienes que volver a mí. De otro modo, me encargaré de buscarte y encontrarte dónde sea que te encuentres, y meterte a la cárcel, mi cárcel. ¿De acuerdo?
-Co-como si pudiese decir que no- dijo Lavi desviando la mirada frustrado. Tyki se enterneció, algo en su pecho comenzó a quemar. El sentimiento lo inundó por completo y le impedía pensar con claridad. Inconscientemente se  acercó lentamente al chico.
-Lavi- dijo con voz ronca mientras se acercaba a su rostro- eres mi musa-. Y entonces lo besó. Lavi se congeló. No había esperado esto, pero no encontraba fuerzas dentro de sí mismo para alejarse, después de todo estaba totalmente consciente de que, muy a su pesar, se había enamorado de este sádico hombre. De modo que respondió al beso derramando una pequeña lagrima de rendición. Cuando separaron sus rostros y se miraron mutuamente, Tyki levantó su mano y acarició el rostro del pelirrojo.

-Ya lo comprendo. Me enamoré de ti ¿Cierto?- Le dijo sonriendo- Tienes mala suerte, Lavi. Una pésima suerte del demonio. Ahora sí que jamás te escaparás.

Le volvió a besar, esta vez apasionadamente, introduciendo su lengua en la boca ajena invitándole a seguirle el juego. Lavi se dejaba llevar. Había comprendido que no había manera de que pudiera escapar de este hombre; igualmente, comenzaba a dudar de querer hacerlo. Siguieron así durante un tiempo, besándose como si nunca hubiesen besado en sus vidas, y tocándose como si nunca hubiesen tocado otro ser humano, hambrientos de contacto.

Luego, cuando los besos y las caricias ya no fueron suficientes, sin mediar palabras, sólo cruzando miradas decidoras, decidieron ir por más. Tyki pasó las manos por las espalda del menor, y éste al saber lo que se avecinaba, cruzó las piernas en la cintura del moreno, quién lo alzó fácilmente cargándole hasta su habitación, depositándolo allí, sobre su gran y elegante cama.

Tyki desvistió delicadamente a Lavi, observándole sin perder ningún detalle, como si de una valiosísima obra de arte se tratase; comenzó a acariciar su piel desnuda, a besar su cuello, su vientre, sus piernas, sus muslos, sin privarse de nada. Mientras que Lavi le miraba ininterrumpidamente a los ojos, comprendiendo lo que su amante quería comunicarle: esta noche le haría suyo, y su deber ahora era dejarse poseer, nada más. De modo que sumisamente permitió que el moreno hiciese con su cuerpo lo que le apeteciera.

Tyki le hizo el amor apasionada y amorosamente, concentrándose en darle todo el placer que su vasta experiencia le permitía otorgar; Lavi gemía y jadeaba bajo los movimientos elegantes del mayor, quién se deleitaba con los sonidos que el menor emitía y con la imagen de sensualidad y languidez que había adoptado: se encontraba sobre la cama, con el cabello alborotado y unas cuantas hebras que caían sobre su rostro húmedas de sudor, tenía los ojos nublados y cristalizados que le miraban lascivos, una mano reposaba sobre su frente y la otra caía al costado de la cama, lánguida; sus piernas yacían sobre los hombros del mayor y seguían el ritmo que éste marcaba. Tyki sentía que jamás había visto nada más erótico, y se esforzó por gravar la imagen en su mente, ya saben, futuros proyectos.

Siguieron así, haciendo el amor hasta la madrugada; cuando Lavi, sin poder evitarlo cayó presa del cansancio luego de su último orgasmo, sucumbiendo al sueño. Tyki se encargó de acomodarlo en la cama y cubrirlo con las sábanas. Sin embargo, él no se permitió ir a dormir; aunque también estaba cansado había algo que debía hacer. No se preocupó de vestirse, estaban en verano y esa mañana no hacía nada de frío. Abrió las cortinas para que entrara la luz matutina. Sabía de ante mano que el pelirrojo no se despertaría con algo como aquello, había sido testigo de su monstruoso sueño; el muchacho podía dormir en cualquier lugar, a cualquier hora, con ruido o sin ruido, con luz o sin luz. Esbozó una sonrisa al recordar que la primera vez que lo conoció, cuando lo fue a buscar, efectivamente, estaba durmiendo. Se dirigió a su estudio de donde trajo silenciosamente su leal silla y sus implementos de pintura. Se dedicó toda la mañana a inmortalizar al joven mientras dormía, luego de su primera noche juntos. Sólo cuando acabó, se permitió volver a la cama para dormir abrazado al pelirrojo.

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-Tyki, ya me tengo que ir – decía el joven mientras intentaba liberarse de los brazos del mayor.
-No quiero – replicaba infantilmente el Conde mientras estrechaba el abrazo.
-No será por mucho tiempo. Volveré pronto, lo juro- le explicó forcejeando con todas sus fuerzas.
-Nada me dice que volverás, aún no me dices que me amas.
-He ido y vuelto todo este año ¿no? Además, ya te lo expliqué, no tengo corazón- Tyki enserió su rostro.
-Lavi. Te amo. Si no vuelves, lo sabes, te traeré de vuelta y estarás por siempre encerrado aquí- le advirtió con una sonrisa macabra.
 Hasta hace algunos meses, cuando Tyki sacaba a relucir este aspecto de su personalidad, le causaba temor. Ahora, además de temor, le atraía peligrosamente, se sentía fascinado por la pasión macabra de su amante, sobre todo, debido a que era por él. Tal vez se había vuelto masoquista. O Tal vez porque estaba enamorado, porque lo estaba, aunque nunca se había atrevido a confesarlo. Hasta ahora sentía que si llegaba a aceptarlo en voz alta, estaría completamente atrapado, encadenado a este excéntrico artista. Sin embargo…

-Tyki- le dijo acercando sus labios a la oreja del mencionado susurrando- No tengo corazón, pero si me permitieran tenerlo, sería tuyo; en cambio, te doy todo lo que me pertenece, mi cuerpo, mi mente, mi alma, mi vida, todo es tuyo. Te amo- Y le besó. Ya estaba, se había auto condenado, pero porque así lo quería. La locura de su amante por fin lo había contagiado, había colocado llave a sus cadenas y se había tragado la llave en un te amo.
Antes de que Tyki pudiera salir de la sorpresa al oír aquellas palabras que siempre pensó que jamás iba a escuchar, Lavi se había escapado de sus brazos.

-¡Adiós Conde Tyki Mikk! No desesperes, el gran Lavi volverá pronto a tu lado- Dijo el joven con esa sonrisa despreocupada que tanto le caracterizaba, mientras corría fuera de la casa. Tenía que aprovechar de huir mientras Tyki permanecía impactado, ya que mientras más rápido terminase su nuevo trabajo, más rápido volvería con su atractivo Conde.
 
Cuando al fin se recompuso, comenzó a reír sin parar. Ese chico siempre sabía cómo impresionarlo. Y ahora se sentía dichoso, sabía lo que significaba para el muchacho aquella declaración.
- Oh, mi musa. Mi Lavi- dijo mientras se dirigía a su estudio- Al final, lo único que no había sabido pintar, era amor, y tú me hiciste amar.

Había sido un hombre en medio de un jardín de preciosas flores, más lo único que anhelaba era aquella flor única e irremplazable, la que le enseñase a amar.

Fin

Notas finales:

Me siento realizada (?) 
Me entretuve mucho escrbiendo, siento que me enamoré más de Lavi y Tyki, y pensaba que eso era imposible xD
Sólo espero no haber aburrido a nadie uwu
Me gustaría saber sus opiniones, criticas, lo que sea (?) 
Hasta unas cuantas maldiciones me harían feliz.
Gracias por llevar su lectura hasta aquí. Nos vemos <3


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